Tras aterrizar en Granada llegamos al polideportivo de Salobreña, donde está a punto de comenzar el Infierno Festival 2024. La situación parece sacada de un fanfic: entramos acompañados de las Verdunch, nos encontramos a Ben Yart nada más entrar y minutos después nos recibe el mismísimo Yung Beef. Hay cosas que solo pasan en Infierno.
Esta facilidad para el crossover fue una constante durante todo el festival. Desde que se anunció el cartel en redes el público se sorprendió por la cómica variedad entre los diferentes nombres que conformaban la lista, y cuando esto se llevó a la realidad el resultado fue sorprendentemente mejor que el caos que se podía esperar en un primer momento. Empezamos escuchando al Bobo de las 3000 cantar sus rumbas para luego escuchar al Virtual lanzarse una mezcla de clásicos y temas que aún no han visto la luz. Se hace chocante de primeras ver dos estilos tan distintos relevarse con tanta facilidad. El que entendió la dinámica desde el minuto uno fue Ben Yart, que acorde con la performance constante que es su vida, entró cantando su peculiar versión de Nike tiburón haciendo ver que conocía bien el terreno en el que se jugaba ese día, que a nadie se le olvide que esto es La Vendición, papi.
Aquellos días en Salobreña pudimos ver una muestra del respeto mutuo que hay entre numerosos artistas de nuestro gremio dentro de esta industria. Mientras que iba de escenario a escenario pude ver cómo unos se hacían fotos con otros, como pudo ser el caso de El Virtual con Cruz Cafuné. También fue una sorpresa encontrarse en la barra con Teo Lucadamo (que este año venía de espectador, veremos si eso cambia en el siguiente) junto a Mucho Muchacho tramando algo que más tarde se nos revelaría vía historias de Instagram como un junte en el estudio. Todo era un choque total y absoluto de generaciones, géneros y mundos, y gracias a eso tuvimos el privilegio de ver a una figura de la talla de Cookin Soul en acción acompañado de un veterano como Mucho Muchacho. Este show fue un viaje en el tiempo, además de un repaso de sus mayores hits junto a los artistas de La Vendición, lo cual viene a ser todos los temas que ha hecho con ellos, porque este tío no falla. Entre todo esto hubo algo que me hizo coger perspectiva de la magnitud de lo que estaba pasando en ese polideportivo, y eso fue ver a alguien tan alejado a nivel sonoro de la música de La Vendición como es Israel Fernández darle un sentido abrazo a Yung Beef. Una prueba de que hay algo que se está haciendo bien a la hora de tender puentes y crear comunidad, y eso es precioso. 
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El punto negativo aquí es que todo esto queda empañado por la organización del festival. Fueron muchas las quejas y las reclamaciones por las decisiones de organización. El primer día hubo un retraso de una hora que afectó a todo y tuvo lugar algún cambio de horario sin aviso previo, como fue el caso de Cruz Cafuné saliendo a cantar a la hora de Albany. La ‘Zona VIP’ (le faltan incluso comillas) era un vacile por parte de La Vendición que reafirma su espíritu de Robin Hood a la hora de coger de los privilegiados para dárselo a los desafortunados, pero el caso es que también descuidaron al pueblo con la zona de camping, que resultó ser escasa en demasiados sentidos. Pese a que ha habido un notable crecimiento desde pasadas ediciones, todavía queda trabajo que hacer de cara a asegurar una experiencia plena a la altura de los grandes festivales.
Una de las cosas que más me extrañó antes de ir al festival fue cuánto tardaron en anunciar a Yung Beef, artista sin el que nada de lo vivido en Infierno hubiera sido posible. Las dudas se disiparon cuando salió su entrevista con El País el mismo viernes que daba comienzo el evento. En esta entrevista revelaba que había estado en un centro de desintoxicación durante dos meses y que sentía que le debía algo a su público. Las expectativas crecieron tras leer esto, y lo cierto es que al final Fernando fue una de las personas que más tiempo pasó encima de los escenarios. Para empezar contaba con doble concierto en el horario: primero el esperado regreso de La Mafia del Amor y luego su show en solitario. Por otra parte, apareció en muchos conciertos de otros artistas con los que tiene algún feat como pueden ser Albany o Pablo Chill-e. Esto nos dejó dos momentos que quedan para la historia, dos temas con dos de los artistas más grandes de este país que se cantaban por primera vez en un escenario de forma conjunta: Konbini Wars con Cruz Cafuné y Diablo con Sticky M.A, lo que reafirma este sentimiento de unión y respeto mutuo del que venía hablando antes.
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También quiero comentar el tema de la presencia femenina en el festival. El vacío que dejó La Zowi fue palpable durante todo el evento, con los asistentes comentando su ausencia constantemente. Bb Trickz, por su parte, avisó de que no iba a venir tan solo dos días antes de que el festival tuviese lugar. Metrika fue la encargada de tirarle de las orejas tras terminar su show cuando dijo que Belize no había venido porque tenía miedo de que ella le quitase los racks. La presencia de esta rubia satánica me pareció representativa y realmente importante a la hora de hablar de un relevo generacional que puede ser incómodo para muchos puretas. 
La actuación de Albany se caracterizó por la aparente desgana de la artista –‘¿ahora si cantáis ¿no?’, dijo antes de cantar la clásica Sugar mami–. Frente a esto, la nueva sangre de Las de la Liga hizo ruido por parte de Metrika en el escenario principal y Lorna en el secundario. Son gente que viene con ganas, que ha adquirido una influencia enorme en tiempo récord a través de una estética bien construida, el respaldo entre unas y otras y, sobre todo, la constancia y el trabajo bien hecho. Se habla mucho de la escasez de artistas femeninas en los festivales, y pese a que en este cartel se repite este patrón, en esta ocasión Metrika y Lorna se alzaron como los dos soles de Tatooine delante de Luke Skywalker, arrojando un nuevo brillo sobre una escena que está aprendiendo a funcionar en grandes ligas. Sin salirnos de las referencias a Star Wars cerramos el capítulo número tres del Infierno Festival, y esperamos con ganas el capítulo cuatro para que este evento de La Vendición se convierta en ‘una nueva esperanza’ dentro del circuito de festivales.
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