La Reina del Sur o la Reina del Trap.
Zowi ostenta el trono en realidad
mucho antes de lo que siquiera nos
imaginamos, pero no hay más que
salir a la calle para verlo. Bueno, a la
calle o a una discoteca. ¿Qué dirían
esas señoras que se agarran el bolso
si supieran que es ella la culpable de
cómo lucen las chicas de ahora?
Entrevista extraída de ACERO vol. 5, publicada en julio de 2023. Hazte con tu copia aquí.
Lo que ellas no saben es que Zowi no
sólo nos ha enseñado a muchas a vestir
sin miedo, sino a vivir sin miedo siendo
nosotras mismas. Antes de que existiera
el concepto de ‘slut-shaming’, la artista
de origen francés ya repartía lecciones de
autoestima. Siempre a contracorriente,
Zoe ha tenido que enfrentarse muchas
veces sola a un mundo abarrotado de
hombres.
Madre, artista e icono; me recibe desde
su cocina, como la Ama de casa que
también se enorgullece de ser. De la
incomprensión de lo que a ella siempre le
ha parecido normal es que nace la rabia,
la violencia y su arte; de la revolución.
Han tenido que pasar años para que se
le otorgue el trono que merecía, y eso
que aún quedan muchos rezagados.
Porque a veces mola ser una puta.
Porque ser una puta cuando queremos
es nuestra bandera de la libertad.
Hola, Zoe. Para mí esto es superfuerte así que, mi reina del sur, desde aquí
una reverencia. ¿Qué tal estás?
Pues muchas gracias, guapa (risas). Muy bien.
El otro día escuché en un podcast que en algún club de idiotas no te dejaron
pasar. ¿Puedes por favor explicarle a esos palomos quién eres?
¡Pues ni me acuerdo de la anécdota! (risas). Seguro que ha sido
en Granada, aunque yo, si te digo la verdad, saldría hasta más
a gusto de fiesta si no me reconocieran. Pero les vendría bien
saber que los músicos que ponen en sus discotecas visten en
chándal y llevan gorra también.
Zowi, por favor. ¡Quién eres! Si no es por ellos, por nuestros lectores.
¿Cómo resumirlo...? Soy La Zowi, la reina del trap en España.
¡Dilooo! Ahora sí. Dime, ¿desde dónde me estás hablando hoy? ¿Granada,
en casa?
Sí, en Granada, desde mi cocina (risas).
¿Qué tal por ahí? ¿Qué tal con toda la gira del tour, la promo y todo?
Bien. Me costó un poco aterrizar a nivel emocional, porque fue
una semana con muchísimo curro. Sobre todo por el lanzamiento del disco pero también por el show, que llevaba mucho
tiempo preparándolo. Fue lento asumir que ya había ocurrido todo cuando volví. Pero, bueno, estoy contenta. También esto te enseña que no te puedes
relajar mucho, que va para adelante sin frenos
y para largo. ¡Así que a seguir trabajando!
Pude ir a verte al concierto de La Riviera, en Madrid.
¡Espectacular! ¿Quién creó las coreografías? Y, ¿por qué
el cambio en la puesta en escena? Viniendo de algo tan
macarra y loco como tus shows de antes...
La puesta en escena la he ido trabajando
de forma muy gradual, llevaba ya tiempo
coreografiando. Cada vez dejo menos cosas
a la improvisación. Andrea García, que es una
de mis bailarinas y que ya había hecho las
coreos para algunos shows previos, es quien
ha trabajado casi todo. La conocí en Granada
y tengo mucha afinidad con ella, está muy
involucrada en el proyecto. Y para La Riviera y
los shows de verano también hemos contado
con Natalia Palomares, que es un sueño.
También te digo que en mi música, la
coreografía es algo que me ha costado
querer meter. Porque, además, siento que se
lleva haciendo desde el inicio de los tiempos,
y a mí me gusta no impresionar tanto por el
baile sino por algo más. También porque la
vibra que me gusta transmitir no es tanto de
baile. Pero si veo que existe un tipo de danza
que sí es factible, es justo el estilo tanto de
Andrea como de Natalia. Hemos hecho un
rollo supererótico, muy redondito y sexy, que
me identifica muchísimo. Poco a poco se
han ido encajando varias piezas y estoy muy
contenta con el resultado.
¿Sabes?, antes de ir al bolo, que ya estaba avisado como
la presentación del disco, pensaba, el disco lleva menos
de veinticuatro horas en la calle, ¿cuánta gente se va
a saber las canciones? Y, oye, ¡que se las sabían todas
todas! Muy fuerte. ¿Tú eso cómo lo llevas?
Pues sí, es verdad (risas). Mira, ni lo había
pensado. Hubo un momento donde sí que
estaba un poco más preocupaílla, porque
nos planteamos que pasaran... qué, ¿tres
horas? desde la publicación del disco hasta
que empezara el show. Y, claro, ahí sí que
me agobié. Pero, vaya, que no llegaron ni a
veinticuatro horas, ¡fueron como quince o así!
Algo así, sí.
Realmente pensé, na, esta gente está ready,
en quince horas le dan un repaso y ya (risas).
Es todo un orgullo, porque metí por lo menos
como doce canciones del disco en el setlist
del concierto. Y no lo dudé, ¿eh? Me apetecía
muchísimo cantar las canciones nuevas.
Entonces, dije, bueno, si no se las saben, por
lo menos es un espectáculo. Pero qué va.
“Muchas cosas que rodean la moda no tienen tanto que ver conmigo, porque yo soy muy calle, muy pura y muy gitana.”
¡Que sí se las sabían! Te preguntaba antes si
estabas ya en Granada porque siento que es una
ciudad que está desafiando el madridcentrismo
del que se quejan muchos artistas. Por ejemplo,
lo de la Boiler Room en octubre del año pasado,
que a todo esto, tú fuiste casi el centro de ese
proyecto.
Yo es que siempre he flipado con cuantísimos artistas de la escena urbana, y de la
no urbana también, son de Granada. Y
sigo flipando siempre, porque a cada rato salen nuevos. Es que igual podría contar, no sé, ¿veinte? ¿Treinta?
Quién te viene a la cabeza, así rápido.
No sé, es que todo el mundo.
Por ejemplo, del rap, Ayax
y Prok, Albany, Saiko,
que ha salido ahora y hace reggaetón; todos
nosotros, La Plazuela...
Me encanta La Plazuela, ¿sabes
que les tuvimos en nuestro segundo número?
Me flipan. Es que hay
muchos artistas de allí,
de verdad.
¡Dellafuente mismo!
Ya ves, que hizo un con-
cierto con veintisiete mil
personas allí en Granada.
Qué loco.
Muy heavy. ¿Cómo ha sido volver a
la ciudad que te vio crecer? Porque,
corrígeme si me equivoco, pero siento como que en Granada fue cuando
tú empezaste a desarrollarte ya musicalmente y a conocer a muchos de
tus compañeros artistas.
No creas, yo realmente durante mi infancia viví allí, pero a cachos. Un rato
en Granada, otro en Barcelona y así. Luego ya
para mi adolescencia sí que volví y creé mis raíces, que a la vez eran un poco la continuación
de lo que gesté de pequeñita. Pero la esencia
de mi música sí que viene de aquí. No sé si te
acuerdas de Kefta Boys, un poquito antes de Pxxr Gvng.
Mi siguiente pregunta justo iba a ser sobre
Kefta Boys.
Pues Kefta Boys éramos nosotros.
Nosotros en Londres, nosotros en
Barcelona...
Por eso yo pensaba que habíais empezado
allí. Y porque sé que Bea Pelea también es
amiga tuya de Granada de toda la vida.
Bea y yo desde chiquititas, de
siempre. Sí, sí, y el Khaled. Es verdad
que estábamos muy unidos pero en
otras ciudades. Éramos como ‘los
granaínos’ allá donde íbamos, porque
todos nos habíamos criado juntos aquí.
Ahora estoy intentando recordar si ellos
llegaron a grabar algún primer tema en
Granada, pero yo creo que no, que lo primero fue en Londres.
Hace justo un año montamos una fiesta, y vino el
Mini a actuar; pero yo no le reconocí de primeras.
Y, claro, empiezo a hablar con él y a hilar sus
respuestas, y fue como, ¿Londres? ¿El Londres que yo creo, en la época que yo creo? (risas).
¡Claaaaro, tía!
De hecho, te quería preguntar por la barra de Hoes
Dinner que dice “tengo de shooter al Mini”.
Pues fácil. Estaba en el estudio, y
necesitaba algo que rimara con mini.
Y dije, ¡pues El Mini! (risas). Así se
me ocurrió, no hay más misterio.
Componiendo soy muy impulsiva.
¿Y La Reina del Sur lo grabaste entero en Granada?
Sí, bueno, se maquetó en Marbella. Luego se retomó con un
gran espacio de tiempo en Granada. Y entonces se regrabó
todo desde el principio.
¿Todo, todo? ¿Y por qué en Marbella?
Todo. Y en Marbella porque yo después de la pandemia acabé
viviendo un año por allí. Allí me busqué mi estudio y empecé a
grabar de forma muchísimo más individual, porque de normal
siempre estaba en el jaleo de Madrid. Así que esta vez era
mucho más íntimo y privado. Poco a poco fui creando el disco
hasta darle forma del todo, y lo terminé aquí.
Otra cosa que me viene a la cabeza reciente cuando pienso en Granada es
el festival de Infierno que celebró La Vendición. Era una locura de cartel. La
gente hasta se desplazaba desde Madrid. ¿Cómo fue? Arrancó el año anterior,
¿no?
Justo, empezó el año pasado, pero este año ha ido mucho
mejor. Y se hizo por seguir un poco el rollo de la fiesta de
Infierno, que creo que ahora se hace aquí en Granada y en
Valencia. Al final tenemos una red de contactos muy grande
ya, con muchos artistas. La verdad, yo no he participado en la
creación del festival, poco más te puedo contar (risas). Pero sí
que mola mucho porque nace de la cercanía.
Aun así, habiendo vivido en Madrid, tiene que haber sido guay decir, “ea,
termino el bolo y me voy andando a mi casa”.
Pues sí, total (risas).
Como en el festival estuvo actuando Leo RD, que ha sido uno de los productores
de tu disco, me quedaba yo maquinando tipo... Seguro que algo salió de ahí.
Sí, pero es que eso se improvisó un montón. Yo te pongo loco,
que es el tema con Leo RD, lo grabamos justo después del
festi en un pequeño campamento para artistas que hicieron en
Salobreña. Yo me sumé y salió la canción.
¡Tiene que ser muy diver un campamento de La Vendición, la verdad! (risas).
Pff, ¡entre diversión y miedo! (risas).
¿Algún artista más en el Camp Rock?
No sé, desde luego yo no (risas). Aquello fue un poco salvaje.
¿Sabes quién estaba? El de la noche en Medellín, Cris MJ.
Es que sobre ritmos de dembow, solo te ubico con un tema con Chimbala y
Luigi 21 que se llama De To’. No habías hecho nada antes, ¿no? ¿Qué es lo
que te late a ti del dembow?
A mí me encanta, me encanta el dembow. Me lo paso super bien. Y sobre todo por haberlo hecho con Leo. Yo tenía un
montón de ganas, hacía lo que fuese por cantar con él. Porque
es el creador del dembow, básicamente. Aun así, aunque a mí
me mole probar y montarme en todo tipo de estilos musicales,
lo que me nace y me llena es el trap.
Es muy fuerte eso. Porque cuando pienso en la escena con la que yo he
crecido (que sois vosotros), siento que todo el mundo se ha ido poco a poco
trasladando a otros géneros. Y para mí, tú eres de las pocas que lo que ha
hecho es reinventar los códigos de forma constante, adaptándolos y profesionalizándolo. Kaydy por ejemplo ahora hace reggaetón.
Sí. Y de hecho, Bitch Feka, que fue el primer
adelanto de La Reina del Sur, es trap puro y duro.
Por no decir que encima, muy pocas mujeres
en general lo han hecho, ni casi los hombres.
Como que es raro encontrarte un trap tan
‘clásico’ como esa canción, por así decirlo.
Es el sonido con el que nosotros empezamos
en esto pero a la vez es súper 2023. Estoy
de acuerdo con tu análisis, pero, vaya, sigo
tocando muchos estilos y no me encierro en
ser la mejor de un género, les pasa igual a
otros artistas. A futuro estaría guay hacer de
repente una mixtape de solo trap.
Molaría mucho. Y hablando de productores, hay nombres superpotentes en los créditos: obvio, Mark Luva,
pero también Julio H que tiene temas con Trebol Clan,
Bexnil, Lex Luger (que tiene creditos de Wiz Khalifa), y al
mismo tiempo, como que no te casas con ninguno, se repite muy poco. Y me acordé de que en la entrevista de la
Boiler decías que los productores ¡se enamoraban de ti!
¿Ay, sí? Jo, no me acuerdo (risas).
Te lo juro.
A ver, ¡es que los productores son para darles
de comer aparte! (risas). Pero no sé a qué me
referiría, sino ya tendría un novio productor
(más risas).
Era porque hablabas de las sinergias que se habían dado
en tu carrera. Primero con Zora Jones en 2016 y luego
con Mark Luva.
Sí que es verdad que yo soy algo dispersa y a
mí la música es algo que me sale muy natural,
muy espontáneo. No tengo que buscarlo. Soy
muy poco friki en ese sentido, aunque mi cabeza funcione de otra forma. Pero tanto Mark
como Zora comparten esa parte mucho más
rebuscada y alternativa, y yo creo que también tengo ese toque oscuro que les mola.
Muchas veces pasa, ¿no? Que la gente cree
más en ti que tú misma. Entonces, pienso que
han sido ellos dos quienes me han buscado y
que han sabido apreciar factores de mi voz, o
de mi música, o de mis letras, que yo misma
ni me daba cuenta.
También siento que sabes jugar bien con poner un pie
en el terreno de cada uno. Por ejemplo, GARZI, que ahora está trabajando sonidos más pop-rock, de repente te
enseña un sample de guitarra que es de Young Les Paul.
¡Y de repente tú vas y te haces una balada!
Ya (risas). Pues porque al final, ¡yo hago música así! Por mucho que el disco haya tomado
su tiempo, a mí me cuesta mucho salir de lo
espontáneo. Por eso también es una inseguridad tremenda hacer música, ¡porque nunca
sabes lo que te va a salir! O por lo menos en mi caso, que ni me dan la letra, ni la melodía... Pero porque si lo hiciera así, La Zowi
dejaría de funcionar. Créeme que yo misma
me sorprendo del tema de Bobo con GARZI, porque es el que más más improvisado ha
sido, y el que tiene una estructura de canción
más comercial. Como más audible para todo
el mundo.
Bueno, y aunque hables de la falta de premeditación en
la música, yo tengo clavado ver a todas las raxets políglotas en La Riviera (risas). ¿Qué te llevó a sacar un tema
entero en francés como es Bebé?
Siempre había querido mostrar en realidad un
poco esa capacidad que tengo. Ese, justo lo
grabé en Marbella. Y subí un video a Twitter
y tuvo muchísima repercusión. Hay canciones
que cuando las haces, sabes que van para
disco. Y yo tenía muy claro desde el principio
que lo iba a meter, ¡porque si no me iban a
matar! (risas).
Oye, y hablando de Twitter. Yo seguía una cuenta antigua
en Instagram que se dedicaba a recopilar tuits tuyos,
porque eran absolutamente increíbles. Había uno muy
fuerte que decía: “Me siento como un billete de quinientos en un montón de billetes falsificados”. ¿Has pensado
en algún momento en publicarlos?
Pues sí. Pero estoy como esperando a empezar a mover de vuelta la maquinaria, porque
llevo un tiempo muy apática con esa red social.
Tal cual, ya no escribes.
No. Pero es que eso son cosas que o salen,
o no salen. Las últimas veces que he escrito,
he hecho el esfuerzo porque pensaba, ¡que
se me va a la mierda el Twitter!” (risas). Antes
me salían las frases del alma y tenía esa ne-
cesidad, es más, me tenía hasta que contener
para no liarla demasiado, o porque no venía
al caso. Pero ahora simplemente no me nace
el impulso. ¡Habrá que buscar inspiración!
Yo es que pensaba, esta tía, seguro que tiene doscientos
tuits guardados de Twitter, pero dice: “Mejor me lo guardo para una barra” (risas).
¡Es que antes me rayaba menos! Y pienso,
¿quién te ha preguntado? Y hay veces que
estás ahí metida y te da igual quien te pre-
gunte. Pero otras veces paso.
Es que de hecho, el título del disco sale en Twitter primero, ¿no? Y al principio era una mixtape. ¿Cómo fue ese
cambio también de perspectiva?
Todo fue en el proceso. Siento que es
durante el proceso de creación cuando más
se distingue la orientación hacia la que va
un proyecto. Al final, una mixtape es más un conjunto de temas, un álbum menos conceptual y significativo.
En este caso le he aplicado un cariño y una extensión que es
claramente de disco.
La canción con la que cierras el álbum, Chile TK, es una declaración de amor
al país andino. En uno de los barrios de Santiago grabaste también el vi-
deoclip de Boss (2020), junto a Pablo Chill-e. ¿Planteas ir allí de vuelta a
grabar el video de esta canción?
Es que lo de Boss fue una cosa muy a la carrera: yo actuaba
allí y al terminar el bolo fuimos corriendo al estudio, compusimos la canción, y ya enseguida tiramos al barrio a grabar el
vídeo. Y sí, para Chile TK pensé en hacer videoclip... Lo que
pasa es que nos lo pasamos muy bien y somos muy amigos
(risas). Eso, y que con el poco tiempo que yo me quedé allí,
intentamos aprovechar los días más para disfrutar y ya. Chile,
desde luego, es mi sitio favorito del mundo, por la gente y a
nivel musical también. Siento realmente que estamos superconectados, seguro que haré más cosas allí.
¿Te molaría volver a hacer un concierto por allí ahora con la gira? ¿O planteas algún otro destino internacional?
Sí, sí, claro que me encantaría. De momento este verano vamos a Bélgica y a Portugal, pero la gira internacional la estamos dejando para octubre.
¿Y te apetece?
Hombre, cómo no. Pero es verdad que con todo lo que tene-
mos pensado para este verano, no quiero ir para allí a hacer
dos fechas puntuales, quiero hacer una gira completa. Y sobre
todo Latinoamérica y Estados Unidos.
¿Qué ciudades te gustaría hacer de cada una?
En Latam me encantaría volver a Colombia y poder visitar Medellín, porque yo en su momento estuve sólo en Bogotá. México también me encanta, siento que el público que tengo allí es
el más leal y loco que tengo. Y en Estados Unidos, me encantaría ir a Nueva York, que nunca he estado.
Y volviendo a Chile, como que están teniendo ellos un repunte en el panora-
ma muy fuerte, ¿no? Pablo lleva mucho, pero me remito a Polima Westside,
Paloma Mami, Marcianeke, Zaramay... ¿Tú cómo ves esa escena?
Sí, para mí Chile está en uno de sus peaks. Creo que todos los
países van teniendo su época. Nosotros claramente tuvimos
nuestro momento hace unos 5 años, cuando explotó un poco
todo y se gestaron los cimientos del movimiento que hay ahora.
Pero, vaya, Puerto Rico claramente es la cuna del reggaetón,
República Dominicana también está teniendo un momento muy
heavy por cómo está exportando el dembow, y Chile es otro de
los focos que está abriendo camino y cobrando relevancia.
Te quería preguntar también por los vídeos del proyecto. La estética es como
gore-sexy, una combinación exquisita. Todos están dirigidos por Esther Boyarizo, ¿cómo os conocisteis?
La conozco de hace ya bastantes años, es mi amiga. Y con
ella hicimos ya el videoclip de Nada (2021), que fue nuestro
primer trabajo juntas, y desde ahí ya surgió la conexión.
Es verdad que a mí me gusta mucho trabajar con gente de
confianza, porque creo que eso ayuda a que surjan las cosas más guays. Nos entendemos muy bien y en los rodajes nos
lo pasamos genial. Tenemos la misma locura, le gusta ser
provocadora igual que a mí.
Yo ando enamorada del vídeo de Bitch Feka, donde sales cometiendo un robo
con homicidio acompañada de Olivia Missy y Samantha Hudson, que además
también es portada de este número. Me encanta el cast. ¿Cómo se dio?
Sinceramente, se me ocurrió porque quería meter a gente me-
diática, transgresora, y que fueran mujeres un poco así como
yo, ¿no? Provocadoras pero que también tengan su mensaje.
Mujeres muy libres. Y se me ocurrió primero Olivia y después
Samantha. Y, vaya, estoy contentísima, la verdad. Que mira que
tengo muchas amigas muy chulas y que están en el mundillo,
pero siento que ellas dos eran de verdad el combo perfecto.
Encima Sami siempre ha sido muy fan tuya.
Sí, sí.
¿Sabes también a qué me recuerda mucho el vídeo? A Bitch Better Have My
Money, de Rihanna. Y, claro, me hacía gracia, porque una de tus primeras
canciones decía, “le follen a Rihanna, esa me come la pepa” (risas).
¡Sí, sí! Es verdad (risas). A ver, al final son referencias
inevitables en el imaginario nuestro, ¿no? Tampoco era la idea
principal, pero al verlo nos dimos cuenta de que los dos vídeos
compartían mucho el rollo. Lo que buscábamos sobre todo era
el estilo Tarantino, así como violento y loco.
Ya que nombras a Tarantino, Chill sí es literal un guiño a una escena que dirigió Tarantino en la película Four Rooms, ¿verdad? De hecho, tú interpretas
el rol que en la peli representaba Madonna.
Sí, tal cual. Yo quería plasmar mucho el tema de la brujería, el misticismo y tal. Estuve viendo la peli junto a mi manager, Noe, y esa
escena, que creo que es supermítica, me inspiró un montón. Es
lo que dices, ahí sí queríamos recrearla de una forma muy similar
a la original.
¿Por qué dices lo de la brujería?
Son refes que van saliendo, no era algo premeditado. Pero
al ir haciendo las canciones, me fui dando cuenta de que
había varios guiños a ese universo. Y ya con la canción con
Leïti, Apocalipsi, terminé de meterme de lleno en el concepto.
También porque ya sentía muy trallada la vinculación entre la
mujer y diosa, o mujer y reina. Creo que la bruja es mucho
más guay. Porque al final es como la reina pero de un universo
paralelo, ¿no?
Justo ahora que hablas de Apocalipsi, que tiene un videoclip tremendo también, en cuanto me enteré de que Sita Abellán estaba en la dirección creativa
de la portada y los visuales del proyecto, ¡todo cobró sentido de repente!
¿Participó Sita en el rodaje?
Pues no, pero el que sí tuvo que ver fue Puxxo, que es un director superguay de fotografía de Barcelona y al que conocí
en el rodaje de Apocalipsi. Él hizo la dirección de fotografía de
La 9 también. Me molaba un poco eso, mantener un equipo
relativamente fijo para que, aunque sean videoclips diferentes,
tuvieran algo en común. Y yo creo que se nota.
Ya como curiosidad, Sita y tú, ¿cuándo os conocisteis? Porque recuerdo muchísimo tus trabajos con los diseñadores Maria ke
Fisherman, y me imagino que fue por esa época.
Sí, más o menos. Yo empecé a investigar y a
leer sobre Sita hace seis o siete años, antes
incluso de hacer música. Es una persona con
la que me siento súper identificada. Pero no
nos hemos hecho amigas hasta hace un par
de años o tres, diría yo. Ha sido algo progresivo, a través de amigos en común y del arte.
Al final estamos todos en el mundillo, y poco
a poco vas conociendo el trabajo de unos y
otros, así que se va generando una admiración y respeto mutuo. Muy contenta de contar con ella para la dirección de arte.
Porque tú, con la moda, ¿cómo te llevas? Recuerdo
escucharte alguna vez que para ti, el factor determinante
que te hacía sentir lista para el escenario, era el outfit.
Ahora te veo más fuera de esos circuitos.
A ver, la moda siempre va a estar ahí. Y yo
igual, siempre voy a estar aquí. Para mí es
otra cosa que siento de manera muy instin-
tiva. Y muchas cosas que rodean la moda no
tienen tanto que ver conmigo, porque yo soy
muy calle, muy pura y muy gitana (risas). Y
esos ambientes no son tan así. Mi interés en
realidad siempre ha sido el mismo, yo tam-
poco te creas que soy tan friki de la moda.
Aun así, ya me hace hasta gracia, porque me
dicen mucho, “esto es muy tú, muy La Zowi”.
Y me he dado cuenta de que he marcado un
estilo que básicamente se basa en vestir de
negro y ser raxet, creo yo (risas).
A ver, ¡es que tú has criado a las raxetas de España!
No sé, sí, supongo (risas). El caso es que
alguna sensibilidad para la moda sí que creo
que tengo. Pero tampoco me inquieta o me
llama muchísimo la atención. Que obviamente
si algo me encanta, me encanta, y me lo voy
a poner. Pero creo que son otros códigos, no
me fascina tanto a nivel creativo. Es más bien
por vacilar y por sentirme poderosa. Trato de
que acompañe a mi personaje.
Qué humilde, tía (risas). ¡Si tus estilismos son lo más!
A ver, ¡obvio! Pero es lo que te digo, mi ima-
gen sí es una prioridad. Yo sé que con mi
carácter y mi personalidad podría salir a un
escenario con la cara lavada con un chándal y no tendría problema. Pero La Zowi se
construye a base de estilismos y de la producción también, me costaría imaginarme sin
ello. Todo forma parte del concepto, no me
gustaría prescindir de ello, me gusta ‘vestir el
escenario’. Aunque luego en mi vida vaya con
unas pintas que no creo que a nadie que le
guste de verdad la moda llevaría (risas).
Aun así, a veces hay que bajarle al snobismo. Yo siento
que siempre que se le pone un componente callejero a lo
artístico, y se elevan esos códigos, se produce una confluencia magnética. Ya sea en el cine quinqui español o
en Maria ke Fisherman, ¿no? Ellos rescataban códigos
bakalas. Por eso quedabas tú tan bien ahí.
Muy de acuerdo contigo en eso, sí. Total.
Es que hasta en las puertas de La Riviera podías saber
que era tu concierto, solo por cómo iba la gente vestida.
“Yo fui la primera, ellas me han imitado”, dices en Chill.
¿Tú sientes la influencia que has creado? ¿Te enorgullece?
Pues sí, claro, aunque me hace acordarme de
que me estoy haciendo vieja (risas). Pero, sí,
esa influencia la siento para lo bueno y para
lo malo. Y lo que tú dices me pasa, y aunque
me alegro de no ser la única, a veces voy a
discotecas y de repente pienso, qué estoy,
¿en Zowilandia? (risas). Pero, sí, sí me hace
ilusión. ¡Es solo que me sorprende aún! Porque yo soy consciente, pero no de hasta dónde de lejos llega.
Es que para mí, tú has sido la primera persona que ha
rapeado aún sobre base de trap, vestida así y trayendo
los códigos americanos. Porque el ‘rap femenino’ (odio
la etiqueta) de aquí, menos La Mala, como que replica
mucho los códigos masculinos de vestimenta. Que tienen mi respeto igual, pero no es tan rupturista. ¿Tú crees
que fuiste la primera?
Absolutamente. O sea, yo fui la primera en el
trap. Y el trap español lo hemos creado nosotros importando directamente los códigos
de Estados Unidos. De ahí lo de ‘puta’ (que al
final es la traducción de ‘bitch’), lo de ‘raxets’.
Todo, todo viene de USA. Para mí el trap y el
rap son géneros musicales completamente diferentes. Y es que el rap, sobre todo en español, lo siento algo muy a la antigua. Y es lógico
que al final, hasta en los códigos de vestimenta,
se puedan ver un tanto anticuados.
¿Tú crees que alguna vez te han malentendido por no
tener miedo a exponer tu sexualidad?
Mmmm, ¡es que nunca he sentido que hubiera
otra forma de hacerlo distinta a como lo he
hecho! Porque me viene muy de adentro. ¿Si
es una condición? Pues sí, para lo bueno y
para lo malo. Quizá ha habido ocasiones en
las que igual no he estado en sintonía, pero
como yo normalmente canto para mi público,
que son quienes me entienden, no me pasa.
Así que, a menos que me tope con alguien
muy fuera de mi entorno, no me ocurre. Claro,
cuando ocurre, sí que es como, anda, que voy
semidesnuda (risas). Pero en el fondo, hasta
cuando noto eso, creo que es porque los
intimida. Y eso me gusta.
Me alegro de escucharte eso. Qué avanzado es que nunca lo hayas visto
como algo malo. Porque al resto nos ha hecho falta educarnos a veces, y que
tú existas ya es una lección para todos. Una conquista social.
A ver, a veces sí me he picado, ¿no? Sobre todo cuando me
han tachado de antifeminista, o se me ha metido en sacos así.
Porque digo, ¡hombre, que yo por lo menos hago algo!
Nah, ni caso, que tú existas es una victoria del feminismo. Pero, por ejemplo,
me viene a la cabeza la entrevista con Broncano, ¿te acuerdas? Ahí se notó
mucho el choque entre mundos muy distintos.
Si te soy sincera, en esa primera entrevista no sabía ni a dónde
iba (risas). Yo no he tenido tele nunca, era la primera vez que iba
a un plató de televisión, no era consciente del mundo de la tele
ni era seguidora del programa. Y yo creo que fue totalmente mutuo, porque él a mí me imponía también. Y al final, al imponerme,
pues yo pondría alguna cara y, claro, eso era un choque tras
otro, nos retroalimentábamos. ¡No nos entendíamos ni pa’ trás!
(risas). Es que muchas veces yo impongo mucho, o me pongo a
la defensiva sin querer. Mismamente eso, en entrevistas, como
que me sale una actitud que igual no invita a que fluya.
Pero, mira, por ejemplo, pienso en Bad Gyal en el mismo programa, que la
empezaron a llamar Lil Papaya y le hicieron una entrevista muy hostil, que a
mí personalmente me pareció horrible. Al final, lo que consiguieron fue que
ella se alejara de este tipo de circuitos mediáticos. Y tú, sin embargo, ¡volviste a ir! No dejaste que te venciera ese miedo.
Pff, a ver. A mí me cuesta también que me convenzan para ir,
créeme. Y si pudiera evitar las entrevistas, no me escondo,
las evitaría (risas). Porque es algo muy, muy, muy espontáneo
y no tiene marcha atrás, muchas son en directo o luego
no te las pasan. Entonces se hace incómodo, no sé. O me
ocurre que yo siento por ejemplo que soy una persona con
mucha capacidad conversacional, y luego, cuando me veo,
como que proyecto algo distinto. Eso sí me ha hecho sufrir
bastante. Pero, oye, forma parte de mi trabajo, y cuando
sale bien sí lo disfruto. ¡Imagínate la segunda vez que fui! A
mi equipo le costó mucho convencerme porque era como,
¿después de la que hemos liado? Como que no pega, ¿no?
(risas). Ojo, y Broncano también me insistía. Yo pensaba en
mi público y sabía que les iba a parecer muy raro verme ahí
de vuelta. Pero como había sacado la mixtape de Élite, dije,
¡pues tendré que inventarme una excusa! Y me inventé que
me estaba tirando los tejos (risas). Y ahí fui, toda chula.