Marta Ochoa, arquitecta y creadora visual originaria de Huesca, es una mente inquieta y creativa que ha trascendido los límites de su disciplina. Desde su fascinación por la música y la moda hasta su incursión en el mundo editorial y la dirección de arte, Marta ha tejido un universo apasionante e inspirador.
Su trayectoria es una ecléctica combinación de diseño, escenografías impresionantes, colaboraciones y proyectos vanguardistas que han sabido cautivar a toda una escena. Como cofundadora del colectivo Casa Antillón, Marta lleva su visión creativa más allá y forja un refugio para la creación y la experimentación, donde un crisol de ideas converge y se nutre de la energía colaborativa y la pasión compartida.
En esta entrevista, nos adentraremos en momentos destacados de la trayectoria de Marta, explorando su pasión por el arte y descubriendo cómo ha transformado cada desafío en una oportunidad para expresarse con autenticidad y maestría.
Me gustaría comenzar preguntándote, ¿quién es Marta Ochoa? ¿Cómo te describirías?
Soy una chica de Huesca, y quizá por eso me ha interesado siempre la ciudad; por llevar la contraria, supongo. De hecho, estudié arquitectura pero hago muchas cosas, siempre en un ámbito de creación. Ahora estoy muy contenta porque me dedico a hacer proyectos que me llenan, y la mayoría de veces con amigxs. La admiración que siento por ellxs es un motor muy importante en mi trabajo.
Eres una persona muy creativa e inquieta. ¿De dónde crees que viene tu impulso creativo? ¿Cuándo aparece este interés por el arte y la cultura?
Desde muy pequeña supe que el arte me conmovía. Siempre estaba descubriendo música, veía muchísimos videoclips seguidos en la tele en vez de dibujos animados (risas). Dibujaba constantemente y me expresaba a través de la ropa que escogía. Tuve la suerte de tener unos padres que supieron potenciar esta parte de mí, y ese fue el verdadero impulso. En la adolescencia todavía no tenía muy claro a qué me dedicaría pero sabía con certeza que sería algo relacionado con la cultura. En una ciudad pequeña era difícil acceder a ciertas cosas y, sin embargo, internet me lo dio todo e incentivó mi curiosidad por el arte.
Hablando sobre lo que nos mueve o nos inspira, ¿qué referencias están más presentes en ti? ¿Cómo describirías la voz y el mensaje que está detrás de las creaciones de Marta Ochoa?
La conexión de referencias que tengo es super random y todas conviven. Son recuerdos, son cosas que en su momento me interesaron y ahora siento que son parte de mí. Enric Miralles, Pescado Rabioso, La cafetera de Aldo Rossi, Chiloé, La pianista, Giros, Lemebel, Um Girassol Da Cor Do Seu Cabelo, Lauren Duffus, y muchos más.
Estudiaste en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. ¿Por qué arquitectura? ¿Qué te llevo por ese camino?
La intuición, porque no sabía absolutamente nada de arquitectura. Creo que inconscientemente quería seguir los pasos de mi abuelo, una figura muy importante para mí, que era un amante de la geometría e ingeniero de caminos. Le admiraba mucho.
Mientras estudiabas fuiste editora de la publicación 255. ¿Fue ahí cuando empezaste a explorar la intersección entre la arquitectura y otras disciplinas? ¿Cuándo empiezas a darte cuenta de que tu visión se extiende a muchos más campos?
En la universidad le daba muchas vueltas a los proyectos, a las ideas en general, y me frustraba con facilidad. Para huir de ese estado de ansiedad procrastinaba haciendo otra cosa y, de repente, daba con algún hallazgo de otras disciplinas. Así empecé a trastear con el diseño gráfico, y luego con el 3D. Era una forma de evadirme de lo estrictamente académico, como un acto de rebeldía contra mí misma, porque sufría mucho en el proceso creativo.
Como trabajo de fin de grado interviniste una parte del Palacio de los Deportes de Huesca, con muebles de la casa de tus padres. Esta intervención te valió una beca Arquia, con la que fuiste a Londres a trabajar en el prestigioso estudio Foster+Partners. ¿Es oro todo lo que reluce? ¿Cómo fue tu experiencia en este estudio? ¿Qué descubriste de ti durante este tiempo?
Ese giro gracias a la beca fue muy interesante. Tenía muchas ganas de vivir en una ciudad como Londres, sobre todo, no os voy a mentir, por los conciertos a los que podría ir. Sin embargo, mi estancia coincidió con la pandemia. Trabajé muchísimo en Foster+Partners, lo di todo, y guardo un buen recuerdo de esa experiencia. Aprendí un montón y fue muy bonito.
Después de un año decidí que ese estilo de vida no iba conmigo, no me veía con 26 y una rutina de oficina. Decidí que quería apostar al 100% por el proyecto que tenía entre manos con mis amigos, Casa Antillón, y trabajar por cuenta propia, y creo que fue la mejor decisión de mi vida. Siento que ahora estoy mucho más alineada con mis inquietudes.
Después de un año decidí que ese estilo de vida no iba conmigo, no me veía con 26 y una rutina de oficina. Decidí que quería apostar al 100% por el proyecto que tenía entre manos con mis amigos, Casa Antillón, y trabajar por cuenta propia, y creo que fue la mejor decisión de mi vida. Siento que ahora estoy mucho más alineada con mis inquietudes.
¿Crees que esta experiencia fue determinante para darte cuenta de que tu camino se alejaba de lo técnico y se adentraba en el territorio del arte?
En cierto modo sí, fue un punto de inflexión. Aunque la arquitectura es mágica en parte por esa conexión que mencionas. Hay arquitectxs que me interesan especialmente precisamente por haber integrado esos dos mundos con una alta sensibilidad. No pretendo abandonar nunca la arquitectura, me siento muy afortunada de dedicarme a este oficio, porque realmente me emociona. Sin embargo, tengo la necesidad de ir aprendiendo constantemente algo nuevo de otros territorios.
Eres una de las cuatro integrantes y fundadora del colectivo madrileño de arte, arquitectura y diseño, Casa Antillón. Desde su comienzo en 2019 con la exposición Piso piloto, hasta ahora, habéis desarrollado proyectos muy interesantes tanto de comisariado como más recientemente de interiorismo. ¿Qué es para ti este colectivo? ¿Qué papel desempeñas en él?
Sin duda es de las cosas más importante de mi vida. Emmanuel, Ismael y Yosi son maravillosos, y sentir que pertenezco a este colectivo me hace feliz. Surgió de una forma muy orgánica, no sabíamos qué estábamos haciendo ni para qué, pero con el tiempo se ha convertido en el mayor compromiso que tengo. Trabajar en equipo hace todo más fácil. De hecho, he atravesado hace poco un momento personal difícil y gracias a Casa Antillón he seguido con motivación para seguir trabajando. Sola habría sido mucho más complicado.
¿Cómo era tu visión cuando empezasteis, cómo lo ves ahora y dónde te gustaría verlo en un futuro?
Al principio no era un trabajo, era de nuevo una intuición, esta vez colectiva. Un día dijimos, ¿por qué no quedamos para crear algo juntos? Y empezamos a reunirnos semanalmente para pensar, para tener ideas. Esa fase la recuerdo con mucho cariño, era muy reflexiva y muy atrevida e ingenua en ciertos aspectos. Actualmente es algo mucho más consolidado y espero que en un futuro, más todavía.
Nació de una forma inocente, pero después de este tiempo supongo que a la inocencia la habrá reemplazado la estrategia. ¿Cuándo te haces consciente de que lo que era una reunión con amigos se está transformando en una plataforma de expresión y en un medio de vida? ¿Cómo empezáis a formalizar este proyecto?
Estrategia diría que poca. Más bien hemos ido aprendiendo poco a poco. Cuando encontramos el espacio en el que trabajamos en Carabanchel, todo empezó a coger más forma. Ahora mismo, Casa Antillón tiene muchas puntas, ha evolucionado. Empezó siendo una exposición y ahora es un colectivo, un lugar de co-creación, una residencia artística, etc.
Trabajas en campos tan multidisciplinares como la dirección de arte, el set design, la identidad visual, la dirección creativa, el diseño gráfico o el 3D. ¿Tienes alguna disciplina favorita? ¿Con qué sientes que estás más en conexión?
Me encanta esta pregunta porque con la que más conexión siento es precisamente con la que todavía no me he puesto (risas). Me considero bastante freak de la música, y no hay nada que me ilusione más que hacer mi propia música, pero le tengo tanto respeto que me da mucho pudor…
¿Qué crees que es necesario para poder desarrollarse como artista visual? Aparte de tener buenas ideas y saber ejecutarlas. ¿No perderse una convocatoria? ¿Saber ver las oportunidades? ¿Estar rodeado de buenos contactos? ¿La constancia y el trabajo duro? ¿El amor al arte? ¿Una mezcla de todas?
Supongo que un poco de todo, sí. Tampoco me gusta dar consejos, pero desde luego yo creo que se aprende enfrentándote a las cosas sin miedo y guiándote por tu intuición.
Hablamos al comienzo de tu etapa en la 255, también formas parte del equipo de Sideguise Mag, y has hecho sets, dirección de arte y creativa para varios editoriales en múltiples publicaciones. ¿Qué te atrae tanto del mundo editorial? Dentro de este campo, ¿hay algún proyecto que recuerdes con especial ilusión?
Siempre me han interesado tanto la moda como la fotografía. Me atrae muchísimo formar parte de este tipo de proyectos. Recuerdo con mucho cariño la editorial que hicimos con Aitor Laspiur y Jorge Ariza para Boycott Magazine. Cuando estábamos haciéndolas me di cuenta de la suerte que tenía de estar trabajando en este tipo de proyectos y con ese equipo. De hecho, escribí a Aitor y a Jorge y les dije que había sido uno de los mejores días del año y no me creían (risas).
Te hemos visto realizando los visuales y la escenografía de la última gira de Natalia Lacunza, también hemos visto muchos más set tuyos para DJs o como el que hiciste para Rusowsky, portadas para EPs, el vídeo de Judeline… y muchas más colaboraciones con el mundo de la música. ¿Qué une a Marta con la música?
Como he dicho antes, nada me mueve más que la música. Así que con la escenografía he encontrado un punto de conexión increíble entre las cosas que más me gustan. Me hace mucha ilusión formar parte de esta industria. Que artistas que admiro quieran contar conmigo para ayudarles a transmitir sus ideas, sus sonidos, me fascina. Me siento siempre muy agradecida con este tipo de oportunidades.
No hace mucho has lanzado una mesa diseñada y producida junto a Elena Rocabert, perteneciente a una nueva colección de muebles que estáis desarrollando. ¿Qué idea hay detrás de esta colección? ¿Dónde queréis llevarla?
Surgió de una necesidad pero acabó siendo un proyecto mucho mas sólido. Empezamos con una mesa, y la colección fue creciendo. Siempre nos han interesado el diseño de producto y la iluminación, y crear nuevos objetos con Elena ha sido muy enriquecedor.
Me gustaría preguntarte para finalizar, ¿qué te encantaría hacer durante este año? Cuéntanos sobre algún proyecto soñado, algo que te emocione y tengas muchas ganas de hacer.
Ojalá poder hacer música… me da miedo dejarlo por escrito, no voy a mentir, pero igual así me pongo las pilas.
Marta lleva una gorra suya, full look de DSQUARED2 y botas EMEERREE.