Pogos y asistencias médicas, dos características que tienen que darse en todo show de Duki para poder afirmar que estamos, nunca mejor dicho, en un show de Duki. Con casi más fechas vendidas que canciones lanzadas en los últimos años, el reto de superarse a sí mismo después del pedazo de show que dio en el Bernabéu era evidente. Por desgracia, nos quedamos a medio camino.
Duki es un artista que siempre está en el foco mediático aunque tenga una de las personalidades más tranquilas y referenciales del mainstream latino. Después del evidente fracaso de Ameri para la opinión crítica y aquella ya mítica reseña de Rolling Stone, el argentino se puso las pilas entregando uno de los mejores proyectos que ha sacado en su historia reciente, 5202. Una oda al supertrap y al sonido de las nuevas generaciones que nos hacía creer que había dado un paso adelante a nivel artístico. Y aunque el show nos dejase cortos, así ha sido. La nueva puesta en escena le da mil vueltas a la vista en el estadio más importante del país y la performance de Duki junto a su equipo de bailarines y un equipo de pirotecnia que acompañaba el show, dándole una épica increíble, es lo más reseñable del show.
El crowd control de Duki es increíble. Uno de los momentos más destacados fue la bajada al foso a cantar con sus diablos y diablas. En su contraparte, subir a dos fans a cantar Harakiri completa, una de las canciones más queridas y esperadas de su repertorio, bajó bastante la vibra al público en general. No se puede poner a un chavalito de quince años a cantar la entrada de C.R.O en el techno remix.
Si tenemos que sacar dos grandes cosas negativas del show son lo corto del setlist y la sobreexplotación de la banda. La selección de canciones y el orden no fue el mejor, sino que se lo digan al público, que en un concierto de apenas una hora y cuarenta y cinco minutos bajó la intensidad a los tres cuartos de hora del concierto. Las consecuencias de un show tan corto, que es cierto que fue liviano y no saturó en ningún momento, son el recorte de temas míticos. Entiendo el misticismo antes de llenar estadios de no cantar las canciones de modo diablo en festivales, pero en un show propio por el que la gente paga específicamente para verte no deberías quitar las canciones que, en gran medida, han aportado mucho a la posición en la que estás ahora. Aún así, se agradece que en aGaRRo La PLaTa dejase la parte de Clúster. 
Abordando el segundo error, la banda realmente no es un problema. De hecho, puedo decir con seguridad que Yesan a la guitarra eléctrica nos dio los mejores momentos, además todo el equipo de escenario se presentó y dio un show perfecto. Es más un problema de sonido. No puedes renunciar a los 808 reventados durante más del noventa por ciento del concierto. Hay además un claro paso atrás frente al Bernabéu en canciones como Rockstar 2.0 con Jhayco, que ni estaba ni se le esperaba, sonó descoordinado y en muchas ocasiones costaba diferenciar qué canción estábamos escuchando, lo que nos privó del que para mí fue uno de los mejores momentos del estadio del Real Madrid. Aún así, es cierto que la banda en canciones como Vida de Rock con Milo J aportaba mucho. No es suprimir, es dosificarla. 
Ha sido un show bueno para cualquier otro artista, pero Duki puede hacer probablemente el mejor directo del mainstream latino, y cambiando ese par de cosas que no hicieron que fuese diferencial, seguirá siendo así. Su mejora en presencia, control vocal y carisma en el escenario es más que evidente y nos alegra ver el cambio de chip desde Ameri.
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