Dillom murió el 30 de noviembre de 2021, y al día siguiente resucitó para sacar un álbum póstumo en vida, Post Mortem. Como los artistas que mueren de verdad, ese álbum cambió por completo el transcurso de las cosas, ya que respondía perfectamente no solo a las necesidades de un nicho de público, sino a las necesidades del propio Dillom. La muerte, el pasado, la vida frenética de una super estrella… el fin de una obsesión que marcó un nuevo inicio para su carrera.
Después de llenar estadios en Argentina y durante su segundo año consecutivo de gira de verano por España, Dillom está preparado para dejar atrás Post Mortem. Y tanto es así, que este 9 de agosto, en Aranda de Duero, actuará en esta nueva edición del Sonorama Ribera. Ahora, dos años después de la publicación de su fantástico disco debut, publica Ola de suicidios, una recapitulación que le sirve para decir, eso fue todo, nos vemos en un tiempo (muy cercano).
Te moriste el 30 de noviembre de 2021, al día siguiente sacaste un álbum póstumo, ¿que significó para ti la muerte en ese momento?
Fue una experiencia fuerte, la verdad. Estaba muy emocionado por hacerlo, y venía con la idea desde hacía mucho. Sabía que iba a ser algo así, o sea, una temática potente, y quizás hasta muy fuerte, impresionante para mucha gente. Pero fue una linda experiencia, no mucha gente puede vivir su velorio en vida. Y ser enterrado ahí, que te pongan en un ataúd… todo. Fue loco. Para mis padres también fue raro verme dentro de un ataúd, pero bueno, ahora ya se acostumbraron, ya lo hice varias veces.
De hecho, en tu directo tiras una bolsa que luce como una bolsa de la morgue, ¿estás tirando al viejo Dillom?
No, no sé si está muy profundo eso. La verdad que lo hice un día porque se me ocurrió y me parecía un lindo agregado para el show. Dato curioso: ese muñeco lo preparaba yo para cada show, habré hecho como doscientos.
¿La fecha fue estratégica o solo respondía a las necesidades del álbum?
No exactamente, iba con la temática de lo que quería mostrar y toda la narrativa del disco. También me parecía una buena estrategia, o sea, algo shockeante. No quería que se me fuera de las manos, que la gente se enojase o incluso que hubiese gente que de verdad pensase que me morí.
Abriste una nueva etapa en tu carrera con Post Mortem, ¿qué dirías que dejaste atrás de todo lo que habías hecho anteriormente?
Antes de que sacase el disco, quizás la gente tenía una imagen mía más de rapero, más de broma, de joder todo el tiempo, y no tenía quizás una parte seria y más profunda. Siento que después del disco, la percepción que tenía mucha gente sobre mí cambió un poco; mucha gente por ahí no había escuchado mucho de lo mío, y escuchando el nuevo disco se sorprendió. Hubo mucho nuevo público que quizás no escuchaba la música que yo hacía antes, y el disco los enganchó.
Quizás esto es algo un poco personal pero, ¿qué relación tienes con la muerte?
Es una temática que me interesa mucho, obviamente porque es una de las incógnitas más grandes que tiene un ser humano. ¿Qué pasa después de la muerte? Un poco todo lo que tenga que ver con eso. En un momento yo le tenía mucho miedo a la muerte, más que nada en la pandemia, me agarró un miedo muy fuerte a morirme o que se muriese alguien que yo quería. Estaba todo el tiempo, todo el día pensando que me iba a morir – ¿Y qué pasa si me muero? ¿Y si lo otro? –. Hacer el disco fue un poco una forma de exorcizar eso. De hecho, el miedo ese ya se me fue.
En Demian te presentas como el protagonista de una peli de terror para introducir Post Mortem, ¿de qué película de miedo podría ser la banda sonora ese álbum?
De hecho, uno de mis sueños es hacer una banda sonora para una película. Uf, déjame pensar… ¡La Masacre de Texas!
Exploras también la soledad. En un mundo como el tuyo, en el que vives rodeado de fans y de gira en gira, ¿cómo se vive esa soledad? Es un mundo solitario imagino, ¿cómo lo llevas?
La verdad lo llevo bastante bien. Obviamente, uno al estar por ahí en tal posición tiene mucha gente que se le acerca, hay muchos fans o interacciones más superficiales con la gente y no llegas a conectar tanto. Pero por suerte no me siento solo porque toda la gente que quiero está trabajando conmigo, tengo la suerte de que todos mis amigos trabajan conmigo. Así que no llego a sentir esa soledad que quizás puede tener un artista que trabaja en un sello discográfico donde no conoce a nadie. Yo la verdad que por suerte estoy rodeado siempre de mis amigos y gente que quiero.
Hablando un poco de eso –de las giras, la fama, la industria… En Bohemian Groove Skit imitas un anuncio de artistas que lo dan todo por la fama, que venden sus regalías y sus derechos a precio de la fama. ¿Hasta qué punto has vivido eso en la industria, sea en tus carnes o en las de gente que conoces?
La verdad, tengo la suerte de no haber tenido momentos tan trágicos ni haber firmado cosas que me tengan atado para siempre por el momento. He visto quizás la crueldad de lo que es la industria, pero por estar dentro, no porque me haya pasado a mí necesariamente. Esta es una temática de la que soy bastante militante, en el sentido de poder hacer las cosas de una forma distinta y que sea todo más justo para todos, que no haya gente que salga perjudicada. Porque, obviamente, solo somos artistas y no sabemos cosas de derechos, cosas que tiene que saber un abogado. Hay gente que está en la industria desde hace mucho que sí lo sabe, entonces se aprovecha.
Tengo mi propio sello, y puedo decir que intentamos hacer las cosas de forma distinta, hacemos lo que nos parece justo a nosotros y trabajamos de una forma diferente a la que se acostumbra. Por ejemplo, si tengo a alguien que está arrancando, siempre trato de echarle una mano, darle algún consejo y así.
En todo el álbum hablas de excesos, dinero y drogas, pobreza, amor y fama. Siendo un álbum póstumo en vida, ¿cuánto tienen todas las letras de autobiográficas?
Pues te diría que casi todo es autobiográfico, no en un sentido quizás literal pero siempre son cosas que me inspiran, quizás me pasaron a mí o son historias que escucho. Como que todo nace, no necesariamente es todo autobiográfico, pero nace de algún lugar real. De algún lado sale la inspiración, no escribo cosas solamente por escribir.
Obviamente tu vida no ha sido fácil, tal y como dices en Post Mortem: “Yo no hablo de mi vida, esa mierda es muy triste / Y ahora que tengo plata son más graciosos mis chistes”. ¿Hasta qué punto te es fácil hablar de tu pasado? Es decir, usarlo para crear. Entiendo que si te preguntan no es fácil, y menos no sabiendo cómo esa persona lo va usar.
Soy bastante duro para hablar de esas cosas, me cuestan. De hecho, la música es de las pocas formas en las que lo puedo hacer. Soy una persona muy cerrada en la vida real, en mi privacidad, y no suelo andar hablando y contando esas cosas. Por el único lugar donde puedo sacar todo eso es la música generalmente, aunque en su momento también me costó mucho hacerlo por ahí. Pero poco a poco pude encontrar la manera de hacerlo de la forma en la que a mí me parece cómoda.
De alguna forma, es un álbum que habla de tus demonios, por eso el contexto terrorífico, supongo. ¿Cuánto te ha ayudado crearlo y escupir de dentro esas letras, y la buena acogida que ha tenido?
Esto es lo que te decía antes, en un momento estaba con mucho miedo a morir, pero también me daba miedo en el sentido de morirme y que quedara inconcluso lo que a mí me gusta, lo que soy, que es mi música; no llegar a poder marcar un pedacito de historia, y eso es lo que me aterraba. Sacar el disco y el éxito que tuvo me ayudó de alguna forma internamente a quedarme un poco más tranquilo y poder decir, bueno, tengo algo que me representa, de lo que estoy orgulloso, y que tuvo un gran impacto.
Hablando un poco de eso, ¿qué dirías que te falta para morirte bien tranquilo? O sea, dentro de cincuenta años, evidentemente, no ahora.
La verdad, nada. Seguir sacando buena música y discos, poder marcar y dejar una mancha grande en la cultura de mi país, o del mundo, si se quiere, ¡ojalá! Pero no sé, ese siempre fue mi objetivo, inspirar a próximas generaciones así como a mí me inspira mucha música que escuchaba de chico y que sigo escuchando ahora. Me gustaría ser uno de esos artistas en el futuro, inspirar a otra gente.
Hablando un poco de tu público, como te he dicho antes, yo estuve en uno de tus shows el verano pasado, y una cosa en la que me fijé es lo locos que traes a todos tus fans. Hace poco llenaste estadios en Argentina. Evidentemente, cruzar el charco y llenar salas te debe emocionar un montón, ¿pero qué significó para ti el Movistar Arena?
Es una locura, nunca lo pensé. La gente que viene a vernos está loca mal… En un buen sentido igual, o sea, son todos muy respetuosos, pero a la hora del show enloquecen, saltan, se cagan a piñas, todo. Me pone muy contento. Venir acá después de llenar estadios allá es como volver a empezar, quizás un poco es como ir ganándose a la gente poco a poco, paso a paso. Cada vez que venimos, por suerte, viene más gente, pero es un poco un baño de humildad, ¿viste? No es lo mismo que allá. Está bueno, la verdad, me gusta porque es un nuevo desafío.
Hay una gran ola de artistas argentinos, sin embargo estáis un poco segmentados, no sé si por edad o por qué. O sea, a Duki se le puede relacionar con Nicki Nicole. Aunque estáis en la misma escena, poco tienes que ver a nivel conceptual. ¿Cómo definirías esas corrientes? ¿A qué responden? Quizás las influencias son distintas, me da la sensación de que vosotros respondéis un poco a la corriente de Yung Lean, la Drain Gang, etc.
Sí, y sí, como decís vos, creo que la principal diferencia son las influencias de cada uno. Nosotros quizás crecimos con una música. Yo, por ejemplo, crecí mucho con hip hop yankee, después también escuché mucho rock, mucho punk y todo eso. Un poco lo que hago es una combinación de todas esas cosas. Creo que Duki o Nicki Nicole quizás tienen por ahí una influencia más puertorriqueña, por así decirlo, creo que ahí es donde está la mayor diferencia. Las bases que hacemos y también a dónde queremos apuntar cada uno, a qué público.
Quizás hay una segmentación, toda una camada de artistas que apunta a un público más popular y más mainstream. Lo que hacemos nosotros es un poco más de nicho, por así decirlo, que no quiere decir que una esté mal y la otra esté bien.
El 9 de abril sacaste un single llamado Ola de suicidios, aparte del sonido, ¿qué comparte con Post Mortem?
No comparte mucho. Es primer tema después del disco, que si no me equivoco salió después de dos años más o menos. No sé, un montón de tiempo. Ola de suicidios es como abrir una nueva etapa y un poco también ese limbo entre disco y disco, un poco jugar ahí a sacar cosas que me diviertan y me gusten aunque quizás no tengan que ver mucho con nada. También fue una especie de recapitulación de todo lo que me había pasado en ese periodo de tiempo, después de Post Mortem y estos dos años he estado de gira.
¿Anticipa otro álbum?
La primicia…(risas). No, de momento no.
¿Qué nos espera de Dillom en un futuro?
Un próximo disco seguro, todavía no puedo contar mucho, obviamente, pero sobre todo una evolución, una evolución en el sonido, en las temáticas, en todo.