Con el sold out colgado desde hacía meses, a Rusowsky no le quedó otra que lanzar una fecha más en Barcelona. Y así fue. El pasado 8 y 9 de febrero, la Sala Apolo acogía a nuestro shy boy por excelencia y a una marabunta de fans que hicieron (y nos incluimos) crujir el suelo de La [2] como pocas veces habíamos escuchado. Ya fuera saltando y empujándonos en pogos, o sonriendo y cantando al unísono, el Ruso nos dejó bien claro que en las raves también se llora.
Sonara Pikito, Liit, So so o Brujita, en la pista absorbíamos el mood que Rusowsky nos tirara sin siquiera rechistar. ¿Que después de unos saltos y codazos nos cantaba “se me hace difícil expresar mis sentimientos”? PEC: es que todo nos vale. Desde explosiones electrónicas gritando “go hard, go crazy” hasta una videollamadita de Ralphie Choo mientras nos cantaba sus dos colaboraciones Dolores y Gata, a la premier de un nuevo single del que no nos dijo ni su título, pero que empezaba con un sample de la icónica canción Papi chulo. Lo dicho, todo nos vale, y todo nos venía bien.
Y quizá esta ha sido su verdadera fórmula del éxito, que sin un álbum publicado ni un enorme repertorio de canciones haya conseguido crear un universo (sonoro, digital y visual) del que todxs queremos formar parte. Eso sí, la risa llegó cuando a algo más de mitad del show, y después de tocar Mwah :3 en versión original y acústica, dijo: “No sé qué más cantar, ya no me quedan canciones”.
Pero parece que esto solo será un problema del presente, porque también confesaba publicar su primer disco este 2024. Las ganas son reales. Shoutout también a Drummie, productor de confianza del sello Rusia idk que, escondido a contraluz de los visuals de Roy Viceroy (también en todos los shows), consiguió hacernos disfrutar de cada textura y beat de los instrumentales. La suma de ambos llegó con Valentino, último pogo de la noche y terremoto oficial de toda la sala que casi nos deja sin pendientes ni gorra pero con una sensación de euforia total. ¿Volveríamos? Sin duda. Y lo haremos.
