Me da la sensación de que a alguien aquí le ha gustado mucho Saltburn, la nueva película de Emerald Fennell. Y es que Oddliquor abrió su show de Madrid con el primer tema de la banda sonora de esta película sonando a todo volumen mientras su nombre ocupaba toda la pantalla de fondo. Un sonido orquestal con coros épicos como si de Vivaldi se tratase sentaba el tono para lo que prometía ser un viaje intenso como pocos.
Las apuestas sobre el tema con el que empezaría el show se escuchaban entre los asistentes, pero para sorpresa de todos, Pisando charcos fue el elegido para calentar motores esa noche. Por suerte o por desgracia los asistentes ya veníamos preparados tras haber pisado algún que otro charco de camino a la sala La Paqui en aquel domingo lluvioso, pero nada como seguir chapoteando al son de este temazo.
A Marquitos se le notaba la cara de incredulidad desde la última fila de la sala, y es que tenía razón cuando dijo que “hace un año éramos la mitad”. Oddliquor llevaba doce años de carrera esperando a que una sala estuviese así de llena, y cualquiera diría que el público también llevaba esperando doce años para este concierto, porque no hubo tregua en ningún momento.
Marquitos no vino solo, una banda de músicos le acompañó en todas las canciones, volviendo la experiencia algo completamente único. Las partes más tranquilas se las dejaban a las guitarras acústicas mientras que en los momentos más cañeros tomaban el relevo las guitarras eléctricas y el batería, convirtiendo el pop en rock por momentos. Uno se esperaba algo más tranquilo de Oddliquor dada la naturaleza de su música, pero los músicos se volvieron completamente locos en ciertos temas, dando algunos de los mejores momentos del concierto.
Hubo momentos muy esperados y otros inesperados pero preciosos. Apareció a mitad de concierto su ahora inseparable amigo Andry Kiddos, con el que cantó un par de temas que hicieron juntos y aún están por salir. Hablando de colaboraciones, se notó la ausencia de Judeline, pero desde el público nos esforzamos por cubrir su parte. Sin duda, el momento cumbre de la noche fue cuando sonó Cursiii, un tema muy especial y del que Oddliquor es muy consciente del poder que tiene en la gente. Por esto supo aprovecharlo a la perfección para su beneficio y entre todo el bullicio prácticamente no se escuchaba su voz, la sala se convirtió en una mente colmena durante esos dos minutos.
Se acercaba el cierre y para completar el círculo acabamos el concierto con una versión aún más enérgica si cabe de Pisando charcos, en la que Oddliquor consiguió que toda la sala se agachase para unos últimos saltos. Al final en La Paqui siempre acabamos pisando charcos, a veces por sudor, como pudimos ver días antes con el cardio de Abhir y su Brown Boy, y otras por lagrimones de emoción por poder compartir un concierto tan bonito con tanta gente. Ahora solo queda esperar Blindao deluxe con aún más ganas si cabe.
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