El tiempo pasa, y uno de nuestros deberes es preservar las buenas costumbres, como juntarnos con la pandilla cuando son fiestas e ir a la plaza del pueblo a escuchar el concierto de cada año. Pero las cosas cambian y nos toca vernos en contextos diferentes: sacrificamos el aire fresco de la plaza por la acústica de una sala de conciertos y esta vez no cantan jotas el hermano y el sobrino del alcalde, las canta Laaza. En el global, hemos ido a mejor.
La entrada de Apolo estaba saturada por una cola de modernxs que iban al concierto de Juicy Bae, pero nosotros no entramos por la puerta, nos metimos en un armario mágico y aparecimos en un mundo paralelo. En Narnia, también conocida como La Cinc d’Apolo, nos esperaban unos sofás que nos hacían ojitos y un espacio de pista que también aprovechamos para sentarnos en conjunto de la forma más antigua que existe. Allí, esperamos a las dos protagonistas de la noche, finalmente de una forma no tan diferente a como lo haríamos en el pueblo.
Sul, que vino de Portugal, fue la primera en salir. Adaptó todo su repertorio a un formato en acústico que hizo con una sola acompañante, su guitarra. Tenía material para mostrarnos, está preparando un disco del que ya hemos podido escuchar algunos adelantos, así que su misión era conectar con el público. Eso y pasar un buen rato. ¿Qué harías tú si tuvieras la oportunidad de tocar lejos de tu casa y en una ciudad como Barcelona? La vimos disfrutar, incluso nos hizo afinar al pedirnos que la acompañáramos en un par de coros (facilitos, solo había que repetir “bleba bleba bleba” unas cuantas veces). Míranos ahora, estamos esperando su álbum.
La siguiente venía de más cerca, de hecho tocaba en casa, pero no por ser ella de ciudad iba a ser menos. Laaza también prepara un álbum, o una nueva etapa, podemos decir, y tuvimos el honor de vivir el principio. Lo avisó varias veces: la mitad de las canciones que iba a cantar no han salido aún, o sea que fuimos unos afortunados. Ella sí que salió con compañía humana, la de jaimitoguitarra, que no solo tensó las cuerdas y lo bordó, también dio palmas. 
Como reivindicación y reclamo por la falta de cantautoras en la historia no tan reciente, de los tiempos en los que no éramos tan modernxs, Laaza recupera canciones tradicionales hechas por mujeres, desde jotas hasta obras del folklore chileno de la mano de Violeta Parra. En nuestros cascos, en cambio, suena con una producción moderna. Y allí está la gracia de hacer algo nuevo a partir de piezas antiguas, pero luego en directo vuelve a acercarse a la versión original de las canciones que rescata, y eso tiene su magia. Debes disfrutar de las dos experiencias.
Entre las nuevas canciones encontramos alguna historia muy concreta y chocante, lo que tampoco es una novedad pero sigue impresionando, y cosas nuevas y frescas, ya verás (tampoco es cuestión de filtrar todo lo que escuchamos). En fin, sentados en el suelo de La Cinc presenciamos el principio de algo muy bonito, un camino verde lleno de flores que si no se las tira ella lo haremos nosotros. Ambos proyectos se ganaron nuestra ovación y así nos despedimos, hasta el año que viene, que ya tenemos una fecha confirmada.
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