Laura es la chica que estudió piano en la Esmuc, se pelea con el algoritmo de TikTok y te sonríe en el súper cuando se cruza contigo. Laaza, en cambio, es la que se sube al escenario y te desarma con una jota a capella, como si el folclore de tus abuelos fuera lo más punk que has escuchado en años. ¿Laaza es Laura? ¿Laura es Laaza? Digamos que son la misma, pero con distintos filtros.
Ella dice que Laaza no es un alter ego, sino una especie de refugio creativo donde manda la vulnerabilidad. Es esa voz interior que no se calla, la que canta sobre dolores propios y ajenos con una guitarra en mano. Más que ‘cantautora’ (palabra que dice odiar pero que usa igual), Laaza es alguien que sabe que el folclore no está pasado de moda si lo cantas desde las tripas. Entre jotas, pop y una pizca de ironía, Laaza y Laura están escribiendo una historia que es tan suya como nuestra.
¿Quién es Laaza y quién es Laura?
Pues yo diría que Laaza es una extensión de Laura. Uno de los objetivos del proyecto era llevarlo muy naturalmente. Soy de la creencia de que si haces algo o te extiendes demasiado a una cosa que no es natural para ti, el público no es tonto y se va a dar cuenta. Para mí era un poco la noción de decir: ¿qué puedo hacer que realmente denote las características que creo que, como artista, me representan más?
Hay muchas veces en las que siento que Laaza es casi la voz de esa niña que existía antes de pasar por todas esas cosas que le cortaron la capacidad de expresar cómo se sentía. Es un espacio donde me puedo permitir decir todo lo que siento, a pesar de que pueda incomodar a la gente. Y no importa porque es arte.
Hay muchas veces en las que siento que Laaza es casi la voz de esa niña que existía antes de pasar por todas esas cosas que le cortaron la capacidad de expresar cómo se sentía. Es un espacio donde me puedo permitir decir todo lo que siento, a pesar de que pueda incomodar a la gente. Y no importa porque es arte.
¿Laaza es mini Laura?
Un poco, un poco. Es mini Laura, pero también es la Laura de ahora. Esto es un poco hippie decirlo, pero siempre he pensado que en la niñez ya somos la persona que vamos a ser de mayores. Lo único que la sociedad nos va creando capas por encima. Somos como una cebolla andante, pero el corazón siempre se mantiene un poco igual.
Para mí, Laaza es ese lugar donde genuinamente puedo mantener la pureza de intenciones, la honestidad y todo lo demás, y manifestarlo de una manera que se permite porque en el espacio artístico se permite todo mientras sea verdadero y mientras diga algo que merece la pena escucharse, yo creo.
Para mí, Laaza es ese lugar donde genuinamente puedo mantener la pureza de intenciones, la honestidad y todo lo demás, y manifestarlo de una manera que se permite porque en el espacio artístico se permite todo mientras sea verdadero y mientras diga algo que merece la pena escucharse, yo creo.
La pureza. Siento que es un punto clave en tu propuesta y es algo que puede ser muy rebelde, pero también llama a un público más conservador. ¿Cómo juegas con esa contradicción?
Esa es muy buena pregunta, la verdad. Como artistas, siempre está esa tensión. Por ejemplo, el hecho de mostrarte de ese manera puede resultar atractivo para un público que quiera corromper esa pureza. Es algo malicioso por naturaleza. Yo lo debato y lo navego no saliéndome de mí misma y de lo que quiero decir. Es decir, no pensando, no juzgando lo que estoy haciendo como una cosa pura, sino que el criterio sea que lo que esté creando en todo momento sea real para mí.
Dentro de esa realidad, me he dado cuenta de que mirando atrás había un componente de pureza muy grande. Intento que la pureza que se muestra sea pura porque es coherente. No es pura porque estoy intentando imitar unos estándares de lo que es puro y quiero subvertirlo de esa manera, sino porque tal cual, de la manera en la que emana de mí, ya se suscriben esas cosas. Luego entra la politización de los términos. La gente interpreta las cosas según sus propios sesgos y valores, y le ponen un color que tú no pensaste al componer.
Dentro de esa realidad, me he dado cuenta de que mirando atrás había un componente de pureza muy grande. Intento que la pureza que se muestra sea pura porque es coherente. No es pura porque estoy intentando imitar unos estándares de lo que es puro y quiero subvertirlo de esa manera, sino porque tal cual, de la manera en la que emana de mí, ya se suscriben esas cosas. Luego entra la politización de los términos. La gente interpreta las cosas según sus propios sesgos y valores, y le ponen un color que tú no pensaste al componer.
Es que veo en tus letras un componente feminista muy fuerte, como en Pisaflores. Pero cuando miro tu TikTok, leo comentarios de hombres con un tono más conservador. ¿Crees que estas personas entienden tu música?
Creo que la mayoría de esa gente no escucha mi música. Las plataformas te abren muchas posibilidades, pero lo que construye el público va más allá de un vídeo viral. El público que genuinamente escucha mi música y que estoy desarrollando de manera más consciente no coincide con esa demográfica. Lo sé porque miro las estadísticas. Así que no puedo estar sujeta a lo que digan esas personas en TikTok. Obviamente aprecio toda la gente que pasa, ni que sea un segundo, mirándome, pero con el tiempo la gente que genuinamente no entienda el proyecto va naturalmente a irse desprendiendo.
Entrando en temas estéticos, ¿qué opinas sobre el hecho de que te llamen “la de las jotas”?
Me parece un buen augurio. Aunque escribo principalmente pop, mi música tiene influencias de las jotas. Amo cantarlas y hablar de ellas. Pero creo que debemos ser cuidadosos con la apropiación de símbolos estéticos del folclore porque corremos el riesgo de despojarlos de su fuerza si no los tratamos con el respeto que merecen.
Creo que eso se nota mucho en tu proyecto. Por ejemplo, en el vídeo de la iglesia cantando una jota se ve ese respeto.
Totalmente. Es algo que intento cuidar siempre.
¿Crees que no es lo habitual?
Sí, la verdad es que sí. A ver, no quiero decir que con todo el mundo, porque hay propuestas que son maravillosas y, por supuesto, símbolos que, si los exploras en profundidad, son espectaculares. Por ejemplo, Rosalía con El mal querer. Cuando ocurrió todo eso fue algo tan mágico que es normal que, a día de hoy, se quiera replicar esa esencia. Pero creo que precisamente esa magia reside en el entendimiento del mensaje y de la filosofía detrás.
Es decir, los cantares de las personas que han estado generaciones antes que nosotros han servido para paliar el dolor de la vida. Y eso es lo que le da fortaleza y, para mí, lo que me hace sentir orgullosa de que me identifiquen con ese tipo de discurso. Me parece muy fuerte y necesario. Sobre todo porque hoy en día idolatramos personas y conceptos actuales, pero a veces olvidamos mirar hacia las enseñanzas de nuestros antepasados, la naturaleza y lo que estas nos pueden enseñar. Son claves fundamentales del folclore.
Por eso creo que es una manera maravillosa de crecer, no solo emocionalmente, sino también espiritualmente. Esa visión sobre la vida, esa filosofía, siempre está latente en mis canciones. Así que me siento muy cómoda navegándola.
Es decir, los cantares de las personas que han estado generaciones antes que nosotros han servido para paliar el dolor de la vida. Y eso es lo que le da fortaleza y, para mí, lo que me hace sentir orgullosa de que me identifiquen con ese tipo de discurso. Me parece muy fuerte y necesario. Sobre todo porque hoy en día idolatramos personas y conceptos actuales, pero a veces olvidamos mirar hacia las enseñanzas de nuestros antepasados, la naturaleza y lo que estas nos pueden enseñar. Son claves fundamentales del folclore.
Por eso creo que es una manera maravillosa de crecer, no solo emocionalmente, sino también espiritualmente. Esa visión sobre la vida, esa filosofía, siempre está latente en mis canciones. Así que me siento muy cómoda navegándola.
Pues que sepas que la entrevista se va a llamar ‘La de las Jotas’.
¡Me encanta! Me parece maravilloso.
Me gustaría profundizar un poco más en cómo llegan las jotas a ti. Eres catalana, llevas toda tu vida en Barcelona, estudiaste piano en la Esmuc… ¿Qué relación tienes con el folklore de Aragón?
Es una relación compleja, como todas las que dan grandes frutos en la vida. Me han dicho que no es la acepción correcta del término y que es peyorativo, pero lo digo poniéndolo entre comillas: yo soy ‘charnega’. Parte de mi familia es aragonesa y siento que he convivido con los valores que aprendí de ellos y que son diferentes a la sociedad de mi día a día en Barcelona. Siempre sentí que formaba parte de dos lugares distintos y, precisamente por eso, creo que la música es el lugar perfecto para congeniarlos.
¿Cuándo fue la primera vez que escuchaste o cantaste una jota?
Mi primera experiencia musical realmente fuerte fue cuando era niña y fui a una misa baturra en las fiestas del pueblo. Allí estaba un coro de joteros y bandurrias, vestidos con trajes tradicionales, y recuerdo que lloré a moco tendido. Ese momento me marcó, aunque no canté jotas hasta los veinte o veintiún años.
Puede ser porque estamos perdiendo esa conexión cultural que viene de nuestros abuelos. ¿Crees que proyectos como el tuyo son una forma de revivirla?
Sí, pero es complicado porque hablamos de la cultura de nuestros abuelos en un contexto de dictadura y franquismo. Nuestros padres tuvieron que romper con todo eso para avanzar hacia la democracia y modernizarse. Cantar folclore hoy en día, en mi caso, es una forma de mantener ese vínculo vivo sin ignorar el contexto histórico. No puedes juzgar las vivencias de nuestros abuelos con la mentalidad actual.
“En el espacio artístico se permite todo mientras sea verdadero y mientras diga algo que merece la pena escucharse, yo creo.”
Has empezado a girar este año con tu proyecto, ¿cómo ha sido la respuesta del público a tus canciones? ¿Cómo reacciona la gente cuando se planta frente a alguien con una guitarra y letras tan emocionales?
Siempre se generan cosas muy bonitas. Aunque estoy empezando con este proyecto, cada persona que viene a verme en directo es especial. Por ejemplo, en un concierto en Guadarrama, una mujer vino con sus dos hijas y lloró varias veces durante el concierto. Luego me acerqué a saludarla, y entre abrazos y palabras de cariño, me di cuenta de que mi vulnerabilidad en el escenario había acompañado a alguien en un momento muy duro de su vida. En ese instante, todo cobró sentido. Sientes que merece la pena desnudarse emocionalmente y permitirte ser vulnerable.
En general, la respuesta en los directos está siendo muy cálida. Me emociona ver a personas que conectan profundamente con mi música. No hago esto para parecer interesante o inteligente, sino porque cantar me sana. Tocar el folclore es mi forma de expresar cosas que de otro modo se quedarían atrapadas en mi interior. Cuando veo que mi música tiene ese impacto, siento que todo vale la pena.
En general, la respuesta en los directos está siendo muy cálida. Me emociona ver a personas que conectan profundamente con mi música. No hago esto para parecer interesante o inteligente, sino porque cantar me sana. Tocar el folclore es mi forma de expresar cosas que de otro modo se quedarían atrapadas en mi interior. Cuando veo que mi música tiene ese impacto, siento que todo vale la pena.
Qué bonito. Me encanta esa perspectiva.
Además, algo especial de los conciertos en la calle es la conexión directa. Se forma un coro de personas alrededor que te mira con expresiones de compenetración, como si no supieran que tú también los estás observando. Esa complicidad es mágica. Ver que te entregan un pedazo de sus vidas para que descantes sus penas es algo sanador, algo que me hace mejor persona.
Es hermoso lo que dices. Y siento que todo lo que has contado refleja muy bien la esencia de tu proyecto. Creo que muchas veces la gente escucha al ‘cantautor’, pero no llega a comprender toda la profundidad que hay detrás de esa etiqueta. ¿Tú cómo ves el término ‘cantautor’?
Es interesante. A veces siento cierta tirria hacia el término porque puede estar muy cargado de prejuicios o parecer algo anticuado. Recuerdo una entrevista de Jorge Drexler donde decía que ‘cantautor’ es una palabra horrible, como ‘lavaplatos’. Pero a mí me gusta apropiármela precisamente por eso, porque carece de pretensiones. Lo importante no es el título, sino decir lo que necesitas decir desde un lugar honesto. La etiqueta puede englobar un mundo infinito de artistas y transformaciones.
Totalmente. Y creo que tú representas esa transformación constante. Hablando de eso, ¿cómo ves tu futuro ahora que estás consolidando tu proyecto?
Ahora mismo estoy en un momento de mucho movimiento. He tenido conciertos en sitios preciosos como Galicia y La Rioja, y me gustaría seguir explorando otros puntos de España. A veces pienso en preguntar en mis redes: ¿Cuál es la próxima ciudad donde queréis que toque?
También quiero mantener el trabajo en redes sociales, que me ha ayudado mucho a conectar con la gente. No es fácil, pero es una parte fundamental del proyecto. Ahora toca seguir creciendo, haciendo más conciertos y explorando cómo llevar mi música a más corazones. Al final, esto es una constante transformación y estoy disfrutando del viaje.
También quiero mantener el trabajo en redes sociales, que me ha ayudado mucho a conectar con la gente. No es fácil, pero es una parte fundamental del proyecto. Ahora toca seguir creciendo, haciendo más conciertos y explorando cómo llevar mi música a más corazones. Al final, esto es una constante transformación y estoy disfrutando del viaje.