“Los abanicos hechos a mano más sexys de España”. Así es como se define la emergente marca de alma andaluza que emana sensualidad, diversión y arte. El Amorío nace en 2024 del imaginario de Irene Ruiz, con el claro objetivo de devolver la magia y el romance a un olvidado abanico, una prenda que va más allá de ser un simple accesorio.
Aquí, el abanico es un símbolo de poder y sensibilidad, de la complicidad entre la tradición y la vanguardia. Sevilla es un claro ejemplo donde ambas convergen, y desde su estudio en esta ciudad etérea, Irene nos responde, acercándonos un poco más a la magia del Amorío.
El Amorío busca reconectar a una generación y una industria demasiado acostumbradas a la vida rápida y superficial con una vulnerabilidad, ternura y pasión que parecen olvidadas, pero que siguen latentes en pequeños detalles de nuestra cultura: las fiestas de primavera, la cercanía y afinidad, la artesanía, la sensibilidad y el romance. Detalles que incluso un elemento tan clásico como es el abanico, tan simple a primera vista, consigue transmitir tanto con una delicadeza como una fuerza genuinamente inspiradoras.
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¿Quiénes formáis parte de este proyecto y cómo nació El Amorío?
El Amorío, hasta el momento, lo forma únicamente una persona. Yo misma, Irene Ruiz, soy la diseñadora y responsable de la marca. Este proyecto es bastante personal, ya que además de que considero el abanico como un imprescindible, siempre me ha generado atracción y curiosidad.
La marca nació motivada por dos principales motivos: la observación de que el abanico estaba muy poco explorado a nivel diseño hoy en día, y las ganas de permanecer en mi tierra y buscar mi propio camino sin la necesidad de abandonar Andalucía. El día que realicé el primer prototipo me di cuenta de que quizás era capaz de abrir un camino lleno de posibilidades en el diseño, y que podía innovar y acercar esta pieza tan especial a mi generación desde la moda.
El abanico es un objeto cargado de historia y simbolismo, especialmente en la cultura española. ¿Qué representa para ti y cómo reimaginas su uso hoy en día?
El abanico es una declaración de identidad. Su historia, utilidad y presencia en todo tipo de espacios y situaciones es fascinante. El abanico aparece en lo cotidiano y en lo artístico, en el bolso de tu abuela, en el escenario de Rocío Jurado, o en el show de una travesti. Es esta dualidad la que lo convierte en un complemento que considero que no debería de perder su magia ni su cabida en el mundo del diseño. A día de hoy se ha perdido el valor de la estética de este elemento y trato de renovarlo para que no sea considerado solo por su utilidad, sino también por su estética.
Por otro lado, en un mundo dominado por tendencias globales y fast fashion, ¿por qué decidiste centrar la marca y apostar por un objeto tan específico?
La falta de variedad y calidad en los abanicos del mercado fue el motivo principal, junto con la necesidad de crear una pieza en la que el público pueda sentirse representado como con  cualquier otra prenda. Además, es una pieza no solo interesante como complemento, sino también como objeto de decoración.
“El abanico aparece en lo cotidiano y en lo artístico, en el bolso de tu abuela, en el escenario de Rocío Jurado, o en el show de una travesti.”
¿Cómo piensas introducir o equilibrar esta estética tan clásica y tradicional del abanico con códigos visuales más modernos?
Una de mis fuentes de inspiración es lo cotidiano. El Amorío reside en Sevilla, ciudad en la que existe el equilibrio perfecto entre clasicismo y modernidad. El contraste estético que me rodea en el día a día está presente en los diseños: varillaje clásico, imágenes vanguardistas. Me inspiran las tradiciones y el arte de esta ciudad, pero El Amorío no deja de ser la mirada de una chica de veinticinco años con inquietudes creativas y tendencia a lo contemporáneo.
¿Qué significa el nombre de la marca y cómo refleja su esencia?
El producto nació antes que la propia marca, por lo que cuando elegí un nombre ya partía de los atributos asociados al abanico como inspiración. El primer diseño que realicé fue Romance, en el que aparece estampada la fotografía de un sujetador en una cama. La historia que cuenta este modelo y el simbolismo del abanico en sí acabaron uniéndose para darle nombre a la marca, El Amorío.
¿Cómo interpretas el amor o la sensualidad, y cómo crees que lo transmite El Amorío?
Parto de la base de que el producto tiene cierta relación con la seducción a raíz de su historia, pero es cierto que intento contar historias de amor a través de las imágenes estampadas. Hasta ahora, los diseños que he sacado a la venta han mostrado escenas íntimas o relacionadas con la seducción, algunas más explícitas y otras más sugerentes, pero siempre con el romance de por medio.
Otra característica que también rememora la sensualidad es la presencia de texturas y fornituras propias de la lencería en el abanico, como el uso de la puntilla, el tejido de raso o el lazo. El reverso del abanico puede llegar a recordar el revés de un corsé, por sus terminaciones.
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Hemos podido ver iconos como Judeline o Alba Moreno con abanicos de El Amorío. ¿Cómo es la persona que lleva tus creaciones?
El abanico ya es de por sí un elemento que da poder, pero si además es de El Amorío, significa que eres una persona con gusto por la estética, atrevida y que se expresa a través de la moda. Un perfil que apuesta por darle valor a lo artesanal, apoya a las marcas emergentes y se aleja del fast fashion.
Tus diseños transmiten delicadeza y mucha personalidad a la vez, como se ve en la última colección, Flamenco. ¿Qué la inspiró?
Busco la inspiración en mis vivencias y en lo que me rodea. En Andalucía, el uso del abanico está muy presente, especialmente cuando llega la primavera, y con ella también llegan las fiestas populares. Cuando diseñé la colección, pensé que sería ideal crear un producto inspirado en el propio escenario en el que se pueda usar.
Flamenco representa el amor de feria, el clásico romance andaluz. Los diseños de la colección narran esa historia de amor primaveral y muestran cómo en la intimidad se interactúa con los complementos típicos de estas fiestas: el albero, el traje de gitana, los volantes, etc.
¿Hay algún diseño que tenga un valor especial para ti o que haya marcado un antes y un después?
El diseño de Romance puede considerarse el más especial, pues fue el motivo que desencadenó la creación de la marca. Sin premeditarlo, cogí un sujetador, lo tiré en la cama y lo fotografié tal y como lo había imaginado. De manera orgánica hice un producto que sorprendió al público y me animó a seguir este camino, pero la verdad es que jamás hubiera pensado que un año después de aquello estaría haciendo un abanico personalizado que aparecería en el escenario de Coachella.
“Me inspiran las tradiciones y el arte de Sevilla, pero El Amorío no deja de ser la mirada de una chica de veinticinco años con inquietudes creativas y tendencia a lo contemporáneo.”
¿Cómo describirías la estética de El Amorío en pocas palabras?
Atrevida, funcional, sexy y divertida.
Apuestas por la producción local y artesanal. ¿Es parte intrínseca del alma de la marca? 
Definitivamente hasta el momento, lo es. No sé si más adelante esto cambiará y daremos un salto a nivel industrial, pero igualmente intentaría seguir apostando por el producto nacional, sostenible y de calidad. El hecho de que los abanicos estén completamente hechos a mano les otorga un valor único, ya que cada pieza es irrepetible y eso es lo que hace que la marca sea tan real y especial.
Me imagino que no debe ser fácil empezar como marca independiente. ¿Cuáles han sido algunos de los mayores desafíos a los que te has enfrentado hasta ahora?
Trabajar con un presupuesto reducido ha sido un reto, y también el hecho de empezar siendo una única persona hace que los tiempos se alarguen y no se pueda trabajar con los ritmos a los que la industria te exige ir. Otro de los desafíos ha sido el poder perfeccionar y desarrollar el producto en sí. El abanico tiene una estructura y funcionamiento bastante complejos, y a día de hoy no existen cursos ni libros que enseñen a fabricarlo, por lo que ha sido a base de prueba y error el llegar a especializarme y encontrar el acabado perfecto.
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Seguro que, pese a las dificultades, también ha habido buenos momentos. ¿Hay alguno que recuerdes con especial cariño o orgullo?
La grabación del vídeo promocional de la colección Flamenco fue especialmente divertida. Al no poder grabar a desconocidos en el autobús, tuve que hacer participar a gran parte de mi familia para que hicieran de extras. Le guardo especial cariño al vídeo, ya que fue la primera campaña y me emociona la idea de que las caras de mis padres, tías y amigxs estarán para siempre inmortalizadas en El Amorío. También cabe destacar la emoción que se siente al ver cómo el público comprende y aprecia el trabajo que hay detrás de una marca que se ha cocinado con tanto cariño y esfuerzo.
¿Qué se viene en el horizonte de El Amorío? ¿Te gustaría explorar otros productos además de abanicos?
Me encantaría abrir más caminos y trabajar el diseño en diferentes prendas y productos. He empezado por el abanico a raíz de una necesidad personal, pero me ilusiona pensar en qué puede estar por venir. Me gustaría convertirnos en una firma reconocida, mantener nuestro taller en Andalucía y no tener que emigrar para conseguir un hueco en el mundo de la moda.
Y para finalizar, ¿qué quieres aportar o qué legado quieres dejar con El Amorío?
Por ahora quiero disfrutar del proceso creativo y seguir explorando e innovando en el diseño, siempre sin perder la esencia sensual y atrevida que define la marca. Poner en valor la artesanía, que es el corazón de El Amorío, y encontrar un hueco en la industria de la moda.
También me encantaría devolverle al abanico el lugar que se merece y acercar todo su potencial estético a las nuevas generaciones, ya que actualmente ha pasado a ser considerado un objeto únicamente práctico. Quiero que la gente redescubra su historia, su lenguaje y su magia, demostrando que el abanico puede convertirse en una pieza significativa y especial.
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