Es sábado por la noche en Madrid cubierto por un granizo que no invita demasiado a salir de casa. Aunque todo sea dicho, la música de Barry B es bastante apropiada para el momento de ir en el bus con la lluvia golpeando la ventanilla. Una cosa está clara, a los asistentes que colman la sala Copérnico no parece importarles demasiado el mal tiempo, tienen planes para hoy.
La variedad de gente aquí reunida parece que solo se juntaría por error: desde adolescentes acompañadas por sus padres pasando por todo el abanico de tribus urbanas hasta llegar al grupo de hombres que rozan los cincuenta. Todos ellos comparten la expectación por un show que se hace esperar más de lo previsto. Al comenzar, se abre paso una cortina de humo tras la que aparece Barry B, que abre el concierto con Kitkat, la canción que dio su nombre a conocer al mundo. 
Entre palmas, gritos y pogos varios, demuestra que sabe llevar a un público que además estaba deseoso de verle. Las favoritas están claras: 40k, Soleá o Taj Mahal se corean casi por encima de su propia voz. A lo largo de la noche, va entrelazando sus singles y más reciente EP con las canciones que están por salir en su nuevo álbum, creando así un ambiente que combina la fiesta y el gritar a pleno pulmón con pararse a disfrutar y escuchar la música en directo. A propósito del nuevo álbum, también se dejaron caer nombres como el de los productores Mayo y Tuiste. Otro a destacar fue el de Gara Durán, a la que sacó al escenario a cantar Puntería, así como otra de las canciones que está por llegar. Al cantar con ella la química era palpable, con una complicidad que solo puede ser un reflejo de lo que sucede entre bambalinas, y que permite que sus canciones de amor sean interpretadas como merecen.
Así, el ambiente de fiesta que ha creado va escalando hasta el momento en el que aparecen los mismísimos Ralphie Choo y Rusowsky para cantar Rookie y blah blah blah respectivamente. Si el ambiente ya estaba animado, ahora consigue que la gente se entregue para darlo todo una vez más. Después de aquello, todavía le queda espacio para dejar como sobremesa una versión hyperpop de Kitkat, que le sirve de excusa para fundirse entre la gente y bailar y celebrar como uno más. Al terminar, se queda en el escenario para poder saludar y hacerse fotos con los que han decidido pasar el día de tormenta con él. El de Aranda del Duero ha dejado claro que es agradecido con su público, su equipo y sus compañeros de gremio, lo que dice mucho de él más allá de la calidad musical. 
Por el puesto de merch llegué a escuchar que ahora era el momento de comprarlo antes de que se volviera conocido y subieran el precio. Quién puede culparlos, cuando te cruzas con una joven promesa siempre surge la satisfacción de haberlo descubierto primero y de la mano el recelo a querer guardarlo en secreto. Pero no os preocupéis, que por nuestra parte no tenemos intención de dejarnos ningún trabajo suyo en el tintero.
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