Si estás en lo que tienes que estar, sabrás que el sábado pasado el ciclo de conciertos B•Series23 arrancaba con Teo Planell y Krissia en el Heliogàbal. El concierto resultó tal y como esperábamos: un encuentro que sonó a lo mismo que sus canciones, tan íntimo y reconfortante que hasta nos costó despegarnos emocionalmente del show. Sigue leyendo y lo entenderás.
Cualquiera que escuche a estos dos, y si no lo haces ya estás tardando, sabe de lo que hablo. De ellos se dicen muchas cosas, que si son parte de la nueva ola pop, que aún teniendo 18 años ya han conseguido consolidar un sonido único, que si acumulan miles de reproducciones en Spotify, y otros tantos titulares. Aún con esto, sus proyectos se alejan bastante el uno del otro. Por un lado, Krissia, que hace un par de años lanzaba su primer y único disco Kara boi, fluye del new wave a un pop más chill, un sonido muchas veces minimalista que se reduce a una guitarra con samples y voz autotuneada. Y luego está Teo Planell cuyas canciones encapsulan la suciedad del r&b experimental y el pop futurista, y consiguen llevarte de Aphex Twin a Frank Ocean en milésimas de segundo.
Y sin embargo algo les unió el sábado, y seguramente sea la razón por la que el B•Series decidió juntarlos en concierto: sus canciones siempre consiguen llevarte a otro plano. Ya sea a recuerdos que guardas con cariño o, simplemente, te dejan en un limbo extraño pero placentero. Y yo, que ya de camino sabía la que se me venía encima, pude experimentarlo en pleno directo.
El ambiente durante toda la noche fue muy familiar dado lo reducido de la sala, un punto a favor por eso de la satisfacción que da ver en petit comité a dos artistas de los que muy pronto se hablará hasta rabiar. Krissia fue la primera en actuar. Entre el público tenía a gran parte de sus amigos y, justo a mi izquierda, también a su madre; o sea, imaginaos la ilusión. Krissia cantó la mayoría de sus canciones más reproducidas, Ya mi mamá me decía, 3 ríos, Verde, y No sé nadar entre otras, pero también nos regaló No quiero que sientas y Solo quiero que me acaricies, canciones que confesó tocar por primera vez y que verán la luz muy pronto.
Después apareció Teo Planell, acompañado por Tristán al mando de los mixes y las ediciones de voz. Quizá su discografía no sea la más extensa del mundo, pues tan solo cuenta con siete singles publicados, pero cada canción es tan única que tampoco le hizo falta mucho más. Su hipersensibilidad en las producciones fueron todavía más agradables en el directo, aún reventando los altavoces de la sala. La favorita de todos fue, y os lo digo por las caras que ponía el público, Talismán. Y para suerte de todos Tristán se vino arriba y tocó Goofy, su canción junto a Rusowsky de la que hablé con él hace unos meses.
Lo del sábado fué un concierto diseñado desde, por y para la intimidad. Nada de agobios por estar siendo bombardeado por un sin fin de luces; ni sentir sudores ajenos o que te falta el aire por aforos reventados. Algo que se agradece de vez en cuando. Esta solo ha sido nuestra primer parada por el B•Series23, nos vemos este jueves en Gloosito + Israel B. Os contamos más próximamente.
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