Teo Lucadamo ha agitado la escena rap española con un repertorio de influencias eclécticas que conecta con los oyentes más inconformistas y curiosos. Su puesta en escena, como sus temas, es simple, sin romperse mucho la cabeza. Su presencia es la sazón. ¿Qué necesita la tostada? Pues eso.
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Para los que seguimos a Teo en Instagram, esta fecha ya había quedado tallada con cincel en nuestros cerebros. El 27 de septiembre, su primer concierto con banda en vivo. Está claro que ni su TikTok exponiendo las cinco razones por las que no ir disuadió a ninguno de los asistentes, y aunque no era el objetivo, hizo sold out, que siempre queda bien. 
La excitación se respira ya en la cola de acceso a la Sala But. Una sala espaciosa pero acogedora, el escenario perfecto para un artista que salva las distancias entre su personaje y su persona, tomándose en serio su proyecto, pero sin tomarse muy en serio a sí mismo. Cuando el absurdo y un buen sentido del humor se cruzan con un talento y sensibilidad especiales, no hay otra manera de consumirlo que en vivo.
En cuanto sale al escenario entre los aplausos y silbidos que vienen de la pista y de la grada, no puede disimular sus nervios, así que como buen capitán del equipo que íbamos a hacer el público y él, nos pide hacer un canto del om conjunto para estar en harmonía. Como tantas de las cosas que hace es un poco de broma, pero en realidad no. 
Aunque siempre con un velo de ironía, el cariño con el que Teo comparte con su público lo que hace es palpable en todos los detalles del show. Incluso para los fans que no tenían con quién ir al bolo creó y difundió un grupo de WhatsApp, cariñosamente llamado ‘Los apestados’. Arranca con el “uno, dos, tres, microphone check” de Check. No se ha esforzado en disimular que su discografía está hecha para ser cantada en un escenario. No es común contar con instrumentales en vivo en un concierto de hip-hop, techno house, boom bap o cualquiera de los géneros que pueden categorizar su sonido, y esto añade un valor inédito a la actuación. 
El espíritu de la improvisación y la naturalidad que inundan sus canciones también inundan la sala, y al sonar el “deja de comer turrón” de Socorro me aburro, habría jurado que acababan de electrizar por inducción toda la pista. También habría jurado que se caían las paredes con la ovación del público en cuanto salió Tristán! al escenario para cantar junto a Lucadamo su single Doritos, un fan favorite. La audiencia y Teo estuvieron en sintonía durante toda la actuación, botando de un lado para otro con Ritmo y meciéndose a la melodía de Luisa. Entre el público y Teo queda de la misma forma, el tema que decidió compartir por primera vez en vivo. Sentiría que rompo un pacto si digo más.
Algo que caracteriza a Lucadamo es su juego, no solo de palabras, que también, sino el traveseo de su música. Después del bolo no queda ninguna duda de que si nosotros nos lo hemos pasado en grande, Teo se lo ha pasado como un enano.
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