Adrián Rodríguez Correa, conocido como Rodricc, es uno de esos artistas que se resisten a ser definidos en una sola palabra. Actor, cantante y “cyberpoeta”, su universo creativo transita entre lo íntimo y lo experimental, lo urbano y lo digital, con una mirada siempre atravesada por la emoción y la estética.
Nacido en Catalunya, Rodricc inició su camino tras las cámaras estudiando audiovisuales, fascinado por la capacidad de la luz y el color para transmitir sensaciones. El azar lo llevó pronto a ponerse delante del objetivo, y desde entonces ha cultivado una carrera actoral marcada por la sensibilidad y el riesgo.
En la música ha dejado huella con proyectos como Ultra nostalgia, Suave melancólico y Cyber sigilismo, pero es en la interpretación donde hoy pisa más fuerte. Tras breves apariciones y experiencia en procesos de casting, ha dado un salto internacional con su papel en la nueva temporada de Daryl Dixon, spin-off de The Walking Dead, donde encarna a un villano complejo y magnético que le ha permitido explorar registros extremos. Definido como un artista enigmático, Rodricc combina introspección, versatilidad e inconformismo creativo. En cada papel busca no solo actuar, sino vivir otras vidas.
¿Recuerdas el momento exacto en el que decidiste que querías ser actor?
En realidad no. Empecé detrás de las cámaras estudiando audiovisuales. Siempre he sido muy fan del cine y la fotografía, y me fascinaba transmitir con las luces y el color todas las emociones que sentía. Pero en la carrera y en distintas oportunidades de la vida empezaron a pedirme que me pusiera delante de la cámara, y al final fue el azar lo que me llevó allí. Y lo disfruto más que nunca, aunque no descarto en un futuro hacer cosas detrás de cámara, como dirigir mi propia película.
Has sido descrito como “cyberpoeta” y artista multidisciplinar, ¿cómo se conecta esa faceta tuya con la interpretación?
Creo que una persona sensible y artística es incapaz de expresarse de una sola forma. Siento tantas cosas y de tantas maneras que me resulta imposible ceñirme únicamente a un medio. No suelo mostrarlo mucho, pero me encanta pintar, por ejemplo. Me apasiona escribir, cantar, tocar instrumentos, actuar y, en general, jugar con la vida.
¿Qué te atrajo del proyecto Daryl Dixon y cómo fue meterte en la piel de un villano con tantas capas?
Me atrajo mucho porque fue mi primer gran proyecto, y además internacional. Siempre soñé con llegar a algo así, pero nunca pensé que lo lograría con solo veinticinco años; creía que sucedería mucho más tarde. Además, es una de las series favoritas de mi padre. Tenemos libros de The Walking Dead en casa que yo mismo le regalé cuando era pequeño, así que, mirando atrás, siento que todo esto lo fui proyectando desde hace tiempo. Tenía que estar aquí en este momento.
Meterme en la piel de un villano ha sido la mejor experiencia que he tenido como actor. Me encantan los personajes suaves, pero si son explosivos y totalmente diferentes a mí, mucho mejor. Es como un juego, una máscara o un disfraz. Además, tuve escenas de acción y lucha con Norman que pude preparar con especialistas, algo que llevaba tiempo queriendo probar.
Meterme en la piel de un villano ha sido la mejor experiencia que he tenido como actor. Me encantan los personajes suaves, pero si son explosivos y totalmente diferentes a mí, mucho mejor. Es como un juego, una máscara o un disfraz. Además, tuve escenas de acción y lucha con Norman que pude preparar con especialistas, algo que llevaba tiempo queriendo probar.
A la hora de preparar un personaje, ¿eres más de método, de intuición o de un equilibrio entre ambos?
He estudiado muchos métodos y he hecho varios cursos, pero al final aplico el mío propio. Nunca he sido de seguir religiones, sino de crear mi propia filosofía; con la interpretación me ocurre lo mismo. Utilizo un poco de todo lo que he aprendido, pero me dejo llevar por lo que siento, lo que fluye y lo que me apetece dentro del guion.
¿Cuál dirías que ha sido hasta ahora tu papel más desafiante, y por qué?
Diría que este. Por la magnitud de la producción, el equipo tan profesional, el despliegue de cámaras, los extras en las escenas y los lugares preciosos en los que rodamos, como Sevilla. Lo mejor fue que me dieron muchísima libertad para crear e improvisar. Recuerdo hablar con el director y proponerle acciones más extravagantes para darle un punto raro al personaje, y a él le encantaba. Eso te hace sentir que realmente vales como actor.
En Algún día o en Viaje de fin de curso: Mallorca vimos registros distintos tuyos, ¿cómo eliges los proyectos en los que te involucras?
En Algún día no fui actor, sino director de casting, otra de mis facetas detrás de las cámaras. Es un mundo distinto pero que también me llena mucho. He hecho varios cursos de casting en la ESCAC y no descarto en un futuro dedicarme también a eso. En Viaje de fin de curso hice una pequeña aparición. Recuerdo que me presenté para ser uno de los ‘bullies’ del grupo, pero al final terminé interpretando otro personaje. Lo guardo con cariño porque, aunque fue breve, fue uno de mis primeros rodajes españoles.
¿Te interesa más explorar personajes complejos y oscuros, o prefieres historias que se acerquen a tu sensibilidad personal?
Lo ideal sería interpretar un personaje oscuro con una trama interna compleja, sensible y emocional, que despierte empatía en el espectador. Creo que ahí está el verdadero arte.
El cine y las series atraviesan un momento de transformación constante. ¿Cómo percibes el estado actual de la industria audiovisual en España?
Creo que se produce mucho contenido, pero no siempre de calidad. Yo soy más de poco, pero bueno, como un catador de cine. Lo positivo es que tenemos la libertad de elegir qué ver, y yo disfruto con mis películas indie y mis listas en Letterboxd.
¿Qué opinas del creciente peso de las plataformas de streaming en la proyección internacional de actores jóvenes como tú?
Siento que muchas producciones pierden valor porque desaparecen enseguida, casi sin dejar huella. Pero también es verdad que gracias a esta velocidad, muchos jóvenes tenemos más oportunidades para dedicarnos a esto que antes. Así que, a pesar de todo, estoy agradecido.
¿Con qué director o directora sueñas trabajar algún día?
Es difícil elegir. Soy muy fan del cine de Gaspar Noé porque es estético y rompedor, aunque ahora está en su propia órbita. Creo que me quedaría con Yorgos Lanthimos porque me parece muy sensible y un rarito como yo.
“Una persona sensible y artística es incapaz de expresarse de una sola forma. Siento tantas cosas y de tantas maneras que me resulta imposible ceñirme únicamente a un medio.”
¿Tienes alguna referencia cinematográfica que te haya marcado, ya sea una película, un actor o un estilo narrativo?
Me marcó mucho el libro Greenlights, de Matthew McConaughey. No solo me gusta como actor (su papel en True Detective es sublime), sino que en ese libro te muestra cómo ser actor siendo persona. Explica vivencias y experiencias que aportan consejos muy valiosos para vivir y alcanzar objetivos. Es casi un libro de filosofía para actores, lo recomiendo muchísimo.
¿Cómo influye tu faceta musical y poética en tu manera de construir un personaje frente a la cámara?
La mayoría de castings que me llegan son para papeles de cantante, guitarrista o músico, y me encanta. Además, me sirve para mezclar ambas facetas. Cuando hago un videoclip no solo poso, actúo para la cámara. Mi objetivo sería hacer música y rodar videoclips que funcionen como pequeñas historias en formato de corto alternativo, donde pudiera interpretar personajes distintos. Musicalmente soy Rodricc, pero tengo alter egos como el demonio Blue Lacey, y me encantaría seguir sumando más personajes.
El villano suele ser el rol más atractivo para el espectador. ¿Qué has descubierto sobre ti mismo interpretando ese tipo de personajes?
Que no solo es atractivo para el espectador, también para mí como actor (risas).
¿Qué importancia das a la vulnerabilidad en la actuación?
Aquí voy un poco a contracorriente de lo que opinan muchos actores y actrices. Creo que es importante dejarte tocar y ser vulnerable, pero solo si sientes que estás seguro ese día. Mucha gente que he conocido arrastra problemas no resueltos y luego los saca en escena, hundiéndose o llevándoselos a casa. Abrir un cajón equivocado en un mal momento puede ser una bomba. Por eso, en esas situaciones hay que saber no ser vulnerable y recurrir a las técnicas de actuación: escuchar, reaccionar al otro y crear emociones sin implicarte personalmente.
¿Cómo manejas el equilibrio entre tu carrera como actor y tu faceta musical/artística? ¿Se retroalimentan o compiten?
Por desgracia, compiten. Voy por rachas: hace unos años me centraba más en la música, y ahora en la interpretación. No puedo elegir porque son mis ‘hijos’. Lo ideal sería que ambas me fueran bien, porque eso me haría realmente feliz.
“Nunca he sido de seguir religiones, sino de crear mi propia filosofía; con la interpretación me ocurre lo mismo. Utilizo un poco de todo lo que he aprendido, pero me dejo llevar por lo que siento.”
¿Qué piensas sobre la presión que existe en la industria respecto a la imagen y las redes sociales?
Es algo en lo que he trabajado mucho y de lo que era consciente incluso antes de ser más reconocido. Por eso creo que la salud mental es fundamental en este mundo. También es importante lo que yo llamo escucha selectiva: escuchar a la gente pero quedarte solo con lo que pueda ayudarte, no con lo que te destroce.
¿Crees que el cine tiene una responsabilidad social o debe limitarse al entretenimiento?
Creo que puede ser ambas cosas. El cine puede ser puro entretenimiento, pero si ese entretenimiento ayuda a alguien en un mal momento, ya está cumpliendo una función social, aunque sea indirecta. El cine, como muchas cosas en la vida, es un arma de doble filo.
¿Cuál ha sido la experiencia en rodaje que más te ha transformado como intérprete?
Cada experiencia me ha transformado, tanto como actor como persona. Igual que todos los cursos y estudios que he hecho. Te nutres de las miradas y conexiones con la gente, de su profesionalidad y sus técnicas, de sus formas de reaccionar, incluso de sus errores. Por eso me parece un trabajo tan bonito.
Si tuvieras que definir en una frase lo que buscas en tu carrera actoral, ¿cuál sería?
Vivir una gran vida interpretando otras vidas.
¿Qué le dirías al Adrián adolescente que soñaba con dedicarse al cine?
Que todo lo que está pasando ahora parece un sueño, pero que se lo merece. Porque le dedicó tanto esfuerzo que lo imposible habría sido que no ocurriera.

