La semana pasada tuvimos el placer de asistir en primicia a la listening party del nuevo disco de Rizha, God Loves Latinas. Un proyecto que, desde el primer momento, nos quedó claro que supondría un statement en su discografía. En la Sala Clamores, la argentina transformó un concierto en una auténtica experiencia espiritual y sensual, mágica y directa que conecta la celebración del cuerpo como una declaración de fe.
Desde el primer momento, el ambiente se cargó de energía. La cantante inició el show purificando el espacio con palo santo, como si preparara a la audiencia para un ritual. Y funcionó. Con las primeras percusiones, su voz fina, aguda y segura se impuso sobre el ritmo pausado de los temas iniciales, ritmos que durante todo el disco se combinan entre el reggaetón y la electrónica, muy en su línea, atrapando a un público que en segundos pasaba de espectador a devoto.
El punto de inflexión llegó con MILF, uno de los adelantos del disco y un tema infeccioso que nos tuvo bailando sin parar. A partir de este momento, Rizha tomó el control absoluto de la sala: alternó inéditos como Motores con cortes ya conocidos como Akari, moviéndose entre el urbano, el RKT y la electrónica con la soltura de quien domina su propio universo. Y que además es consciente de ello. En un momento, incluso abrió un círculo frente al escenario para un pogo improvisado, rompiendo cualquier barrera entre artista y público.
A mitad del concierto, el calor era literal. Rizha, entregada, lanzó rosarios y tangas al público: símbolos tan opuestos como coherentes dentro del imaginario de God Loves Latinas. ‘Dios, sensualidad y actitud’ parecía ser su mantra. Detrás, los visuales proyectaban el título del disco con intensidad, todo acompañando la silueta luminosa de la artista y la figura de su DJ como si se tratase de un altar.
Ahora que God Loves Latinas ya está disponible, solo queda una cosa clara: este no fue un concierto para mirar el reloj. Esta nueva era de Rizha empieza con fuerza, ready para remontar nuestro ánimo, y, por qué no, traernos de vuelta nuestra fe.

