“Pamela Anderson, te quiero mucho”. Así comienza entonando Rigoberta Bandini su nuevo single con nombre de icono. Uno que levantó pasiones y fervores en los 90 para posteriormente morir con discreción, no sin antes pasar por el duro desfiladero del juicio público y la presión mediática. Ahora, esa tentación rubia que fuera y sigue siendo Pamela Anderson, resurge de entre las cenizas como un ave fénix salido del mar, y lo hace en cuerpo y alma de la mano de la artista catalana y del que ya es el segundo single de su nuevo disco, Jesucrista Superstar.
“Hace falta tener sensibilidad para apreciar ciertos chispazos del vivir”, decía la nota de prensa de este nuevo single. Pero más que sensibilidad, hace falta coraje. Ante la figura de una eterna musa del cine y la televisión de los 90 como Pamela Anderson es complicado no mostrar atisbo de sensibilidad. Pero para cantarle al despegar de su carrera, a su brutal y efervescente fama, para lo bueno y para lo malo, hace falta algo más. Coraje y arrojo, sobre todo, y empatía y ternura, especialmente.
Y esto último, queridxs amantes de la buena música y el buen hacer, es algo que a Paula Ribó se le da de lujo. Un homenaje (visual y sonoro) a la nueva Diosa renacida de entre los muertos de lo rosa y amarillista. Esto es, llanamente, lo que Bandini ha conseguido, retratando con sencillez y decencia la figura de Pamela a través de un storytelling con reminiscencias de los 90, de lo glam y, sí, también del cine de ahora.
Porque puede que su documental fuera el detonante de esta merecida redención, o tal vez lo haya sido su vuelta a los focos con motivo de The Last Showgirl, el último trabajo en la gran pantalla de la actriz dirigido por Gia Coppola. En cualquier caso, Rigoberta Bandini lo ha tomado todo, lo ha digerido y se ha encarnado en la mismísima Pamela Anderson para dar forma a lo que hoy escuchamos, bailamos y no podemos dejar de cantar. En pocas palabras, justicia poética (y social). ¡Qué vivan todas las Pamelas!