Auténticas, intensas, gamberras: ellas son Pipiolas (o Paula y Adriana), el dúo de amigas que le cantan a los traumas con un pop de lo más divertido. Su música es un revoltijo creativo que coge de todo, desde lo dramático hasta lo estético, creando un combo que te llega al alma y a la vez te hace mover el esqueleto. Presentan No hay un Dios, su primer álbum, un rollo musical propio que pega fuerte, maduro pero fresco al mismo tiempo. Con catorce canciones (y la producción de Vau Boy) dejan claro que su propuesta trasciende lo convencional. Hablamos con las reinas de la movida pop del momento, que se presentan como artistas marcadas por esa energía que no se agota.
Antes de entrar en materia, ¿podríais presentaros a nuestros lectores? Veo que es vuestra primera entrevista en ACERO.
Sí, es nuestra primera vez en ACERO y nos hace tremenda ilusión. Somos un dúo madrileño-canario que, tras respectivos duelos, decidieron juntarse para monetizar el trauma haciendo música, y el resto es historia.
Os conocisteis en la RESAD, donde ambas estudiasteis interpretación. ¿En qué momento y de qué manera Pipiolas pasó de ser una idea a una realidad?
Fue un proceso muy rápido porque el orden lógico de formar el grupo en nuestro caso fue a la inversa, primero nació Narciso (primera canción) y después decidimos crear Pipiolas.
Me encanta el concepto de Pipiolas como ‘petardas’, forma parte de la esencia del grupo. ¿Cómo han cambiado la Paula y la Adriana del comienzo del proyecto a dónde os encontráis ahora?
Nos hemos visto forzadas muy rápidamente a estar a la altura del propio concepto del proyecto. Teníamos en mente construirlo poco a poco, pero con lo rápido que ha crecido –y que no nos esperábamos– hemos tenido que madurar o despegarnos un poco de la idea de petardas. Aún así, siempre manteniendo y defendiendo que lo somos (risas).
Primero, felicitaros porque me ha encantado el álbum. Para los que aún no lo han escuchado, ¿cómo lo presentaríais?
Pues con todos ustedes: nuestro primer disco. Y, en verdad, nada más puesto que lo que buscamos es la muerte del autor. Nos parece pretencioso ser nosotras quienes lo definamos. Una vez parimos, soltamos, y lo increíble es ver cómo el público lo hace suyo, que es quien le dará su definición.
¿Por qué habéis elegido No hay un Dios como título?
El álbum andaba desamparado, sin nombre, hasta que un día disertando con nuestra amiga Albanta sobre el amor romántico y sus constructos de mierda, ella entonó esta maravillosa frase que resume a la perfección el viaje que hace el disco. Lo empezamos haciendo preguntas sobre lo que buscamos y lo terminamos soltando esa búsqueda ansiosa que no nos llevaba a ningún sitio a salvo.
Encontramos diferentes géneros musicales como punk, electrónica, pop, synth-pop, eurodisco, R&B, house, etc. Contrastes que quedan de lujo. Es vuestro primer álbum, ¿cómo veis la evolución de vuestra identidad musical a medida que exploráis nuevos géneros?
Lo vemos justo al revés, que a medida que exploramos nuevos géneros va conformándose nuestra identidad musical. Realmente somos nuevas en esto, lo que nos permite estar en la fase de búsqueda en general. Por otro lado somos hijas directas del pop, lo que es una suerte porque es un género tan generoso que tiene mil apellidos entre los cuales siempre vas a encontrar un hueco para ti. Más allá de esto, somos tan pipiolas que hablar de evolución aún es muy pronto.
Me ha sorprendido mucho el preludio, donde habláis de vuestro animal favorito, color y forma del agua que os representa. ¿Es una forma de presentaros al mundo o hay alguna intención oculta detrás?
Es una forma de presentar el disco y, claro, hemos buscado la forma de hacerlo desde nosotras, que es siendo divertidas. Es un juego muy nuestro que siempre le hacemos a la gente que queremos conocer más profundamente. Aunque parezca una bobería acaba diciendo mucho de uno mismo en el aspecto romántico.
Vuestra biografía de Instagram define muy bien vuestra identidad, todo esto de monetizar el trauma. Somos la generación del meme, sabemos extraer algo gracioso de todo lo (malo) que nos pasa. Aunque las letras del disco sean dramáticas y emocionales, la fiesta, el descaro y la alegría predominan. ¿De qué manera este contraste es parte de la intención del disco o, directamente, vuestro sello personal?
Es que somos así. Como bien dices, pertenecemos a la generación del meme y nuestro mecanismo de supervivencia bebe de este contraste trauma + humor. Y es guay que esto se vea reflejado también en algo tan serio como lo es el trabajo, hay que ser muy serio para hacer comedia.
Hablemos de inspiración. En varias ocasiones habéis mencionado que es difícil escribir cuando estás contento. De cuando el álbum solo era una idea a la actualidad ha pasado bastante tiempo, y vuestra vida está en constante cambio. Actualmente, ¿os sentís representadas con las letras de las canciones?
Obviamente nos sentimos representadas porque son nuestras y no ha pasado el tiempo suficiente como para vernos con tanta distancia. Hablan de nosotras y dicen de nosotras. Sí es cierto que, como desde que se componen hasta que salen suele pasar mucho tiempo, ocurren muchas cosas y entre ellas la sanación de lo que te llevó a necesitar componer algo. Y es bueno porque sería agotador interpretarlas siempre conectadas a un dolor concreto.
¿Y qué canción de todas las que habéis hecho creéis que os define mejor?
Por desgracia diríamos que No soy un XoXo. Porque mejor o peor, bien o mal, al ser mujeres nunca desconectas de la necesidad de tener que defender que no eres un trozo de carne.
También somos una generación muy concienciada con la realidad social que vivimos y tenemos muy claro qué es lo que está fallando y qué es lo que tiene que cambiar. En varias entrevistas ya habéis mencionado que en el arte es imposible separarse de la política. No soy un XoXo deja muy clara vuestra posición. Al ser un dúo femenino, ¿os sentís, en cierta manera, comprometidas a ser un altavoz de lucha?
Igual que un político es responsable de sus actos y sus palabras, en el arte es igual. Somos responsables de nuestras palabras, que en este caso son canciones. Para nosotras no hay una intención activa detrás de cada letra o cada post de Instagram, sino que es algo que surge de manera orgánica porque al ser mujeres creemos que no existe otra forma de ser que no sea ser feminista. A veces se acaba haciendo política pero no buscándolo, sino porque el mero hecho de ser mujer ya es un acto político en sí.
Vuestras amigas Las Ginebras son una fuente de inspiración para vuestra música, como habéis dicho en varias ocasiones. ¿Cómo ha sido colaborar con ellas en Todas las horas? ¿Qué aprendizajes habéis extraído?
Más que en nuestra música, son una inspiración a términos generales, en nuestra vida y en la industria también. Hemos sido muy afortunadas de que alguien como ellas nos ‘amadrinaran’ desde el minuto uno porque nos hemos sentido respaldadas y nos han dado la confianza para crear libremente sin dejarnos influenciar por gente que no vela para que te vaya bien. Colaborar con ellas ha sido corroborar que si ya éramos amigas, ahora más. Ha sido un viaje precioso. Recomendamos muchísimo hacer cosas con amigas.
¿Con qué intención habéis añadido al disco una versión de la canción Albanta, de Luis Eduardo Aute? ¿Qué representa para vosotras?
Hacerle un regalo a nuestra amiga Albanta, quien ha sido y es parte indispensable de este proyecto. No podía faltar en nuestro primer disco. Y Aute no lo sabía, pero en su canción la describe a ella.
El mes pasado estrenasteis Crying mañana, un cortometraje en el que también presentasteis las canciones Pogo en casa y No soy un XoXo. ¿Es este metraje autobiográfico o simplemente una narrativa ficticia para acompañar las canciones? ¿Qué nos podéis decir de él?
Es una narrativa totalmente de ficción que hemos hecho realmente para aportar un poco más de nuestra faceta de actrices en Pipiolas. Defendemos mucho el séptimo arte y era una buena oportunidad de hacer algo diferente que no fueran solo dos videoclips más. Para nosotras, la parte audiovisual no es un mero trámite sino una herramienta más para completar nuestro proyecto. Y, como tenemos la suerte de que nuestro sello nos dice que sí a todo, pues creamos este cortometraje. Fue un proceso muy divertido en el que disfrutamos mucho y aprendimos muchas cosas. Entre ellas, no trabajar con hombres. O al menos, trabajar mucho más con mujeres.
Habéis sacado seis videoclips de las catorce canciones del disco. ¿En qué os habéis basado para elegir las canciones?
Pues que fueron las primeras en componerse, sin más. Si por nosotras fuera habríamos hecho vídeo de todas.
Cuidáis mucho también la estética, y cada videoclip es muy diferente del otro. ¿De dónde viene la inspiración? Por ejemplo, San Peter es muy rockstar, mientras que Todas las horas es muy costumbrista. ¿Con qué os sentís más cómodas?
Dejamos que la canción pida por sí sola la estética que necesita y vemos cada vídeo como una oportunidad de trabajar con gente con la que nos ha apetecido. Dejamos mucha libertad a lxs directorxs para que lleven el vídeo por donde consideren. Nos sentimos cómodas con cualquiera de las opciones porque siempre ha sido un mano a mano a la hora de crear tanto la estética como la historia.
Y para finalizar, ¿si os dieran la oportunidad de colaborar con alguien, vivo o muerto, quién sería?
Con Rigoberta Bandini.