En su anterior proyecto, Orovega le hablaba al amor y a la muerte. En Negocios, su nuevo EP, a las transacciones. No es que Claudia sea materialista, es que puede ser de muchos tipos. El mercadillo es ahora el escenario en el que vuelca todo su eclecticismo, en un EP que suena más urbano que su debut, pero con la misma esencia. La cuestión es no parar de cambiar.
“Encontrarlo sería mi peor pesadilla”. Esto es lo que te diría Claudia Vega, el álter ego de Orovega (Orito para los amigos), sobre su preocupación por buscar un sonido característico. Tras un cambio vital, la productora y compositora de origen sefardí ahora se toma su búsqueda particular con mucha más calma. Hablamos con ella sobre etiquetas, libertad, bloqueos y Calle 13.
Ya te entrevisté una vez. Hoy se cierra ciclo.
Pero hace muchísimo, ¿no? Como dos años. Qué fuerte, porque no sabía que me ibas a hacer tú la entrevista.
¿Qué tal han estados estos dos años?
Muy emocionantes. Dos años dan para mucho. Han pasado tantas cosas a todos los niveles, que eso luego se va reflejando en lo creativo y en lo profesional.
¿Cuál crees que ha sido el cambio más importante?
Mira, tuve una experiencia hace un año aproximadamente que fue un gran salto personal. Era una especie de retiro espiritual en la sierra de Madrid y me quitó muchos pesos de encima, fue una gran experiencia de sanación. Yo creo que desde entonces han ido desarrollándose las cosas con mucha más liviandad y mucho más orgánicamente. El cambio más grande ha sido el día a día, ir centrándome cada vez más en mi proyecto, ir adquiriendo rutinas saludables de creación e ir conociéndome cada día más.
¿Dejas que salga la creatividad?
Sí, más que antes. Antes era la peor jefa del planeta conmigo misma, pero ahora estoy intentando soltar un poquito. A veces sale primero la letra, a veces la sucesión de acordes, y hay otras que te metes y sale una canción entera. Por ejemplo, Sababa me salió entera en dos horas. Luego hay otras que se atrancan y puedo estarme meses con ellas.
¿Al-Blanco y tú habéis hecho de coproductores otra vez?
En este EP me he metido más en la producción que en el disco anterior porque he compuesto desde ella. Hacía un beat y componía a partir de eso. Él siempre está ahí y su visión es fundamental en cualquier canción que empiezo y termino. Además, ha hecho toda la mezcla y el máster del disco.
¿Y cómo has dado forma al EP?
Negocios fue la primera; iba a entrar en Cantes de amor y muerte pero se salía a nivel de temática y me estaba abriendo un camino nuevo. Decidí no meterla en ese disco y se me empezó a abrir un poco todo este imaginario del mercado, el negocio, las transacciones, etc. Ese fue el punto de partida. Empecé a buscar conceptos que estuviesen relacionados.
Compro oro creo que fue la segunda que me salió así de concepto. Luego quería, evidentemente, que hubiese un pregón, que me gustan mucho los pregones flamencos. Quería ampliar el concepto un poco más y que en ese mercado no solo hubiese transacciones e intercambios comerciales, sino que también hubiese relaciones personales. Ahí entran Tikitá y Sababa, que tienen una temática más amorosa y humana.
Al leer la nota de prensa, pensé que el concepto del mercado era algo bastante raro para un disco.
Para mí es muy familiar. Desde pequeña, el mercado está muy presente en mi vida porque con mi madre, mi abuela y mis tías siempre he ido a muchísimos mercadillos. Es una cosa muy vinculada a mi cultura familiar.
¿Qué papel juega tu familia en tu música?
Los dos lados me influyen. Siempre he hurgado más en las raíces maternas, en todo este mestizaje que siempre se acaba viendo reflejado en mi música. De pequeña, lo musical venía más del lado de mi padre, porque con él es con quien descubrí la música en general. Imagínate, he ido a conciertos, he conocido artistas muy importantes desde que soy pequeña…
¿Qué te ponía tu padre?
Fito Páez, Andrés Calamaro, Nacho Campillo, Tam Tam Go, Neil Young, Carole King, James Taylor, Luz Casal, George Michael…
Nada que ver con lo que haces.
Bueno, la música es una cosa muy amplia, ¿no? Haber tenido este acercamiento tan abierto hacia tanta música, de pequeña, ha hecho que otros géneros musicales hayan entrado en mi vida con mucha naturalidad. Nunca he podido categorizar la música porque siempre la he visto como un todo.
La gente sí suele categorizar tu música. La palabra ‘flamenco’ siempre está ahí. ¿Tú cómo describirías tu música?
Una búsqueda. Es que es como definirte como persona; tener que encasillar la música en algo me parece una cosa muy dura. Espero siempre ir buscando e investigando, probando cosas nuevas y siempre desde el respeto y el cariño de conocer ese género. Realmente, encontrar mi sonido sería mi peor pesadilla. Es un camino constante. El día que encuentre algo, cambiaré de dirección para encontrar algo nuevo.
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En cuanto al aspecto más comercial de este EP, ¿dirías que te preocupa la popularidad?
Me debería preocupar más. Quiero mantenerme muy libre porque creo que va en mi esencia desde siempre, el tener pocas ataduras, y muchas veces creo que la popularidad es una atadura por la que tienes que pasar para llegar a un cierto sitio en el que pasan cosas bonitas. Es un compromiso que yo estoy dispuesta a hacer para llegar a ese sitio, pero no es para nada un objetivo en sí mismo. En mi caso, en absoluto. Todo lo demás es un camino de rosas. Y eso, las espinas.
Orovega es tu álter ego, pero luego está Claudia Vega. 
Claudia sería un poco la rata de biblioteca, que está siempre buscando, estudiando, bicheando, y es la disciplina. Orovega es la que se lo pasa bien. Luego pues me meto en el estudio, en el escenario, y exploro otro aspecto de mí, que en realidad es bien distinto a mi realidad cotidiana.
¿Notas la transformación?
Cien por cien. O sea, mi día a día es muchísimo más introspectivo, mucho más para mí, mucho más disciplinado. Orovega es la otra cara de la moneda, la que comparte con el público, la que vive la música desde el aspecto más de celebración.
¿Cómo es el nuevo sonido en el que estás trabajando?
Estoy en ello, pero es mucho más orgánico. Este tenía un componente urbano importante y es uno de los pilares fundamentales del proyecto. Lo próximo a lo mejor se acerca más al pop, a lo orgánico, metiendo músicas que a lo mejor hasta ahora tampoco habían entrado conmigo al estudio. Dentro de no mucho voy a empezar a sacar cosas por esta línea.
Nunca te he visto en directo. ¿Cómo es?
Es lo que más me gusta. Mantiene este lado bastante ecléctico porque hay momentos secuenciados, momentos más arriba de energía, y luego los hay más íntimos y acústicos. De hecho, la parte acústica está bastante presente en el directo y no tanto en lo que yo tengo grabado de estudio. Ver que eso conecta mucho con el público me ha hecho querer explorar algo más orgánico.
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¿Cómo ha sido tu relación con el directo? ¿Lo has disfrutado siempre igual?
He tenido épocas en las que no lo he disfrutado para nada. En las que he estado más bloqueada con la música o con la voz. No me encontraba. Entonces, cuando en ese momento surgía un directo, me agobiaba. Eso siempre lo he explicado en el escenario, pero ahora cada vez lo disfruto más.
¿De qué venía ese bloqueo con la música y tu voz?
El de la voz venía de que yo estuve toda mi infancia interpretando de una manera muy concreta, como copiando a ciertos artistas, porque al final se aprende mucho así. Tuve una época en la que solo escuchaba Bob Dylan y se me quedó una colocación totalmente errónea para la naturaleza de mi voz. Incluso unas tonalidades que no eran para nada liberadoras a nivel vocal.
Entonces, cuando me fui a estudiar cante flamenco a Sevilla, fue como un golpe de realidad. De repente descubrí una voz que no conocía, pero el camino para poder utilizar esa voz era largo y tedioso. Y decidí recorrer ese camino. Si escuchas mis grabaciones antiguas… Es que no soy capaz de reproducir esa voz. Siempre que tengo una época de bloqueo viene acompañada de un crecimiento grande.
¿Cómo consigues salir de esos bloqueos?
Trabajando. ¿ Que tengo un bloqueo con esto? Pues venga. ¿Esto es lo que me da miedo, lo que no consigo afrontar? Pues voy a hacerlo con más tesón. Antes lo hacía con mucha insistencia y con el látigo ahí, pero con el tiempo vas suavizando y el proceso va siendo cada vez más natural.
Residente tiene una frase con Calle 13 que me encanta, que siempre la pienso mucho y dice así: “Si quieres cambio verdadero, pues camina distinto”. Es en La vuelta al mundo. Realmente tienes que hacer cambios que sean sustanciales para poder modificar ese aspecto de tu vida. Si sigo creando de la misma manera siempre, pues siempre voy a estar en la misma posición. Se ha cerrado esta etapa y empieza una nueva: ¿qué voy a cambiar? ¿Qué voy a abandonar de lo antiguo para que puedan entrar cosas nuevas?
¿Qué has dejado atrás esta vez?
He dejado atrás esa jefa tan estricta de la que hablábamos antes, el ordenador, y, a nivel más abstracto, el aspecto estético, visual y sonoro que acompañaba a este EP. Se queda en el EP.
Es decirle a tu público: esto ya ha pasado, ahora algo totalmente nuevo.
Puede estar bien o puede ser un caos total y que nunca consigas crear un público. Mi abuela me dijo una cosa muy graciosa una vez: ¿cuántas canciones tiene tu nuevo disco? Yo le dije que tenía once y me dijo, jo, qué pena, a mí solo me gustan las canciones antiguas que ya conozco. A la gente le gusta poder prever lo que viene. Por eso intento buscar una especie de transición que sea natural para mí y para la persona que lo esté escuchando.
¿Un artista puede adiestrar a su público?
Claro, hay artistas que son grandes domadores de público, que son tan libres que al final consiguen crear ese universo en el que todo lo que toquen pasa a ser suyo y se acepta con naturalidad. Para eso debes tener una identidad muy clara y un sello muy fuerte.
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