Después de trabajos como Calambre y Grasa, Nathy Peluso puede decirlo tranquila (y muy orgullosa): su nombre tiene el peso de una Mafiosa en la industria. Con casi diez años de carrera a su espalda, cinco Latin Grammys, haber pisado escenarios como Coachella, La Sandunguera y otro sinfín de hitos, solo se podía esperar en su carrera el movimiento de quien respeta y venera genuinamente un género musical. Y de quien, por supuesto, el corashe es su bandera. Grabado en Puerto Rico, la argentina presenta Malportada, trabajo que ha ocupado su mente desde comienzos de su carrera.
Uno, además, muy esperado por sus fans, quienes han ido creciendo junto a ese sueño y saboreándolo con timidez en los temas que lo presagiaban como Puro veneno. Ni es novata, ni está experimentando; Nathy Peluso está creando su propia salsa con la madurez y la pasión en su punto. Cooking mama. En un género históricamente dominado por ellos, Nathy se marca un semipleno (que se siente como un pleno). Seis temas que conduce sola, abriendo un único espacio para el vocalista de Rawayana, grupo venezolano, en el tema homónimo.
El arranque es toda una declaración de intenciones: su cara contemporánea fusionada con el flow rapeado de Calle 13 “Escandalosa, irreverente / 24 quilates en los dientes” y las referencias a Pedro Navaja. No falta el ingrediente esencial de esta receta. Una buena historia, la performance. Y qué dominio. Peluso fluctúa entre diferentes estados de ánimo: el romanticismo, la sensualidad, la Mafiosa. Una mezcla de todas sus tendencias. Por sacarle un pero, se escurre la oportunidad de llevar ese talento escénico a un videoclip con narrativa. Aunque a la fuerza del sonido, los visuales añaden saturación, dirigidos por JP Bonino y producidos por The Rats Company, “escenarios paralelos donde se cumplen nuestras fantasías”, apunta la artista en su cuenta de Instagram.
Mantiene la línea en Insensata, con una outro experimental y deformada que se cuela después de una sólida instrumental. Toque personal que vuelve a traer en Ángel. Entre las referencias a Willie Colón, otras a Héctor Lavoe en Que lluevan flores (“La calle es una jungla de cemento”), devuelve otras hacia ella misma. Como si de una precuela se tratase, No es otra canción romántica anticipa la trágica historia de La presa, el único tema de salsa en Grasa. “Aquí les dejo esta moraleja”.
Nathy cumple con los pasos de la receta para una salsa tradicional. El melodrama plasmado en la fuerza instrumental, la crudeza en la narrativa y una performance con pasión rebosante en elementos como una voz en plena forma o la interacción con el coro, ese diálogo como clímax del ritmo. Esta tía podría poner a bailar al más sieso de una fiesta solo con dos notas. Porque el sentimiento está en carne viva, el deseo de, por fin, lanzar un proyecto como este.
También de honrar a los cantantes que han marcado la que es ahora su personalidad artística; en especial mujeres como Celia Cruz y Gloria Estefan (con quien por cierto lanzó un tema hace unas semanas). Encarnando a Pedro Navaja (“Usa un sombrero de ala ancha de medio lao / Y un diente de oro que, cuando ríe, se ve brillando”) demuestra que, sí, es una malportada. Deshace y hace las reglas a su manera, como mujer en la industria, sacando a relucir una vez más su versatilidad y su conocimiento en los ritmos afrocaribeños.
La salsa sigue escalando puestos hacia las puertas del mainstream con nuevas propuestas de artistas urbanos latinos, esta vez de la mano de una mujer. El corashe encima de la mesa. ¡Cucucucú!
Track favorito - A caballo.