Si nos sigues por aquí ya debes saber que Mushka es una de las covers de nuestro Vol. 6, y quien la haya visto en directo alguna vez, en el concierto de la Mercè del año pasado sin ir más lejos, sabe perfectamente porqué. Lo mismo que todos los que nos reunimos este pasado viernes en la sala Apolo para ver el segundo concierto que supone el arranque de su gira y la presentación de su nuevo EP, SexySensible. Mushka es una de las artistas con más proyección en estos momentos. Punto.
Que la sala se llenaría hasta arriba no era ninguna novedad, sabido es que el sold out de la primera fecha dio lugar a una segunda cuyas entradas acabaron agotándose también rápidamente. Sobre el escenario, Irma, su productor Roots y su hermana gemela Greta, que le acompaña en todos los conciertos; también su crew de bailarinas y los numerosos artistas que han ido colaborando con ella a lo largo de su trayectoria.
“Canto des de caseta com si fos la sala Apolo”, decía Mushka en Res kla hace un tiempo. Ahora canta en el Apolo como la artistaza que es. Un recorrido de vértigo en apenas tres años; dos y medio en realidad. Si 2023 fue el año de su despegue, abróchense los cinturones porque aquí llega 2024 para confirmar su talento. Y es que más allá de los artistas invitados, los juegos de iluminación o las divertidas coreografías del show, lo que sorprende así de entrada es su buen manejo del directo y su rotundidad sobre el escenario, más propio de una estrella del pop que de una chica tan joven de corta trayectoria.
El público también es muy joven y absolutamente entregado. El concierto empezó después de que se oyesen los relinchos y trotes de caballos que abren el disco, con ella poniendo a prueba a sus fans para ver si se sabían sus canciones más antiguas. Para sorpresa de nadie, la pasaron con nota, se las sabían todas. Incluso cuando sonó Entre el fum, en dedicatoria a su abuelo y al público, la gran mayoría de la sala sacó la linterna del móvil (¡sin que ella lo pidiese!) y la mantuvieron encendida hasta el final de la canción. La gente la cantaba tan alto que ella se emocionó y se le escaparon un par de lágrimas.
Sobre el escenario Mushka es calmada y segura, su carisma natural, su habilidad a la hora de conducir al público, su presencia y todo el flow que tiene llenan la sala. Sabe divertirse y vacilar (por ejemplo en Xarnega y Sembla mentida, el reggaetón romántico por excelencia), pero también mirar a su alrededor y valorar a quienes están a su lado. El primero en subir a la fiesta fue Aikon 340 para cantar juntos Turra malvada. De ahí pasó directamente al otro lado de la balanza anímica con un clásico favorito del público adolescente Los 15 (pq stas triste), aunque ya es difícil distinguir las favoritas de las que no lo son, porque los fans gritaban todas y cada una de las canciones como si les fuese la vida en ello. No digamos ya en los momentos álgidos del concierto, como cuando interpretó el himno catalán No m’estima + junto a Julieta. Las dos amigas compartieron perreo encima del escenario y el público se volvió loco.
También estuvieron por allí 31 FAM y Flashy Ice Cream con Bona vida. Lo primero que hicieron fue pedir al público que abriese un espacio en el medio de la sala, así que supimos que íbamos a saltar, igual que hicimos con El tonteo cuando subieron The Tyets. La cosa cambió con María Hein y Temps, un tema algo más oscuro y experimental, que acabó sucumbiendo al tono festivo y celebratorio (casi como de graduación) del show.
Y así, Mushka fue tocando uno por uno todos los hits de su discografía, incluso Diabla con el que pese a la notoria ausencia de Figa Flawas se las arregló perfectamente, El disfraz, con el que participó en Gallery Sessions o Señal de respeto, tema que sirvió para cerrar el concierto con una Greta al frente junto a su hermana. Pero aún quedaría una despedida colectiva con todos los artistas encima del escenario mientras Rafa Nadal sonaba de fondo. Celebraron con botella de champán incluida y no es para menos. Mushka ya no es la chavalita que empezaba hace unos años arropada por algunos de los nombres más emblemáticos de la escena urbana catalana, ahora su nombre brilla por derecho propio. “Nos vemos de aquí a poco”, se despide desde el escenario. Y no nos cabe duda de que así será.