Si pensabas que Mora se había acomodado tras el éxito global de Microdosis, te equivocas. El artista puertorriqueño regresa con Lo mismo de siempre, su primer álbum completo en casi dos años. Pero ya te aviso, el título es un guiño irónico: esto es todo menos más de lo mismo. Con 17 pistas que se mueven entre el reggaetón clásico, el EDM, el pop tropical y hasta una bachata melancólica, el disco es un reflejo sonoro del amor moderno y una muestra del alcance creativo de un artista que no deja de reinventarse.
Desde el arranque, Lo mismo de siempre, el tema que abre el álbum y también le da nombre, queda claro que Mora viene con todo. Una descarga de EDM y un fronteo directo al pecho marcan el tono emocional del disco. Le sigue Bandida, una historia de traición con sabor a reggaetón de la vieja escuela, que deja claro que hay recuerdos que siguen doliendo, aunque, al menos, nos regalan temazos para gritar en la discoteca.
Uno de los momentos más inesperados (y celebrados) llega con Droga, donde Mora se saca de la manga a C. Tangana. Aunque no del todo ausente del panorama cultural, el madrileño había guardado silencio en lo musical desde 2023. Sin anuncios ni alardes, reaparece como quien no quiere la cosa, dejando claro que el micro aún le pertenece. La bachata rápida con toques electrónicos es un híbrido irresistible, y la química entre ambos se siente sin esfuerzo. Un guiño elegante para quienes llevaban tiempo esperando el regreso de El Madrileño.
Y no es la única colaboración destacada: más bien, el disco es una pasarela de feats bien medidos. Mora salta entre géneros y emociones con naturalidad: del empoderamiento festivo de Tema de Jory, que rinde homenaje al reguetonero, al deseo insinuado de De paquete (junto al propio Jory) y La presidencial con Dei V. El ritmo se acelera con el pulso envolvente de De inmediato y se transforma en romanticismo tropical con Aurora junto a De La Rose.
Pista de aterrizaje y Mil vidas exploran el amor desde el juego y los dobles sentidos. En temas como Más que algo, con Omar Courtz, u Otra noche sin dormir, Mora se apoya en el pop electrónico para desahogar unas ganas que no se van. En El último beso, Mora y Sech entregan una balada que suena sexy, pero va directo a donde duele. Un perreo triste que puede motivarte… o dejarte en el suelo, según cómo lo escuches. Luego llega Toa, con Young Miko, que suaviza el ambiente con un reguetón más cálido, lleno de barras íntimas.
Las colaboraciones brillan sin opacar. Mora sabe cuándo compartir el centro y cuándo volver a tomarlo. Cuando me vaya cierra el disco con melancolía y determinación. Comienza como una despedida suave al piano, pero pronto se transforma en trap, dejando claro que más que un final, es una señal de lo que aún está por venir.
Lo mismo de siempre no es un título casual. Porque sí, Mora regresa con los temas de siempre: el deseo, el amor, el desamor, el sexo; pero los viste con nuevas formas, nuevas voces y nuevos riesgos. Mora no está haciendo lo mismo, está haciendo lo suyo.
Track favorito: Droga.