Mon Laferte no necesita presentación: es una de las artistas más escuchadas, admiradas y completas del panorama musical hispanohablante. Con más de veinte años de carrera y nueve discos, Femme fatale es una prueba de su versatilidad, talento y capacidad de superarse a sí misma, marcando una nueva cima artística. Bebiendo de las vedettes, mujeres del blues y del jazz como Billie Holiday y Roberta Flack, Laferte retrata la fragilidad de una femme fatale, reinterpretando la figura históricamente representada como poderosa, bella y autoconfiada de una manera más imperfecta, vulnerable y real. Su nuevo LP es un proyecto audiovisual teatral, grandioso, dramático, honesto, complejo y poético, igual que ella.
El sucesor de Autopoiética (2023) no podría haber sido otro que uno de la talla de este. Al igual que su antecesor, Femme fatale también es una exploración de sonidos distintos y un ejemplo claro de experimentación que fusiona pop alternativo, jazz, blues, baladas y boleros a través de catorce canciones, cada una acompañada de su propio vídeo. Oscilando entre el amor y el desamor, la ironía y la vulnerabilidad, Laferte resignifica a la femme fatale, sacándola de su arquetipo histórico como devoradora de hombres para convertirla en algo más real, con más matices, demostrando que en realidad convierte lágrimas en filos.
Con una fuerza vocal inigualable, Laferte presenta un trabajo donde lo clásico se fusiona con lo innovador y que da vida a un universo audiovisual elegante, brutal, vintage y actual a la vez. Una obra maestra sobre la complejidad humana. Y no lo hace sola, cuenta con varias femme fatales: Nathy Peluso, Natalia Lafourcade y Silvana Estrada, al igual que colaboraciones con Tiago Iorc y Conociendo Rusia. Sin duda es una de las obras más personales de Mon Laferte, y quién mejor que ella misma para contarnos todo lo que hay detrás de uno de los mejores discos del año.
Hola, Mon. Gracias por ceder esta entrevista. ¿Cómo estás?
Muy bien, mucho gusto, Kaan. ¿Y tú?
Genial, gracias. Acabas de sacar tu noveno disco de estudio, Femme fatale, ¡enhorabuena! Más allá del éxito o del impacto, ¿cómo te gustaría que tu público lo recibiera? ¿Qué esperas que sientan o que descubran al escucharlo?
Cuando hice este disco no pensé en nada en mi público, fui superegoísta, pero me hicieron esa pregunta el otro día y me quedé meditando porque no supe qué contestar. Quisiera que les acompañe en su vida, que se encuentren reflejadas y reflejados en esas canciones, que les dé respuestas, aunque también deja muchas preguntas. El preguntar y cuestionarse todo en la vida nos hace crecer, y quisiera que eso hiciera este disco.
Para ti, ¿qué características tiene una femme fatale?
Para mí las femmes fatales son mujeres libres, seguras, no piden permiso, son sensuales y disfrutan de su sexualidad. Pero también está esta imagen que trae el sufrimiento, el dolor, el drama, el caos. Y me gusta también esa definición. Es cierto que yo soy bastante dramática, entonces me gusta pensar que mi femme fatale es libre, segura, fuerte, pero también arrastro ese drama porque lo amo.
Con más de veinte años de carrera, cuando miras hacia atrás, ¿qué te da más nostalgia de tus inicios?
Dios mío. Cuando lancé mis primeros discos como artista independiente, eso me da mucha nostalgia. Había una escena en México de música independiente, alternativa, y tocaba en sitios pequeñitos y todo muy indie, había mucha comunidad en ese momento. Me da nostalgia y lo extraño un poco, me siento vieja cuando pienso en eso. Estoy hablándote del, no sé, 2011. Siento nostalgia de esa época, de luchar con mi música, con un montón de artistas que estuvieran en lo mismo. No sé si hoy existe una escena así, por lo menos en la Ciudad de México. Siento que se ha perdido esto del artista independiente. Facebook era la red social del momento y todos los artistas empezaron a colgar su música en internet, y ahora ya no hay tanta escena independiente.
Pero, ahora yo diría que tenemos un auge de artistas porque todo el mundo puede hacer música y puede exponerse de la manera que quiere. Desde mi generación y mi perspectiva, lo que tú dices de Facebook se ha mudado y se refleja en plataformas como TikTok.
Ah, sí, obvio. Claro, no entro a Facebook hace como cinco años (risas). Por eso cuando dije Facebook me dio como risa.
¿Usas TikTok?
Sí, uso TikTok, pero mi algoritmo es de señora, me salen puras cosas de señora y de nerd porque me gustan los poemas y así (risas). Sí sigue habiendo una escena de música independiente pero siento que no es el auge porque en ese momento casi que apareció internet, ¿sabes? Aparecieron las redes sociales y hubo un quiebre de la música, que solo era con compañías disqueras, y podíamos hacer música independiente. Eso ha seguido, obviamente sigue existiendo, pero no como en ese momento. Fue un cambio superradical.
Tu proyecto siempre ha bebido de tu Chile y México natales. ¿Qué es lo que más valoras de las escenas musicales actuales de ambos?
Me gustan mucho las chicas, hay muchas mujeres haciendo música. Antes era más difícil. Había muchas mujeres pero era más difícil que se abrieran espacios. Cuando yo estaba más chica, muchas veces no pude tocar en sitios o festivales porque me decían, no, es que ya hay una mujer. Y bueno, ¡hay cincuenta bandas de hombres iguales! Ahora hay una escena mucho más fuerte de mujeres siendo líderes. Eso me gusta un montón. Tengo varias que son mis favoritas en este momento, muy jovencitas, que la llevan.
¿Quiénes, por ejemplo?
Hay una chica en Chile que se llama Javiera Electra. Es una chica trans, me parece que su música es de una profundidad increíble y es muy performativa también ella. Me encanta. Hay otra chica que se llama Akriila
Amo a Akriila.
Es lo máximo. Ella es increíble. No sé, no se me vienen otros nombres hoy de Chile, pero ellas dos son mis favoritas actualmente.
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Volviendo al disco, es muy teatral pero también bastante personal. ¿Crees que la creatividad viene del placer o del sufrimiento?
No creo que venga del sufrimiento. El ejercicio que hice en este disco fue buscar en mi pasado, en mis notas de audio, escritas en el teléfono, y tomarlas junto con experiencias traumáticas y dolorosas. Pero el momento en que estoy creando esta música, estoy bien y estoy gozando de escribir las canciones. Me da placer el crear. Cuando he estado en el hoyo me cuesta mucho escribir una canción, mi visión está muy cerrada. Ya con perspectiva puedes hacer un mejor trabajo. Sí he podido escribir canciones cuando he estado en el hoyo, pero creo que quedan mejor cuando las veo de lejos.
He leído que has tenido tu momento de hacer teatro también. ¿Ha influenciado tu rol como Sally Bowles en Cabaret el proceso creativo y de caracterización de este disco?
Sí, se complementaron. Nunca había hecho teatro, para mí fue una experiencia nueva. Mi personaje en Cabaret, Sally, era una femme fatale, y su universo se potenció mucho en el disco tanto por la crudeza de la historia como por el jazz y esta música que yo digo que es terciopelo. A la vez, Sally se vio muy impregnada de mi propia historia porque cuando estaba escribiendo el álbum, revisité pasajes de mi vida de cuando estaba en mis veintes, cuando era otra versión de mí, más jovencita e inocente. Y Sally era eso, buscándose la vida.
¿De dónde vino la decisión de hacer un proyecto audiovisual?
Siempre me ha gustado eso. Pienso en una canción y me llega lo demás: el escenario, la gira, el zapato… todo. Para mí era muy importante que cada canción tuviera su video. Son imágenes más contemplativas pero tenían que contar la historia de esta femme fatale. Y además, la mía no es tan glamurosa. La mía se fue de fiesta, lloró, y a las siete de la mañana despertó con resaca. Esa es mi femme fatale. Es muy sucia la estética también, en general.
Son muy vintage. 
Sí, muy vintage, muy noventero también, dosmilero. Lo grabamos con una handycam.
Ah, de ahí la textura, no es editada.
No, lo grabamos con handycam. Igual el vestuario, llevo cosas muy glamurosas, zapatos de marca, estoy con mi Chanel, pero a la vez tengo un vestido viejo roto y el collar tirado, el maquillaje corrido. Me gusta ese contraste.
Yo lo leo como la dualidad de cómo te presentas al exterior pero luego cómo te sientes por dentro, ¿no?
Sí, es verdad. Mira, no había hecho ese análisis, tienes toda la razón (risas).
Dijiste que era un disco “más adulto” y que tal vez tus fans más jóvenes no conectarían tanto. Sin embargo, estuve leyendo comentarios en YouTube y redes y vi un rango de edad desde los catorce a más de setenta. ¿Cómo definirías tu target audience? ¿Tú, como oyente, con qué conectas?
Yo, como oyente, escucho de todo. Escucho música vieja, jazz, música clásica y también lo más nuevo, estoy pendiente de qué se está haciendo. Conecto con todo eso. Por ejemplo, el tema del autotune, que está tan satanizado, es un recurso ya viejo, está viejísimo, pero se le atribuye a la generación actual porque los jóvenes no cantan y no sé qué. Yo lo he usado y es adictivo, es muy lindo. Me gusta usar elementos de todos los momentos de la música.
Mi target, si voy a mis números reales, a mis estadísticas, mi público más fuerte es de dieciocho a treinta y cuatro años. Ese es mi ‘público objetivo’. Pero en los conciertos van niños; van la nieta, la hija y la abuela despechada (risas). Y me encanta eso. También hay canciones que son muy de señora despechada, pero a la vez hay otras que son mucho más explícitas y tal vez la señora se puede infartar un poco, pero ahí está, convive con eso y me parece lindo.
Quiero volver a lo que has dicho sobre la nostalgia de tocar salas más pequeñas como artista independiente. No sé si para una gira que te estés planteando lo harías.
Fantaseo con eso. Me encantaría tener el privilegio de poder estar en mi casa y hacer residencias de lugares pequeñitos. Podría estar un año entero haciendo eso, o quién sabe cuánto. Pero es complejo, para lograr hacer una gira tendría que instalarme un año en cada país, no sé.
¿Cómo compaginas el ser madre con ser artista?
Hago malabares, básicamente. Es complejo porque amo ser mamá, me encanta. Soy otra yo. Estoy con un chongo, con pants y la playera vieja y con el bebé así. Me gusta esa versión de mí, la disfruto, levantándome temprano y todo. Pero también amo ser artista. Ese fuego del escenario, ese que me quema, no lo quiero perder. Quiero hacer las dos cosas y lo intento. Siento que a veces no termino de hacer ninguna bien, pero no quiero renunciar a ninguna. A ver cuánto más puedo sostener esta vida.
Esperemos que mucho. Tras nueve discos, ¿hay cosas que aún no te atrevas a decir?
Sí, todavía. De hecho, en este disco me costó decir muchas cosas, siento pudor. Escuchar canciones mías con otras personas me da vergüenza. Hay un poema que es un free jazz, titulado 1:30, empieza diciendo: “después de masturbarme por una hora y de los mil orgasmos fingidos” y no sé qué. Me dio vergüenza ponerlo. Tengo cuarenta y dos años pero hay muchas cosas que no he contado en mis canciones (risas).
¿Cuáles son tus femmes fatales favoritas o las que más te han inspirado?
Édith Piaf es una femme fatale favorita en la música. Es que para mí todas las cantantes icónicas son femmes fatales: Nina Simone, Billie Holiday, Amy Winehouse, Madonna. Son tantas que son inspiración, todas las cantantes con personalidad, con carácter, con teatro, con fuego.
En el disco colaborabas con varias de ellas, como Natalia Lafourcade, Silvana Estrada y Nathy Peluso. ¿Cómo llegaste a conocerlas? ¿Tienes alguna anécdota curiosa con ellas que quieras compartir?
Con Natalia somos amigas hace muchos años. Todas las canciones de este disco las compuse en la madrugada con un vino, mi cigarrito y el vino porque es el único momento que tengo en soledad, porque en el día estoy con mi hijo. Una noche me había tomado media botella de vino y estaba media happy y me vino un fuego de decir, tengo que cantar con mujeres que admiro, que me gustan y que quiero. Entonces les mandé un mensaje a Natalia, a Silvana y a Nathy en la madrugada, así como amiga, quiero que hagamos una canción. Al día siguiente todas me contestaron bien lindas, pero todas así como, ¿por qué me escribió a las cuatro de la mañana? (Risas)
Pero bueno, con Natalia somos amigas hace mucho tiempo. Silvana es más jovencita pero también la conozco hace rato. Es una chica muy talentosa, justo de las nuevas generaciones. A Nathy Peluso también la admiro. Es ‘la’ mujer, y con ella fue muy divertido porque escribimos juntas la canción. Estábamos en la Ciudad de México y nos costó escribirla porque estábamos hablando y hablando y contándonos nuestras historias de amor y rompimiento y no sé qué. Al final no teníamos nada terminado, pero eso sirvió para que tuviera más verdad la canción. Para mí es muy divertida.
Femme fatale también es bastante melancólica. ¿Crees que es fácil quedarse estancada en la nostalgia y la melancolía? ¿Qué haces tú para no ahogarte en ello?
Es que yo vivo en la melancolía, no lo evito, me gusta. No es que quiera vivir constantemente en ese estado melancólico porque sería insostenible, pero no le huyo. Pienso que hay que sentirlo todo. Odio esta idea de la felicidad tóxica de que hay que ser feliz todo el rato, te voy a vender un libro porque tienes que ser feliz. Lo odio con todo mi ser. Me gusta vivir en ese estado melancólico y también lo absurdo, ver tiktoks absurdos y reírme y ser feliz y también indagar en lo más profundo de mí y de mis amistades y de la mente humana. No le huyo a nada.
Estando de promo, me imagino que tienes varias entrevistas más programadas. Como periodista, ¿qué te preguntarías a ti misma?
Ay, qué difícil. Me preguntaría si voy a seguir haciendo música.
¿Y qué responderías?
No lo sé, por eso me lo preguntaría. Es algo que ha estado rondando en mi cabeza últimamente. Amo la música, no quiero dejarla, pero me planteo cuánto tiempo más pueda seguir porque soy mamá. También pienso que quiero envejecer de la manera más digna posible. Sin afán de criticar a nadie, pero veo artistas queriendo hacer música para conectar con la gente más joven y se siente muy forzado. No sé cómo voy a ver esa transición en mí. Físicamente también, a las mujeres nos castigan mucho por envejecer. No sé si me quiero pinchar la cara, no sé si voy a llegar a eso. Son tantas preguntas que a lo mejor sigo haciendo música en mi casa. No lo sé. A lo mejor nunca paro y sigo eternamente en los escenarios.
¿De dónde sale la peluca rubia para esta etapa artística?
Me gusta tener un cambio estético en cada disco, siempre. Algunos son más sutiles que otros, pero siempre me importa mucho el mensaje. En mi gira pasada era María Antonieta, era muy barroca. Además, tenía una canción, una versión de Casta Diva de la ópera Norma de Bellini, entonces todo mi look era así, barroco. Esta vez pensé que Femme fatale tenía que ser rubia, un cambio muy radical. Nunca había estado rubia. Me decoloré el cabello y se me quemó y quedé calva, básicamente. Por eso uso pelucas (risas).
Me sirve mucho entrar en un personaje porque me ayuda también a enfrentar el escenario. A pesar de los veinte años que llevo en los escenarios, todavía siento nervios y me siento muy frágil. Si saliera así, a cara lavada, a cantar, me daría muchísima vergüenza porque soy yo, Norma Monserrat. En cambio, me pongo la peluca, me dragueo y es un personaje que puede salir a enfrentar al público.
Para terminar, a pesar de haber sacado nueve discos ya, ¿hay algo que te apetezca explorar musicalmente que aún no hayas hecho?
Sí, hay mucho, muchísimo. Este disco es de jazz pero también hay voz. Me imagino un disco más de cantautora, solo a guitarra, o tal vez algo muy electrónico. La música electrónica me gusta mucho. Hay muchos caminos. Un disco a capella, imagínate, eso me gustaría, o sea que toda la instrumentación fuera a voces.
Las armonías que hay en este disco son espectaculares. Yo lo veo. Muchas gracias Mon, ha sido un placer.
¡A ti, lindo! Un besito.
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