¿Qué tienen en común el anime, el tatuaje y figuras como ángeles y demonios? Todos convergen en la obra de Luis Campos, un artista mexicano cuyo trabajo muestra un interés especial por el sonido, la repetición, la transición y la contradicción. 
Aunque se inició en el dibujo, luego ha explorado más la pintura, un medio que le permite conectarse con otros. “Mi pintura proviene mucho de lo gráfico, se siente el trasfondo del dibujo por así decirlo. Mi obra en general interactúa con más medios: música, video, instalación, especulación y otras formas de materializar (o no) alguna idea”, nos dice en esta entrevista. Hoy profundizamos con él en su conexión con el tatuaje y la cerámica, la escena artística en México y los animes que marcaron su infancia.
En 2006 empiezas a dibujar. ¿Qué fue lo que hizo que te iniciaras en el mundo de la pintura? 
En la escuela de artes visuales me enfoqué mucho en lo digital, mucho video, también mucho render 3D y un poco de programación. Era por el 2011-2012. Fui dejando la intensidad de esa producción pero se quedaron el color y el volumen, los brillos y la saturación. Yo no haría una gran diferencia entre los medios, pero entiendo la pregunta. Mi pintura proviene mucho de lo gráfico, se siente el trasfondo del dibujo por así decirlo. Mi obra en general interactúa con más medios: música, video, instalación, especulación y otras formas de materializar (o no) alguna idea. La pintura fue el primer lugar donde pude interseccionar todo lo demás.
¿Hay alguna anécdota de tu infancia que sientas que definió tu camino artístico?
No me viene ninguna a la mente. Supongo que matar el tiempo cuando se está solo de niño te orilla a pasar el rato haciendo algo. Para mí eso fue el dibujo. 
¿Cuáles dirías que fueron tus referentes de ese momento y cuáles son ahora? 
Pues en la infancia hay muchas cosas que no recuerdo, seguro están incrustadas en la memoria como algo borroso. Crecí no viendo tanta televisión, pero me tocó Ghost in the Shell, Akira y La princesa Mononoke, que me impactaron mucho. Gran parte del imaginario era casi basura, como stickers y tatuajes de agua que vendían en la salida de la escuela, o cosas muy bootleg, como adornos de cumpleaños o diseños de piratería para mochilas y libros para colorear, portadas de discos de música que escuchaban en mi casa, sobre todo tropical. De las bandas norteñas me llamaba mucho la tipografía.
La mayoría de mis referentes actuales provienen de internet, sobre todo la estética de las interfaces gráficas y la jerarquía de las imágenes en el acomodo de las páginas web, ventanas emergentes y drop shadows. Ahora sí, muchas películas y series, el montaje cinematográfico y también paseos. Tengo una especie de archivo de fotos de cosas que me interesan en el exterior, bastantes referencias de mi paso por la escuela de artes (historia del arte), diálogos con colegas y amistades y algunos textos. 
Conseguir un estilo particular lleva años y coge forma lentamente. ¿Cómo ha evolucionado tu obra desde que empezaste hasta ahora? 
El progreso no lo percibo tan lineal. Antes trabajaba más y tenía una compulsión por plasmar ideas y formas. Ahora no trabajo mucho, pero soy más consciente del espacio que habito y cómo uso el tiempo para bajar ideas más concretas, unas por otras. He sumado y perdido estrategias, hay nuevas herramientas y técnicas que me interesan.
El otro día estaba revisando mis notas del principio de mi carrera y me di cuenta de que muchos puntos que pienso como nuevos ya estaban marcados, como la música y el video, el ejercicio de la memoria, los sueños y la pérdida. Tiendo a acumular y saturar las imágenes y eso, a veces, impide notar elementos en la composición o exige una atención más dedicada a los detalles. Esa es la gran diferencia de cuando empecé: le dedico más tiempo a detalles que me ponen contento. 
El anime está muy presente en tus obras. ¿Qué es lo que te atrae de este estilo? ¿Va más allá de un producto de entretenimiento?
Es una cultura que me llegó por el mass media, y aunque lo descubrí en la infancia, me interesó más de adulto. Yo lo relaciono con internet y la hiperactualidad de la década pasada, avatares y la cultura del fan art. Lo inscribo como un símbolo del acceso a otros contextos, que es también un dispositivo que está muy cargado de referencias conectadas a su vez con Occidente.
Por ejemplo, en Ghost in the Shell hay un ‘arco’ que se llama ‘el hombre ríe’. Yo utilizo este personaje, un superhacker, a partir de su nombre, que es una referencia a un libro de Víctor Hugo que se adaptó después al cine, protagonizado por Conrad Veidt, que a su vez es un poco la base para el personaje del Joker de DC Comics. Estas referencias van y vienen de todas direcciones, de lo micro a lo macro. Lo que me gusta de esto es que varias generaciones y gustos pueden encontrarse y perderse en referencias. 
Podríamos decir que muchas de tus obras se construyen a base de capas; hay una base, y a partir de allí se añaden más dibujos y formas abstractas. ¿Cómo es tu proceso creativo? 
Me gusta pensar que mi trabajo radica en la indeterminación, en la transición y la contradicción. Mi proceso aborda los gestos como una superposición de temas varios, muchos desde la cultura popular, pero conectados a intereses contextuales. Hablar de la memoria y la pérdida de esta a través de los palimpsestos, lo borroso del futuro, pero siempre algún elemento te amarra a la idea de familiaridad. Uso muchos elementos del sonido como el loop, el delay, la reverberación como idea de atmósfera. Mi proceso es uno de traducción de medios para establecer un momento.
No suelo usar bocetos y me gusta trabajar en series. Planteo una imagen y después la borro o le superpongo algo más, es un ejercicio de repetición. A veces, el punto es llenar la imagen hasta que se sienta un vacío imaginario. Me encanta poner nombres primero y tratar de encontrar la imagen de ese nombre. Me gusta trabajar temprano y me gusta trabajar simultáneamente pensando en cómo montar las obras, es decir, pensar en un conjunto de esculturas, pinturas, ensamblajes y sonidos montados como un campo semántico de estratificaciones temporales. 
Como artista mexicano, ¿cómo percibes la escena del arte en el país? Cuéntanos un poco acerca de las oportunidades, el acceso, el interés, etc.
Considero que no hay una escena específica, sino muchas escenas conviviendo, todas ellas complejas. Las oportunidades, como en todo, tienen sus desigualdades; hay acceso, hay interés en el arte y un mercado latente. México tiene un cúmulo de cosas pasando todo el tiempo desde todo el mundo, eso enriquece muchísimo las formas de interacción con el arte, sus artistas y su público, aunque también es importante cuestionarnos la estructura de que es lo que se visibiliza: ¿por qué?, y ¿qué otras formas de hacer se anulan? Según los medios, las ferias, los museos y los movimientos colectivos, hay espacio para todo, pero es injusta la repartición de poder y apoyos siempre al servicio del mercado y no tanto del diálogo y el intercambio. 
"Me gusta pensar que mi trabajo radica en la indeterminación, en la transición y la contradicción".
¿Cómo dialogan tus raíces con tu estilo inspirado en el anime? 
Veo el anime como un elemento formal en el lenguaje visual. Claro que tengo un contexto personal que incluye mi realidad sociopolítica y geográfica, pero que intenta preguntarse qué es lo que eso significa. Me encantaría desproveer el sentido de pertenencia del lugar de origen a la imagen y ver la obra más como una base de datos personales (que abarca muchas más referencias) en la que encontrarse con otras ideas. No lo sé, lo imagino como sonidos que chocan en el espacio donde no importa de dónde vienen, sino cómo vibran en un espacio y en un cuerpo. 
También haces diseños para tatuajes. ¿Qué relación tienes con el mundo del tatuaje? 
Mi acercamiento fue meramente formal. Encontrar estos materiales que no había usado hasta entonces como un intento de investigación empírica cuya finalidad era explorar un soporte nuevo de dibujo, como generar un gesto gráfico sobre un volumen, uno orgánico, elástico, que se contrae y que responde al trazo. Es inherente el peso del ritual en la historia del tatuaje, pero en mi caso, el sonido de la máquina y la forma en que uno desliza aguja por la piel, estirar, limpiar, cuidar y destruir se convierte en un diálogo con la persona que tatúo.
Los diseños son fragmentos de mis dibujos o ideas que se acercan a mi forma de abordar una imagen, entonces es una pieza en conjunto. Creo que mi dibujo cambió algunas cualidades con el tatuaje, como la fluidez de la línea y la composición. 
Diseñaste la portada del disco Armageddon del Valgur. ¿Cómo surgió esta colaboración? ¿Cuál fue tu proceso para capturar la esencia del disco en la portada?
La colaboración fue superaccesible. El sonido de Valgur, a mi parecer, se lleva muy bien con el imaginario de mi obra. Ya había trabajado varios covers para otras bandas y djs, así como mucho flyer de conciertos (sobre todo de jazz y noise). Mi obra pretende ser cercana al sonido. Me contactaron porque les gustaba mi trabajo y pude escuchar el disco antes de que saliera. Platicamos a grandes rasgos sobre el imaginario que planteaban en su música.
Para Armaggedon hice una versión en 3D sobre ángeles y texturas, algo bastante escultórico, pero al final la portada que quedó para el disco tuvo más que ver con ilustración. Creo que lo mejor de esta portada y lo que más nos interesó fue esa esencia caricaturesca y la destrucción representada. Con una paleta bastante limitada, me parece que insinúa una historia larga en animación que se presta a la interpretación. 
¿Qué significa el arte para ti? ¿Es una forma de escape, una forma de expresión, o algo más? 
Para mí, el arte es una herramienta para preguntar, para entablar conversación y a veces para olvidar o recordar algo que no sabías que sabías. Es una figura retórica que sirve para intentar entender o preguntar cosas que a veces son demasiado amplias para abordar de un solo golpe. La imaginación como una herramienta social que te empuja a nombrar eso que tenías en la punta de la lengua. Es un lugar donde transitamos con el tiempo, lo que ya fue y lo que será, lo que está ocurriendo, un espacio de posicionamiento, de contradicción, pero sobre todo un momento para cuestionar: ¿qué es la realidad? 
¿En qué proyectos estás trabajando actualmente? 
Actualmente estoy trabajando materiales diversos en el taller, haciendo mucha cerámica y también descifrando cómo construir nuevas piezas en textiles y ensambles objetuales. Estoy diseñando una playera con una marca mexicana llamada Marble stones y proyectando un libro llamado Todas mis renuncias y abandonos acumulados.
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