Como decíamos aquí hace unos días, fue en La Riviera donde Zowi cantó por primera vez una Reina del Sur entonces aún en estado fetal. Era abril de 2021, y aunque no pudimos estar en ese concierto, imagino lo que debió ser. ¿Un concierto de La Zowi sentado? No se lo deseo ni a mi peor enemigo. Por eso no podemos estar más contentos de (esta vez SÍ) ver a las dos mil quinientas personas en la Riviera perreando hasta el suelo. Mother has arrived!
Zoe ya había anunciado que este bolo sería la presentación del disco. Pero si lo pensáis, lucía arriesgado. Solo habían transcurrido veinticuatro horas desde que La Reina del Sur estaba en las calles, ¿cómo iba el público a aprendérselo tan pronto? Pues oye, que sí lo hizo. Se supieron todas. E incluso si había que aprender francés para cantar Bebé, pues las raxets se ponían políglotas.
Bobo, que ni siquiera había salido aún como single, fue el arranque del concierto. E insisto, se la sabían, y se la sabían bien. Una reina Zowi con el pelo hasta el culo abrió sonriendo y saludando a todas sus putas. “¡Estoy guapísima!”, gritó de felicidad. Lo estaba: leggins transparentes de lencería y botas vaqueras de punta. También ella, igual que su público, venía con los deberes hechos de casa. Y es que para cada una de las canciones nuevas había una coreografía perfectamente coordinada entre ella y sus cinco bailarinas. Y tantas eran las ganas de bailar de Zowi que apenas dos canciones llevaba cuando se quitó los tacones. “Me lo vais a permitir, con vosotros quiero estar cómoda”, decía entre risas.
Mark Luva fue pinchando, temazo a temazo, grandes clásicos como Filet Mignon, Bitch Mode, Matrix y Sugarmami, donde el público cantó toda la parte de Albany a pesar de que ella no pudiera acompañarnos esa noche. En mitad de la canción, de repente, el show se detuvo. “¿Algún sugarbaby quiere subir al escenario?”, preguntó la Reina del Sur. Y así comienza la historia de cómo un muchacho pasó los mejores cuatro minutos de su vida. Zowi le regaló veinte euros y luego le dejó bailar con sus bailarinas el resto de la canción. Si eres chico y estás leyendo esto, que sepas que estás perdiendo dinero.
La Riviera, convertida durante dos horas en un fanático oscuro mar de pantallas, no cesó de grabar ni un minuto a Zowi, absolutamente magnética. La noche cerró con Smartphone, y Zowi quiso dedicársela a su Romeo, el amor de su vida, su niño pequeño. Supongo que no tenía suficiente con ser la madre de todos nosotros.