Desde hace miles de años, los dientes han dicho mucho más de una persona de lo que muchas veces nos imaginamos. El uso de joyería dental se remonta nada más ni nada menos a los etruscos, sí, existe desde hace más de dos mil quinientos años, las modernas no han inventado nada. Sin embargo, el procedimiento no es el mismo, ni los motivos tampoco. La joyería dental y por ende la sonrisa tiene una biografía más larga y brillante de lo que puedas pensar. Para repasar esta tendencia milenaria le hemos pedido ayuda a Valeria Iglesias, más conocida como Valium, porque quién mejor que la artista que se encuentra detrás de los diseños en pedrería de sonrisas como las de Rosalía o Alba Moreno para contar esta historia con nosotros.  ¿Estás preparado? Empezamos. 
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“Todo es cíclico, me encanta pensar que lo que nos parece puntero ahora también fue una tendencia en las culturas incas y egipcias, por poner un ejemplo”, dice Valeria. “Se han encontrado trocitos de metales y piedras preciosas en dientes por todo el mundo desde hace dos mil quinientos años.” Si bien los etruscos y los mayas usaban gemas como la turquesa, el jade, el azabache o incluso el oro en sus dientes, para esta civilización no era una praxis meramente estética. Estos injertos, sellados con cemento en su dentadura, se utilizaban como una practica de higiene bucodental por las supuestas propiedades higiénicas y terapéuticas de cada una de las piedras preciosas. 
Sin embargo, si nos remontamos a una historia un tanto más reciente de la sonrisa, descubrimos que antes del siglo XIX la sonrisa californiana perfecta distaba mucho de los cánones de belleza. En los textos de la época queda constancia que a Isabel I de Inglaterra no solo le faltaba más de un diente, sino que los pocos que tenía eran negros como el carbón. Eso se debía principalmente a su adición por el azúcar, que en el siglo XVI solo unos pocos podían permitirse. Fue bien entrado el siglo XXI cuando las cavidades bucales pasaron de determinar un alto estatus social a ser consideradas una inmoralidad. Ya que se empezaron a tratar la sífilis y otras enfermedades de transmisión sexual con jarabes que contenían mercurio y, por ende, este tratamiento afectaba considerablemente a los dientes. Eso pasó a significar que una sonrisa perfecta era sinónimo de una moral y una higiene impecable, una creencia que sigue vigente hasta día de hoy. Pero entonces, ¿cómo rescatamos una tendencia tan milenaria como la de adornar nuestros dientes? 
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La influencia del hip hop 
En los 80 (y ahora) tener una sonrisa perfecta era un lujo que solo los ricos se podían permitir. En los barrios bajos de las ciudades como Nueva York se empezaron a poner de moda los empastes de oro, o lo que también conocemos como grills. Estos nacieron no como una corriente estética, sino más bien como respuesta a ese canon de la sonrisa perfecta americana, pues los empastes de oro eran mucho más baratos que los de cualquier otro material. 
Entre estos barrios, normalmente habitados por gente de bajos recursos y racializada, se estaba cociendo a la vez una corriente musical y estética que cambiaría el mundo: el hip hop. Lo que nació como una necesidad bucodental pronto pasaría a ser una moda que dotaría de estatus a todo aquel que la siguiese. No se sabe a ciencia cierta quién fue el primer rapero en llevar grills, sin embargó cuando Slick Rick lanzó su album debut en 1988, los empastes de oro y brillantes que adornaban su sonrisa los convirtió en todo un articulo de deseo. Sin embargo, los grills de Slick Rick no eran tal y como los conocemos hoy en día, eran empastes de oro, realizados por un dentista que reemplazaban su diente natural.
En 1983, un joven Eddie Plein se rompió un diente comiendo yuca frita. Algo tan sencillo como esto, y el hecho de que se negara a arrancarse su diente natural para remplazarlo con una funda de oro, según detalla él mismo en el libro de Lyle Lindgren, "Mouth Full of Golds” le llevó a prototipar lo que serían los primeros grills de la historia moderna. Poco después empezó a venderlos en una tienda de empeños de Queens. 
Durante los 90 los grills empezaron a adoptar distintas formas, se empezaron a combinar con joyería de la mano del vietnamita Johnny Dang, y poco a poco fueron consolidándose en el mercado hasta tal punto de dejar a las cadenas en un segundo plano para establecerse como el accesorio favorito de los raperos. Un accesorio carísimo y ostentoso a la par que completamente innecesario, pero que se ha convertido en uno de los mayores símbolo de estatus. Este fenómeno de popularización es según Valeria una de las claves fundamentales de cualquier moda, “darle un giro de tuerca a denominadores de disidencia o clases sociales más bajas y hacerlo cool con la aprobación de figuras de poder.” 
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De diamantes a cristales de Swarovsky 
Seguramente lo primero que te venga a la cabeza al pensar en joyería dental es su procedimiento,  ¿cómo se pega una gema al diente sin dañarlo? En palabras de Valeria el procedimiento es sencillo: “Pegar una gema al diente es muy parecido al proceso de los brackets, con un poquito de cerámica de empaste engarzas el cristal sobre el diente. Para que duren, te recomiendo chequear primero la mordida, la propia forma del diente y el tamaño del cristal”
La Youtuber Mina Le, en su video Teeth as a Fashion Statement menciona un artículo del Washinton Post del año 1897 donde ya se hablaba de tooth gems, en concreto de cómo las mujeres ricas se ponían diamantes en sus dientes para que estos pudieran ser vistos, pero no robados. Sin embargo el ponerse gemas en los dientes es una práctica que se popularizó durante el principio de los 2000. Por tanto no es de extrañar que con el resurgir de la tendencia Y2K, el adornar tu sonrisa con cristales sea una de las tendencias que está a la orden del día. Hay otro factor que ha ayudado al resurgir de esta moda de raíces milenarias y no es otra cosa que la pandemia de hace cuatro años. “Ahora mismo, acción y reacción: después de unos breves momentos ocultando nuestras sonrisas con mascarillas, nuestro instinto natural pedía un poco de mimo y creatividad en ellas,” explica Valeria.
Durante los últimos dos años hemos visto a muchísima gente llevar los dientes decorados con cristales, de Rosalía a FKA Twigs pasando por Judeline o Bella Hadid. Diamantes, ringstones, cristales de Swarovsky… Las opciones son infinitas y los diseños también. Una moda que detona al instante la personalidad de quien la lleva, pero a la vez te hace ganar una seguridad extra. Porque tal como cuenta Valeria, en un mundo donde el canon siempre ha sido la dentadura perfecta, “creo que divertirnos combinando colores y cristales (de forma no invasiva y con los mejores materiales) es un primer gran paso para romper con el yugo de la sonrisa californiana.” 
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