Desde que Kenya Racaile lanzó su nuevo EP, Outlaws, el pasado 25 de junio, el mundo pertenece un poco más a los inconformistas. Sus letras e inspiración se las dedica a todos aquellos que viven al margen de la ley porque ella nació en el extrarradio de Valencia, donde todo son fronteras con las que jugar y experimentar, así que sabe de lo que habla. El amor es uno de los límites que explora en este EP, más concretamente el amor dramático, el desamor y toda la tragedia que envuelve una pasión. Y tú estás a un clic de descubrirlo.
Marina se presenta al mundo en 2018 por primera vez como Kenya. ¿Cómo te sentiste al hacer tu primera canción pública?
La verdad que fue una sensación muy extraña ver que ya estaba expuesta al público. Pero, vaya, era lo que quería. Compartir mi cachito a la gente y poder crear y darle forma a mis vivencias de una manera más artística. También recuerdo que tuve buena acogida y eso me motivó muchísimo.
¿Cómo dirías que has evolucionado a nivel personal y profesional desde Guilty?
Bastante. Cuando empecé con Guilty era una chavala de veintiún años, estaba como una cabra y hacía música cuando podía y sin una continuidad. No tenía equipo de trabajo ni un estudio fijo para poder currar. Me hacía los previos en la app de Voloco y, si podía, grababa en casa de unos colegas. Iba y grababa, pero no me rayaba mucho más la cabeza. A día de hoy, por ejemplo, me preocupo y me encargo de buscar un estudio al que poder ir a trabajar, de tener un productor de confianza. He evolucionado en el sentido de crecer y madurar como persona y en las ideas que quiero plasmar a la hora de hacer música; le intento dar una vuelta a las cosas y me rayo más en cómo quiero que suene algo o de qué manera transmitirlo.
Si alguien no conoce a Kenya Racaile, ¿qué canción debería de ponerse a escuchar ahora mismo para conocerte?
Una antigua sería Tú me llamas mami, mi lado más reggaeton romántico, un clásico (risas). De ahora te diría que Thief’s Tears o Rozzano, estas dos últimas me definen mucho en este momento.
El hip-hop y el reggaeton han sido históricamente géneros musicales muy masculinos, a día de hoy, ¿dirías que es complicado rapear siendo mujer?
A ver, pues sí, qué te voy a decir; o es la sensación que yo tengo. Sí que hay pibas que rapean, pero no tenemos el mismo foco que un tío, la verdad, y no entiendo muy bien por qué. En los tiempos en los que estamos ya no debería de pasar. Cuesta todo mucho más, a mi parecer, por el estigma social. La gente, inconscientemente, no todo el mundo, claro está, pero no te llega a tomar tan en serio como a un pibe. Y la verdad es algo que me rechina muchísimo porque nuestra carrera es igual de válida.
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Hace apenas nueve meses pudimos escuchar Eigengrau, y desde su estreno, otros cuatro singles. Aunque nos tienes acostumbrados a encadenar un tema con otro, ¿dirías que la industria reclama estar continuamente sacando música para mantenerse relevante?
Sí lo creo y no me gusta nada el ritmo tan acelerado que lleva el mundo entero. A mí no me importa ir haciendo música a este ritmo, pero creo que no se disfruta de la misma manera. Tanto para quien la crea como para el que la consume. El arte está para disfrutarlo, no para consumirlo de manera frenética. Además no somos máquinas, y todo tiene su proceso. Es que hemos pasado a ser como un fast food en la industria musical; no hay que parar de sacar, no hay que parar de crearles estímulos a la gente y la verdad que no mola nada eso.
Outlaw se presenta como un EP para todos aquellos que se encuentran en los límites y no encajan en esta sociedad. ¿Qué es para ti un outlaw?
Para mí ser un outlaw es alguien al margen de ‘lo correcto’. Una especie de bandidos que ponen sus propias reglas, que viven en esta sociedad pero a su manera, como un virus, un malware, como digo en la Intro del EP (risas). Es gente a la que no le gusta estar malviviendo con un sueldo pochísimo y unos horarios que dejan mucho que desear para las condiciones de vida que nos ofrece este sistema tan tirano para la clase trabajadora.
Crecer en el extrarradio, ese sitio olvidado entre lo urbano y lo rural, puede ser complicado, ya que es un lugar donde las fronteras se desdibujan y muchas realidades conviven. ¿Cómo fue para ti criarte en un sitio como las afueras de Valencia?
Pues fue lo mejor. A mí me encanta, porque criarte en las afueras es como estar en otro mundo (risas). Eres más consciente de las historias que pasan o movidas que hay a tu alrededor. Quizás en una ciudad grande no te catas tanto de tu entorno, pero en el extrarradio te las ves y deseas espabilar y tener que moverte aparte. A mí me dio siempre la sensación de que la gente socializa de diferente manera, ya que desde niños crecemos de diferente forma que en la ciudad.
“El arte está para disfrutarlo, no para consumirlo de manera frenética. Además no somos máquinas, y todo tiene su proceso.”
¿Es difícil establecerse en la industria musical sin trabajar en Madrid o Barcelona?
Sí, al estar fuera de Madrid o Barna no estás tan conectado con la movida de la música pero bueno, moverte y estar pa’ arriba y pa’ bajo ayuda. Sí que a veces me planteo irme a Madrid por una temporada para poder trabajar de manera más cómoda con la música. Tienes más al alcance las cosas y puedes currar con mucha más gente.
Outlaws habla de amor, desamor y toda la tragedia que conlleva. ¿Están tus letras inspiradas en experiencias personales o juegas con la ficción?
Aquí no hay ficción que valga (risas), esto está hecho desde el corazón y desde lo vivido. Los primeros temas son una historia que pasó en mi vida, los dos últimos ya son el malandreo mío, pero todo es relatado desde lo vivido. Me gusta hacer las cosas desde el corazón y qué mejor manera que contarlas desde los recuerdos que una vive y pasa.
En Rozzano viajamos de la periferia valenciana a la de Milán. ¿Por qué encontramos tantas referencias a Italia en tu música?
Desde hace pila de años iba por allí, Cerdeña, Milán y Bolonia, de hecho uno de mis mejores amigos se fue allí a vivir cuando tenía diecinueve años y estuve allí con él. Y, a día de hoy, tengo un par de colegas que viven a las afueras de Milán. Aparte que también me ha acompañado mucho la música de la escena italiana estos últimos años.
El primer sencillo de este EP es una colaboración con Gloosito. ¿Cómo surge MSC?
Pues no sé muy bien cómo fue, tendría que releerme la conversación (risas). Pero básicamente habíamos escuchado el uno del otro, nos seguimos por Instagram. Al poco tiempo le hablé y le dije de hacer algo, porque a mí me gusta mucho lo que hace. Él me mandó unas referencias que le molaban para el beat y mi productor lo hizo. Me monté, se lo mandé, le gustó y así surgió, no tuvo más vuelta de hoja.
A lo largo de tu carrera has colaborado con muchos artistas como Luna Ki, La Kitty o Glossito, pero ¿cuál sería tu colaboración soñada?
Mmm… de aquí de España yo creo que, de mujeres con las que no haya hecho aún nada y así pionera, sería durísimo con la Zowi. Creo que podemos encajar muy bien. Ella es una dura de verdad y le mete de locos. Y de fuera me encantaría con Anycia, GloRilla y K Carbon.
Varias de las canciones de Outlaws empiezan con sample de otras mujeres como Rihanna o Estelle ¿Qué música escuchas en tu día a día?
Escucho literalmente de todo, un popurrí de todo lo que me suena bien, indistintamente del género que sea. Muchos se sorprenderían de todo el remezclado de géneros que escucho, desde bossa nova, salsa o flamenco hasta al malianteo. Aunque ahora estoy pegándole fuego al sexy drill, me encanta. Esos samples de dos palos de dos reinas en la Intro y el de ILY BoO había que meterlos sí o sí.
¿Dónde podremos verte próximamente?
Pues estamos preparando fechas a partir de septiembre así que, ¡que esté la gente atenta a redes!
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