A menudo aparece solo, en un teatro, sentado junto a Diego del Morao. Su cabello largo alborotado y su traje de chaqueta le distinguen. Sí, hablamos de Israel Fernández. Tras su debut con el disco Amor en 2020, le hemos visto cantar para A Colors Show y Gallery Session, así como colaborar con artistas urbanos como Dellafuente y Omar Montes. Está claro que lo suyo no es el flamenco ortodoxo. Camarón, uno de sus principales referentes, también abogaba por arriesgar. Hoy, le dedicamos este texto a su último disco, Pura Sangre, un cante a las raíces y a las costumbres gitanas.
“Todo lo que tenga lealtad y tenga verdad, es puro. La pura sangre es esa, el corazón manda”. El cantaor posa en la portada junto a un caballo, con el que se identifica, no solo en símbolo de pureza y lealtad, sino también por su peso como elemento lorquiano. También Israel le ha cantado a Lorca en alguna ocasión. Para el poeta, el caballo significaba la vida, la pasión, la sensualidad. Por ello el disco gira en torno al tema de la autenticidad y las raíces desde la óptica de las pasiones, desde el amor y el desamor en todas sus vertientes.
Israel Fernández, que lleva el flamenco en la sangre desde pequeño, aúna en este disco de nueve canciones palos conocidos como la rumba, la soleá, la bulería y los tangos. Sin embargo el álbum comienza con Pucheros y Sartenes, en forma de martinetes, un cante casi olvidado originario de las fraguas y herrerías que a menudo es acompañado con sonidos de golpes de metales. De hecho, esta primera canción habla de su primo, fragüero: “De buena mañana ya está en la fragua mi primo, dando golpes y más golpes en el yunque el pobrecito”.
También llama la atención Me encuentro solo, una canción cuya letra recupera unos versos del cantaor Parrita, uno de los mejores letristas de la historia del flamenco: “La llave de mi corazón tú te la llevaste, cuando tú quieras entras y sales”. Pero, en este disco no todo es flamenco puro; también hay lugar al salirse de los moldes, como ocurre en la llamativa Ni príncipe ni rey –una particular rumba a la que añade sonidos de teclado, y que rompe con el tono solemne– o Seré silencio, un manifiesto al escucharse a uno mismo. Para esta parte más experimental se ha valido de la ayuda de Pional, productor madrileño que ha trabajado con artistas urbanos como C. Tangana, Alizzz o Dora.
Israel Fernández ama lo cotidiano, interpreta lo que le rodea, y como artista contemporáneo también bebe de otros músicos de su generación, sean o no flamencos. El disco termina con La tuya y la mía o, un fandango que él ha calificado como muy suyo, muy fresco, muy personal. Israel Fernández posee, sin duda, esa pureza de la que Camarón hablaba en su tan célebre entrevista, y por eso nos mola tanto.
Track favorito: Ni príncipe ni rey – Rumba.