Últimamente tengo especial fijación por las historias que hablan de la experiencia femenina. Quizás porque con la llegada del verano se han acentuado más aún la cantidad de conversaciones en las que me veo inmersa sobre el deseo de hacerse retoques o todo lo que cambiarían de su físico si pudieran. En la época de mirar constantemente tu reflejo, llega al agotamiento de conocer cada marca de tu cara, abdomen, piernas, brazos y cada uno del resto de milímetro expuesto. Un poco como aquel diálogo en Chicas malas de que más allá del delgada y gorda, puede haber muchas cosas mal con tu cuerpo. El último EP de EmiliaPerfectas, le da un repaso a todo este tema en clave de humor.
De todas estas historias que me he dado por ver últimamente, mi enfoque favorito es el de la rabia. Me gusta la crítica ácida y con el punto satírico, y aunque pille por sorpresa, el último trabajo de Emilia lo trae a toneladas. La argentina se ha enfocado en hablar de las exigencias que conlleva ser una diva pop y sus propias contradicciones. Pone el foco así en distintos elementos que se viven en la industria como son el consumismo, las operaciones estéticas o la falta de privacidad. 
Una de las mayores muestras del nuevo concepto está en los videoclips. En general la estética que tienen es una hipérbole de feminidad y empoderamiento mezclado con la parodia y el absurdo como crítica. El proyecto lo abre Bunda (culo en portugués) junto con Luísa Sonzar, en el que promocionan un “aceite de bunda” milagroso para que les crezca el culo. Así, salen ellas incapaces de poder entrar en un autobús o llevar su ropa después de que el aceite les deje un culo digno del apellido Kardashian. A pesar del punto de humor, también deja imágenes como que en ese autobús todas van leyendo revistas plagadas de publicidad sobre cómo deberían verse o cómo una niña que se dedica a jugar es interrumpida por el machaque de que empiece a utilizar el aceite. Reflejo de un cinismo que solo aumenta a lo largo del EP
En Pasarella, con Six Sex, ambas se encuentran en un centro comercial en un bucle de comprar y probarse ropa para seguir manteniendo su pose. A medida que avanza, se van multiplicando las bolsas y los gastos hasta que ya no pueden con ellas y lo que antes era disfrute se vuelve una carga imposible de mantener. Todo ello bajo miradas que antes eran de admiración, y ahora pasan a ser de rechazo. En Beautiful, con el cameo de Valentina Zenere, aparecen en un camerino donde se preparan las modelos y Emilia, a pesar de ser la fotógrafa, ciega a todo el mundo a su alrededor con su belleza obligándoles a ponerse una máscara. Las modelos que al principio se recrean y divierten terminan por verse molestas y cegadas por el nivel de exposición para que después sus fotos acaben quemadas del brillo, en un esfuerzo que termina por ser en vano.
Otro de los detalles que marca el tono del álbum son los interludios después de cada canción, que imitan anuncios en los que Emilia destaca este o aquel producto como el santo grial contra tus problemas de autoestima. Las letras también se vuelven progresivamente más irónicas: Beautiful es el clímax que habla de la belleza como lo único importante. Es su momento más presumido y a la vez más cínico, y se aplica tanto como para el momento de arreglarte antes de salir, como una crítica a la superficialidad de la industria (aunque decir que cuando Dios la hizo se puso detallista es bastante icónico). El momento amargo llega con Servidora, donde ironiza con todas sus inseguridades sobre la fama. Da igual que ya no tenga privacidad o que no haya siquiera una línea entre su identidad fuera y dentro del escenario; mientras siga recibiendo likes, siempre se sentirá bien.
Toda esta performance de hiperfeminidad, crítica y burla revientan con Perfectas. En el último interludio habla de sí misma como un producto. Completamente deshumanizada. Si antes todo era una exageración de sus momentos de diva, ahora la imagen es en la intimidad de su casa, lejos de todo el ruido. Perfectas es una canción sincera, y una buena conclusión para el EP, que más que dejar una reflexión clara, plantea las dudas y confesiones de la propia Emilia y su rol en toda esta rueda. Es cierto que no es un enfoque sin precedentes, pero es cercana y honesta, reflejo de ser coherente con la posición de referente que tiene para muchos. Es un intento de mantener viva una conversación desde dentro sobre la presión que conlleva ser una diva pop y las expectativas que conlleva. 
Es irónico ver en los comentarios de los vídeos críticas diciendo que no tratan sobre temas profundos solo porque esté haciéndolo en clave pop. Es un trabajo que se disfruta como cualquier otra canción de Emilia y al que también se le puede ver el trasfondo al darle otra escucha. El proyecto ni siquiera tiene por qué ser una crítica al maquillaje, la moda o los retoques en sí, sino a que todo ello sea el mínimo que se le exige para poder desempeñar su carrera. Al final hace de testimonio sobre la realidad de su vida, y la presentación sigue siendo de la forma en la que se mantiene fiel a su estilo.
Track favorito: Pasarella, ft. Six Sex.