No todos los conciertos empiezan con puntualidad, pero pocos arrancan con la sensación de que algo importante está a punto de suceder. Desde fuera, La Riviera parecía cualquier otra noche de concierto en Madrid; dentro, en cambio, se respiraba expectación. Un rumor eléctrico recorría la sala mientras que Borirock hacía de telonero. Cuando terminó se pudo sentir ese murmullo previo que anticipa el momento en que las luces se apagan y un artista pisa el escenario. Lo de Dano ya no es solo música, es una forma de hacer memoria y poner en valor la comunidad que se ha ido creando a lo largo de estos años.
Cuando irrumpió el primer beat anunciando que la apertura iba a ser con Magic Vac, el público ya estaba entregado. No hubo tiempo de calentamiento ni de medias tintas, desde el inicio la conexión fue absoluta. Dano se mueve en escena con la calma de quien sabe que su trabajo le precede. Lleva más de una década construyendo un imaginario y esa noche lo desplegó sin reservas, hilando canciones recientes con piezas de épocas anteriores, recordando a todos que su carrera es un mapa con muchos puntos de referencia.
Lo especial de la cita fue, sobre todo, la sensación de familia. Dano no quiso hacer un espectáculo en solitario, sino compartirlo con buena parte de sus cómplices habituales. Cada colaboración fue recibida con entusiasmo, como si el público reconociera que esas apariciones son también parte de la historia que se estaba contando en directo. No era un simple repaso de hits, sino una celebración coral donde cada invitado aportaba una textura distinta al relato. Desde el saxo de Escandaloso Xpósito hasta la aterciopelada voz de Juicy Bae pasando por la caña que meten siempre Ill Pekeño y Ergo Pro.
El juego de luces y colores fue uno de los grandes compañeros de este evento. El blanco nuclear de Nuevos trapos se entremezclaba con los tonos áureos de El hombre hace planes, Dios se ríe, pero para los más puretas, la magia de verdad tenía lugar cuando el humo se teñía de rojo anunciando que tocaba hacer una parada en Istmo. Aunque en su EP colaborativo con Gese Da O, Fly Ass Music, del cual cantaron todos los temas, lo llamaba “hernia de disco”, es innegable el cariño que le tiene tanto él mismo como su público. Ese momento en el que Dano, tras pedir aplausos para Lex Luthorz por dejarle la MPC (hecho que se preocupó de recalcar), empieza a tocar un sample mágico en los pads hasta que reconocemos que se trata de De la mano es algo que hay que vivir, y nosotros tuvimos esa suerte.
El tramo final del concierto fue una demostración de hasta dónde puede llevar Dano su propuesta. Cuando la batería entró en escena y se sumó al saxo y a los platos, el show se transformó en algo más cercano a una jam que a un directo convencional. Se nota que Dano es hijo de músicos y que lo lleva en la sangre, es incapaz de conformarse con lo de siempre. 
Salir de La Riviera esa noche fue hacerlo con la certeza de que Dano ha conseguido algo muy poco común: convertir cada concierto en una experiencia irrepetible. Ya le vimos a principios de 2024 cerrando la gira de su anterior disco, pero este concierto nos hizo sentir la misma ilusión convirtiendo la propuesta en algo completamente nuevo. Su figura demuestra que todavía se puede crecer dentro del rap sin perder de vista las raíces. Raíces que les tocó representar a dos temas muy especiales: Gold Chains con N-Wise Allah y Gaviotas con Escandaloso Xpósito. Temas que invitan a mirar al futuro sin perder la vista del pasado, ambición y reconocimiento, consagración y proyección, eso es y será Dano.
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