No me quiero pegar es el último EP de daniel sabater, que llega tras haber anunciado su publicación pocos días después de Reyes. El año nuevo ha empezado en plan metamórfico para el murciano, que tras ya se me pasará y de la mano del también cantante y productor Oddliquor, ha sacado seis nuevas canciones que dan la sensación de ser un punto de inflexión en su jovencísima carrera como artista.
El trabajo ha sido, en cierta forma, catártico para daniel. Acostumbrado a no hablar de sí mismo o de su vida privada para poder crear desde el disfrute y la diversión para el resto, ahora No me quiero pegar va sobre él y sobre lo que ha pasado durante Un año de mierda. En realidad la idea fue de su productor, Oddliquor, y es que no puede entenderse el EP sin la influencia del de Parla. Es fácil entender por qué Marcos ha apostado por Daniel en este trabajo porque, salvando los años que les separan, ambos están unidos por la misma sensibilidad y la misma sensación de ahogo que brota del asfalto de Madrid y de los egos de la industria.
El EP parece estar estructurado como un puente entre el sonido de Daniel de su anterior álbum y aquello que todavía tiene que descubrir. La parte analógica con las guitarras acústicas y eléctricas se mezcla con la producción electrónica en un juego constante hasta el último tema. Un año de mierda marca el tono a nivel melódico y lírico de lo que será el EP con slides de guitarra que se mezclan con la percusión distorsionada de base y su voz aguda cantando por encima. En una dicotomía incansable entre ser sensible y romper la pista, el track parece a veces demasiado saturado, perdiéndose un poco la voz en el building de sonidos. Algo que, por otro lado, hay que reconocer es la maestría para crear ritmos pegadizos que viajen directamente al tuétano para quedarse ahí durante una buena temporada sin resultar demasiado pastelosos. ¿El videoclip a lo Run, Lola, Run? Chapeau.
Hay canciones que resaltan por encima de otras como Embabiao, en colaboración con Yarea, por su base de jungle traída al pop, en el que el galope de la percusión es como un corazón a toda velocidad (yo también estoy pensando en elpulsomevasuperrápido de Oddliquor). Y porque, como es obvio, es un tema de amor, pero de un amor primerizo, casi un embrión, por lo que las revoluciones no están precisamente bajas. Mazo malo e Inconformista muestran dos caras de la misma moneda: la del artista que busca hacerse un hueco, que busca dedicarse por fin a lo suyo, y quizá harto de las esperanzas que guardan el sinfín de ‘por fines’.
A ratos se advierten influencias de Sen Senra en la manera de ejercitar la voz, y en otras de grupos como Merina Gris por cómo la base rompe esa misma voz, la despedaza ligeramente. Saco de boxeo es un tema contundente y bien cerrado que combina, como en el resto, lo instrumental con lo electrónico, pero que, esta vez, da más espacio para que ambas cosas se desarrollen en solitario y luego se unan en el estribillo.
No me quiero pegar es muestra de la contradicción casi esquizofrénica que habita en la industria musical y que contagia a los propios artistas con eso de “lo he pensado bien y no me quiero pegar” en paralelo con “Sudadera Balenciaga nueva cada mes / Y jubilarme guapo y rico a los 23”.
Track favorito: Embabiao ft. Yarea.