El pasado 12 de septiembre tuvieron lugar dos hitos que no podrían entenderse de igual manera el uno sin el otro: el lanzamiento de Anela y los treinta de Belén Aguilera. Había de ser ahora, y no antes ni después, cuando este último disco de la artista viera la luz tras un largo viaje de autodescubrimiento y virajes imposibles. Un trigésimo cumpleaños repasado a lo largo de catorce canciones exquisitas, y en el que el regalo lo hemos recibido nosotrxs.
“Un lugar para soñar despierto y refugiarse del mundo real”. Subrayando esto se nos presenta Anela en la nota que nos llega por email, aún con el disco caliente palpitando en Novedades Viernes de Spotify, y no puede irle más al pelo. Porque Anela, además de ser un reflejo de sentidos y emociones en contradicción, también es, precisamente, ese refugio donde ausentarte del mundo real y establecerte en lo onírico durante treinta y seis minutos.
Un trabajo que nace de “cruzar el charco”, como dice Aguilera, y poner en orden un gazpacho de sentimientos transitando tres lugares diferentes: España, México y Estados Unidos. Una transición que da paso al nacimiento de una nueva era abanderada por Anela. Ya en el pasado, la artista catalana pudo viralizar canciones bailables y pegadizas, paseadas entre el hyper pop y el pop más de los 2000. Eso sí, sin dejar a un lado ni por un instante su esencia más melódica y clásica. Ahora, esos reductos de trabajos como Metanoia toman forma y se elevan más catedralistas y oníricos que nunca. Lo oímos en Cómo puedo volver o Se queda dentro.
Pero Belén Aguilera se abstiene de divineos y snobismos, y saca siempre a relucir su lado más divertido, como es ella, con canciones que son carne de pista, como Ático o Mutantes. El oasis perfecto y de corte más enérgico para reponernos de la carga emocional de este viaje a alguna parte de nuestra propia soledad. Y es este sentimiento de soledad, este concepto, este refugio (llámese como se quiera o se pueda) el que aparece salpicando todo el disco de principio a fin, tanto en fondo como en forma.
Soledad es, precisamente, el tema clave de Anela, cuyo título es el acrónimo de ‘Aunque No Exista La Arcadia’, una frase de la última canción y que expresa la felicidad en el ahora y no en la búsqueda del deseo constante. Soledad es algo a lo que Aguilera se ha visto expuesta durante largo tiempo, pero, a su vez, Soledad es alegría, ternura y es amor, porque Soledad es su abuela, tratando así de resignificar este nombre común.
Anela se proyecta como un álbum rico en metáforas, sonidos abstractos y connotaciones de todo tipo. Y no deja de resultar cuando menos curioso que, viniendo de una artista tan solvente y con una voz tan particular, sea esta la que quede en un plano tan secundario, primando todo lo demás. Belén Aguilera dice haber buscado esa mezcla desde un principio; se ha ocupado de la composición y arreglos de todos los temas. Quería que fuera “frío”, aunque, prestando atención y considerando la estética tan marcada del disco, también se pueda presentar como un trabajo espectral, incluso aquelárrico.
En Anela hay brujas que leen el futuro, menciones a la muerte y guiños constantes a sus anteriores singles. Como apreciamos en Eclipse o Laberinto, un tema que podría ser nuestro Dead Dance, si se apura, o parte de la BSO de la nueva de Wednesday, lo que la convierte, sin duda, en otra de las grandes sorpresas del álbum, junto a Bruja, Salvamento o Mutantes. Destacando de esta última canción los protagónicos sonidos de cuerda con los que arranca, que recuerdan a alguna que otra película de Jordan Peele.
Aunque está concebido como una obra de coros operísticos, cuerdas, pianos y un detallismo casi rococó, muy a lo Mónica Naranjo o Lady Gaga, el álbum da espacio también a ritmos R&B, techno, trip hop e incluso algo de rap. Además, Anela cierra este tenebroso laberinto lleno de espejos con Ahora que estoy bien, en perfecta respuesta con el tema que enciende todo este proceso: Nacer para morir. Una travesía llena de luces y sombras, de malestares y pesares, pero todos ellos necesarios para hallarnos a nosotrxs mismxs. No se me ocurre mejor forma de llegar a los treinta. Ni mejor regalo.
Track favorito: Salvamento
