En La guitarra flamenca de Yerai Cortés, unos versos al final de la película cantan: “Hasta el día en que me muera / Yo por ti daría mi vida”. Esta declaración de amor en el tema Los almendros le ha valido a Cortés, C. Tangana y su actual pareja, La Tania –también artista–, un Goya a mejor canción original. Hijo de padres separados, Yerai conoció a Tania cuando él apenas tenía diecisiete años y ella veinticuatro. Casi una década después continúan juntos. En plena efervescencia de su carrera, en la cresta de la cresta de la ola que todavía está lejos de romper, paramos un segundo e intentamos la difícil tarea de saborear el presente con el chico de moda del flamenco español que ya prepara su próximo gran asalto.
Entrevista extraída de ACERO vol. 10, publicada en mayo de 2025. Hazte con tu copia aquí.
Tras abrazar el mainstream con una película-documental dirigida por C. Tangana que cuenta su historia familiar cargada de pena y secretos, es un buen momento para preguntar a Yerai qué tiene que decir sobre el amor, el dolor, la familia, el éxito y qué le queda por hacer antes de que dentro de poco cumpla treinta años.
Hoy es el último día del invierno. Mañana empezará la primavera y a los pocos días de esta conversación, después de semanas de lluvia, el sol volverá a salir. Mientras hablamos por teléfono centellean los relámpagos en el cielo. Yerai habla pausado. La tarde de Madrid gira vertiginosa, pero aquí no hay prisa. Poco a poco la conversación se vuelve más cálida, aparecen sueños, el nombre de Almodóvar y, al final, lanzamos una pregunta que afortunadamente nunca tendrá respuesta. Sin embargo, antes de todo esto, la tecnología nos juega una mala pasada. Tendremos que hablar sin vernos, imaginándonos el uno al otro.
Se me hace raro no verte, Yerai.
(Risas) Ya ya, pero bueno… por teléfono no falla.
¿Dónde te pillo ahora mismo?
Estoy en Sony, que está Tania ensayando y le estoy echando un cable.
Después de todos estos meses desde que has lanzado la película, ¿nos odias ya a los periodistas?
Nooooo, qué va. Es duro a veces. Sobre todo por las mañanas temprano, que ahí me cuesta estar inspirado. Pero me he dado cuenta de que esto es necesario para desarrollar el concepto de la película. Hay mucho que contar.
Preparando esta entrevista he ido a Google y he buscado tu nombre. Me he encontrado miles de artículos de corta y pega sobre ti, que solo decían que tocas la guitarra y que has hecho una película con C. Tangana. Por eso quería preguntarte: ¿quién es Yerai Cortés según Yerai Cortés?
Es muchas cosas. Es un tío con inseguridades, con ganas de seguir conociendo. Un tío que no sabe dónde se encuentra hasta que no abre una puertecita y se embarca de lleno. Un chaval de Alicante al que le gusta la música. Que utiliza la guitarra para hacer cosas, a veces más tradicional y otras más contemporáneo. Un tío al que le gusta mucho acompañar. Esa es de sus cosas favoritas, acompañar. No sé, un tío que se busca, diría.
¿Este disco es una película o la película es un disco?
Para mí es lo mismo, son las dos cosas.
¿Cómo estás viviendo este proceso? Sobre todo, desde que se lo has enseñado al mundo.
Es difícil de explicar. Está siendo como un viaje de ayahuasca. Son muchas cosas tuyas, recuerdos, es un cóctel familiar del que formo parte. Hurgas en sitios que duelen, que no estás seguro del todo si quieres sacarlos o no. Es un proyecto en el que me expongo y en el que salen a jugar muchas cosas; la vulnerabilidad, los miedos, las inseguridades. Pero siempre con la ilusión de que si hacemos esto, aunque haya mucho miedo de por medio, hay ganas de que se solucionen ciertas cosas.
Qué planes tienes. ¿Más música? ¿Cine? Cuál es tu siguiente paso.
Ahora estoy con la gira, que me tiene loco. Pero ya estoy en lo siguiente. Se puede decir que he arrancado con otro proyecto que tiene una gran carga audiovisual. Pero este proyecto nuevo trata sobre otro tema, y en lugar de suceder en tres años y medio como ha sido esta película, transcurre en una noche solo.
¿Nos puedes dar alguna pista más?
Pues lo tengo muy escrito, me lo he dicho a mí mismo muchas veces y se lo he contado a un montón de colegas, y lo tengo armado. Pero como la película anterior, aunque uno lo tiene en la cabeza, luego hace falta que eso se convierta en algo material. Va a haber flamenco, y va a haber un Yerai que yo creo que no se ha mostrado en la película, con más tipos de inseguridades. Y habrá también música en la que yo no participe.
¿En algún momento te esperabas este recibimiento? He visto a gente llorar en el cine con tu historia.
No sabía que la gente iba a conectar tanto. He tenido miedo por cómo se les puede ver a mis padres o por cómo se me puede ver a mí. Todo eso te ronda la cabeza. Pero lo más fuerte es que todo el mundo ha salido diciendo que ninguno es el malo, a todo el mundo le cae bien mi madre y mi padre, o la Tania. O dicen que yo estoy en la peli muy vulnerable y sincero.
¿Y cómo te has visto tú?
Me he visto con mucha ilusión. Verme desde fuera me ha servido para entender muchas cosas, como cuando hablo del problema de la identidad.
¿Cómo ha recibido el mundo del flamenco este proyecto?
Muy bien. Sienten que también es suyo, y esto me da mucha alegría porque pienso mucho en el flamenco y en los flamencos. Ver cómo lo abrazan y sienten que su pueblo está representado en la película más allá de la historia me pone muy alegre. Se sienten muy identificados con mi padre y la broma del dinero y Pucho, o con mi madre y la magia, con la música, con la estética.
¿Te daba miedo cómo fuera a reaccionar el flamenco? Tú navegas en esa indefinición. Para los flamencos eres un moderno y para los modernos un flamenco.
Eso es lo que menos me preocupaba de todo. Estoy bastante seguro de exponer esa duda, porque no estoy diciendo lo que soy, sino que tengo un problema de identidad. Que aquí soy de una manera y aquí de otra. Que me estoy buscando y que lo que quiero es que me quieran. La gente ha empatizado porque ven a una persona que pide que se le acepte.
¿Ha cambiado tu relación con tu familia después de esta película?
Sí, hay más confianza. Hay más verdad, no hay tanto maquillaje como había antes. Podemos hablar de más cosas y los temas incómodos salen con más naturalidad. Hay una comunicación más liberada.
Háblanos de tu madre.
Tengo una relación muy normal con ella. Hablamos casi todos los días o nos mandamos un mensaje. Ella está sola en casa e intento estar pendiente. Le mando fotos de los sitios a donde voy e intento que viva todo esto conmigo, aunque sea a través de una foto. Mi madre es una mujer con mucha fuerza, con una sonrisa de oreja a oreja a pesar de todo lo que ha vivido, que no es fácil. Es una persona que ha superado muchas cosas y ha salido a flote. La quiero mucho y la tengo muy en valor por lo que es ella y por todo lo que me ha dado a mí. Es increíble. Y mi padre…
También te iba a preguntar por tu padre.
Mi padre también es una persona muy fuerte, con un carácter muy firme. Es una persona que muestra mucho solo con algunos detalles. Quizá se calla mucho más las cosas, pero eso no quiere decir que sienta menos. Y también le debo mucho. Él me puso la guitarra, me ha dado unos valores.
¿Ha afectado a tu manera de entender el amor o las relaciones personales el hecho de que hayas crecido con tus padres separados?
Sí, hay un punto desde chiquitico que entiendes que las cosas a veces se acaban, y creces sin ese romanticismo que nos cuentan. Piénsalo, el primer ejemplo de pareja que tienes se rompe. Entonces creces un poco más crudo, y te das cuenta de que así es la vida. Nada es eterno y las cosas mutan. Las personas se separan y cogen aire, y en algunos casos eso es bueno.
¿Qué entiendes por amor?
Todavía estoy ahí estudiándolo. Pienso que es una decisión. Porque te elijo a ti, o me elijo a mí de esta manera cuando estoy contigo. También es una escucha.
¿Y qué es estar enamorado?
Sé lo que no es. No es solo ese momento de estar drogado por el amor que no ves nada más que a esa persona y todo te parece bonito. Eso es un entrante, pero no nos cuentan lo que pasa después. Cuando pasas a una convivencia, a compartir muchos estados de ánimo. A compartir la queja, a escuchar, a sostener, a acompañar. Hay muchas más cosas en el amor que no nos cuentan, y siento que estar enamorado va por ahí. Pienso en esas parejas de viejitos que llevan una vida juntos. No creo que hayan tenido un camino de rosas. El amor es eso, pese a todo, seguir queriendo y seguir escuchando.
¿Amar significa sangrar como decía Pucho en 2011?
Sí, para mí puede ir ligado el amor con el dolor. Tania y yo nos hemos unido mucho cuando ha habido un acontecimiento muy doloroso en nuestra vida. Ese dolor de Tania que tenía porque se le ha ido alguien de su familia, pues yo me he dolido con ella. Me ha metido en ese dolor y he estado sosteniéndolo, acompañando. Y entre ella y yo ha habido muchos dolores. Nos hemos hecho daño, pero luego ese dolor hace que cuando algo sea bonito, sea bonito de verdad y te haga reír. Es como la música y las canciones: si tú arrancas con todos los instrumentos desde el principio, luego ya no tienes nada para sorprender. En el momento en el que hay un silencio, y luego hay una guitarra sola y de repente en el estribillo se convierte en una orquesta, lo entiendes. Pucho iría por ahí. Amar es sangrar. Amar es ir derrapando por la vida y llegar arriba con las uñas desgastadas y con el alma rota pero cicatrizada, y orgulloso por lo que hemos pasado.
“Amar es sangrar. Amar es ir derrapando por la vida y llegar arriba con las uñas desgastadas y con el alma rota pero cicatrizada, y orgulloso por lo que hemos pasado”.
Tú has sido un niño rodeado de adultos siempre.
Sí, y esto tiene sus pros y sus contras. Te juntas con gente que ya ha pasado por muchas cosas y aprendes a esquivar las piedras del camino, pero es cierto que hasta que no te tropiezas tú, no te enteras. Te hace convivir de una manera que a lo mejor no está ligada a tu edad, pero la personalidad que tengo ahora mismo tiene que ver con justamente con eso. Te hace ver mucho y muy pronto, y esto no sé si es del todo bueno.
¿Qué te queda por hacer antes de los treinta?
Algo que nunca he hecho y que me gustaría hacer es un viaje completamente solo. Una especie de retiro, solo con mi guitarra para poder escribir y componer. Siempre he compuesto desde una batidora; metido en medio del ajo y haciendo mil cosas a la vez. En este momento me gustaría disfrutar de esa soledad artística para meterme de lleno en la música.
¿Qué idea tienes del éxito?
No lo sé, no me siento todavía muy exitoso o con mucho éxito. Tengo mucha gente a mi lado que me pone los pies en la tierra. Me siento muy exitoso de mostrarme como soy, y muy afortunado ver cómo los míos siguen conmigo. Esta profesión te tiene muy entretenido, tenemos muchos privilegios y hay mucho aplauso. Por eso es importante cuando luego llegas a casa y te dicen las cosas como son. Y a lo mejor no son aplausos, pero es una conversación bien dicha.
Hace poco Amaia decía en una entrevista: “Me gusta mi carrera, pero no quiero más fama”. ¿Cuál es tu ambición?
Lo que quiero que me siga pasando es seguir conociendo gente bonita. Mi ambición es que me dejen hacer los proyectos que quiera.
¿Con qué artista que sea completamente ajeno al flamenco te molaría colaborar?
Yo tengo un sueño que es hacerle la música a una película de Almodóvar. Él de alguna manera es muy flamenco.
¿Le conoces?
No, pero me encantaría saber su opinión de la película y sobre todo colaborar con él. Trabajar con él, o ponerle música en algo que él haga. Es un sueñazo que tengo.
Ojalá pase, ¿qué es lo más loco que te ha pasado estos meses? Habrás conocido a muchas personas, tendrás muchas historias.
Lo más loco, lo que más me ha impactado de todo esto, es la reacción de la gente en los coloquios que hemos hecho en los cines. Me he encontrado a muchísimas personas con una historia similar a la mía, y esto es algo que no me hubiera imaginado nunca. Mucha gente que me escribía diciendo: “Yo también tenía un hermano…”. Eso ha sido muy bonito, contar un dolor que llevas dentro y lo compartes y ya no pesa tanto. Ya no solo lo lloras tú.
¿Está el flamenco de moda?
Ahora se está mirando mucho al flamenco. Se ve que hay un cambio, desde lo que ha hecho Rosalía o la estética de Pucho. Esto ha sido hace poquito, la gente ha empezado a mirar hacia el flamenco, a valorarlo. Hay mucha gente que ahora, después de Rosalía, puede escuchar a la Niña de los Peines, por ejemplo. Lo que me gusta mucho es que la gente está conociendo un flamenco que es mucho más parecido a lo que los flamencos llamamos flamenco.
Hay una paradoja en ti, que con tu estilo tradicional haces algo diferente. Un tipo con una guitarra tocando flamenco de repente está en una plataforma como COLORS.
A COLORS quise ir solo con la guitarra por eso, para que no hubiera nada que lo maquillara. Pero no es el flamenco lo que cambia para estar de moda. Si no, no sería flamenco. Lo que cambia es quien lo escucha o quien se interesa por valorar un género tan rico.
¿Puedes saborear el presente? Parar y pensar: joder, lo que estoy viviendo.
(Suspira) Es difícil. Porque no pasa una cosa y ya llega otra. Todo pasa muy rápido y es muy abrumador. En mi caso, entre el año pasado y este, he terminado una peli, he estado en COLORS, me he roto un dedo, casi no vuelvo a tocar la guitarra, sale la película en cines, vamos a los Goya, nos dan unos Goya, veinticinco mil entrevistas, saco un disco, la gente viene a los conciertos, y no solo eso, toda la gente que viene a los conciertos no es únicamente flamenca, sino que hay flamencos, contemporáneos o modernos o como lo quieras llamar. Es muy difícil festejar una cosa, porque ya está viniendo otra. Es difícil saborear este presente, pero evidentemente siempre doy gracias a la vida, al universo, a Dios y a todo, por lo bonito que me da y por este privilegio de estar sano, de que mi familia esté bien, de que pueda hacer arte, de que la gente nos escuche y de ser influyente en algunos guitarristas.
¿Cómo viviste esa incertidumbre al tener que operarte de los dedos y pensar que quizá no volverías a tocar la guitarra?
Lo primero que pensé es que nunca me recuperaría. Que no volvería a la normalidad. Es el proceso de una herida, de ver cómo va cicatrizando, aceptar que vas a tener una cicatriz para siempre. Te juegas tu vida. Yo no sé hacer otra cosa que no sea tocar la guitarra. Pero me ha hecho ver el instrumento de otra manera, porque en todo este tiempo he seguido componiendo. El disco que estoy pensando ahora, lo nuevo, ya empecé a prepararlo ahí, y no tenía forma de tocar la guitarra. A veces los guitarristas estamos esclavizados al instrumento y sin el instrumento no somos nadie. Pero me he dado cuenta de que tenemos una guitarra en la cabeza que me permite seguir componiendo. Me ha servido para pensar una narrativa, una estética. He aprendido mucho: puedo seguir haciendo música sin la guitarra en las manos.
Si te parece, vamos a dejar la última pregunta sin respuesta, porque no la tiene. Qué hubiera pasado si no te hubieras recuperado de esta cicatriz de las manos, si no hubieras podido tocar otra vez la guitarra.

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