Xoán Forneas estrena Antes de nós, un proyecto que le atraviesa por dentro y que, como él mismo reconoce, ha marcado un antes y un después en su manera de habitar el oficio. La película, dirigida por Ángeles Huerta, revisita la figura de Castelao desde una perspectiva íntima, emocional y profundamente humana, alejándose del mito para mostrar al hombre. Forneas se sumerge en un papel delicado, lleno de matices, en un momento vital especialmente complejo. Desde ese lugar de fragilidad y compromiso, el actor gallego habla con lucidez sobre el arte, la empatía y los vínculos que tejen sentido.
Con una carrera que transita con naturalidad entre el teatro, la televisión y el cine, Forneas no busca verdades absolutas, sino veracidad, emoción, tiempo para mirar y ser mirado. En esta conversación reflexiona sobre su trayectoria, los retos del presente y los deseos que lo impulsan hacia el futuro. Galicia –su origen, su lengua, su imaginario– aparece como una raíz que nunca se corta del todo, incluso cuando el camino lo lleva lejos. Y en un mundo que parece acelerar sin descanso, él defiende con calma el valor de lo invisible, de lo que no se dice pero se siente. Como quien elige, también, no olvidarse de mirar.
Antes de nós llega en un momento en el que el cine ibérico vuelve a mirar hacia lo íntimo y lo emocional. ¿Qué fue lo primero que te atrapó del proyecto? ¿Sentiste desde el principio que había algo que te tocaba personalmente?
Conocía el mito, claro. Castelao es una figura imprescindible en Galicia. Pero lo que me atrapó fue el encargo de bajarlo a tierra, de tocar su fragilidad. Ver al héroe lleno de dudas, de miedo, de ternura. Me pareció profundamente humano y hermoso. Además, compartimos un origen: yo también vengo de esa Galicia rural que lo moldeó. Su arte, su mirada, su lucha; todo eso nace en la tierra, en lo pequeño.
Sin destripar demasiado, tu personaje atraviesa un viaje emocional muy delicado. ¿Cómo te preparaste para habitar esa vulnerabilidad?
Tuvimos dos meses de ensayos muy intensos, de búsqueda. Más que una preparación técnica, fue una disposición emocional: permitirme sentir lo que le pasa al personaje sin querer protegerme. Con Ángeles hablamos mucho sobre lo que no se dice, sobre el silencio como espacio cargado de sentido. A veces bastaba con estar presente, con mirar y ser mirado, para que surgiera la emoción. Lo difícil fue sostener esa verdad sin forzarla.
¿Cuál fue el mayor reto, no solo como actor, sino también a nivel humano? ¿Qué te exigió esta película y qué te devolvió?
Mi situación personal. Estaba atravesando un duelo muy profundo, y al mismo tiempo rodábamos casi todos los días. Tuve que aprender a dejar el dolor en la puerta. Fue duro, pero también sanador. Me sostuvieron mucho mis compañeras y compañeros. Y entendí algo esencial: que la empatía es el centro de todo. Cuidar y dejarse cuidar es lo más humano que hay. Me comprometí a eso. A estar para los demás, como ellos lo estuvieron para mí.
“Hoy hay tanto ruido… En la película, los personajes se escuchan más cuando no hablan. Y eso, ahora mismo, es casi revolucionario.”
En un mundo cada vez más acelerado, Antes de nós propone una cadencia pausada, contemplativa. ¿Cómo afectó ese ritmo a vuestra forma de trabajar y de construir las relaciones entre los personajes?
Aunque el rodaje fue rápido, la historia pedía otro tempo. Uno más lento, más atento. Ese ritmo nos transportaba a otro tiempo, donde el silencio tenía espacio. Antes no nos daba miedo callar. Hoy hay tanto ruido… En la película, los personajes se escuchan más cuando no hablan. Y eso, ahora mismo, es casi revolucionario.
¿Hubo alguna escena o momento del rodaje que se te haya quedado grabado especialmente?
El final. Rodamos en Fisterra y el cielo estaba teñido de rojo por unos incendios en Portugal, a cientos de kilómetros. Era bello y trágico al mismo tiempo. Y eso, de alguna manera, contenía la esencia de la película. Castelao perdió a su hijo, y ese dolor lo transformó en una acción bella: todo el amor que ya no podía darle, decidió entregárselo a Galicia. Esa escena es su epifanía.
A lo largo de tu carrera has transitado registros muy distintos, del clásico al contemporáneo. ¿Qué te interesa ahora mismo como intérprete? ¿Hacia dónde sientes que se orienta tu camino?
Quiero seguir explorando el lenguaje del cine, que es muy distinto al de la ficción televisiva, aunque también la disfruto. Me atraen los personajes alejados de mí, cuando hay tiempo para construir con calma. Pero seamos realistas: hoy, sobrevivir es un lujo, y muchas veces hay que aceptar proyectos solo para poder comer. En este sistema, solo quienes tienen recursos pueden crear desde la libertad. Poder elegir es un privilegio.
Si echas la vista atrás, ¿hay algún proyecto que haya marcado un antes y un después en tu forma de entender el oficio?
Probablemente Antes de nós. Fue un momento muy duro, como te decía, y esa experiencia me marcó mucho. También Escape, de Rodrigo Cortés. Aunque mi papel era pequeño, trabajé muchísimo en él. Era un personaje muy, muy alejado de mí.
xoanforneas-3.jpg
Has trabajado en televisión, teatro y cine. ¿Qué desafíos y placeres encuentras en cada uno? ¿Sientes que hay uno que te exige más verdad?
El teatro es vértigo cada noche. Una montaña rusa que arranca y no se detiene. El cine te pide sostener algo durante semanas, sin grabar en orden, y eso también tiene lo suyo. Pero no creo tanto en ‘la verdad’ como en la veracidad. La fábula nace de la verdad, pero no es la verdad en sí. Es la imaginación simulando una realidad. Si tuviera que vivirlo todo para interpretarlo, no podría contar casi nada.
¿Qué te queda de los personajes que interpretas? ¿Sueles desprenderte fácilmente o se quedan contigo un tiempo?
Siempre hay un intercambio. Les das algo y te devuelven otra cosa. Me gusta soltar. No quiero quedarme pegado a nada, pero sí recuerdo lo que me enseñaron. Son como faros. Están ahí, aunque no siempre iluminen.
Cuando decides aceptar un proyecto, ¿qué pesa más para ti: la historia, el personaje, el equipo, el momento vital?
Que me emocione, que me rete. Que pueda aportar una mirada artística. Pero también hay que ser honestos: no vivimos en una burbuja. A veces toca aceptar por necesidad. Intento que no sea lo habitual, pero ocurre.
¿Te has planteado crear desde otros lugares, como la escritura o la dirección? ¿Tienes un universo propio que te gustaría explorar?
Sí, claro. No veo el arte como una línea recta. Estoy en ello. Escribo, compongo, dirijo… Requiere tiempo, pasión y mucha humildad.
“Como artista siento responsabilidad sobre ciertos temas y elijo posicionarme, pero no lo exijo a nadie. Cada cual habla desde donde puede o quiere, y eso también hay que respetarlo.”
En una época donde la exposición mediática parece inseparable del trabajo actoral, ¿cómo gestionas tu intimidad? ¿Sientes tensión entre lo público y lo privado?
Mi intimidad es mía, y la comparto con quien yo elijo. No creo que esté reñida con tener una presencia pública. Como artista siento responsabilidad sobre ciertos temas y elijo posicionarme, pero no lo exijo a nadie. Cada cual habla desde donde puede o quiere, y eso también hay que respetarlo.
¿Qué papel juegan tu lugar de origen, tu lengua y tu cultura en la forma en que construyes a tus personajes? ¿Crees que Galicia aparece, de forma visible o latente, en tu trabajo?
Siempre está. A veces de forma explícita, a veces de forma más sutil. Pero está. Al mismo tiempo, vivir en Madrid me ha abierto mucho. Ver mundo, viajar, todo eso te enriquece. Todo se mezcla. Y de ahí también nace lo que hago.
¿Qué necesita el cine hoy para no perder su capacidad de conmovernos? ¿Dónde crees que reside la fuerza de una buena historia?
Tiempo. Tiempo para escribir, para ensayar, para observar. Vivimos en un sistema que empuja a producir sin parar, y eso va en contra de la emoción. Una buena historia no está en lo que se explica, sino en lo que se intuye. En los vínculos, en la fragilidad, en eso que nos toca sin saber por qué. Ahí es donde ocurre la magia.
Y si pudieras mirar cinco años hacia adelante, ¿dónde te gustaría estar? ¿Qué te gustaría que se hubiera cumplido?
Cine, teatro y música. Que mi parte creativa pudiera expresarse en esos tres lenguajes. Ojalá un proyecto que los reúna.
xoanforneas-2.jpg