La cultura de la acumulación es un castigo que da la vida para después aprender. ¿Cuál es la realidad? Tienes un armario que no cierra, pero sin saber qué ponerte ese día para ir a la uni, o a una cena, o a dar un paseo. Sí, necesitamos nuestro armario cápsula, con prendas imprescindibles, pero sé honesta contigo: te has gastado la pasta en cosas que querías para una vez o que, por cosas de la vida, solo te has puesto una vez. Trent va a ser tu aliada perfecta. Con un catálogo de ensueño, unas piezas seleccionadas al dedo y ahora, por fin, tienda física en Barcelona, no vas a poder resistirte a entrar en el mundo del alquiler de ropa.
Hace un mes, cuando entrevistamos a Alejandro Assens y Laia Cusco, fundadores de Trent, la tienda física aún estaba en obras, pero su visión ya era nítida: iba a ser más que una marca, un sistema, una propuesta estética y cultural sobre cómo vestirnos –y desvestirnos– en el mundo que habitamos. Ahora, tras un opening que reunió a buena parte del circuito creativo de Barcelona, se confirma lo que ya intuíamos: Trent no quiere solo alquilar ropa, quiere proponer nuevas formas de usarla, de mirarla y de estar en ella. 
Pero Trent no se explica solo desde la ropa. Es un proyecto que pone en cuestión la forma en que consumimos, vestimos, nos identificamos. Hablamos con Ale y Laia sobre identidad, lo que implica no poseer la ropa que llevas, el poder del estilismo como herramienta expresiva y por qué Barcelona, con toda su potencia creativa, necesita atreverse más. 
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Hola, Ale y Laia, ¿cómo estáis? ¿En qué estabais trabajando antes de que llegara?
Ale: En muchas cosas. Yo estaba preparando una campaña que grabamos con Nobu, con quien hemos hecho un partnership y es el primer hotel con quien vamos a hacer un dress service. Tuvimos una idea con ellos: ofrecer nuestro servicio a sus huéspedes y darles un QR con el catálogo de Trent, que alquilaran lo que quisieran y que lo recibieran en menos de una hora en la habitación.
Laia: Yo estoy haciendo un catálogo porque vamos a añadir piezas para ocasiones especiales, tipo bodas, que es algo que nos estaban pidiendo desde que empezamos.
Explicadnos qué es Trent, para quien no os conozca.
Ale: En pocas palabras, es una plataforma de alquiler y venta de diseñadores independientes. Empezamos con diseñadores más emergentes de alrededor del mundo y ahora estamos empezando a meter algunas marcas más consolidadas, por ejemplo Coperni.
¿Qué aporta cada uno que el otro no podría aportar?
Laia: Yo optimismo.
Ale: Y yo pesimismo (risas). Realismo, realismo. Laia es la que puede aportar más curación, más sensibilidad, que no digo que yo no la tenga, pero a nivel de escoger producto, ella lo hace mucho mejor que yo. Y yo, aunque Laia también lo tiene, hago más relaciones, contacto para partnerships, otras marcas, instituciones, etc. Me gusta más toda esta parte.
Laia: Exacto, a Alejandro no le da palo nada. Lo que se tiene que hacer se hace. Yo soy mucho más de estar en mi silla, sola, con mi ordenador y mis cosas, pero todo lo que es comunicar el proyecto, explicarlo, buscar partners y todo esto, yo soy incapaz. Yo salgo de aquí y no quiero hablar con nadie de Trent (risas).
¿En qué punto de vuestra vida os encontrabais cuando nació Trent? 
Laia: Yo había trabajado para una empresa de moda, después en marketing, y la verdad es que no me acababa de gustar absolutamente nada. Me puse a estudiar finanzas porque se me daban bien y pensé que eso era mío. Dos semanas antes de hacer un examen muy importante que se llama CFA, me acuerdo estar en el coche y que Alejandro me dijera: acabo de dejar Glovo, me gustaría empezar la idea que tuviste hace un tiempo. Yo me iba a ir a Nueva York a trabajar en banca de inversión y él estaba trabajando en una startup. Pensé, por fin alguien se une a este proyecto. Nos lanzamos superrapido.
Ale: Nos habíamos graduado hacía dos años, yo estaba trabajando ahí, hubo el Covid de por medio, fue una época un poco rara y al final decidí dejarlo. Cuando empecé a pensar en otros trabajos, tenía muchas ganas de empezar un proyecto y sabía que Laia había tenido esta idea, le veía sentido, era algo que había empezado a funcionar en los Estados Unidos y me motivó por varios motivos: por emprender, por la parte de sostenibilidad, el producto, lo innovador.
“Trent te invita a atreverte con prendas que probablemente no te comprarías. Y eso, de alguna manera, te da un brillo extra. Es como una pequeña transformación.” Laia
Si echáis la vista atrás, ¿qué destacaríais de la evolución de Trent desde tu idea primaria hasta que Ale se une, hasta ahora?
Laia: Esta idea existe desde hace ocho años. Nos conocimos en Colombia haciendo un intercambio. Yo tenía unas expectativas muy diferentes. Fue un shock llegar ahí, con una imagen tan distinta de lo que es, y encontrarme con diseñadores locales que eran una auténtica pasada. Había unas prendas, unos diseñadores, una artesanía, todo. Pensé que ojalá todo el mundo supiera lo que hay allí porque a nivel de moda es impresionante el país.
Cuando me tocó volver, no quería, no sabía qué hacer. Siempre he tenido muchos líos sobre a qué me quiero dedicar, y pensé que sería guay abrir un espacio de diseñadores locales emergentes para dar visibilidad, y esa fue la primera idea. Nadie me hizo caso. Me puse a trabajar en otras cosas hasta que un día, estando en esa empresa de marketing donde me aburría muchísimo, se me ocurrió aplicar el alquiler al tema de los diseñadores locales emergentes. Las piezas son muy caras porque la producción es carísima. Para la gente, acceder a las piezas de estos diseñadores es complicadísimo. Primero, porque no los conocen, y segundo, porque una vez los conocen, los precios son altísimos. Una forma fácil de acceder a ellos era con el alquiler.
Ale: El proyecto era más para poner en común a varios diseñadores y ahí entró el tema del alquiler. Empezamos unos primeros meses con el tema de ropa para bodas y eventos, que es lo que estamos retomando ahora. Luego hubo cosas que no nos representaban y empezamos de cero con marcas nuevas y branding nuevo, y empezó a ser moda. Moda, moda. Pasamos de un extremo a otro. El punto en el que ahora se encuentra es una suma de todos los aprendizajes de todos estos años.
Hasta hace poco estabais haciendo un archive sale para dejar atrás marcas y diseñadores y dejar paso a nuevas, como nos contáis. ¿Cuál era el objetivo?
Ale: Había dos objetivos. Estamos con cincuenta diseñadores bastante emergentes, y con la apertura de la tienda reducimos bastante y nos quedamos con los que mejor habían funcionado e introducimos estas nuevas marcas para que hubiera más equilibrio. Veíamos que, a veces, puede costar con diseñadores que conoces muy, muy poco y que los precios son elevados, pese a tener la opción de alquilar. Por eso estamos metiendo algunos ganchos.
Laia: También estamos transicionando a nivel de catálogo porque trabajar con solo diseñadores emergentes es muy complejo para que la gente venga y pruebe. Si el diseñador emergente está acompañado de una marca de lujo conocida o de una marca más independiente, los usuarios ya tienen un punto de confianza. Además, estas marcas pequeñas nunca tienen descuentos y les dijimos que, después de uno, dos años colaborando, qué les parecía si toda nuestra comunidad tuviera la oportunidad de comprar sus prendas a precios rebajados y así fue.
Ale: El archive sale se hizo para vender los máximos productos posibles de las marcas que no van a seguir colaborando con nosotros. Y, además, mostrarles el nuevo espacio a nuestra comunidad. Cuando llevábamos tres o cuatro meses de obras, queríamos que la gente viniera a conocer lo que estábamos haciendo y que viera la evolución desde el concepto de under construction. 
¿Creéis que la gente prejuzga estas marcas pequeñas que nunca ha escuchado?
Ale: Nadie nos lo ha manifestado, podrían ser hipótesis. Cuando alguien decide invertir en una pieza de moda es porque sabe que, más o menos, va a ser identificable, ya no para los demás. No hace falta que lleve un logo gigante, sino para uno mismo.
Laia: No tenemos clientes que lo hayan dicho, pero sí amigos que no se van a comprar una pieza de cuatrocientos euros de una marca que no conocen porque no saben por qué cuesta eso. No hay predisposición a pagar precios tan altos por una marca que no conoces, tiene que ser una pieza muy especial.
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¿Qué criterios estáis siguiendo ahora para elegir las marcas o diseñadores?
Laia: Es bastante personal. Me guío mucho por lo que me gusta y por lo que no me gusta. Soy muy fan de buscar marcas emergentes e independientes, y siempre tengo algunas en mente. Tengo un catálogo mental relacionado con los gustos de aquí y que creo que puede combinar muy bien.  Entiendo muy bien cómo se viste en Barcelona o en España.
La curación en Trent es compleja porque no somos una multimarca que vende, sino que también alquila. Cuando vendes, buscas piezas mucho más comerciales que te puedas poner más fácilmente. Pero, a la vez, hago la curación de piezas más extravagantes y especiales de alquiler para artistas o celebridades, que son una pasada pero no te las pondrías en tu día a día. Tienen que estar en Trent porque son parte de la marca y son estampa de por qué nació esta idea, de vestir diferente, de experimentar con la moda.
A mí me gustan cuarenta estilos distintos, pero intento que todo tenga más coherencia, que todo pueda combinar entre sí aunque sean estilos diferentes, que a la vez convergen en algo que va hacia una misma dirección creativa y de estilo.
¿Hay categorías o formatos de prendas que queréis incorporar o retomar?
Laia: Algo que quiero explorar son los accesorios para perros.
Ale: Sí, bueno, no está sobre la mesa todavía (risas).
Laia: Soy una amante de los perros y sé que cada vez la gente invierte más en la vestimenta de sus mascotas. Es algo de futuro.
Ale: El tema de las bodas, como fue algo que ya hicimos, al principio le pusimos una cruz. No funcionó bien, no acababa de ser nuestro estilo y nos quedó un poco churro, porque hicimos algo que no nos representaba. Después nos pasamos un pelín de listos y pusimos ropa muy experimental de alquiler para el día a día. La gente que acogió mejor la idea fueron estilistas, que en ningún momento fue nuestra idea inicial, pero vimos que los artistas sí necesitaban este tipo de ropa para ocasiones concretas. Y poco a poco se empezó a interesar gente que sí entendían el concepto de alquiler y que nos empezó a pedir ropa para bodas. Entonces, llegados a este punto, hemos pensado en recuperarlo pero llevándolo a nuestro terreno.
Laia: Nuestra idea a corto plazo es empezar a construir nuestro archivo con las pasarelas que tengamos en mente, desde 1990 hasta el día de hoy, y empezar a construir un catálogo.
Ale: Y otra cosa a muy corto plazo es incorporar ropa de hombre, confío en que puede funcionar.
Laia: Totalmente. Los hombres que invierten en ropa, no me atrevo a decir que invierten más que las mujeres, pero están predispuestos a pagar más porque es más difícil encontrar cosas que les gusten, no hay tanta oferta y, a la hora de diferenciarse, encontrar las piezas que van a conseguir que vayas diferente al de al lado es mucho más difícil.
Siento que ellos tampoco tienen tanta cultura de acumulación, que con tres jeans buenos es suficiente, y nosotras, al tener tantas microtendencias, lo queremos todo.
Ale: Yo personalmente sí. Cogemos menos prendas pero estamos dispuestos a invertir un poco más.
Laia: Esta cultura de la acumulación es un problema, no tiene sentido. Las piezas no te duran, no estás contenta con tu armario porque no tienes esas cosas que realmente te gustan porque te has gastado la pasta en diez que no eran necesarias, pero como eran más, el volumen parece ser más importante.
Tengo entendido que la tienda física no será solo un punto de venta. ¿Qué tenéis en mente?
Laia: Es muy especial. Nos ha costado mucho definir su concepto porque no es una tienda, no es una concept store. Es un proyecto de retail con varios puntos de innovación. El principal es el alquiler y, después, le estamos dando mucha importancia a la experiencia.
Ale: Tiene varias partes. Una es la entrada con unos archivadores como de biblioteca para todas estas prendas tan especiales que se podrán mover y crear espacios diferentes cada vez. Luego están las oficinas, los probadores y un espacio común para activar a nuestra comunidad. La idea era recuperar el estilo de probador de las marcas de lujo, donde te sentabas, tenías tu sofá y eran grandes. Hemos reproducido tres de estilo industrial, pero grandes para poder ir sola, con amigas, con pareja y, en el medio del espacio, queda lo que sería el fórum, que es donde pasarán las cosas. Queremos que sea un espacio para creativos de Barcelona y que pasen cosas, desde eventos hasta desfiles.
Laia: Exacto. Queremos que sea un espacio para poder mostrar todo lo que Trent apoya a nivel creativo, ya sean desfiles con marcas que nos gustan, presentaciones de revistas, de libros, de cosas que queremos apoyar a nivel cultural, con las que nos sentimos identificados.
“Aunque [en Barcelona] hay muchísima creatividad, quizás nos cuesta más salir, ir a eventos, generar comunidad, etc. Justamente por eso queremos ser un punto de encuentro que active ese espíritu.” Ale
Trent tiene algo de club, de editorial. ¿Hay referencias culturales o escenas concretas que os hayan marcado?
Laia: No te sabría decir, tengo millones. También tengo referencias muy distintas a lo que representamos. A ver, tengo tres muy claras: David Bowie, Patti Smith y David Lynch. Estos son mis personajes favoritos de la historia, pero no se ven muy representados en lo que es la estética y la dirección creativa de Trent.
Entonces, relacionado con lo que es la escena cultural, son todo referentes sueltos. Son muchos proyectos que vas conociendo pero que no son conocidos, quizás. No una identidad que tengas siempre presente, sino que vas conociendo unos creativos de Milán que presentan un proyecto hecho con textiles con la universidad de moda de allí. Pequeños proyectos con los que te vas interesando. Esto es un poco la escena cultural que me ayuda a visualizar lo que va a ser Trent. Es todo lo que hemos ido conociendo a nivel de proyectos más pequeños a lo largo de estos últimos años, pero no referentes grandes como tal.
¿Qué hay de rave, de Tumblr, de archivo 2000, en Trent?
Laia: Somos cero movimiento 2000, somos cero Tumblr, somos cero rave. No es que hayamos huido, pero nunca nos hemos interesado muchísimo en todos estos movimientos más tipo Britney Spears. A mí me encantaba de pequeña, pero no es un referente. Mis referentes siempre han sido muy antiguos, algo un poco más curioso, por decirlo de alguna manera. Quizá podríamos decir que estamos un poco contagiados de la cultura underground de Nueva York, que siempre ha estado bastante presente en mi imaginario sobre cómo quería que fuera todo esto. Aunque también con un toque muy europeo a la vez.
Ale: Es un poco complejo de explicar porque somos una plataforma que conecta diseñadores. En un inicio no había una inspiración clara, simplemente queríamos crear un espacio donde el protagonismo no recayera tanto en nosotros sino en las marcas. Algo muy clean, neutral, donde nosotros seleccionáramos a los diseñadores y les cediéramos el foco. Con el tiempo, fuimos construyendo una identidad propia, pasando de ser solo una plataforma a convertirnos en algo más, una marca con personalidad propia.
La tienda, por ejemplo, está bastante inspirada en los años 70, en Andy Warhol y su concepto de la Factory en Nueva York. Él cubrió todo el espacio con papel de plata, en parte por falta de recursos, pero también como una forma de darle identidad. Nosotros nos inspiramos un poco en eso: en crear un espacio uniforme, con una estética muy marcada, utilizando pocos materiales y recursos, pero con elementos muy definidos. Verás que todo gira en torno a un solo tono, con estructuras muy claras.
¿Cómo traducís todo ese imaginario estético en decisiones reales?
Laia: Para mí hay un conflicto bastante marcado entre la persona que soy dentro de Trent y la que soy fuera. Dentro del proyecto tengo una estética y una sensibilidad muy concretas, pero fuera, mis gustos personales (literarios, cinematográficos, musicales) no tienen nada que ver. Son muy independientes. Mis películas favoritas ahora mismo podrían ser The Dreamers de Bertolucci, Mulholland Drive de David Lynch, o Lovers Rock. También me encanta la cultura asiática: Oldboy, Studio Ghibli. Cosas que, en principio, no tienen una conexión directa con Trent.
Creo que eso es algo bastante poco común. Muchas veces, cuando alguien crea un proyecto personal, tiende a volcar en él todo lo que es y a hacerlo coincidir con su identidad.
Laia: En mi caso, no es así. Yo separo muchísimo mi vida personal del proyecto. No siento la necesidad de que se note que Trent es ‘yo’.
Ale: Eso sí, con el tiempo, y a medida que hemos ido desarrollando Trent, también he ido creciendo personalmente, y quizá me he acercado un poco más a la estética o dirección que hemos ido tomando, sobre todo gracias al trabajo que hicimos con Inés en la dirección creativa. Pero nunca ha sido un reflejo directo de quien soy. Es más bien un lenguaje que he ido entendiendo y aprendiendo.
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¿Creéis que una prenda alquilada cambia la manera en que se lleva?
Laia: Sí, incluso te diría que es más especial. Y no es porque yo sea la fundadora ni porque crea mucho en este proyecto; es una realidad que la gente siente una energía distinta cuando viste de Trent. Una de las cosas más bonitas que recibimos son los comentarios y reseñas de quienes alquilan con nosotros. Muchas veces nos cuentan que les han parado por la calle, que se han sentido guapísimas, especiales, distintas.
Trent te invita a atreverte con prendas que probablemente no te comprarías. Y eso, de alguna manera, te da un brillo extra. Es como una pequeña transformación: experimentar con algo distinto, ponerte una pieza que no hubieras elegido si no fuera por el alquiler.
¿El alquiler de ropa puede ser una herramienta de estilo real? No como plan B, sino como una forma activa de experimentar, de cambiar, de probar sin acumular.
Laia: Cien por cien. Uno de nuestros objetivos es que Trent también funcione como una guía de estilo para quienes aún no tienen claro qué les favorece o cómo combinar prendas. Por eso queremos potenciar el trabajo con estilistas. La idea es que en la tienda puedas elegir entre un recorrido autónomo o recibir un asesoramiento personalizado según tu cuerpo, tonos y estilo. Así puedes descubrir qué te queda bien y usar el alquiler como una forma de experimentar.
Todo esto en Barcelona, que ha pasado sus más y sus menos. ¿En qué punto está la ciudad a nivel de moda, de mercado, de creatividad?
Laia: A nivel creativo, Barcelona es increíble. Hay muchísimo talento y gente muy buena en lo suyo. Pero, siendo sinceros, a nivel de estilo y moda, muchas veces nos pasa que vamos por París y pensamos: ¡Qué bien va vestida la gente! Y volvemos a Barcelona y es un bajón. Cuesta ver a gente que se atreva más con la ropa.
Ale: Creo que tiene mucho que ver con la personalidad catalana, más discreta. Aquí, si te vistes mucho, parece que estés buscando atención. En cambio, en otras ciudades como Londres o París, la gente se expresa sin preocuparse por lo que piensen los demás. Aquí falta un poco de eso. Y aunque hay muchísima creatividad, quizás nos cuesta más salir, ir a eventos, generar comunidad, etc. Justamente por eso queremos ser un punto de encuentro que active ese espíritu. Más que querer que la gente ‘vista mejor’, que es algo subjetivo, lo que nos gustaría es que se atrevieran más a experimentar con su estilo personal.
En Barcelona, por ejemplo, si me fijo en los chicos, la mayoría visten igual, con las tres o cuatro marcas de siempre. Todos van prácticamente clavados, y es una pena porque hay poca diversidad. Lo que queremos con Trent es justamente eso: animar a la gente a jugar más con la moda, a probar cosas nuevas. Y creemos que el alquiler es una vía perfecta para hacerlo, porque permite acceder a piezas diferentes sin el compromiso de comprarlas.
Parece que utilizamos las ocasiones especiales para mostrar lo que nos gusta de verdad.
Laia: Totalmente. Parece que solo se nos permite vestirnos diferente cuando está ‘bien visto’ disfrazarse, como en ocasiones especiales. Lo que se espera es lo básico: camiseta negra, pantalón y ya está.
Ale: No nos atrevemos a hacerlo en lo cotidiano. Y eso tiene mucho que ver con cómo somos los catalanes: no es tanto por pereza, sino por discreción. Tenemos esa cultura de no querer llamar la atención, y cuando alguien se arregla demasiado, se percibe como que busca destacar, pero no de forma positiva. Es como si vestirse diferente fuera algo mal visto.
“Estás pagando por vivir la experiencia, no por la propiedad. Y esto con la ropa todavía cuesta de asimilar.” Ale
Alquilar ropa implica soltarla. ¿Cómo creéis que afecta eso a nuestra forma de relacionarnos con lo material, con nuestra identidad, incluso?
Ale: Yo nunca he sentido que alquilar ropa sea un desprendimiento difícil. Al contrario, creo que justamente el hecho de tener la prenda durante un tiempo hace que, cuando ese periodo termina, la decisión sea mucho más fácil. No es ese ‘wow, tengo que devolverlo’ dramático, sino que, o bien sientes que ya está, que cumplió su función, o que realmente lo quieres y te lo compras. Y si no lo compras, perfecto también.
A mí, por ejemplo, me pasó con un jersey, lo acabé comprando después de alquilarlo. Pero no sientes que te estás desprendiendo de algo importante porque ya lo has disfrutado. Has visto cómo encaja en tu vida, y a veces simplemente te das cuenta de que era algo pasajero, que querías probar un tiempo. Y si algún día quieres volver a llevarlo, siempre puedes volver a alquilarlo.
Laia: Lo más difícil es el paso previo, la gente tiene que entender que está pagando por algo que, en realidad, va a tener que devolver. Existe todavía una idea muy arraigada de posesión: si pago por algo, entonces debería ser mío. Y cuando no lo es, cuando solo lo tienes por un tiempo limitado, cuesta entender por qué estás pagando.
Ale: Se trata de pagar por el disfrute. Estás pagando por vivir la experiencia, no por la propiedad. Y esto con la ropa todavía cuesta de asimilar. Es curioso porque hay otros ámbitos donde esto se entiende perfectamente. Por ejemplo, vas a un Airbnb y pagas por estar allí unos días. Nadie espera quedarse con el piso. Yo creo que cuando existe una ocasión concreta o una necesidad clara, alquilar es mucho más fácil. Por ejemplo, si alguien alquila porque se va de viaje y sabe que en cinco días estará de vuelta, o porque tiene una boda o un evento especial, entiende perfectamente el proceso. En esos casos, la gente suele devolver la prenda satisfecha, con la sensación de que ha cumplido su función.
Lo que es más complicado es integrarlo en el día a día. Cuando no hay una ocasión específica, cuesta más tomar la decisión. Ahí surge la duda: ¿Y si pago por esto y luego no me lo quedo? En ese contexto, todavía no estamos del todo preparados; siento que hay más fricción. Pero cuando hay una necesidad clara, incluso da más satisfacción. Porque sabes que has ahorrado dinero, has podido llevar una prenda que probablemente no habrías comprado, y además, te has visto mejor. Es una experiencia que te deja con una sensación muy positiva.
¿Cómo ha cambiado vuestra relación con la ropa desde que creasteis Trent?
Laia: La mía ha cambiado muchísimo. Alejandro va cinco siglos más allá del mundo (risas).
Ale: No, no, para nada. Simplemente, hacía muchos años que había dejado de comprar fast fashion. Ya estaba bastante concienciada con el tema. En parte fue gracias a mi padre. De hecho, la mitad de mi armario está compuesto por ropa suya. Como tenemos la misma altura y el mismo número de pie, ha sido un gustazo poder reciclar muchas de sus prendas. Además, le encanta la moda, así que todas las prendas buenas que tengo, vienen de él.
A partir de ahí, empecé a enfocarme en comprar muy poco, pero de buena calidad. Mucha gente compra constantemente en cadenas y acaba acumulando prendas que luego ni usa. Todos hemos pasado por eso: ropa que se queda en el fondo del armario y que luego te da pena donar, tirar o revender. Yo me acostumbré a tener un armario más reducido, con prendas bien escogidas, y que realmente uso. Cada temporada reutilizo casi el noventa por ciiento de lo que tengo.
Laia: ¿Sabes qué me pasa a mí? Estoy en una situación muy compleja. Antes compraba muchísimo y he tenido fases de todo. Hace ya años que dejé de comprar fast fashion, lo cual encarece el consumo, porque las marcas sostenibles son más caras. Aun así, he ido invirtiendo en piezas concretas de marcas que me encantan desde que estoy en Trent. Pero también me he vuelto muy estricta: conozco tantas marcas y productos que tengo tantas alternativas en la cabeza que me cuesta horrores elegir. Para comprarme unos pantalones, me puedo pasar seis meses buscando. Siempre tengo la sensación de que hay algo mejor, y eso hace que al final no compre nada.
Imaginad que la tienda de Trent ya está abierta y os llaman diciendo: tenéis que venir, acaba de llegar una persona increíble que tenéis que conocer. Está en Trent haciéndose un estilismo. ¿Quién os haría especial ilusión que fuera?
Laia: ¿Sabes a quién me encantaría ver entrando en Trent? A Jack Nicholson (risas)
Ale: Yo diría Puchito.
Laia: ¡Todo hombres!
Ale: Hunter Schafer me haría mucha ilusión. Rosalía misma también me encantaría.
Laia: Jack Nicholson y Hunter Schafer. Me encantaría encontrarme a Jack con sus gafas diciendo: Vengo a que me hagáis un estilismo.
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