La portada de Astroworld nos invitaba a un mundo cuya entrada era un enorme busto dorado de la cara de Travis Scott. En Utopia le vemos a él en una esquina del cuadro, cayendo en el vacío. Ya no es una figura grandilocuente, sino un detalle oculto, una sombra de lo que fue. Travis ha querido abrirse con nosotros.
Desde siempre Travis ha sido un artista algo superficial, por mucho que nos cueste admitirlo. No por su sonido ni por sus proyectos, sino por lo que dice, por lo que representa, por su implicación en general. No tiene un mensaje claro ni desarrollado, es algo sencillo y efectista, y por eso nos gusta. Nunca ha sido un poeta en el que pararse a analizar sus letras como si se tratase de un verso alejandrino, como muchos hacen con Kendrick o J. Cole. Su música suele depender más de su ritmo que de su lírica, y nosotros bailamos al son de Goosebumps o Sicko Mode sin hacer muchas preguntas.
Sin embargo, aquí, al poco de empezar hay un giro. Travis viene de la penumbra absoluta. Por fin está saliendo de una época tortuosa y oscura que empezó con el incidente del concierto de Astroworld en 2021. En aquel concierto fallecieron diez personas y hubo alrededor de trescientos heridos debido a una estampida. La responsabilidad recayó sobre Travis, y este se pasó un tiempo en la sombra resolviendo denuncias y juicios. Volvemos a lo de antes, al no haberse implicado nunca en nada públicamente; cuando el mundo se le vino encima después de este hecho, no supo qué hacer. Por eso se escondió, porque no era capaz de lidiar con ello.
Ya entonces tenía gran parte del disco hecho. Los singles Escape Plan y Mafia que sacó por aquella época eran parte del rollout inicial, pero este suceso lo frenó en seco. Han sido casi dos años más en los que ha ido perfilando esta utopía que lleva años dibujando delante de todos. Utopia es la evolución natural y necesaria que debía seguir Travis tras Astroworld. Esta evolución le ha llevado a pulir sus puntos débiles y usarlos como las armas más afiladas de todo el repertorio que saca a relucir aquí. Por otra parte, paradójicamente, nos retrotrae a sus orígenes, y es que Travis firmó con G.O.O.D Music (el sello de Kanye West) en 2013, y estuvo colaborando en las sesiones de grabación de Yeezus.
En las calles (o, mejor dicho, en Twitter) no para de resonar el nombre de este legendario disco de Ye. Es imposible no hablar de Yeezus cuando hablamos de Utopia. Por supuesto que está en todos lados. Sin ir muy lejos, la base de Modern Jam está sacada de una versión preliminar de I Am a God. También tenemos los tambores de Black Skinhead en Circus Maximus, y por no hablar de las numerosas canciones que Kanye ha producido o en las que ha colaborado. Está muy bien echar la vista atrás y comparar, pero no podemos cometer el error que estamos cometiendo. Y es que el sonido de Yeezus no es solo de Kanye. Este sonido es de Mike Dean, Gesaffelstein, Rick Rubin, Noah Goldstein, Arca, Daft Punk e incluso el propio Travis Scott. Él también participó allá por 2013 en el germen de esta escuela. Y nos encontramos con otro problema, lo que era experimental hace diez años no puede serlo hoy.
Utopia se siente como si tuvieras tambores tribales resonando desde lo más profundo de tu pecho. Es un sonido agresivo que se clava y se adentra en ti sin mucho esfuerzo. Vale, los ritmos están aquí, pero tenemos la duda de si la lírica va a estar a la altura. Lo cierto es que en la mayor parte del disco Travis sigue hablando de cosas que nos quedan a años luz a los seres humanos promedios y no hacen más que generar distancia entre artista y oyente. Pero he de confesar que me ha pasado algo que me ha sorprendido. De repente Travis me ha hecho sentir cosas.
Cuando empecé a escuchar My Eyes agradecí esa pausa después de los tracks previos, pero mi sorpresa fue mayúscula al ver la construcción progresiva del tema que lo acerca a lo que en su momento pudo ser 90210. En la segunda mitad vemos que Travis se suelta porque tiene algo que decir que lleva guardándose mucho tiempo. Travis se pronuncia aquí sobre el incidente del Astroworld Tour, y creo que es un avance por su parte a la hora de ser algo más humano de cara a la gente que lo escucha. Esto se repite en I know ?, donde después de sacar a Drake, Playboi Carti y Beyoncé nos vuelve a poner cara a cara con él y de repente la letra vuelve a importar. Es una pena que esto pase en los temas más clásicos o conservadores, que en definitiva casan más con el estilo de Rodeo o Astroworld. Travis sigue siendo incapaz de comunicar a través de su arte, pero esta vez lo está intentando.
Con esto ni debo ni quiero desmerecer el alucinante trabajo de producción que tiene el disco. No hay un solo tema que sea malo como tal. Ni el mismo K-POP, la colaboración con Bad Bunny y The Weeknd que no habla de música coreana sino de una droga recreativa. Este tema fue duramente criticado en redes pero aquí se entiende su propósito dentro del conjunto. Además, el hecho de que las colaboraciones sean ocultas le añade valor a la primera escucha, descubriendo únicamente por el oído quienes son los afortunados de estar en esta utopía. Por eso suena tan bien la colaboración de Drake en Meltdown, que recuerda inevitablemente a Sicko Mode. También es grata sorpresa la aparición de SZA en Telekinesis, y es que estos dos nunca fallan cuando se juntan. También cabe destacar Fe!n, una de las más comentadas por la aparición estelar del mismísimo King Vamp. Playboi Carti hace uso en este tema de un nuevo registro vocal que logró confundirnos a muchos en una primera escucha.
Hay dos casos particulares, que son God’s Country y Telekinesis. Estos dos temas son originalmente filtraciones de Kanye West con más de un año. Pero ahora solo son el reflejo de esa época. Esta es una historia de un alumno siguiendo los pasos de su mentor, pero el camino no ha sido fácil. Travis sigue enfrentando temas legales por lo que pasó, y Ye desapareció tras tener el comportamiento más errático y ofensivo que se le ha podido ver en toda su carrera. Estamos en un momento en el que estamos viendo a nuestros héroes convertirse en villanos. Pero aquí tenemos a Travis, y lo que en algún momento fue Kanye, recordándonos que en el fondo nunca han sido más que personas.
Track favorito: My Eyes.