Escuchar sus deseos es la mejor forma de conocerse a sí misma, y escribir sobre ellos la de reconocer y aceptar quién es. Perro deseo convierte en música ese lado más subconsciente de Travis Birds. En sus composiciones usa letras de canciones de grandes músicos, muy distintos entre sí, que hablan de una forma u otra sobre el instinto animal. Todo un recorrido por la lujuria, el éxtasis o la posesión, en un disco que supone un paso más hacia los dos grandes sueños que persigue. 
Su rollo es crear con una libertad total y dejar que todo lo que le inspira confluya en su obra. Esa premisa está presente en toda su carrera, por lo que es absurdo querer definir su música con un género o un movimiento. Ahora mismo está centrada en su proyecto, hace dos semanas que se estrenó y le espera una gira por todo el país. Sabemos que conseguir una gran performance es un objetivo en el que está trabajando, por ello este último trabajo está enfocado en el directo. Veamos cómo ha sido el camino para crear esta pieza.
Tienes carta libre para presentarte a nuestros lectores.
Soy Travis, una persona a la que lapidó la realidad y que renació convertida en lo que decidí ser.
Acabas de publicar Perro deseo, tu tercer álbum. Tiene un concepto muy concreto, un recorrido por lo que has vivido y sentido dejándote llevar por tu deseo. ¿Cómo ha sido el proceso creativo que te ha llevado a ese planteamiento?
El proceso creativo ha sido el de pasar a la acción. Desde reconocer esos deseos hasta ponerme en el camino de llevarlos a cabo. Esa acción me ha inspirado cada canción del disco, que hace referencia a una vivencia y deseo distinto.
Mezclas letras de artistas como Bob Marley, 7 Notas 7 Colores, Lorca… Todos muy distintos entre sí. ¿Sigues algún criterio a la hora de elegirlos, o es todo gente que te inspira sin darle más vueltas?
Es todo gente que me inspira o que usa recursos que de repente han resultado inspiradores, y las razones son muy variadas. Por eso me es muy difícil hablar de referencias, porque en realidad me estaría dejando muchos matices fuera. No sigo ningún criterio, escucho música muy dispar y no tengo complejos en ese sentido, por lo que juego con la inspiración. Me pueden venir desde recursos hasta de canciones completas.
En Grillos colabora Leiva, y en Urgente, DePedro. ¡Vaya dos nombres! ¿Cómo surgen estos juntes?
Surgen de tener las canciones que he considerado perfectas para proponerles a cada uno y de que se hayan visto en ellas y hayan aceptado la invitación. Ha sido increíble y todavía lo estoy asimilando.
Te atreves con una gran variedad de ritmos, en Cada minuto nos pones a bailar, en Mis aires aceleras, dicho de otra forma, eres muy versátil. ¿Es algo a lo que le das mucha importancia?
Sí, pero también me viene dado precisamente porque escucho música muy distinta y me gusta combinar todo lo que me resulta inspirador. Considero muy importante no tener complejos y sentirse libre en la composición. Sobre todo a eso le doy bastante importancia.
En el disco vemos una Travis Birds muy impulsiva y echada para adelante, ¿es una nueva versión de ti, o siempre ha estado en ti y la has sacado ahora?
Es una nueva versión de mí que es una evolución de las anteriores, pero con la novedad de haberme atrevido mucho más a reconocer y aceptar quien soy. Busco la evolución constante, así que solo puedo hablar del presente. Espero que con el siguiente disco venga de ser una persona un poco diferente, considero muy importante fluir y evolucionar a todos los niveles. No estancarse.
Pasas por todas las fases del amor. Por ejemplo, en Grillos sucede la magia, en Peligro llega el éxtasis y deseas que se obsesionan contigo, y en Oruga aparecen la soledad y el lamento por no poder volver a ver a esa persona tan especial. ¿Son vivencias?
Sí, son todo vivencias, pero hay bastante menos amor de lo que parece. El deseo es más la clave del disco y lo que en realidad lo hace palpitar todo.
En Una romántica, le echas tanto de menos que decides llamarle, escuchas su voz y recuerdas por qué aquello nunca llegó a nada más. ¿Tan real que es anécdota?
Una romántica habla de desear cosas hasta el punto de inventarlas para que sean reales. Desde un punto de vista irónico, me apetecía hablar de cuando esto ocurre y te montas tus propias películas y no quieres ver cómo son las cosas de las personas en la realidad. Soy bastante adicta a la acción y reconozco que a veces he querido forzarla, pero es una canción precisamente para reírme de mí misma.
El amor/desamor es tema troncal en todas las canciones, ¿es cosa del disco, o es lo que más te inspira?
En realidad no hablan de amor y desamor. A través de metáforas hablan del deseo y cada canción hace referencia a un deseo diferente. No he tenido mucho amor en estas vivencias, la verdad.
¿Qué es ese aire perverso que tanto te atrae en Cuando Satán vino a verme?
Me atrae lo perverso, lo afilado y peligroso. Y Satán es el máximo referente (risas). Esos elementos son claves para mí, en mi música y en el tipo de arte que más me llega. Ya sea en el cine o en cualquier otro ámbito, necesito filo en las cosas.
Grandes colaboraciones, una gira que pasa por veinte ciudades, y todo esto te pilla en pleno crecimiento. ¿Qué esperas que sea este disco para tu carrera?
Es un paso más para consolidar mi carrera como compositora y para ir más allá como intérprete. Es un disco muy pensado para el directo y he sido bastante ambiciosa en el enfoque. Aún no tengo el show superpotente que sueño tener algún día, pero me voy acercando mucho más, es un camino.
Para cerrar, ¿de aquí a dónde? Cuéntanos a qué aspiras.
Me gustaría poder actuar en grandes escenarios con un show a la altura de lo que siempre he imaginado, pero sobre todo aspiro a que los conciertos no dejen indiferentes. Vengas de donde vengas, conozcas el repertorio o no, me gustaría que fuera una experiencia potente. Eso y tener un jardín son mis dos grandes sueños hacia los que me encamino (risas).