De su Úbeda natal, donde era raro, por no decir imposible, no toparse con algún amigo-familiar-conocido al cruzar la calle, a vender sus creaciones a más de diez mil kilómetros de su casa, en lugares remotos donde la cultura, la sociedad y la forma de entender la moda son radicalmente distintas. Desde que se lanzarse a emprender su proyecto (marca es una etiqueta que se le queda corta) allá por 2019, Tíscar Espadas ha conquistado con sus piezas mercados internacionales como el japonés, así como las pasarelas de ciudades como Londres, Barcelona o Madrid. Desde esta última nos responde ahora, concretamente desde su estudio-guarida en el barrio de Quintana, días después de haberse llevado el premio Vogue Fashion Fund 2024.
Entrevista extraída de ACERO vol. 9, publicada en noviembre de 2024. Hazte con tu copia aquí.
Parece que la industria española por fin reconoce el trabajo de esta creadora en el sentido más amplio de la palabra, quien pese a nunca haber dudado de su visión, sí ha llegado a sentirse cansada y sola por momentos. Es lo que tiene ir a la contra de un sistema que arrolla a todo aquel que no quiere, o no puede, producir tanto y tan rápido como se exige. Tíscar ha trabajado para otros y se conoce al dedillo las reglas del juego, pero si algo tiene claro es lo que quiere (y lo que no) para su proyecto. Su marca es una oda a la coherencia y el trabajo bien hecho. Como diría Valeria Castro, Espadas crea “con cariño y con cuidado”.

Tíscar, estamos a lunes. Tenemos toda una semana por delante, una nueva oportunidad para sacar la mejor versión de nosotros mismos, como diría alguna taza cursi de Mr. Wonderful. ¿Cómo se presenta? ¿Tienes mucho curro?
Me pillas casi de camino a Suiza, donde se encuentra mi pareja trabajando y traslado por unos días todo el trabajo de oficina para allá, entre montañas y aire fresco. Pero sí, estos meses tenemos mucho trabajo dentro del taller sacando pedidos, la producción de la ultima colección y bocetando proyectos que tenemos programados en los siguientes meses.
Suiza, qué país tan caro (risas).
Sí (risas). Pero allí está todo bien pagado.
¿Y cómo estás tú?
Pues muy feliz y sin parar. Como te decía, ahora mismo con mucho trabajo realizando la producción de la última colección Capítulo V, y a la vez con un proyecto que me hace mucha ilusión- Estamos haciendo los uniformes para el restaurante MOMENT en Berna, y diseñando el evento que haremos en diciembre para presentar esta colaboración tanto de vestuario como gastronómica.
Pongámonos metafóricos. Si Tíscar Espadas fuese un plato, ¿cuál sería su ingrediente principal?
Mmm... (risas). ¿Supongo que aceite?
Con lo caro que está… (Risas)
Es que es la base de muchas cosas, y siendo de la tierra del aceite… ¡lo necesitas!
Ahora que estás en Madrid, estoy seguro de que te pillamos en tu estudio. ¿Me equivoco?
¡Correcto!
¿Cuánto llevas en este espacio?
Cuando me mudé a Madrid, hace un poco más de tres años, me vine al barrio de Quintana y justo encontramos el estudio. La verdad es que es un hogar, ¡con las horas que paso! Yo nunca había pensado en esta zona, siempre miraba más de cara al centro. Buscaba un espacio como el que tengo ahora, a pie de calle, con cristaleras; un local que fuese versátil. Quería que, además de crear en él, pudiésemos hacer eventos, pop-ups, exposiciones, etc. Me gusta mucho el barrio, le da vida. La gente entra, pregunta. Cuando hemos hecho desfiles, que ya hemos hecho dos presentaciones aquí, me encanta porque se genera un momento muy único. Vienen invitados que están dentro del sector de la moda, de la industria, pero se juntan con vecinos, con la señora que siempre pasa, con las que van a yoga… (Risas). Es muy emocionante, me hace sentir muy feliz.
La magia de los contrastes.
Sí, y es que aunque nuestra ropa no sea tan asequible, la cultura sí debe serlo. Aunque la gente no pueda comprarse una prenda, sí pueden pasar, probarse. Al principio entraban para cotillear y preguntaban si hacíamos arreglos y bajos. Ya llegó un momento que pensé en hacerlo, ¡esto me va a pagar el alquiler! No, no (risas). También hay mucha gente que dice que hacemos vestuario de teatro, muy convencidos. ¡Hay cada cosa! Me encanta cuando hay gente curiosa que tiene ganas de saber más, les cuentas sobre el proceso y los materiales y entienden el precio. No ponemos una cifra porque sí, y me gusta poder contarlo.
Hablemos del premio que te acabas de llevar y que tanta ilusión te ha hecho, el Vogue Fashion Fund. ¿Cómo lo has recibido?
Pues la verdad es que todavía lo estoy asimilando, no te creas. Ha sido un sueño, es uno de los reconocimientos más importantes en la industria de la moda a nivel nacional. Este premio te da apoyo económico, y yo nunca he tenido ninguna financiación detrás ni ningún tipo de sponsor. Todo lo que he conseguido con las ventas lo he utilizado para producir, y he tenido mucha suerte de rodearme de gente que ha confiado en el proyecto y ha colaborado en todo momento. Siempre he creído mucho en mi trabajo y en el potencial que tiene, pero es verdad que llevo casi cinco años con la marca, con un proyecto que va a la contra de la propia industria. Muchas veces te sientes muy sola. Por suerte siempre tenemos el apoyo de nuestros clientes, pero claro, hay que sustentar una marca y es súper difícil. A veces digo, es que no puedo trabajar más, no puedo echarle más horas. Los primeros años tienes mucha emoción, y sigo manteniendo esas ganas, pero es verdad que este último año me sentía cansada.
¿Cómo si fueras a petar?
Estaba cansada de no parar, de tener que solucionar cosas continuamente. Había formas de hacerlo más rentable, más fácil, pero iban en contra de la identidad del proyecto. Es ahí cuando te surgen mil preguntas, ¿tiene sentido? Cuando alguien compra una prenda o colabora conmigo, eso ya es un premio. Pero la financiación que conlleva el Vogue Fashion Fund nos va a permitir hacer proyectos con presupuesto, que hasta ahora había sido cero.
Y con la tranquilidad de saber que puedes pagar el alquiler en Quintana que, tal y como están los precios en Madrid, ya es mucho decir.
Exacto (risas). Cada vez veía que tenía más gastos, yo me iba manteniendo, pero no había tranquilidad. Esto nos da un poco de espacio para pensar, hacer bien cada tarea con un poco de base económica para poder seguir generando más. Yo no conozco a mucha gente de la industria, y que hayan premiado el trabajo que hacemos más que a la persona, significa mucho. Este puede ser un mundo muy frívolo, es mucho de contactos y de relaciones públicas, y cuando ves que el premio ha sido al trabajo, es muy emocionante.
¿A qué diseñadores admirabas tú cuando estudiabas moda?
Admiraba mucho el trabajo de Henrik Vibskov, con quien luego tuve la suerte de trabajar. La puesta en escena de sus colecciones ya contaba una historia, veía que dentro de lo que era la moda jugaba con otros lenguajes para crear un universo propio bastante reconocible. Me encabezoné en hacer prácticas allí y estuve trabajando varios años con ellos, y la verdad es que fue un sueño. También me encantaban todos los asiáticos, Yohji Yamamoto, Rei Kawakubo, etc. Cuando los descubrí con 16 o 18 años me fascinaron. Y luego entre mis favoritos siempre ha estado el trabajo de Geoffrey B Small o Carol Christian Poell.

¿Siempre tuviste claro que te mudarías a Madrid y estudiarías en el IED? ¿Qué otras opciones barajabas?
Como yo soy de Úbeda, al ser un pueblo, estás muy limitado. Sabes que cuando tengas que estudiar te vas a ir fuera, a no ser que hagas otro tipo de carreras. Pero claro, moda no había, y en ese momento juraría que en Andalucía estaba en muy pocas escuelas. Las universidades con más renombre estaban en Madrid. Mis padres siempre me han ayudado, vinimos aquí a Madrid y al final decidimos apostar por el IED.
Y fíjate cómo es la vida que has acabado dando clase allí, donde todo comenzó. ¿Qué consejos que a ti no te dieron en su momento ahora compartes sí o sí con tus alumnos?
Siempre les digo que, si de verdad quieren algo y están aquí porque tienen una idea, necesitan trabajar muchísimo. Si no hay trabajo ni ganas, se han equivocado de sitio. Luego también les animo a que sean súper curiosos. Quiero que cada uno desarrolle su propio lenguaje, dentro del diseño no hay un patrón único. Lo primero que les digo es que sean honestos con ellos mismos y que no tengan miedo a equivocarse. A mí me ha costado muchísimo encontrar mi lenguaje, aceptarlo y abrazarlo. Eso se ha convertido en mi identidad, pero yo vengo de la sastrería, del patronaje, ¿sabes? Deshacerme de todo ese conocimiento para dibujar los patrones me ha costado años entenderlo. Yo en el máster en Londres, en el Royal College of Art, me lo pasé súper bien, pero también fue muy duro. Había gente que ya tenía una técnica específica, o una temática, y yo sentía que me gustaban mil cosas. Me acuerdo de un tutor que tuve en el IED, que se convirtió en amigo, que no me decía que sí a cosas que él veía que no. Me decía que mis dibujos eran mucho más interesantes que las prendas que luego hacía, siempre me lo decía. Y me ha perseguido años, hasta que cuando me puse a desarrollar mi proyecto personal en el máster y entendí a lo que se refería.
Ahora que mencionas a ese profe que sí se atrevía a decirte lo que pensaba, se me vienen a la cabeza los medios especializados en moda. Tengo la sensación de que muchas revistas no son honestas con su audiencia. Claro que hay muchos profesionales que hacen estupendamente su trabajo, pero siento, como seguidor de estas publicaciones, que falta mucho conocimiento y verdad. ¿Cómo lo ves tú?
Si te soy sincera, hay muy pocos profesionales que hagan bien y honestamente su trabajo. Los hay y los admiro, por supuesto, pero son una minoría. Me pasa que leo entrevistas y críticas sobre mi trabajo, y me doy cuenta de que no leen lo que yo envío como nota de prensa, sino que se basan en algo anterior que alguien ha escrito y que está mal. Lo interpretan, lo reinterpretan para decir lo mismo con otras palabras, y así sucesivamente… es como el pez que se muerde la cola. A nosotras nos pasa, y lo critico y corrijo mucho en las entrevistas, que se han quedado con que nuestra ropa es medieval (risas).
De tu proyecto también se dice mucho que es una marca de menswear. ¿Es cierto?
No, no hay género. Yo empecé llamándola menswear como una marca más dirigida a hombres porque en la primera colección los modelos eran chicos, pero surgió de una forma natural porque cuando pensaba en moda de mujer no me inspiraba tanto. Me sigue pasando, si tengo que diseñar para mí todavía me cuesta. Tengo muchas clientas que son mujeres, pero no les he tenido que decir nada. También me he dado cuenta de que hay muchas mujeres que compran hombre, pero hombres que compran mujer es más difícil, no sé si me explico. Me encanta cuando un mismo abrigo lo lleva un chico de 18 años y una señora de 60, cada uno hace la prenda suya.
Ya lo decías a principios de 2022 en el podcast de METAL, cuando hablamos con motivo de tu debut en la 080 de Barcelona: tu marca siempre ha tenido muy buena recepción en Japón. ¿Cómo desembarcaste en Asia?
Fue casi sin querer. Mi proyecto de máster era una colección que yo hice como resultado de una búsqueda de cuál era mi lenguaje, como te decía. Después de haber trabajado para algunas marcas, siempre para alguien, hubo un momento en el que me planteé qué haría si el proyecto fuese mío. Utilicé el máster para buscarme, y de ahí nació la primera colección, Capítulo I. A partir de las imágenes que compartí en Instagram y de que la presenté allí en Londres me contactaron los que son a día de hoy mis agentes en Japón, los que nos distribuyen allí. Me encontraron ellos a mí. Me escribieron, nos conocimos, y yo nos sabía muy bien lo que me iba a encontrar. La verdad es que estoy súper agradecida, son parte de la familia y yo estoy aquí gracias a ellos. Me impulsaron, creyeron en la primera colección y de ahí surgieron los primeros pedidos. Eso me resultaba al comienzo muy chocante, muy inesperado. Yo siempre busco la inspiración en cosas que he visto o vivido, no es que indague en Internet sobre un tema concreto; son temas más personales. Sentir que algo tan íntimo viajaba al otro lado del mundo, a un lugar con el que no tenía ningún tipo de contacto más allá de referentes y diseñadores a los que admiraba… ¡me parecía fascinante!

Para mí Tíscar Espadas, aun sabiendo el origen español y demás, siempre ha sido una marca internacional. De hecho, siempre he sentido que se te conocía mucho más fuera que dentro de nuestras fronteras, algo que posiblemente tenga que ver con tu paso por firmas extranjeras y tu formación en Londres. No obstante, en febrero de 2023 probaste suerte en la Semana de la Moda de Madrid y arrasaste, haciéndote con el premio Allianz EGO Confidence in Fashion ¿Por qué te decidiste a participar en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid?
Yo ya voy aprendiendo a decir que no, que es algo importante, pero muchas veces se te presentan oportunidades que son muy interesantes. En España hay gente con mucho talento y creo que hay un espacio, en Londres hay mucho estímulo pero a la vez tanta gente creativa, tantos diseñadores… Sentía que tampoco era de allí, y aquí, dentro de unas limitaciones, puedes jugar más. Nos avisaron, yo acababa de llegar a Madrid y me lo tomé como una oportunidad, casi como si fuese un experimento, para ver qué gente se movía aquí, las reacciones del público. Era un poco un ejercicio para ver qué surgía, y tampoco me esperaba ganar el premio. Me ofrecieron presentar en el showroom y al darnos el premio desfilamos unos meses más tarde en Cibeles.
Hace poco presentaste tu última colección, Capítulo VI. ¿Qué nos puedes contar sobre ella?
Esta ha sido una colección superespecial. El proceso ha sido muy emocionante, hemos trabajado muy sintonizados en el estudio. Con cada colección siempre intentamos perfeccionar el trabajo anterior, hemos ido buscado cómo perfeccionar la anterior, sobre todo en el tema de los acabados. He disfrutado mucho trabajando en equipo. Mano a mano con Kevin (pareja sentimental y profesional) hacemos un tándem perfecto y colaborando con diversos artesanos y amigos que han ido aportando belleza y trabajo a la colección. Las fotos las hicimos en nuestro estudio, mano a mano con Pierre-Alexandre Fillaire, un estilista al que yo admiraba que ahora ya es amigo. Además esta colección no parte de un concepto. Muchas veces te pones tus propias limitaciones al inspirarte en algo concreto, pero en esta hemos jugado mucho. He hecho muchos bocetos a mano alzada, que me encanta, y ha sido un poco una vuelta a la primera colección, que era lo que quería.
Paloma Wool, Luis de Javier, Ernesto Naranjo, Palomo, Arturo Obegero, Paula Cánovas del Vas, Sonia Carrasco, etc. ¿Está la moda española viviendo su mejor momento?
No creo que sea su mejor momento, creo que hubo tiempos mejores. Pero es lo que decíamos antes, claro que hay mucho talento aquí. Hay mucho potencial y propuestas bastante interesantes.
Cuando estás fuera, ¿suma puntos decir que eres diseñadora española?
Depende. Dentro del mercado asiático tienen cierta admiración por diseños británicos o europeos, pero sí que creo que el ‘made in Spain’ tiene bastante valor y se está apreciando. Pienso que muchas marcas de aquí deberían trabajar las calidades para que esa etiqueta siga significando lo de antes, un sinónimo de calidad, como Loewe. Productos con una artesanía detrás, es lo que debería significar esta etiqueta y tengo la sensación de que la calidad se está perdiendo un poco. Está muy bien decir ‘made in Spain’ pero, ¿qué significa de verdad? Muchas marcas lo reivindican, pero me gustaría preguntarles qué valor tiene.
Si tuvieses un presupuesto ilimitado para presentar tu próxima colección, pudiendo elegir dónde, cuándo, cómo y con quién, ¿qué harías?
Creo que la presentaría con el mismo equipo con el que he trabajado hasta ahora, ¡pero pagándoles! (Risas). Un sueño sería juntar a toda la gente que nos ha ayudado, desde modelos a costureras, y que ellos fuesen los protagonistas de esa colección. No buscaría a nadie mejor, solo les pagaría por tantos años de confianza y buen hacer.
Antes de despedirnos, ¿a qué diseñador deberíamos entrevistar en el próximo número de ACERO?
Mmm… qué buena pregunta.
¡En tus manos está el próximo reportaje! (Risas).
Supongo que sería interesante entrevistar a creadores que dediquen su labor a la artesanía, por ejemplo, para darle valor y contexto a su trabajo. O si no a alguien que esté empezando desde cero, que necesite visibilidad. Vosotros siempre me habéis ayudado y yo eso siempre lo tengo en cuenta.





