¿Es Sonorama Ribera el festival del verano por excelencia? Bueno, al menos para quien firma lo es. En pleno agosto y con las temperaturas en alza, emprendemos el viaje hacia Aranda de Duero, en la provincia de Burgos, con el programa del festival como fondo de pantalla en el móvil. Una de las claves del Sonorama es su diversidad: el cartel abarca una amplia gama de artistas tanto españoles como internacionales. Ayer mismo, de Califato 3/4 a Los Planetas pasando por Shego, Recycled J, Bejo o Grande Amore. Todo esto en el corazón de Castilla y León. Es como unas fiestas de pueblo pero con conciertos de tus artistas favoritos en lugar de verbenas. Más no podemos pedir.
Llegamos al Recinto Ferial de Aranda a las diez y media de la noche, tras una caminata de treinta minutos desde el centro, solo para descubrir que había un autobús que nos habría ahorrado la marcha. Califato 3/4 dominaba el sonido de los demás escenarios y al intentar acercarnos para disfrutar del concierto, nos encontramos con una multitud increíble. El público, en su mayoría disfrazado para la ocasión, estaba entregado al grupo andaluz, y nos unimos a ellos para corear Cristo de las navajas.
Un breve descanso y una cerveza para ir a ver a Shego. Era obligatorio. El público, al igual que nosotras, tenía claro a quién venían a ver, a mi lado un grupo de chicas gritan sus letras como si no hubiera un mañana: “Todo todo el día contigo en la cama”. El sonido no era lo mejor, sí lo fue su carisma encima del escenario de la EMCYL (Asociación de Festivales Musicales de Castilla y León). Nos metemos por el lado izquierdo, para vivirlo un poquito mejor y mientras intentamos hacernos hueco suena la collab que tienen con Zahara, la gente se vuelve loca y con razón. Aún así, el sonido no mejora y se va colando el concierto de Los Planetas de fondo. Mientras nos alejamos de la gente suena “¿Alguien de aquí quiere matar a alguien? Pues vamos”, y subió Aiko el Grupo, para adelantarnos lo que vendrá en un par de horas.
Nos pasamos por Los Planetas, banda emblemática del indie español. El espacio principal estaba lleno de personas de todo tipo: desde un grupo de señoras que parecían recién salidas de misa hasta jóvenes con camisetas del merch oficial. Al llegar, Jota recordaba cómo tocaron para dieciséis personas en Burgos hace treinta años. Hoy habrá más de dos mil. Llegamos al final de su actuación, quizá nos entretuvimos demasiado con Shego, pero definitivamente valió la pena.
Tras un pequeño descanso en el que coger fuerzas, vamos a directas a una cita importante en nuestro horario: Recycled J. El público más joven del festival se reunía en el escenario Tierra de Sabor a la espera de que saliera el de Carabanchel. Puntual como un reloj, el niño bueno de Madrid apareció entre una escenografía que parecía imitar un mar con olas y él, como siempre, bien empiketao. El escenario se tiñó de rojo mientras Jorge cantaba eso de “Qué putada ser un casanova, el amor se ha convertido en mi droga”, difícil encontrarte con alguien que no se la supiera. Un par de gritos para Selecta antes de empezar Bambino y hacer que la peña se vuelva loca. A partir de ahí, solo éxitos y Superpoderes como climax del bolo.
Igual de puntual empezó el concierto de Bejo, la intro fue una maravilla. Un vídeo con una azafata pidiéndonos gritar “Hipi, Hapa” para calentar motores sin él aún en el escenario. Apareció poco después con ganas de liarla, eso siempre. Además de cantar sus mejores temas, Rapiña incluido, nos regaló su momento de sacar el lienzo y pintar algo. También hubo un tiempo para el perreo: “Todos los borrachos con las palmas arriba, el que no hace palmas se sienta en la poronga”. Y todo el público bajando el culo hasta el suelo. Bejito sabe montar un buen show.
Si pensábamos que las más punkis eran las chicas de Shego, nos equivocábamos: Aiko el Grupo lo fue aún más. Aunque sus visuales de campo verde sugirieran un indie pop más suave, en sus cincuenta minutos de actuación no hubo respiro ni demasiada charla, y se dedicaron a tocar sus mejores temas. A las dos de la mañana, esto se agradece. Cuando sonó Por qué no dices la verdad, el público enloqueció; algunas chicas se lo tomaron muy en serio, gritando con toda su fuerza. ¿Se atrevieron a hacer una cover de Columpio Asesino mientras Columpio Asesino tocaba en el escenario principal? Sí, lo hicieron.
Después de desgañitarnos con Aiko en el foso, intentamos alejarnos del escenario para descansar, pero nos fue imposible. Samuraï empezaba, y no habíamos previsto la cantidad de gente que llenaba el festival. No había espacio para moverse, y cuando Aroa apareció en escena, el público estalló en gritos. Entre delicadeza y rabia, Samuraï ofreció un show impecable junto a su banda, tan carismática como ella. Su presencia en el escenario fue impecable, con una voz que no desafinó ni una nota. Nuestra Avril Lavigne española, fue fácil entender por qué todo el mundo había decidido venir a verla. Cerró con Adrenalina, dejándonos con el corazón roto; hubiéramos pagado por escucharla una hora más.
Llegamos a Grande Amore agotadas, y mientras Nuno nos invitaba a acercarnos al escenario, María y Clara comenzaban a pinchar. La energía, tanto en el escenario como entre el público, era palpable, pero tras ir de concierto en concierto sin parar, estábamos exhaustas. Después de veinte minutos, decidimos que no estábamos a la altura como público y optamos por tomar el autobús que ofrece el festival para regresar al centro. Cerramos así el primer día, con la promesa de regresar mañana a las siete de la tarde para ver a Hinds.