El cuarto día de Sonorama nos pilló ya medio zombies, pero con ganas de más. El sol apretaba, pero nada que un buen amante de los festivales no pueda manejar. El cartel prometía de todo un poco: desde el descaro de Jordana B hasta el mítico pop de La Casa Azul. Sabíamos que iba a ser un día de contrastes y emociones fuertes. Spoiler alert: no nos decepcionó.
Nuestra primera parada fue el escenario de Jordana B, y vaya inicio de jornada. Su road manager repartía pulverizadores como si fueran caramelos, con el sol abrasador ese spray se sintió como un regalo del cielo. El público que había venido era de los que no se andan con chiquitas: fans acérrimos listos para montar una fiesta. Con una actitud de diva total, Jordana se ganó al público desde el minuto uno. Nos regaló una nueva canción, Paris Hilton, donde nos dejó claro que está cansada de trabajar en el supermercado, y en un momento de pura liberación, se sacó una teta en mitad del tema. Obviamente, nos gozamos Mi querido amado odio y Gente corriente como si no hubiera un mañana, Jordana B no vino a jugar, y nosotras tampoco.
Después de Jordana B, nos fuimos a ver a Dollar Selmouni, y la cosa no bajó de intensidad. Con un porro en una mano y el micrófono en la otra, nos sorprendió el vozarrón que tiene en directo. Cambió de camiseta en medio del concierto, cantó a capella y nos soltó una declaración de amor: “No sé dónde está mi mujer, pero te quiero”. El público se lo pasó en grande coreando “Chacho voy borracho, voy colocao” como si fuera un himno. Hasta los de seguridad dejaron su puesto para gozárselo. Y aunque los fuegos artificiales de Hombres G eran difíciles de ignorar, Dollar se aseguró toda la atención, si alguien se divirtió sobre el escenario, fue él.
Y de un viaje a otro, nos encontramos en medio de una explosión de cyber pop con La Casa Azul. El escenario se llenó de colores brillantes en lo que fue una fiesta en toda regla con los temazos de siempre y con La revolución sexual como momento álgido del concierto. Con unos auriculares de estudio puestos, Guille Milkyway nos llevó por una montaña rusa de emociones pop, y nosotros encantados de subirnos a ella. 
Delaporte reventó Sonorama, literal. Llegamos al escenario moviéndonos entre la marabunta,  el sitio estaba a petar de gente. Lo que nos encontramos fue puro EDM, del que te hace olvidar el cansancio acumulado y te hace saltar. La voz de Sandra Delaporte nos tenía a todos coreando cada canción, como si fuéramos parte del show. Cada drop nos hacía saltar más alto, y la energía no bajó ni un segundo. Fue uno de esos conciertos que te hace sentir que el festival vale cada maldito segundo.
Cerramos el día con YSY A, que trajo el toque argentino al Sonorama. Su versión de Carlos Gardel fue una sorpresa, pero el set en general no llegó a conectar con el público. Aunque trajo todo su buen rollo y un piketazo de los que gustan, la gente había elegido irse con Delaporte, donde no cabía ni un alfiler. Aun así, los que estuvimos allí lo pasamos bien, aunque no fuera el highlight de la jornada.
Y así terminamos otro día de festival, agotadas pero con la sonrisa puesta, listas para lo que nos traiga mañana.
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Delaporte. Foto: Acalvorecio.
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Jordana B. Foto: Aliron Studio.
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Dollar Selmouni. Foto: Jacobo Revenga.
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La Casa Azul. Foto: Rodrigo Mena Ruiz.
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Ysy A. Foto: Rodrigo Mena Ruiz.
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Foto: Rodrigo Mena Ruiz.