En esta segunda jornada el talento castellano ha demostrado que nadie domina el escenario del Sonorama como sus gentes. Especialmente los vallisoletanos, que han ofrecido de las mejores actuaciones del día. Para muestra, los conciertos de Hens y Siloé. Aunque no han sido los únicos que han llevado el talento de la meseta al gran público. Café Quijano, Ash o Arizona Baby también han hecho arder con sus riffs los campos amarillos que rodean Aranda del Duero. Las que no lo han hecho esta jornada, a diferencia de la primera, han sido ellas, porque si bien reinaron el miércoles, el jueves la programación fue mayormente masculina.
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La única actuación femenina fue de hecho la que movilizó al público para llegar temprano al festival, incluida Masi, con quien nos encontramos llegando al recinto y a quien Ginebras le dedicó una canción. La banda madrileña llevaba de attrezzo una montaña rusa, y así es como muchos de los asistentes vivimos su actuación: con muchos loops y sin ninguna bajada. A diferencia de otras compañeras del indie-pop con sonidos más duros y oscuros como pueden ser Shego o Aiko El Grupo, la clave de Ginebras reside en sus melodías bailables y letras cercanas, que como el gallego Ortiga, cada vez que tienen un concierto lo acaban convirtiendo en una verbena de pueblo donde las mujeres jóvenes son las encargadas de reescribir la tradición popular. 
Tras Ginebras llegaba el turno de una de las bandas más longevas del rock lírico. A punto de cumplir treinta años en activo, los leoneses Café Quijano presentaron su último disco Miami 1990, con él alcanzan su sonido más retro pero sin renunciar a la instrumentación latina a la que nos tienen acostumbrados. Un huracán de gente de lo más diverso en cuanto a edades y estilos abarrotó el escenario Aranda del Duero para corear al unísono hits como La taberna del Buda o La Lola. Lo mejor, cuando nos sorprendieron subiendo a Nena Daconte al escenario para interpretar Tenía tanto que darte, en la mejor colaboración de lo que llevamos de festival.
Viva Suecia era, sin duda, uno de los conciertos más esperados de la noche. Sus himnos de indie-pop construidos sobre estribillos expansivos y crescendos emotivos funcionaron como un ejercicio de liberación colectiva gracias a letras que minimizan nuestro dolor hasta mandarlo gritando fuera de nuestra órbita. De la forma más cruda y enérgica posible, estrenaron su nuevo single Sangre en directo junto a Siloé, con el que reventaron aún más si es posible el escenario principal.
Hensito repasa sobre el escenario sus cinco años de carrera. Eso sí, con la electrónica y letras desenfadas que han definido su trayectoria desde aquellos comienzos con Go Roneo por 2019. Con canciones como Demasiado roto consiguió hacer de su vulnerabilidad la de todos los asistentes. La intensidad de sus barras fue de la mano con la de sus beats, hasta acabar con la energía que requiere su archiconocido Batmovil. El pucelano no estuvo solo en el escenario, lo compartió con su amigo Walls, un artista con un estilo similar pero con un rock más marcado por la influencia musical de su Murcia natal, que tanto ha influido en el panorama en los últimos años. Juntos interpretaron Me encanta(s).
Y llegó la hora de expiar nuestros pecados con uno de los sets más enérgicos que hemos escuchado aquí hasta el momento. Con un directo renovado basado en el frenesí del rock, daba igual saberse o no las canciones de Siloé porque el calor de un público entregadísimo y los saltos, subidas y bajadas de Fito, voz de la formación, hicieron sudar hasta al más escéptico. Al caer la última guitarra, el público explotó en un aplauso que nos dejó exhaustos, y por fin, purificados.
Las letras más políticas y elaboradas de la noche corrieron a cargo de Parquesvr con su rock contracultural que recuerda al sonido de Yung Prado. Fuimos pocos pero pogos muchos. Aunque para pogo multitudinario el que formaron Trashi cuando abandonaron su pop más melancólico, para tocar algunas de sus canciones más cercanas al indie-punk; se recuerda ya por aquí como el más grande de las dos jornadas que llevamos de edición.
La noche terminó con Cupido, que nos hizo pasar de besarnos en su kisscam a llorar hasta la última lágrima con La pared. Para muchos la sensibilidad de Pimp Flaco, cada vez más lejano al trap y cercano al indie, hizo de su concierto una convulsión de emociones que fueron desde la euforia colectiva hasta nuestra intimidad más personal. Una gran noche para los madrileños y en especial para el cantante, del que nos despedimos cantándole el cumpleaños feliz mientras cerraba el escenario principal. Marchamos felices y con las pilas recargadas para afrontar la que se presiente como una intensa e histórica tercera jornada del Sonorama Ribera.
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Ginebras
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Café Quijano
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Viva Suecia
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Siloé
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Trashi
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Parquesvr
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Cupido