Como pequeños tesoros que perdurarán en el tiempo y se mantendrán como el primer día. Simuero arriesga por la atemporalidad y pasa de las tendencias fugaces en su segundo drop de Únicos. Un total de treinta y cuatro piezas de oro sólido donde triunfan los collares y los anillos (todos distintos entre sí). Como comentan Rocío Gallardo y Jorge Ros, los fundadores, estas piezas han sido concebidas como esculturas de metal para así tener una vida infinita. De generación en generación.
Esta cápsula es el reflejo de una meticulosa dedicación por la artesanía, ya que los artífices tardan una media de ciento ochenta minutos en dar forma, con sus propias manos, a cada una de las piezas presentes. Todo producido en un taller que recoge en sus paredes el sentimiento de pureza y creatividad que tanto caracteriza a esta profesión, longeva y laboriosa a partes iguales.
Además, con este proyecto de slow fashion centrado en la perdurabilidad de las creaciones, Simuero da el salto al mundo de la joyería fina y de calidad que combate la sobreproducción mediante la creación de piezas limitadas y exclusivas. Su filosofía es ‘una sola pieza, una sola talla’. ¿Y esto por qué? Para reflejar así la inmortalidad de una joya que quiere tener el máximo de vidas posibles y conservarse intacta.