Shego no ha hecho un álbum; ha hecho un manifiesto personal y colectivo, un acto de resistencia emocional y, sobre todo, un proceso de transformación. No lo volveré a hacer no es solo una colección de canciones, es una conversación visceral con el alma que se entrega a la oscuridad, se revuelca en la confusión y finalmente sale a la luz con una fuerza desbordante. Desde el primer acorde, el trío de rock afincado en Madrid, formado por Maite, Charlotte y Raquel, nos deja claro que este disco es un espacio donde se abrazan los demonios, se cuestiona el amor y se redefine la libertad.
El disco empieza con Un secreto, y nos lanza directo a las entrañas de un desamor que supone la pérdida de uno mismo. Así, Shego canta con una melancolía desgarradora: “Me echo tanto de menos que me quiero morir”. El track es oscuro, como un túnel sin salida, pero es solo el inicio de un viaje que la banda se propone hacer con valentía. 
La oscuridad no dura para siempre. En Aunque duela se encuentran con la aceptación y redención. La frase “Aunque duela, es mejor así. Me parece lo mejor para mí”, es la conclusión de ese duelo personal, y la música se vuelve más ligera, menos densa y, en definitiva, un permiso para dejar ir. A partir de ahí, ArghHhh es la explosión emocional que estábamos esperando. Con un ritmo que te atrapa desde el primer segundo, las autoras de Suerte, chica cantan con una energía renovada: “Hoy me siento tan bien, hoy me siento genial. Hoy por fin, después de tanto tiempo”. Después de tanto sufrimiento, finalmente regresa la luz propia. El tema se convierte en una oda a la recuperación, a la energía que se regenera cuando por fin encuentras tu paz. 
Y aquí llega uno de los giros más importantes del disco: Mantra, el himno de la autoafirmación. Un mantra es una palabra o frase que se repite para enfocarse y traer consigo una transformación. En este caso, Shego repite una y otra vez: “No lo volveré a hacer”, el título del álbum. La repetición no es solo una fórmula musical, sino una declaración de independencia, un acto consciente de dejar atrás los errores pasados y elegir no repetirlos. Este tema es un grito de empoderamiento, una repetición que se siente como un abrazo fuerte, una promesa de no volver atrás. 
Siguiendo esta línea llega Manifesting, el quinto track, en el que el grupo se conecta con la energía de la Generación Z: ese deseo de atraer lo que mereces, de esperar lo que quieres sin miedo a ser desilusionada. “Si buscas una señal, es esta”, cantan, mientras la música se envuelve en un susurro lleno de posibilidades. El acto de manifestar, de visualizar lo que se quiere, se convierte en un reflejo de esa juventud que lucha por atraer el amor, el éxito y todo lo que consideran digno de ser suyo. 
Sin embargo, en No quiero, Shego nos adentra en la culpabilidad y el miedo a ser juzgado ante el eco de una noche que se convierte en una huella imborrable. “No quiero ni recordar”. Se trata de un momento de vulnerabilidad extrema, en el que la música refleja ese peso emocional, como una pesadilla del que no se puede escapar. Algunos lunes es el canto a la monotonía de los días que se repiten, a la pérdida de color en la rutina. La frase “Igual de feos los viernes que algunos lunes” es un reflejo de esa sensación de anhedonia, de un amor que ya no llena los espacios vacíos. La canción tiene un ritmo más arrastrado, como la pesadez de los días que ya no nos emocionan. 
Luego llega el desborde total con La fiesta, un tema de liberación y locura. “Saliendo del metro con las medias medio rotas”, “cuatro días de empalme, tres de probióticos”, cantan, y el caos de la juventud se convierte en un carnaval frenético. La música te arrastra, te arrastra a ese frenesí juvenil donde nada importa excepto el aquí y ahora, un grito de gozo ante el caos. De nuevo, el track Backstage nos enfrenta a la diferencia de perspectivas sobre el amor, cuando las necesidades emocionales no se cumplen, pero no es culpa de nadie. “No es tu culpa ni es la mía, hace tiempo que lo puedo ver”, nos dicen, con una musicalidad suave que refleja esa aceptación triste de lo irremediable. Es una reflexión de que no siempre se puede hacer todo bien, y a veces, simplemente, las piezas no encajan. 
Curso avanzado de perra es el grito definitivo del feminismo liberador. Un himno a ser quien quieras ser sin miedo a las etiquetas, a la culpa o a las expectativas ajenas. “Ni miedo, ni vergüenza ni culpa”, cantan con rabia y determinación, presentando a la mujer como una femme fatale, inalcanzable y dueña de su destino. La música golpea con una furia que no deja dudas: este es el momento de la autodefinición sin restricciones. Y entonces, Te mataré entra con rabia. Es un tema catártico, un desfogue de impotencia, donde se expresa la ira hacia una cobardía ajena, posiblemente amorosa. “Solo quiero verte desaparecer”, gritan. 
Es posible cierra el álbum con la ansiedad del amor esperado, la idealización del amor que aún no ha llegado. Un tema lleno de dudas, de espera, pero también de sueños. La tensión se palpa, como si el amor estuviera a punto de llegar. Pero entonces aparece Que muera el amor, una canción dispuesta a destruir todo lo que en la anterior se anhelaba. Es la culminación de todo el viaje: el fin de una relación, pero no solo física, sino también emocional. “Ya no hay nada que aprender”, no hay nada más que añadir. La melodía se desangra, como si la canción misma estuviera sepultando todo lo que fue. 
No lo volveré a hacer no es solo un disco. Es un renacer. Es Shego tomando la oscuridad, jugando con ella, y finalmente transformándola en poder. Un álbum que no pide perdón, que no teme ser crudo, que se reinventa y se libera. 
Track favorito: ArghHhh.