Desde hace un par de días no escucho otra cosa que el último álbum de shego, No lo volveré a hacer. La razón principal es esta conversación, pues una debe acercarse siempre lo mejor que pueda a quien ha de entrevistar (es una guerra perdida de antemano), y, sin embargo, hay algo más que se me escapa. Algo a lo que no pongo cara ni voz, pero que sé que está ahí escondido en los espacios en blanco entre canciones. shego defiende en formato trío un álbum que escuece en los ojos y aprieta las entrañas con un sonido mucho más maduro. Dos años después de su disco debut, Suerte, chica, que propulsó su carrera musical y las catapultó a emprender una gira por todo el país, llega este nuevo trabajo que despliega la misma chulería con unas deslumbrantes guitarras y mucha mala hostia.
Entrevista extraída de ACERO vol. 10, publicada en mayo de 2025. Hazte con tu copia aquí
No quedan tan lejos aquellas chicas que en 2020 publicaban sus primeras canciones como Oh boi sin saber muy bien qué iba a pasar, pero tomando el firme compromiso con ellas mismas de que quedarse calladas no era una opción. No lo volveré a hacer mantiene la garra de esos primeros momentos y demuestra que todo ha cambiado al mismo tiempo que nada lo ha hecho. Salvo fumar. Eso ha quedado en el pasado. 
“A mí siempre me da una cosa cuando nos preguntan, ¿y qué tipo de música hacéis?”, comenta Raquel, “pues rock, vale, pero quizás tiene mucho más sentido visualizar lo que hacemos desde un ángulo social”. Si una sociedad cambia, también lo hace la forma en la que, primero, comprendemos la música y, segundo, la ejecutamos, por lo que prefiero definir el álbum como un sitio en el que tres tías chulísimas gritan cosas como “Venga, que te aguante tu puta madre” y “No quiero saber qué mierdas haces / Solo quiero verte desaparecer”. Tres tías chulísimas que además encarnan a la perfección el espíritu de , la ejecutamos, por lo que prefiero definir el álbum como un sitio en el que tres tías chulísimas gritan cosas como “Venga, que te aguante tu puta madre” y “No quiero saber qué mierdas haces / Solo quiero verte desaparecer”. Tres tías chulísimas que además encarnan a la perfección el espíritu de The Original, la nueva campaña de adidas Originals que es todo un homenaje a su legado y, al mismo tiempo, una invitación a celebrar la individualidad de cada uno.
¿Qué tal cómo estáis? ¿Qué tal el principio de la gira?
Maite: Nos está sorprendiendo lo muchísimo que la gente está cantando las nuevas canciones. Se lo decimos a todo el mundo. Yo por lo menos en el primer concierto flipé, no me lo esperaba para nada.
Raquel: Sí, la acogida está siendo muy bestia. Cuando estás en el proceso de hacer un disco buscas que llegue bien y que a la gente le guste, pero claro, luego nadie te prepara para lo que va a ocurrir, tanto si es un fracaso, como si es un éxito. El sentimiento que se tiene encima del escenario, la alegría que es cantar las canciones y compartirlas con la peña y que encima las reciban guay. Todo eso se multiplica por mil.
Charlotte: Está yendo muy bien, muy chulo. Estamos en nuestro peak. Tenemos dos momentos, el peak y el pock. El pock es estar mal, pero estamos laboralmente en nuestro peak.
¿Y vosotras cómo estáis? Laboralmente en vuestro peak, sí, pero cómo lo estáis llevando a nivel personal.
Raquel: Eso ya es otra cosa, Ainara.
Maite: Mira, yo estoy pensando mucho últimamente en una frase que dicen en El diablo viste de Prada. El ayudante de Meryl Streep le comenta a Anne Hathaway: “Cuando estés en tu peor momento personal, será momento de un ascenso”. Hay que gestionarlo a nivel mental y emocional, tanto con una misma como con tu entorno, con tus compañeras, con tu pareja, con tu futuro; es muy distópico, de pronto, encontrarte con una sala llena de peña y un éxito laboral que has estado esperando, pero a la vez tener que hacer malabares con otro montonazo de cosas. A veces estoy en mi casa llorando sin saber muy bien si es porque el día tiene nubes, porque no tengo comida en la nevera o porque he discutido con mi novio.
Charlotte: Creo que emociones tan fuertes se contrarrestan de una forma muy intensa. Lo negativo parece mucho más negativo porque hay mucho más estrés y muchas más expectativas. Esto que hacemos se tiene como un trabajo ideal y ahí es cuando entra el tema de la culpa. Intentas entender por qué en vez de estar supercontenta con lo que te está pasando, llegas a casa, te tiras en el sofá y tienes tres ataques de ansiedad a la semana. Es un trabajo en el que pasan una serie de cosas que tienes que aprender a gestionar y como no es muy habitual no es fácil hablarlo con otras personas, pero bueno, bastante bien estamos dentro de lo que cabe.
Raquel: Está esa cosa de que, como nos está yendo tan bien, no nos podemos permitir estar mal, ¿sabes? Porque cuando estás mal en el aspecto laboral y personal puedes justificar esta tristeza o esta ansiedad. Si de cara a la galería estás mostrando un éxito desbordante, unas salas repletas y un disco que está yendo estupendamente parece injusto decir que no estás bien.
Maite: Es que la felicidad y el bienestar no es el éxito laboral muchas veces. Ayuda poder estar haciendo lo que queremos y que las cosas vayan tan bien, pero eso no te asegura estar mentalmente sana. Hay que ser honestos con eso. Deberíamos tener la libertad de decir, bueno, pues estoy hecha una puta mierda, pero seguimos adelante. Tengo que decirte que nunca nos habían preguntado esto de una forma tan directa y lo agradezco. 
Creo que os merecéis que alguien os pregunte qué tal estáis, más allá de vuestro trabajo. No se habla demasiado de que a nivel laboral te vaya genial, pero tú estar atravesando en paralelo un momento muy duro en tu vida. No me parece justo eludir lo uno para centrarnos en lo otro. 
Charlotte: Me voy a poner a llorar, ¿eh? Es que soy cáncer.
Ay, bebé, nadie se va a poner a llorar aquí, nadie. Todo va a ir bien.
Raquel: Ahora solo diversión.
Hablemos, ahora sí, de No lo volveré a hacer, que es entre otras cosas, un trabajo que habla sobre el dolor y sus múltiples resacas, ¿el álbum os funcionó como catalizador personal?
Maite: Yo recuerdo estar pasando por una ruptura muy devastadora porque además vivía con mi expareja, que hacía todo mucho más tremendo. Tenía momentos de estar pasándolo muy muy mal en soledad, y encontrar una especie de pequeño farito en la oscuridad al coger la guitarra. Era un lugar en el que poder volcar todo eso que me estaba comiendo por dentro, así que yo creo que sí que ha tenido un poco ese papel. 
Charlotte: Ya que no me puedo distraer, pues por lo menos voy a construir algo para esto.
Raquel: No es una forma de curarlo, pero te ayuda a verlo desde otras perspectivas o incluso a encontrarle la gracia a algunas cosas.
En Curso avanzado de perra decís “hoy me he levantado y he elegido la violencia”, y en Te mataré expresáis de forma muy directa la rabia y la furia. Teniendo en cuenta la regresión política que estamos viviendo estos días, ¿creéis que una mujer enfadada y que muestra sin filtros ese mismo enfado a través del arte sigue resultando amenazadora para ciertas personas?
Maite: Yo creo que es incómodo siempre. Si un hombre muestra violencia a través del arte, el resto de hombres se unen a esa misma violencia, se sienten identificados y tienen un lugar común de expresión, ¿no? Se normaliza más y de hecho diría que ayuda a que los hombres en comunidad puedan tener un pequeño parque de bolas para su mala hostia. Una tía expresando la rabia es una tía cabreada, es una tía amargada, es una tía que tienes que tener cuidado con ella porque es una malfollada. Otra cosa es que nos dé bastante igual. Nosotras, dentro de lo que cabe, hemos expresado desde el principio esa rabia.
Raquel: Y la gente que nos escucha creo que lo hace en parte por eso, pero socialmente es algo que está fatal visto. No hay cabida para eso. 
¿Os habéis autocensurado alguna vez al componer?
Maite: No, yo creo que no. De hecho, al contrario, si ha habido algún momento de censura, se ha roto. Creo que ahí hemos hecho un trabajo chulo de transparencia para que pueda ser lo más natural posible, tampoco encajaría con el discurso que tenemos que hubiera letras que hayan sido censuradas por miedo.
Raquel: Por ejemplo, no sé cuántas veces decimos follar pero lo decimos muchas veces. Si queda bien y es lo que nos sale, ¿por qué vamos a no decirlo? Bueno, pues luego llega una madre de cincuenta años y nos dice que no les puede poner estas canciones a sus hijas. Señora, tus hijas van a follar. Es así. Los niños en el cole le van a poner porno, probablemente, se lo van a tener que tragar y se van a tirar diez años pensando que eso es el sexo. El acercamiento va a ser mucho mejor si escuchan una canción de unas tías sobre cómo experimentar el sexo.
“TOMANDO REFERENCIAS DE UN MONTÓN DE LUGARES, HEMOS CONSEGUIDO TENER UNA VOZ PROPIA QUE A LA VEZ ES LA VOZ DE MUCHA OTRA GENTE”.
Me parece también un ejercicio, sobre todo en este álbum, de apostar por vosotras mismas. De decir, es algo que quiero hacer, apuesto por mí y creo en mí para poder hacerlo.
Maite: Totalmente. En el trabajo anterior, en Suerte, chica, creo que hubo un poco más de freno en este sentido porque veníamos de hablar mucho sobre los hombres, el cabreo y la emoción más cruda. En No lo volveré a hacer, yo tenía muy claro desde el principio que al final las canciones que mejor funcionan son las que te permites a ti misma sentir, con las que estás conectada y con las que disfrutas. Taylor Swift lleva veinte años hablando de lo que le sale del coño y es multimillonaria. Y le da igual que le hayan dicho ochocientas veces que qué pesada es hablando de sus exnovios. Al final, si la canción es buena y tú estás conectada con ella, estar pensando en si va a funcionar o no es tontería.
Habéis estado y estáis inmersas en una gira de conciertos, digamos, intensa porque no habéis parado de tocar en tres años, ¿cómo equilibráis el ritmo frenético de la industria con la desconexión e introspección necesarias para crear algo desde cero? ¿Puede hacerse acaso?
Charlotte: Hace poco tuvimos la oportunidad de estar tres meses sin tocar. En diciembre, por ejemplo, decidimos tomarnos vacaciones porque estábamos agotadas y, de hecho, seguimos así. Acabamos de empezar esta gira, sí, pero antes de eso estábamos sacando el disco. Aunque estuviéramos girando, también trabajábamos en muchas cosas a la vez. No sé si hemos encontrado ese equilibrio, pero estamos en ello. Siento que a veces se me hace como muchísima bola porque la industria no para.
Raquel: Nosotras no tenemos un horario fijo, ni un puesto fijo cada una para saber qué tiene que hacer y qué no. Esto es un aprendizaje constante. Gracias a Dios. No sé por qué digo esta expresión, como si creyese yo en Dios.
Maite: A mí me gusta esa expresión.
Raquel: Pues gracias a Dios que la gente con la que trabajamos tiene mucha experiencia y siempre nos hablan desde el cariño.
Maite: Nosotras vivimos una situación y un trabajo excepcional, pero tiene también su contrapartida. Aquí tienes un agotamiento físico y mental tremendo porque estás pendiente todo el rato del teléfono o de cómo van las ventas o de qué va a ser lo siguiente. Siempre queremos estar en constante evolución y hacer nuestro trabajo lo mejor posible, pero hay veces que no damos para más.
Charlotte: Tenemos que tener un gurú que nos diga lo que hacer, así no pensamos. A ver si llega.
Una frase que me encanta de Un secreto es: “Me echo tanto de menos / Que me quiero morir” porque es un reflejo muy lúcido de cuando estás en una relación que te ha atropellado emocional y físicamente, ¿las letras contienen vuestras tres voces mezcladas o son las palabras de una sola? 
Maite: Con Te mataré, Curso avanzado de perra y No quiero hemos puesto ideas en común sobre cosas que nos estaban pasando y que nos parecían importantes tratar. En el álbum está muy trazado el desamor, es el nexo de todo. Yo escribía muchas de esas canciones porque estaba pasando por un momento así y no podía ocultarlo. Es algo bastante colectivo.
Raquel: Las relaciones monógamas tal y como están planteadas se convierten en el centro de la vida de una, que llega un momento que te desdibujas y te preguntas, Dios mío, ¿qué soy sin el otro? ¿Qué soy yo conmigo misma? ¿No me acuerdo de mí? ¿Qué me gustaba? ¿Dónde aparezco? Y creo que eso nos ocurre a todas. Lo bonito también de las canciones (y lo que mueve a tanta gente) es que haya un sentimiento común en muchas de ellas. Te puedes poner todo lo específica que quieras que alguien va a identificarse con ello. Es algo muy de comunidad y mola.
Tras varios cambios dentro de la formación de shego, ¿este álbum podría considerarse, en cierta forma, el primero del grupo? 
Maite: Llegó un momento en el que lo pensé. No sé si os acordáis, chicas, pero durante las mezclas yo tenía la sensación de que tenía la importancia de un primer disco. 
Raquel: Es verdad que este disco en comparación con todo lo que habíamos hecho antes tiene un trabajo por nuestra parte mucho más minucioso. Hemos estado detrás de cada detalle, así que quizá sí es un cambio en comparación con lo anterior.
Suena mucho más limpio en sonido, más desnudo de florituras, siento que habéis cortado con todo aquello que no era absolutamente esencial. ¿Parte del proceso de composición pasó por redescubriros a vosotras mismas como shego?
Raquel: A nivel sonido, es verdad que nunca habíamos tenido tantas referencias musicales, ni nunca habíamos tenido una reunión entre nosotras para decidir cómo queríamos que sonase el disco en general y por canciones. Sí que habíamos tenido alguna idea para alguna canción concreta, pero nunca había sido una cosa tan global. Hay una investigación de sonido tocha.
Es también un álbum de rock, con tintes pop y muchísima actitud punk, sí, pero rock al fin y al cabo. ¿Quedan todavía formas de redibujar un género tan tradicional como el rock?
Maite: Creo que nosotras hemos encontrado alguna rendijilla dentro del panorama, copiándonos de lo que ocurre fuera de España porque aquí está todo muy manido. Como dice Raquel, tomando referencias de un montón de lugares hemos conseguido tener una voz propia, que al final es la voz de mucha otra gente, porque hacer música consiste en copiar. Tú te vas a un estudio y le dices a un ingeniero, me gusta esta cosa, y te dice, vale, pues vamos a copiar el sonido del bombo para que suene lo más parecido. Te das cuenta que incluso ellos, de una forma supertécnica, están trabajando copiando y teniendo referencias y eso es superimportante.
Charlotte: A nosotras en los primeros momentos nos daba un poco más de reparo hacer una copia muy descarada de algo. Ahora, sin embargo, la realidad es que todo el mundo hace eso porque es enriquecer, mejorar o dar tu visión de otra cosa que ya existe. No estamos reinventando nada, o sea, esto que hacemos nosotras lleva ocurriendo fuera de España años. De todas formas, hablar de géneros es muy relativo, se puede hablar de rock, se puede hablar de pop, pero, ¿qué es a día de hoy todo eso? Todo está entremezclado. Una transformación musical tiene también que ver con los avances tecnológicos y con los cambios sociales y culturales, no solo se limita al sonido.
¿Qué tipo de referencias habéis manejado?
Maite: Nos hemos copiado descaradamente de Wet Leg porque era una manera de hacer rock que nos apetecía muchísimo, sin ser muy carcas. Al igual que mucho de lo que ocurre fuera, también es bastante elegante y bastante sencillo, lo que lo hace muy atemporal. Creo que en España tendemos mucho a sobrecargarlo todo, ¿no? Más es más y más es mejor, y aquí tendimos a vaciar, un poco Wet Leg. Igual dentro de dos años nos apetece ponernos superexcéntricas, pero no fue el caso con este trabajo. También teníamos The Strokes, Japanese Breakfast y cosas que nos recordaban mucho a pelis de teenagers de los 2000, nos apetecía un poco eso, creo que en Que muera el amor está bastante presente. También teníamos referencias nacionales. Para Mantra nos fijamos en La Paloma, nos encanta que tengan una canción que sea machaque para la cabeza y que te lo tengas que repetir a muerte. La lista es muy larga.
Raquel: La tengo aquí delante y son cuatro horas y ocho minutos de música.
Charlotte: También influyó el cómo queríamos sonar en un escenario.
Maite: Aprendimos girando el tipo de música que hacemos, el tipo de músicas que somos y las limitaciones y los puntos fuertes que tenemos. Tampoco nos entusiasman las filigranas ni somos supertécnicas. No somos AC/DC.
Raquel: Y gracias a Dios, también te digo.
Es un disco que, por otro lado, parece diseñado para el directo con melodías pegadizas y letras, diría, casi universales, ¿qué podemos esperar de este nuevo show? ¿En qué habéis querido hacer hincapié?
Raquel: El disco está grabado en directo, eso es algo importante que hay que decir. Evidentemente luego se regrabaron algunas cosillas, pero la energía del directo la tiene el disco porque está pensado para tocarlo. Y yo creo que desde el principio nos hemos dado cuenta de que hay que disfrutarlo. Hay que estar seguras y tranquilas para poder cantar las canciones, interpretarlas y pasártelo de puta madre. Yo es lo que quiero conseguir en el escenario.
Maite: Y que la gente se lo pase bien. Me he dado cuenta de que si nosotras nos lo estamos pasando bien, la gente se lo pasa bien. Es importante conseguir tener unas canciones que sean disfrutables y otras con las que te vas a poner a llorar.
Me da la impresión de que la estética elegida, con vosotras vestidas de monjas con hábito rojo, roza esa ironía tan postmodernista según la cual algo es gracioso y va totalmente en serio al mismo tiempo, ¿de dónde sale esta monja satánica y qué pretende?
Maite: Viene de la diversión pura. Nos apetecía hacer un poco de drag. Teníamos muy claro que queríamos que visualmente este disco fuera impactante. A la gente las cosas le entran por los ojos porque de los títulos no te acuerdas. Hay ocho millones de discos, ocho millones de artistas con sus títulos largos, cortos, raros. ¿cómo identificas un disco entonces? Por la portada.
Raquel: ¿Quién se va a olvidar de esa portada, chicas? Nadie.
Para acabar, No lo volveré a hacer es amargo, crudo y pincha por momentos, pero no está exento de momentos luminosos como en arghHhh! ¿Qué os devuelve a vosotras las ganas de volver a creer en el ser humano?
Raquel: A veces es difícil, ¿eh? A veces es complicado. A mí ahora mismo, lo único que a veces me dan ganas de seguir viviendo es mi sobrina que tiene un año y medio y es puro amor. Cuando sientes este tipo de sentimientos con total honestidad, yo creo que te dan ganas de vivir. Yo ahora digo de mi sobrina, pero ese amor está en un montón de cosas: en tu familia, en tus amigas, en ti misma. A veces conectar con eso es complicado, pero se puede, se puede.
Charlotte: Muchas veces son las pequeñas cosas. Yo aquí poniéndome interesante, en plan romántica, ¿no? (Risas). Siento que a veces es muy difícil centrarte en esas pequeñas cosas estando en cierto estado de ánimo. Ya no escuchas canciones de la misma manera o dar paseos se vuelve raro, así que intentar estar presente me parece muy importante. Y Danielita, es que la amo, es un bebé perfecto. 
Maite: Yo creo que la inocencia es muy importante, esto que dice Raquel de estar rodeada de seres inocentes, ¿no? De animales, de naturaleza, de niños, de algo que tenga una energía o una vibración un poco más luminosa. Todos absorbemos el ritmo frenético de la vida, del capitalismo, de la ciudad, de las energías chungas y todavía en esos pequeños seres se aguarda algo que todavía no se ha podrido. Estar cerca de ahí es vital para recargarse. 
Charlotte: Vámonos de retiro, ¿no? 
Raquel: Una playita, un río, me apunto.
Maite: Como hadas, me apetece. 
Cierro la videollamada y creo comprender ahora qué era aquello que me hacía devorar como una posesa este disco: el grito. Un grito solitario se deshilacha en el aire como un papel viejo, pero un grito colectivo revienta cristales. Grita, por dolor, por felicidad o por ansiedad, pero grita. Y vete de retiro, amiga, te lo mereces.
ACERO-vol10-Shego-6.jpg
ACERO-vol10-Shego-1.jpg
ACERO-vol10-Shego-5.jpg
ACERO-vol10-Shego-4.jpg
ACERO-vol10-Shego-2.jpg
ACERO-vol10-Shego-3.jpg
ACERO-vol10-Shego-8.jpg