La necesidad imperiosa de encontrar un clan al que pertenecer ha perseguido a Saramalacara a lo largo de su vida, desde que era una niña, cuando la música que tanto amaba se le reveló hostil de la noche a la mañana, hasta una adolescencia turbulenta en la que convivieron los grafitis, las Bratz y los videojuegos. Todas las preguntas que la han acompañado a lo largo de sus 22 años, muchas de ellas todavía sin responder, han acabado por convertirse en su hábitat natural; un caos que peca de luminoso y a la vez es bendecido por la gracia de Lucifer.
Entrevista extraída de ACERO vol. 4, publicada en mayo de 2023. Hazte con tu copia aquí.
Sin preocuparle demasiado resultar incomprensible a quien se atreva a aproximarse a su mundo, Sara ha logrado usar su agudísima intuición y su vicioso perfeccionismo como una suerte de escudo protector, tal vez emulando alguno de los animes que tanto disfruta consumir. Lo virtuoso de su música es que escapa a cualquier etiqueta y arremete con los límites de los géneros convencionales, hipnotizando a los feligreses con sus intrigantes salmos.
Es un día caluroso en el barrio de Mataderos, y tras una miniatura de un gatito luciendo una fresa por sombrero, la argentina se conecta a la videollamada para darnos la llave mágica que da acceso a un universo deslumbrantemente siniestro.
Antes que nada, ¿cómo estás?
Estoy en modo mudanza, me mudo sola en la ciudad. Ya estoy viviendo allí, pero todavía me falta llevarme toda mi ropa. Es mi cruz.
¿Cómo fue la sesión de fotos?
Me encantó. Recuerdo que estaba en un plan, me voy a vestir, maquillar y hacer fotos, que es algo que siempre quiero, porque nunca encuentro la ocasión para vestirme de una manera en que no me suelo vestir. Hace poco las vi y me sorprendí.
¿Cómo llevas lo de ponerte delante de la cámara?
Muy natural, aunque siempre me frustro porque no me gusta cómo suelen salir las fotos de estudio. Prefiero las fotos con teléfonos o cámaras compactas, me siento más cómoda por estética.
Preparando la entrevista, me pasó algo que nunca antes había sentido: estar ante un verdadero enigma que escapa a cualquier etiqueta. ¿Te lo han dicho más veces?
Me lo dicen bastante. También a mí me pasa un poco, pero sí sé todo lo que quiero exactamente. Por suerte, no es un problema.
¿Has buscado siempre generar esta aura misteriosa?
No sé si fue a conciencia pero, la verdad, siempre me gustó. Al principio quizá era más una confusión mía, pero cuando empezaron a decírmelo, pensé, es exactamente así.
Si ya es difícil saber quién eres y encontrar tu sitio, me imagino que debe ser más aún tenerlo claro pero estar en todas partes y en ninguna a la vez. Ser una suerte de ruido armónico.
Cuando sos más chico, querés encontrar tu tribu urbana. Dependiendo del punto en que estaba de mi vida, decía, soy esto. Y después, al año siguiente ya no le hacía tanto caso a eso. Con el tiempo, tuve muchísimos throwbacks, y ahora ya es una mezcla de todas esas cosas. Las abracé a todas ellas, las buenas y las malas.
Para mí, tu magnetismo es más tangible en lo visual que en lo musical. Por ejemplo, con el Gallery Sessions, que es más austero formalmente que tu último videoclip, no podía quitar los ojos de la pantalla, a pesar de esa sencillez aparente. Tengo la sensación de que parte de lo hipnótico de Saramalacara yace en lo inclasificable no solo de su estilo musical, sino también como artista. ¿Cómo te definirías, si es que alguna vez te has atrevido a ello?
Por lo menos lo que yo busco es tener mi zona de confort, que es muy amplia, y después salir de ella cuando veo la ocasión, no al pedo. Me acuerdo que el día del Gallery estaba como loca pensando en qué pensaría alguien que no me conociese y viese el vídeo. Siempre pienso mucho en el outfit y el acting, porque no tengo que demostrar mucho más.
¿Sientes presión a la hora de presentarte al mundo? ¿Te agobia pensar cuál será la primera impresión de alguien que no te conozca?
Cada vez más. Al principio para nada, porque no me lo tomaba muy en serio pero ahora que ya soy consciente de mi personaje, sí. Siento presión en cuanto a las redes, me confunde lo que quiero mostrar y lo que no, pero me preocupo por pasarlo bien en los shows. Si me lo paso bien, todo lo que muestre estará bien.
Defender el outfit y el acting: ¿siempre has sentido una pulsión hacia la interpretación?
Cuando era muy chica fui a una escuela de música en mi barrio y después hice teatro. Es gracioso, pero a medida que fui creciendo, odié las exhibiciones. Cuando era más niña, siempre decía, ¿dónde están las cámaras? ¡Miren qué bien lo hago! Pero siendo preadolescente, una etapa recompleja, no quería que vieran lo que estaba pasando. Era nefasto. Al empezar mi carrera musical, me lo tomé más como, fuck it, soy buena en lo que hago, y que capten lo que vayan a captar. En los vídeos es distinto, porque me vendo por completo.
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Camisa ROBERTO CAVALLI, falda y chaqueta REPARTO STUDIO, botas BALENCIAGA.
Escorpio y la intuición. ¿Algo que ver?
Puedo ser la definición casi perfecta de escorpio. Todo lo que me fueron contando sobre el signo es muy oscuro, es medio brujo en un sentido. En todo este trayecto, hubo muchas veces en que dije, no sé por qué tenemos que hacerlo así, pero me parece cool. Quizá otras personas me decían que me convenía más otra cosa, y puede que tuviesen razón, pero la intuición me decía que era mejor de la otra manera. No hay nada que me mueva más que lo cool, no es que sea un partido político y quiera que me voten.
Si lo piensas, jugáis en una liga similar: quien más votos tiene…
Gana a quien más le compran lo que hace.
¿Por qué Saramalacara?
Lo elegí haciéndome el user de Twitter. En ese momento mi círculo de amigos se movía en torno al graffiti y el freestyle. Fue chiste, un ‘a ver qué rima y suena bien. El ‘malacara’, porque tengo una personalidad medio brava, enojona. Con el tiempo la fui dejando más atrás, pero siempre me brota. 
Hypertrap, emo 3.0, post post post-grunge… ¿Acaso se puede describir tu música?
Me pasó que fui encontrando lo que quería hacer y siempre tuve miedo de clasificarlo para evitar que después alguien me dijese: “No es esta música, es esta”. Tal vez todavía no encontré el nombre, pero me guardo la carta. Siento que mi música es electrónica y también hip hop. Aunque, ¿qué es música urbana? Nadie sabe. Me enemisté con los términos que querían ponerme; el hyperpop no me gusta tanto como género, personalmente. Una vez usé el término ‘shadow pop’… Siento que es algo entre la electrónica, el hip hop, el grunge y el glitchcore. 
¿Te sientes cómoda generando confusión y habitando la indefinición? 
Hay artistas que hacen de todo, tal vez porque están explorando o ya se encontraron; tienen su estilo, pero son capaces hacen un reggaetón, un pop o una chacarera. Siento que me pasa eso pero no, porque tengo tres géneros que me gustan mucho y voy mutando entre ellos. Me siento más cómoda ahí que teniendo algo que me defina y tener que serle fiel a eso. Pero sí le soy fiel a algo. 
También es un sello personal.
Espero que se vea así.
¿Crees en la estática de los géneros?
Creo que podés experimentar con un género musical y encararlo de una manera que te guste. A Yung Lean le atribuyen usar el hip hop para expresar sentimientos tristes, no necesariamente para decir soy el mejor, sino también, soy un looser. En un sentido técnico, los géneros sí existen, pero podés meterle un porcentaje de intención en otras cosas; no solo con las letras, también con los sintes, de modo que puedes estar haciendo un tema de trap con melodías súper dolorosas.
Hace poco hiciste retweet de un meme que ilustraba el contraste entre lo deep que son tus letras y lo intenso del ritmo de tus canciones. ¿Buscas deliberadamente este contraste? 
100%. Me gusta cuando me etiquetan en memes así porque entienden exactamente lo que quería hacer. Si te soy sincera, planeo el recibimiento: pienso en lo que quiero que digan y cómo puedo balancearlo. No siempre es ritmo rápido y letra triste, puede ser una letra medio tonta. De hecho, se me hace más fácil escribir letras vacilando sin transmitir cosas profundas, pero en el lead me gusta darlo todo. Debe ser la inseguridad de no querer mostrar algo y equilibrarlo con otro sentimiento. 
Sobre mostrar cosas: ¿te da miedo escribir una canción que hable mucho de ti, lanzar un tema profundamente personal? 
Seguramente sí, pero al mismo tiempo no, porque es lo que siempre hice. Me preocupo porque no sea tan literal o porque no quede yo tan expuesta. Me gusta que todo esté calculado y si no lo está, por lo menos que así se vea. Esa es la manera en cómo me protejo. El meme que dice “bueno, ya hablé mucho, ahora tengo que volver a ser misterioso” soy yo. 
¿Cómo juega lo impredecible en tu proceso creativo, cómo te lo planteas? ¿Algún día Saramalacara podría lanzar un hypertango? 
Podría pasar. Lanzo poca música en comparación con lo que hago, y pienso mucho en los capítulos de la trama. Hay muchas cosas que puedo hacer, y así lo haré, pero pienso mucho en el momento indicado, no porque piense que es algo muy loco o que puede tener mala acogida. Es un toc, y lo quiero respetar. Si algún día me levanto queriendo hacer un reggaetón, probablemente lo saque. Me hago caso a mí más que a nada, aunque también soy influenciable por mis personas cercanas. 
Ya desde tus inicios en 2019 con Budokai Tenkaichi, Cartoon Network y $$$ (Remix) acumulas millones de streams y de visualizaciones. ¿Cómo viviste este boom tan repentino?
Fue reescalando, claramente, pero sí hubo un boom. Saqué Budokai Tenkaichi en Soundcloud, y lo hice del lol. En ese momento, solo le daba bola a los outfits en Instagram, pura estética. Por ese entonces no me di cuenta, pero lanzarme a la música fue perfecto para explotar lo que me gustaba estéticamente, mostrarlo de un modo más deep. Tenía mucho conflicto con lo de tomármelo en serio, porque no sabía si lo quería. Hubo un “metele, Sara, está bueno” colectivo, y lo escuché.
¿Siempre tuviste claro que lo tuyo sería…?
Nunca tuve claro lo que quería hacer. Era terrible para mí, un drama. Consumía mucho anime y es súper intenso, rollo tenemos un sueño y vamos a perseguirlo. Primero quise hacer música, luego actriz; después me agarró un ataque y quise ser mangaka. Luego ya fue todo caos y confusión.
¿Alguna profesión frustrada?
El cine. Después del anime, me puse a ver muchas películas y supe que eso era lo que quería hacer. En el momento en que empecé con la música, estaba entre una cosa y otra. Me quedé más tranquila cuando me di cuenta de que hay tiempo para todo.
¿Descartas dirigir una película?
Para nada, y no descarto tampoco dejar la música por completo y convertirme en astronauta.
La escena urbana argentina no se entiende sin tu música. ¿Cómo la describirías? ¿Tienes la sensación de que un año allá parece casi un siglo?
Quizá en mi entorno más cercano no tanto, pero lo comparto. Siento que en Europa y en Estados Unidos sacan mucha más música, aunque lo cierto es que la escena argentina estalló muy rápido. Esto lo empezó Duki: fue el primero que agarró y capitalizó este nuevo enfoque. Y después no pararon de venir oleadas de renovaciones. También pienso que esa misma fiebre, en el futuro, dará lugar a abarcar más estilos musicales, no solo dos o tres; de modo que la gente esté dispuesta a aceptar cosas nuevas.
Al final, estar en el foco te da visibilidad y abre nuevas posibilidades.
Te da pie a meterle muchísimo, y está bueno que alguien después agarre lo tuyo y lo lleve a algo completamente personal. Bienvenido sea, que venga el que quiera.
En definitiva, te valida.
Significa que algo funcionó bien.
A finales del año pasado lanzaste eclips3. ¿Contenta con el resultado?
Sí, re. Lo tenía bastante planeado. Sabía que quería que fueran seis temas, y planteé todo el año pasado en base a eso. Si sos medio obsesiva con tus proyectos, de repente cualquier cosa es material potencial. Cuando los visité en España, terminé muchas letras y canciones, cumplí un montón de cosas que quería hacer y me sirvió de inspiración. Estoy contenta con el recibimiento. No quiero sonar pretenciosa, pero siento que eclips3 es una de esas cosas que, pasado un tiempo, a alguien a quien no le gusta ahora le acabará gustando.
Es lo mágico de la música en concreto y el arte en general: siempre habrá algo que esté esperando ser visto o escuchado.
Hay temas que están hechos para que los escuches y se te metan en el cerebro. Mi música no está tan pensada para que el boom sea en el release, se cuece a fuego lento.
Si lo comparamos con tus primeros temas, tu música se ha tornando cada vez más seductoramente oscura. ¿Lo sientes así?
Estoy de acuerdo, siento que la transformación se debe más a una cuestión de confianza. No digo que fuera desconfiada en lo anterior, pero tras un par de años sacando música y haciendo shows, sentí que quería mostrar un poco, no sé si más adentro, pero sí más, como si fuera una línea recta. 
¿Cómo ha sido esta metamorfosis?
Son conceptos que repito y repito. El otro día, stalkeando mi Tumblr, me sorprendí al encontrar un millón de dibujos de catedrales y deidades, porque ni siquiera recordaba que fuese algo que me gustara. De alguna manera, es un comeback constante.
Me has hecho pensar en la idea del eterno retorno de Nietzsche, que defiende la aceptación que todos los eventos del pasado se repetirán en el presente y el futuro eternamente.
Estoy completamente trickeada, porque ayer estaba guardando en cajas los libros que tenía en mi cuarto y di justamente con un libro de Nietzsche. Tuve un momento friki de hallar la verdad de la vida. Libros que capaz leía con catorce años y no entendía nada. Lo vi y dije, esto puede tener una relectura que me sirva ahora.
Ojalá collab Saramalacara y Nietzsche.
Podríamos hacerlo. Cute.
A parte de Rojuu, ¿con qué otros artistas españoles colaborarías?
Yung Beef es mi artista favorito español, me encantaría conocer su proceso creativo. También tengo pendiente colaborar con Sticky M.A. y si me voy a más arriba, con Rosalía. Empecé a escuchar más su música con Motomami y me gusta cómo piensa las cosas. Ambas somos muy tryhard.
Tras tu sombrío estilo, se revela una intimidad luminosa. ¿Qué inspira tus letras?
En Argentina, vivimos mucho el cringe. Tal vez en España esté más aceptada la letra dramática. Hay cantantes de reggaeton latino que dicen cosas que a mí me daría cringe escribir. Yo me guío por lo que siento que va a llegarle a la otra persona y pienso la forma de decirlo. Claramente, no soy la misma persona teniendo una conversación profunda que contándolo en una canción. Hay una pretensión, en plan, estoy diciendo algo hardcore, pero no te lo tomes tan en serio.
¿Cómo vive Sara el amor?
Terrible, muy intenso y caótico. El amor me pega fatal, incluso me asusta. De vuelta, escorpio. Mis traumas más oscuros están relacionados con el amor. Me molesta porque soy extremadamente sentimental, y eso afecta a todas las cosas de mi vida. Ahora que soy algo más madura, tengo prioridades más importantes: lo primero es mi carrera y mi concepto, y después, todo lo demás. 
Tu universo lo pueblan ángeles, iglesias, cruces y demás símbolos bíblicos. ¿Qué te atrae de todo este lenguaje tan radiante y tenebroso a la vez, y cómo alimenta tu música?
El concepto de la fe. Si dejamos a un lado que la Iglesia es el Holocausto y nos quedamos solo con la parte espiritual, me parece hermoso depositar sentimientos en algo como la fe. Siento que está bueno cuando estás en un punto de tu vida en el que querés encontrar explicaciones. Estéticamente, siempre me ha encantado lo tenebroso y lo paranormal, porque está muy ligado a la fe y a la religión: cuando las buscas, se manifiestan de alguna manera, existan o no.
Vinculas la fe a la búsqueda. ¿Qué aspiras a encontrar?
Todo (ríe). Mejor no saber todo pero, ¿qué sé yo? Tengo una opinión dividida. A veces me da un poco de pánico cuando siento que no estoy viviendo las cosas full. O cuando sé que hay cosas que no comprendo, me gustaría tener alguna certeza.
¿De dónde nace esa fascinación por lo divino?
Cuando te obsesionas con un tema, estás en una búsqueda constante. Es inevitable. Siento que me gusta lo espiritual también desde una vertiente más marketiniana, por decirlo así. Lo mismo con el número tres.
¿El número tres?
Lo que siento por el tres es real. Todos los días en Twitter tengo un millón de menciones en fotos con las 03:33 en el reloj, o gente que se cruza un tres en la calle y piensa en mí. Me hizo mucha gracia un tweet que decía: “Cuando eres fan de Saramalacara”, y era un vaso de agua con tres hielos. Me fascina que trascienda la música, que sea algo personal, casi sectario, entre ellos y yo.
¿Cómo nace el tres, y cómo se convierte en un símbolo?
No es que estuviese buscando un símbolo, pero sí tenía en mente la importancia de tener uno que te identifique como artista. Obviamente, si lo vas a buscar, te va a aparecer. Creo mucho en el destino. Siempre que pienso compositivamente, pienso en el tres. Mi primer proyecto fueron tres canciones; el segundo, seis; así que ya te imaginas cuántas tendrá el próximo. Es divertido pensarlo como una capa más. Uno puede hacerle caso o no. Si no se lo haces, todo seguirá igual.
Ahora que lo comentas, ¿cuándo llegará el mixtape?
Siento presión, más que nada porque soy muy perfeccionista. Siempre que se acerca el momento de cerrar el proyecto, me agobia que salga bien. Será a corto plazo, seguramente este año. Veremos qué pasa.
A tus conciertos los llamas “misas”. ¿Cómo es una misa oficiada por Saramalacara?
Me enamoré de los shows en vivo cuando era adolescente y empecé a ir a mis primeros conciertos. Fue, en parte, lo que me hizo seguir en la música. Tanto arriba como abajo del escenario disfruto muchísimo, es épico. Me parece divertida la comparación con una misa, no porque me estén alabando a mí personalmente, sino porque se le está rindiendo culto a alguien. Me pasó cuando vi a Playboi Carti, cambió la manera en que veo a un artista.
¿Disocias cuando estás encima del escenario?
Siempre, sobre todo si la estoy pasando bien. Te diría que hasta es insana la presión que me pongo.
Si Saramalacara fuese un ángel, ¿cuál sería?
Siento que sería un ángel muy resentido al que le salió todo mal, como Lucifer. También me gustan los serafines, que tienen seis alas: son ángeles que no se ven, irradian mucha luz y son los más poderosos, muy devotos de Dios o de la figura divina. Creo que son los que deciden si vas al cielo o al infierno y los encargados de predicar la palabra. Pero Lucifer es más resentido y boludo.
El escorpio de los ángeles.
Total.
Eres la reina del shitposting. ¿También hay belleza en la basura?
El shitpost es el chiste rápido y la risa, pero para nuestra generación es el resumen de lo que sentimos de una manera nihilista: “Todo está arruinado, así que me voy a reír de todo esto”. Necesitábamos encontrar una manera de expresarnos, de contar unos acontecimientos históricos. Todos los memes sobre la pandemia son la forma que encontramos de hacerle frente.
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Vestido VERSUS VERSACE, gafas PRADA.
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