Un gusto por lo exquisito y lo bello se destila en las letras de Millenium Mambo, el más reciente álbum de Santo Romeo. Óperas de Puccini, historias de Dostoyevski, fragmentos de Sorrentino y un profundo enamoramiento por el Mediterráneo son solo algunas de las muchas referencias que se entrelazan para permitirnos bucear en distintas calas, tomar el sol en distintas arenas y pasear por distintas ciudades.
El artista catalán nos pinta un mundo detallado, donde su musa lleva Blahniks y su salón está decorado con muebles de diseño. Todo, desde la producción hasta la parte visual del proyecto, ha sido cuidado con un mimo extraordinario, dando forma a una obra que permite perderse en imaginarios, beats etéreos y relajados, y en un sinfín de términos que googlear.
Pese a tocar el trombón clásico desde niño, Romeo tuvo que buscar su lugar en la música poco a poco. Su pasión por el dub y el reggae lo llevó a explorar la producción musical, y así descubrió lo accesible que era producir trap. Con FL Studio descargado y algunos beats creados, nacieron sus primeros temas. Ahora, años después y con tres álbumes a sus espaldas, el cantante nos revela las inspiraciones detrás de su último proyecto, Millenium Mambo, que él mismo describe como el “más maduro y conciso” de su carrera.
¡Hola, Romeo! ¿Qué tal? ¿Cómo llevas el día? ¿Desayunando ostras en La Boquería? (Risas)
¡Hola! ¡Muy bien, con ganas de charlar con vosotros! Ojalá pudiéramos hacer esta entrevista desayunando unas ostras, pero la verdad es que me pilláis haciendo malabares con el curro y el final del máster (risas).
Empezaste a tocar el trombón clásico en el conservatorio cuando eras pequeño. Ahora llevas unos cuatro años lanzando música. ¿Qué te llevó a empezar a producir?
Pese a que la música ha sido un gran pilar en mi vida desde pequeñajo, ha sido toda una odisea encontrar mi lugar en ella. Pasé años tocando en orquestas clásicas como mercenario y en proyectos propios, y aunque es una época de la que guardo un recuerdo increíble (s/o a la gossadera y a karava), me frustraba pasar muchísimas horas practicando un único instrumento contra la pared de mi casa. Y ni hablar de tratar de encajar el puzzle de reservar días de la semana para encontrarnos con el resto de la banda y coordinarnos para crear y ensayar. El proceso era muy divertido, pero nunca sentí que estuviera haciendo lo que realmente quería.
¿Y cómo llegó ese momento de decir, basta, ahora sí haré lo que realmente quiero?
Recuerdo que, un día, las ganas de hacer dub me estaban comiendo por dentro y me dije, joder, si conozco la teoría musical y entiendo cómo funcionan los géneros, solo necesito aprender a utilizar un programa para hacer lo que me dé la gana. Me bajé el FL Studio y me di cuenta de lo difícil que era hacer dub, pero también descubrí lo fácil que era el trap. Le mandé la prueba que había hecho de risas a Wonka, y a partir de ahí empezó Holics. Cuando llegó el COVID y nos encerraron en casa, se pararon todas mis bandas y orquestas, y decidí no mirar atrás y concentrarme en el primer proyecto en el que por fin me sentía completamente satisfecho y realizado.
Dices que el reggae te sirvió como inspiración en tus inicios, y de hecho, en tu último proyecto hay varias referencias a él: Jah Shaka, Huh Perry, Gregory Isaacs… Háblame sobre la influencia del reggae y de otros géneros en tus primeros pasos.
No podría expresar en una sola respuesta cuánto me ha influenciado. Desde que un colega me puso con dieciséis años Rich Man Poor Man de The Gladiators me volví un friki del reggae y de todo lo que lo rodeaba. Es lo que escucho a diario, en los conciertos y festivales a los que voy, en el ocio con mis colegas, etc. Es un mundo gigante con muchísimas ramificaciones e implicaciones, tanto musicales como culturales, religiosas o políticas. Es la raíz del hip-hop, del reggaeton, del dembow, del jungle y de la electrónica en general.
Artistas y bandas como Burning Spear, Lee Scratch Perry, Midnite, Akae Beka, Linton Kwesi Johnson, The Wailers o Third World son referentes para mí y las he estudiado, escuchado y extraído detalles y códigos que ahora empleo en mi propia obra. Cuando descubrí el formato sound system, donde escuchamos música dub a través de torres de altavoces con una caja de graves tan alta como uno mismo, encontré lo que para mí es la máxima expresión de ‘consumir música’. Quien no haya estado nunca en una, insisto en que lo haga porque no es algo que se pueda explicar.
Con el reggae descubrí mi pasión por los bajos, por las texturas y por el swag en los arreglos instrumentales; conseguir innovar y sorprender utilizando los mismos recursos y patrones una y otra vez, pero haciendo ligeras variaciones. Son las características que busco en la música que consumo y hago, ya sea trap, hip-hop, bossa nova, jazz, house, etc.
Y a día de hoy, ¿quién o qué inspira a Santo Romeo a la hora de producir y hacer música?
En mis primeros pasos me inspiraba mucho en productores y artistas que son referentes para mí. El concepto de unirse artísticamente en colectivo lo aprendí de Odd Future y A$AP Mob, algo que replicamos en Holics, mi propio colectivo. Siempre he estado interesado en la escena underground, desde principios de la década de 2010 con A$AP Mob, Flatbush Zombies, SGP, Sad Boys, Bones, Xavier Wulf, Misogi y Black Kray, hasta ahora con fenómenos como el boom de la escena latinoamericana en SoundCloud (un saludo especial a Agustinsito, ¡un abrazo, rey!).
Aún así, mi principal foco de inspiración y trabajo siempre ha sido el subgénero del plugg y sus derivados, precisamente porque encuentro muchos paralelismos con las características que me enamoraron del reggae. Productores y artistas como Mexikodro, Diegomoney, Serane, Milanezie, 30nickk, Goyxrd, Stoopidxool, Benjicold, Corey Lingo y un larguísimo etcétera tienen un sonido icónico que ha influenciado a generaciones de artistas.
¿Y últimamente?
Últimamente ya no suelo utilizar la música para inspirarme, sino que busco estímulos fuera de ella. Películas, libros, fotografías, conceptos, vivencias, lugares, personas; básicamente, todo lo que considere bello. El Mediterráneo, por ejemplo, ha sido una de mis mayores inspiraciones, algo que ya se refleja en canciones de mi anterior álbum como Trovador! o Raimbaut!. Le doy muchas vueltas a la belleza como concepto, pensando en cómo la encontramos en nuestra vida y qué importancia puede tener. Siento la necesidad de buscarla y generar más.
Acabas de lanzar Millenium Mambo, un proyecto en el que has trabajado durante dos años. Antes que nada, quería preguntarte sobre el título. Millenium Mambo fue una película que, en su momento, no fue bien recibida por muchos y algunos incluso la consideraron la peor de Hou Hsiao-Hsien. A mí me despierta curiosidad, ¿por qué esa elección?
Aquí tengo que hacer un enorme shout-out a Roberto Figliulo, mi profesor de arte y cultura popular de Asia Oriental en la universidad, con quien descubrí el cine asiático y muchos otros tipos de contenido audiovisual que me han inspirado muchísimo. Millenium Mambo era una de las películas que Roberto nos recomendó por si queríamos profundizar más en el cine asiático, y que creo que solo nos la miramos dos frikis (risas).
¿Y qué impacto causó en ti?
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que era algo muy diferente a cualquier cosa que hubiese visto. Ahí fue donde empecé a interesarme seriamente por el cine y el arte audiovisual no occidental. Así que le tengo muchísimo cariño, especialmente por el choque que me supuso ver la introducción y lo bello que era todo. Fue un punto de inflexión en mí y en mis influencias.
De manera similar, mi álbum ha sido un punto de inflexión, un nuevo comienzo para descubrir mi sonido y mi movida y avanzar hacia ello. No hay mucho más detrás, más allá de ser un paralelismo entre este proyecto musical y aquella película que me abrió un mundo, además de ser un homenaje a uno de esos profesores que dejan huella en tu vida.
Después de tanto trabajo, ¿sientes que el disco ha sido recibido como esperabas?
Sí, la verdad. Desde el principio supe que no sería un hit comercial, pero mis vocaciones creativas siempre se han alejado de la fórmula comercial, así que decidí aceptarlo y ser feliz con ello. Me di cuenta de que tengo gente a la que le flipan mis movidas, que me siguen precisamente por ello y confían en lo que vaya a traerles. Así que decidí entregarme completamente a mi nicho, a hacernos felices a ellos y a mí, y a mimar a ese público en vez de intentar abarcar demasiado. Yo he sido seguidor de nichos musicales toda la vida, como los Kefta Vxyz o los Sad Boyz/Drain Gang, y es algo increíble, así que si puedo generar eso en mi público, estaré encantadísimo.
La recepción la comprobé una vez salió el álbum. A la peña que le moló, le moló mucho y me lo dijeron efusivamente. Prefiero a ese público implicado, agradecido, bakano y reducido, que a masas surgidas de virales. Afortunadamente tengo mis vocaciones profesionales separadas de mi carrera como Santo Romeo, así que puedo disfrutar de la música como artista sin la presión de tener que vivir de ello.
Si tuvieras que describir Millenium Mambo en una palabra, ¿cómo lo harías?
Solista.
“Le doy muchas vueltas a la belleza como concepto, pensando en cómo la encontramos en nuestra vida y qué importancia puede tener. Siento la necesidad de buscarla y generar más.”
Como primer adelanto del disco presentaste 99 (Perseo). El vídeo hace referencia a esa escena inicial de Millenium Mambo, y es que, en general, en este álbum hay una clara influencia audiovisual. Referencias a Rohmer, a La Gran Belleza, etc. ¿De dónde sale esa vena cinéfila?
Nunca me he considerado un cinéfilo como tal. No tengo conocimientos técnicos ni objetivos sobre ello y me baso únicamente en mi curiosidad y en mi gusto para consumirlo. Sí es cierto que gracias a ciertas personas (s/o a Roberto y a Carla) he aprendido a disfrutar del cine sin verlo como una carrera por ver quién ha visto más y mejores películas. Me han contagiado su pasión y he descubierto ventanas a historias y a lugares increíbles.
Con el ritmo de vida que tenemos hoy en día, una película de dos horas es un formato muy cómodo y permite tener referencias visuales muy potentes en la música. Ejemplos son Amor suicida como Wiktor y Zula, Bailando como Sonny Corleone en un peaje (s/o Jesulean de Ubrique), o Me estoy haciendo el loco como Jean Paul Belmondo.
Parecido a lo que hicisteis con SS23, has lanzado visualizers para todas las canciones: nueve canciones, nueve vídeos. Mucha grabación nocturna, motion blur, grano… Háblame sobre la inspiración detrás de ellos.
Siendo sincero, siempre me ha dado un poco de pereza la parte visual de la música. No me malinterpretes; la encuentro imprescindible y me flipa, pero como es un terreno en el que no tengo tanta experiencia me resulta difícil controlarlo todo y hacer lo que realmente me dé la gana. Por eso me cuesta encontrar la manera de trabajarlo, además de los altos presupuestos que requiere, algo que tampoco tenemos.
En mis proyectos, siempre tengo la necesidad de controlar todo, así que decidí usar este álbum como un reto para adentrarme en la parte visual. La música lleva tiempo terminada, pero desde octubre del año pasado me he puesto a trabajar en mi primer proyecto visual para acompañarla.
¿Y cómo ha sido esta experiencia?
Recluté a un equipo de leyendas con quienes ha sido un gustazo trabajar. La parte creativa la trabajé con Pau Badia, mi pana y un diseñador increíble con quien comparto muchas afinidades de gustos y referencias. Marina Martínez, que tenía exactamente el estilo visual que buscaba, se encargó de la foto fija. Y para el vídeo conté con mis Gs, Shayan y Marwan, quienes entendieron mi visión a la perfección y me ayudaron a plasmarla y mejorarla. Ha sido todo un aprendizaje confiar y delegar.
El proyecto principal fue el clip de 99 (Perseo), donde rendimos homenaje a la película que da nombre al álbum. Buscar las localizaciones, trabajar los encuadres y el color fue divertidísimo, y el resultado se acerca mucho a nuestra referencia. Después, trabajamos el clip de Absinthe 3000, que grabamos utilizando el step-printing, una técnica que usaba, por ejemplo, Christopher Doyle, el director de fotografía de Wong Kar-Wai, en sus películas. Con todo el material sobrante, Shayan se engoriló y montó el resto de visualizers porque consideraba que era demasiado duro como pa’ no usarlo. Es un genio y de los locos, lo amo.
Siguiendo con 99 (Perseo), durante todo el álbum (y en tu discografía en general) hay muchísimas referencias a la mitología griega. Ese gusto por la mitología, ¿de dónde viene? ¿Por qué está tan presente en tus lyrics?
Buah, la verdad es que no hay un motivo específico. Soy muy friki de la mitología desde pequeño y supongo que la griega es con la que más familiarizado estoy por proximidad, estudio y accesibilidad. Por ejemplo, encontré en la figura de Orfeo una imagen que me fascina y que considero muy potente como concepto para mi identidad. A partir de ahí supongo que mi cerebro se ha cableado siguiendo esa línea de referencias. Además, todo encaja perfectamente en el imaginario que he creado a partir del Mediterráneo. Pero también menciono mitos y figuras japonesas, cristianas, budistas, etc. Me fascina la idea de la mitología en sí misma y cómo actúa como un recurso universal en todas las culturas para explicar el mundo.
¿Lees mucho? Siento que uno de tus puntos fuertes es el storytelling y Rendezvous! es un ejemplo de ello. ¿Lo haces de manera consciente?
Sí, he leído muchísimo, aunque ahora por desgracia no tanto como de pequeño. Ahora me estoy atreviendo con otros géneros más allá de la novela, y la verdad que estoy descubriendo cosas muy guapas. De hecho, la manera en la que escribo mis letras viene influenciada directamente por un libro en concreto: Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé. Lo mejor de todo es que fue una de las lecturas obligatorias que tuve que leer en bachillerato porque entraba en la selectividad. Recuerdo descargarme el PDF en el instituto y ventilármelo en tres días durante las clases. Me atrapó muchísimo, me encantó y te diría que es mi libro favorito (junto a El nombre del viento, mi niño interior sigue fuerte).
Tan solo leer la introducción me hizo engancharme por la manera en la que está escrita. Siempre explico que es como si el autor hiciera fotografías con palabras. Es capaz de pintarte no solo la escena, sino también la atmósfera que se respira. Y si te fijas, es lo que hago en mis canciones. Menciono, comparo y contrapongo ideas, figuras y conceptos para capturar imágenes que considero bellas, poéticas, potentes. Mi intención es que escuches las barras y visualices perfectamente lo que pretendo decirte, hacer letras visuales.
Me alegra que me digas esto porque precisamente fue cuando grabé Rendezvous! que me di cuenta de que disfrutaba un montón del storytelling al escribir letras. Ahí fue cuando hice el cambio de chip y empecé a pulir ese estilo. Es la más antigua de Millenium Mambo y el origen de todo el proyecto. Lo combiné con otras influencias como el estilo spoken word de Linton Kwesi Johnson, Gil Scott-Heron o incluso Adala, y de cadencias de artistas como Original Juan.
“Desde el principio supe que Millenium Mambo no sería un hit comercial, pero mis vocaciones creativas siempre se han alejado de la fórmula comercial, así que decidí aceptarlo y ser feliz con ello.”
Nessun Dorma, Strugatski, Sak Yant… ¿Te preocupa que tus oyentes no capten tus alusiones a la ópera, la literatura rusa y demás? ¿O es precisamente esa parte de la gracia, dirigirse a un público que las entienda?
Es parte de la gracia, sí, pero no exactamente por dirigirme a un público que las entienda. Como he mencionado antes, he decidido hacer música como me gusta a mí y confiar en que le gustará a esa peña que lleva confiando en mí desde el día uno. Personalmente, disfruto mucho cuando en el contenido que consumo encuentro material y referencias que me invitan a investigar y entender mejor la obra. Me gusta escuchar las canciones que menciona Murakami en sus libros, investigar sobre las ciudades en las que Rohmer graba sus películas o descubrir las figuras bíblicas que menciona Vaughn Benjamin en sus canciones. Le da un valor añadido a lo que estoy consumiendo y alarga la experiencia.
Mi intención con Millenium Mambo es que cada vez que lo escuches, te pique la curiosidad por saber a qué me refiero con cruzar el rubicón, con beber Cynar, con escuchar Muslimgauze o Tomorrow Never Knows (Take 1) con Lee Scratch Perry o con un tagelmust. Si puedo transmitir mis códigos y las cosas que me flipan a la peña que me escucha, estaré contento. Al final mi música no deja de ser un clásico ego trip en el que vacilo de lo bakano que soy, pero no por eso voy a limitarme a cantar los mismos códigos trillados una y otra vez. Intento darle una vuelta y elevar el discurso raperito a nuevas cotas de swag. Y lo último que haré será tratar de tonto al público y pensar que no lo va a pillar ni que es solo para gente que lo sepa. Al revés, lo que pretendo es descubrir a la peña movidas que yo opino que están guapas.
El año pasado lanzaste Orfeu Soundsystem. ¿Qué crees que ha cambiado entre ambos proyectos?
Orfeu Soundsystem fue una declaración de intenciones y una muestra de quién soy como artista, de mis influencias y de lo que trabajé hasta ese momento. Fue un escaparate en el que exploré un montón de géneros y estilos, y senté una base sobre lo que es Santo Romeo como artista. Por eso es tan largo y ecléctico, abarcando géneros como el pluggnb, el slay o incluso el steppa.
Millenium Mambo, en cambio, es un proyecto mucho más maduro y conciso. Lo he hecho sin ningún tipo de presión y he trabajado muchísimo para encontrar el sonido que realmente me representa y que me realiza hacer. De hecho, la cantidad de temas que han quedado fuera dan para hacer otros dos álbumes (risas). Es una bonita evolución como artista y como persona; soy más mayor y he vivido un par de cosas más, tanto a nivel musical como personal, que me han dado más perspectiva. Igualmente, se puede trazar el origen de esto en algunos temas de Orfeu. As Tears Go By, Raimbaut!, Trovador!, o Rlung Rta! tienen ese gen que ha acabado evolucionando en mi sonido actual.
Y ya la última. De cara a un futuro, ¿qué te gustaría lograr? ¿Metas por alcanzar?
2024 y 2025 van a ser dos años de enormes cambios en mi vida, y no sé por dónde me va a llevar. Sé que cuando el cuerpo me lo pida volveré a experimentar y a exprimir el coco para encontrar un nuevo sonido o perfeccionar el que ya tenga y hacer un nuevo álbum que me sacie. Mientras tanto, voy a aventurarme en otros géneros y escenas, así como darle un push a mis aspiraciones profesionales.
Estoy grabando reggae instrumental con colegas y quiero experimentar con el dub y mi nuevo estilo vocal e intentar encajarlo, porque es mi verdadera vocación. Quiero probar nuevas fusiones y seguir explorando el Mediterráneo como influencia y tema central en mi obra, experimentando con todos los géneros y tradiciones musicales que contiene. También quiero involucrarme más en la cultura sound system, y tengo algún proyecto planeado con artistas muy bakanos que son referentes para mí.
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