¡Las ciudades! Esas concentraciones de cemento, vidrio, luz e individuos que van y vienen. Aunque uno las adore y las venere por encima del campo y la playa es imposible no reconocer su aire ligeramente asfixiante, sus ambientes opresivos y su inevitable bullicio. El encanto de las grandes ciudades es mantenerse en ese equilibrio entre la estabilidad rutinaria y el caos más anarquista. Resulta extraño como todos vivimos en una ciudad y al mismo tiempo somos una. Nuestro interior alberga un microcosmos de sangre, carne y emociones que se agitan constantemente buscando un estado en el que asentarse, en el que sentirse en armonía y encontrar el bienestar.
Esa quizás podría ser la misión que Santas ha querido emprender con su carrera musical, la cual ha dado sus primeros pasos con un EP tan cercano y emotivo como Ciudad del amor. La metrópolis interior de Santas es un paraíso perdido, un estado de ánimo que a veces languidece y otras se eleva hacia el cielo. Temas como Puedo crecer o Lo mejor nos introducen en la aventura del músico plagada de engaños, anhelos y ganas de vivir. Santas empieza su prometedora andadura con un trabajo tan honesto como una caricia, una de esas que deseas que dure para siempre.
Santas, me gustaría empezar un poco hablando de ti con esta pregunta tan típica pero a la vez, tan resolutiva. ¿Cómo te definirías como cantante?
Siempre me cuesta muchísimo contestar a esta pregunta. Creo que mi proyecto como músico y mi proyecto como persona actualmente van a la par. No he creado ningún alter ego en mi cabeza que se encargue de la faceta de cantante y otro para mi día a día, así que, ¿cómo me definiría como persona? Reflexivo, irónico, transparente, amante de la música con la que crecí, perfeccionista, asertivo, indeciso…
Empezaste en la música muy temprano, a los cinco años. Podemos decir que lo tuyo era 100% vocación, ¿no crees?
Empecé con 5 años a estudiarla y continué haciéndolo en el conservatorio. Siempre pensé que me dedicaría a algo dentro del mundo de la música aunque lo último que me imaginaba es que sería yo quien hiciera música propia.
Videojuego fue tu tema de presentación, cuéntame cómo viviste su recibimiento.
Videojuego es una canción que escribí y produje en diez minutos que en principio pensaba quedarme para mi, así que cuando la saqué y vi que más de cinco personas la estaban escuchando me quedé flipando.
Tengo entendido que la ‘ciudad del amor’ de la que hablas en el fondo es una cortina de humo, un engaño. ¿Por qué construir una ciudad así y no soñar con una utopía donde el amor sea de verdad amor sin nada más?
Puede que algún día escriba algo sobre esa utopía de amor puro, pero por ahora me siento más cómodo escribiendo sobre lo que conozco.
Dices en una de tus letras que, a veces todo parece hecho de atrezzo, ¿crees que es posible encontrar hoy en día algo verdadero?
Creo que lo verdadero es difícil de encontrar, pero en cambio lo falso es muy fácil de identificar, así que cuando sientas que algo es verdadero, seguramente lo sea.
Escuchando la canción que da nombre a tu álbum he tenido curiosidad por preguntarte cuándo has notado que un sentimiento se te había quedado pequeño.
La verdad es que suelo sentir mucho pero expresar poco… Lo llevo todo por dentro hasta que analizo bien por qué siento lo que siento, por lo que se podría decir que en realidad algo tan grande como la Ciudad del amor nace en realidad de un granito de arena de resentimiento.
Para conectar con la temática de las fotos que acompañan a esta entrevista me gustaría que habláramos de un lugar íntimo como una habitación, que muchas veces se nos queda pequeño. ¿Podrías contarme un momento especial que hayas vivido en tu habitación y que quisieras compartir?
El momento de estar en la cama con los auriculares a todo volumen escuchando una canción y recreando cada palabra de su letra en el techo de la habitación. Creo que es un momento que muchos compartimos pero a la vez íntimo ya que cada persona lo siente de una manera u otra.
Con Ciudad del amor dices haber alcanzado una madurez musical. ¿En qué notas que estás cambiando?
A nivel musical, creo que hay un salto enorme entre la producción de lo que hacía antes (era soundcloud y videojuego) y Ciudad del amor, más que nada porque en este EP, junto a Rubén Segovia, hemos trabajado hasta el más mínimo detalle para darle una buena cohesión y generar una atmósfera sonora característica.
No puedo evitar preguntar por tu adolescencia, ¿cómo recuerdas esos años?
Mi adolescencia fue bastante caótica a nivel personal, pero la recuerdo como una época de mucho aprendizaje, de amistad y de despreocupación.
Tu música refleja un espíritu muy romántico y emotivo, muy muy tierno. ¿Crees que hoy en día el amor se da y se recibe como debería hacerse?
Creo que mi ‘romanticismo’ se ve mejor reflejado en cómo escribo mis letras que en cómo me expreso sentimentalmente en la vida real. Por otra parte, no sé si el amor tiene una manera específica de darse o recibirse, creo que todos los sentimientos son muy personales y tienen mil maneras de entenderse y expresarse. Personalmente, encuentro el amor puro en mis amistades.
Con este disco has iniciado un ciclo de aprendizaje sobre el amor y las emociones, ¿cuál es la mayor lección con la que te has topado por ahora?
Hay que dejar ir. Esa es la mayor lección que he aprendido y es la que refleja la última canción del EP. Hay veces que dos personas no funcionan juntas, y por mucho que nos anclemos en los buenos momentos del pasado, es importante mirar con perspectiva y saber que cuando no, no. Todo es aprendizaje.
En una de tus canciones te preguntas, ¿qué es lo mejor para ti?¿Has podido dar con la respuesta?
Sinceramente, mis amigas y el sol.
¿Podemos sobrevivir a la ciudad del amor?
Físicamente por supuesto, en cambio puede que tu esencia, tus valores y tu alma se empiecen a pudrir poco a poco allí hasta llegar a ser el fantasma mejor vestido de la fiesta.
No puedo dejar de preguntarte esto para terminar, ¿con que sueña Santas?
Mi gran sueño es poder dedicarme en exclusiva a la música, llenar salas en las que el público cante mis canciones, pero por ahora con seguir escribiendo sobre lo que opino de las cosas y que la gente comparta estos sentimientos conmigo me doy por satisfecho.