¿No fue acaso en 1996 cuando en Fear, ese sleeper hit zeitgeist de una época, se nos enseñó lo que se siente al ser adolescente en la única escena que para mí merece la pena ver? ¿Podría ser que Reese (Witherspoon) lanzándose al vacío de esa montaña rusa mientras coloca estratégicamente la mano de Mark (Wahlberg) fuese una de las primeras manifestaciones mainstream de una teenager exigiendo todo el placer que se merece?
No lo sé, y ha llovido mucho y bien desde entonces. Pero aún así consigue tensionar muchos de los hilos que tejen el imaginario colectivo de algo tan mitificado como ‘la primera vez’ (de lo que sea). Y os preguntareis, ¿qué tiene esto que ver con el superartista del que hemos venido hoy a hablar? Pues mucho, y es que el mallorquín Samuel Almansa es otro maestro en retratar ese dulce sueño de la juventud (esto es cursi a posta).
Y es que el imaginario teen sobrevive a épocas, países y contextos. Es tan eterno y obsesivo como ya nos hizo creer Calvin Klein. Y Samuel ha sabido captar toda su poética y su fragilidad a través de unas piezas que son concienzudas pero ni pretenciosas ni grandilocuentes. Son simplemente buenas. Como él mismo dice (y léete toda la entrevista porque se lo merece), empezó a retratar toda la estética tuning y dosmilera de la que en su día quiso huir. ¡Bingo! ¿No es acaso aquello de lo que huimos el mejunje de todo lo que merece la pena reflexionar?
Para Almansa fueron su barrio, El Arenal, los botellones y el camión de su hermano, y de ahí a las figuritas de porcelana de su madre, “tan brillantes, valiosas y la vez frágiles”. Jo, no es por ser obvio pero, ¿no es acaso la adolescencia como una figurita de Lladró? Y lo que me gusta de Samuel es que sin hacerlo obvio te las estampa contra la pared, sin romperlas, todo bajo un violento efecto pastel. Y ya no necesito decir más, ahora es Samuel el que te va a rociar con su fantasía.
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Hola, Samuel, ¡qué gustazo poder entrevistarte! Me gustaría que empezáramos con una pequeña pero creativa introducción sobre quién eres, por qué te lanzaste a ser artista y que nos digas por qué tu obra tiene un tinte tan especial.
¡Hola, Acero! Estoy encantadísimo de poder hablar contigo. Y sí, claro, es totalmente necesario. Empezaría por decir que soy pintor y que, ahora mismo, me encuentro en un momento de versatilidad plástica absoluta. Estoy bailando entre muchos conceptos, entre ellos, lo personal, la fragilidad o las referencias vitales, siempre desde una estética que me permite relacionar todo lo que hago a través del difuminar las imágenes.
Empecé a pintar desde pequeño, pero no fue hasta que terminé la carrera cuando me lo empecé a tomar de forma profesional. Al acabar Bellas Artes tuve un momento crítico, supongo que por el que pasamos todos al salir de una formación creativa, y entré a trabajar en una productora de televisión en 2018. Hoy día este sigue siendo mi otro trabajo, tengo un estudio creativo/productora en la que realizamos bastantes proyectos. Siempre me ha fascinado el cine y creo que tiene mucho que ver en lo que pinto, y más todavía ahora. Y en cuanto a por qué me lancé, creo que eso no lo eliges, pasa y ya está. Para mí, pintar es más una necesidad que un deseo.
Esto me lleva a preguntarte, ¿fueron los comienzos especialmente duros? ¿En qué punto creativo y profesional te encuentras?
Hubo un momento en especial en el que todo cambió, y es que en enero de 2020, y después de haber dejado la pintura durante tres años, me fui a la India a grabar un documental con varios artistas plásticos que intervenían algunos espacios. Uno de ellos es Albert Pinya, y fue él quien me lanzó a los brazos de la pintura de nuevo. Fue el comisario de mi primera exposición individual en el espacio Taca de Palma, y presenté una serie de pinturas que nada tienen que ver con la estética actual. Eran obras realizadas con spray y mucho más abstractas en las que abarcaba cosas distintas.
Siempre había tenido la espina de no haber podido explotar de forma conceptual el realismo, y pasado algo más de un año, en verano de 2021 empecé a hacer pruebas con un aerógrafo que tenía tirado en el cajón hacía años. Empecé a pintar lo que me rodeaba, el camión de mi hermano, las fotos de cuando fui a grabar a la guerra en Ucrania, etc. Todo esto derivó en representar en las pinturas la estética que siempre me había rodeado y de la que yo huía, la de ser de un barrio como es El Arenal, toda la estética tuning y dosmilera, y empezó a construirse un imaginario interesante.
Realicé Como un subwoofer en el botellón, mi segunda exposición individual en Kaplan Projects, bajo el comisariado de Belén Martínez Gamero, y poco a poco fui explorando la parte más pura o blanca derivada de todo eso. Me explico: los botellones, las fiestas, o la estética que siempre había visto rodearme desde pequeño evolucionaron hacia las figuritas de porcelana que tiene mi madre en casa, las estampitas religiosas, etc.
¿Creciste en Palma de Mallorca? ¿Existe la personalidad insular?
Sí, crecí en Palma y estudié en Cuenca. Mi padre es de un pueblo de allí y siempre ha formado parte de mí. Por supuesto, el haber estado cuatro años allí tiene un gran peso en lo que soy hoy, así que por lo que me toca, tengo mitad personalidad insular y mitad no. De todas formas, yo creo que sí existe, es una forma de vincularse mucho a la tierra y de valorarla, algo que creo necesario ahora mismo.
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Después de esta preguntitas para calentar quiero entrar de lleno a hablar sobre sensaciones y reflexiones que se me plantean viendo tu obra. ¿Estás listo?
¡Claro!
Una de mis primeras impresiones observando tu trabajo es que hay cierta nostalgia teen. ¿Existe tal cosa?
Sin ninguna duda. Considero que todas las obras que enmascaro bajo el nombre de las del subwoofer, por la exposición, son piezas que tienen que ver mucho con todo mi desarrollo infantil y adolescente. Revistas como Maxi Tuning, ver a mis primas, mis compañeros de clase o yo mismo con chándales de terciopelo, los botellones con mis amigos de siempre, los coches, los camiones por mi padre y mi hermano, etc. Todo eso siempre ha formado parte de mí, la única diferencia es que ahora lo he mostrado.
¿Qué poesía encuentras en las gorras, los tattoos, los botellones, las carreras de coches? Me despierta cierta melancolía, no sé, por una noche en los coches de choque. ¿Me equivoco?
Realmente creo que cualquier persona de nuestra generación puede verse reflejada en todo esto, es decir, es casi como una pintura generacional, de iconos reconocibles y de unas raíces que, de una forma u otra, muchas hemos vivido. Sin ir más lejos, el cuadro de los coches de choque es una foto que hice hace dos veranos en mi pueblo, en la Mancha profunda. Seguramente estaría sonando algún tema de Anuel con un remix electro.
“Las emociones evolucionan constantemente en una época como la adolescencia, sientes muchas cosas por primera vez y todo es extremo, tanto el amor como el dolor, y creo que todo eso forma parte de mi pintura.”
¿Qué aspectos de la cultura coming-of-age te despiertan la fantasía?
Esto tiene mucho que ver con el desarrollo de la personalidad. Estoy seguro de que por muchos ensayos que haya leído, si no fuera porque en primaria bailé Rompe de Daddy Yankee no sería quien soy hoy, y ni mucho menos me comportaría como lo hago. Las emociones evolucionan constantemente en una época como la adolescencia, sientes muchas cosas por primera vez y todo es extremo, tanto el amor como el dolor, y creo que todo eso forma parte de mi pintura. Es básicamente el querer rendir cuentas a lo que he sido y a lo que he sentido, siempre desde un punto de vista actual y viendo las cosas desde arriba, con perspectiva.
También hay tensión entre lo masculino y femenino (entendámoslo todo en términos de construcción social). Me explico. La pátina de tus obras me recuerda a las hojitas perfumadas de los 90. Es suave y muy pastel (aunque esa no sea la técnica). Me hace gracia ver ese concepto en símbolos tan históricamente masculinos como un futbolista, un corredor o el propio Zuckerberg (sí, ese supuesto dios fálico de Silicon Valley). ¿Es intencionado? ¿Nos puedes hablar un poco más sobre esto?
Estás totalmente en lo cierto. El hecho de representar iconos no adorables y de posicionar los géneros de una forma tan clara no es más que una representación de lo que yo he visto cuando crecía. Es curioso el tratar las imágenes, como tú dices, con tonos pastel o con una estética dreamy borrosa, cuando lo representado son personajes o cosas con tanta personalidad.
Básicamente lo que trato es de representar, bajo una línea borrosa, elementos que forman parte del imaginario común y que quizás no han tenido cabida en el sistema del arte por motivos obvios. El conectar con el espectador de esa forma me da la sensación de que es una manera de entrar en él o ella y de reblandecer su disposición al ver las piezas. Está claro que es mucho más fácil asumir una obra cuando ves algo en ella que ya has visto antes.
¿Crees que hemos deconstruido suficiente el concepto de masculinidad? ¿Qué papel puede tener el arte en todo esto?
Pues mira, sobre esto considero que sí y no. Por supuesto se ha deconstruido dentro de las que lo hemos hecho, pero nunca va a estar suficientemente deconstruida mientras exista la posibilidad, por ejemplo, de votar a fascistas.
Y en cuanto al arte, considero igual que sí y no también. Hay muchísimos artistas referentes (que también son referentes míos) que tienen comportamientos y actitudes absolutamente machistas. Dentro del circuito, todo es mucho más volátil y a veces la verdad sale en un comentario desafortunado entre copa y copa de vino en una inauguración. Queda mucho trabajo por hacer a nivel de igualdad, tanto en el circuito artístico como en la sociedad en general.
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Háblanos de tu serie inspirada en figuritas de porcelana, son un poco Jeff Koons. ¿Por qué esta temática? ¿Volvemos al tema de la masculinidad, de masculinidades tan frágiles como Lladró?
(Risas) Sí es cierto que son un poco Koons, no lo había pensado. Pues mira, igual que te he contado antes todo lo sucio, lo ‘malo’, los botellones, etc., esto es casi como una purificación. Sigue siendo el mismo concepto, absolutamente, porque recuerdo desde pequeño ver las figuras de Lladró de mi madre, tan brillantes, valiosas y a la vez frágiles, y realmente es algo que siempre me ha llamado la atención.
Tiene varios conceptos ligados entre sí: puedes verlo como la fragilidad de la masculinidad pero también como la fragilidad de la salud mental, algo que yo he sufrido bastante. No quiero parecer un artista que hable simplemente sobre su vida, de hecho mis primeros proyectos de vídeo fueron sobre Siria y el flujo de migraciones, y cuando empezó la guerra en Ucrania me fui para allá a grabar, igual que en el último terremoto de Marruecos.
La realidad es que asumí, hace tiempo y tras costarme muchísimo, que se podía pintar por pintar, y esto me ha llevado a otras cosas. El proceso creativo parece que siempre tiene que pasar por una idea y luego intentar representarla, y realmente no es así. Yo me puse a pintar, como ya te he dicho antes, el camión de mi hermano, fotos que tenía de mis viajes, y así fue surgiendo todo. Me encantaría que si alguien llega hasta este momento de la entrevista y esté estancada creando, vea que no hay que subordinar la técnica al concepto, ni viceversa. La creación es un ámbito en el que cada una se mueve como quiere y en el que cada persona puede crear sus formas.
¿Qué artistas habitan tu Olimpo?
Siempre he sido un enfermo de Fahlström y Basquiat, y eso no me lo quita nadie. Pero si tuviese que decirte mis referentes reales ahora mismo, pues serían artistas del momento. Hay una chica suiza llamada Mashine, un artista de Madrid increíble, Leo Mata. También Miriam Beichert, de Berlín, y Michael Gao. Me flipan Luca Florian, Jorge Vargas Camacho, uno o una que se hace llamar Lazar, Anu Jakobson, Maite y Manuel, Henrique Hermes… Hay tantísima gente buena que es imposible decírtela toda. Seguro que me dejo mucha que me flipa y no me acuerdo.
Y una pregunta muy Acero, ¿qué música te lanza de cabeza cuando te pones a pintar?
Esto sí que es imposible, voy de extremo a extremo. Lo que más con diferencia es techno, pero escucho reggaetón, post-punk, acid, corridos… Yo que sé, mil cosas. Ah, sí, me flipan muchísimo ahora dos grupos, Underworld y Arcade Fire.
Y por último, ¿dónde te vamos a poder ver este año? ¿Alguna expo o proyecto que nos puedas contar?
Pues de momento hay dos o tres colectivas pendientes, justo acabo de firmar mi representación en Reino Unido con Toxic Arts, y luego en Dinamarca con Galleri Fusion y París con Gallerie Bessaud. Además de eso, tengo muchísimas ganas de que se lance ya una colaboración que tengo pendiente con una marca de Madrid, Camisas Manolo, que ha presentado los prototipos en París en esta pasada semana de la moda y está ya caliente, creo que podremos verla en abril.
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