Cuando Samantha se va (sea decente la hora o no), la fiesta se va con ella. Y ya podemos estar en La Dragona, de rave en un bosque o en el salón de nuestra casa, Bloody Mary en mano, que cuando esta mallorquina –prácticamente oriunda ya de la noche madrileña– comienza a hablar, 21 días con ella (que no con la otra) me parecen pocos. Cuando Samantha entra por la puerta, más aún si lo hace con su primer EP, AOVE, que ni es virgen ni es extra, la fiesta no es que no se vaya, es que nos acompaña siempre a golpe de bafle.
Entrevista extraída de ACERO vol. 5, publicada en julio de 2023. Hazte con tu copia aquí.
Popular y divina, en sentido figurado y literal, se presenta horas después de que le hayan practicado una endodoncia. “Ya se me está pasando la anestesia, así que me has pillado perfecta para vocalizar bien”, dice con tono tranquilizador y sin poder contener la risa, esas carcajadas tan contagiosas, casi maniáticas, en el mejor de los sentidos, como es ella. Pero no habría hecho falta, porque a Samantha Hudson se la entiende sin hablar. Aunque si hay que elegir, la escogemos siendo Luis Mariano en Tu Cara Me Suena, ganando el rosco de Pasapalabra o cantándonos sus nuevos temas de AOVE, ese primer EP que llega a modo de revival de la cultura raver más noventera, para hacernos sudar y para sacar a bailar a la moñeca articulada que todas llevamos dentro. O, en su caso, fuera.
¿Quién es la Samantha Hudson de ahora?
Creo que voy a ser clara y concisa, y voy a decir que Samantha Hudson es máquina (risas). Pero si hiciera falta alguna aclaración más, la etiqueta con la que me siento más conforme en esta nueva etapa de AOVE tan ravera y electrónica es la de cantante o, en su defecto, artista musical. Pero de decir algo, diría que soy máquina y punto.
Y una máquina también.
Exacto. Soy máquina, además de una máquina.
Como dices, este primer EP hace poco que ha visto la luz y yo te quería preguntar, ¿por qué AOVE?
Me sonaba muy conceptual, la verdad, no te voy a mentir. Yo que soy una apasionada de Gwyneth Paltrow y todas esas petardas caucásicas que usan mil eufemismos y cocinan con ingredientes rarísimos que solo puedes conseguir en un herbolario, de pronto leí AOVE, que son las siglas de Aceite de Oliva Virgen Extra, y pensé, hum, rebranding. A esto le resalta otro acrónimo. Esto no puede hacer alusión simplemente al aceite de oliva. Pero, en definitiva, fue por pura estética. Y luego de cada canción del disco, que son cuatro, pude extraer una frase que se correspondiera con cada una de las letras. Este disco también habrá trascendido al desbancar de Google a un producto español muy bien considerado por otro producto español aún mejor considerado, que es el EP que acabo de sacar (risas).
Pues me encanta.
Lo comentaba con Gemma (del Valle), mi repre: se va a llamar AOVE. Y ella me decía, “¿no crees que va a generar un poco de confusión?”. Pero como ya estaba con la idea y tal, dije, para lo que me queda en el convento me cago dentro.
¿Y cómo lo han recibido lxs fans?
Yo creo que bastante bien. Con este EP hemos intentado hacer un trabajo extra para hacerle entrar en razón a la prensa de que soy cantante y, además, compongo y escribo, que era una faceta que hasta ahora había estado un pelín denostada por estar más vinculada a ese travestismo del cual yo vengo y al que le estoy eternamente agradecida. Pero, sí, daba la sensación de que al estar en esa categoría de artista LGBT tenía que hacer un esfuerzo. Al ser una travesti siempre cuesta un poco más que pongan en valor las cosas que haces. Yo creo que este EP ha sido una propuesta perfecta para que la gente lo escuche y vea que es una música que no solo está bien en una puesta en escena, sino también para escucharla en el día a día. Me hablan muchos maricones enviándome capturas de pantalla tipo: “Te estoy oyendo mientras estoy en el gimnasio”. Y es que son canciones para ponerte en el gimnasio.
Son canciones de elíptica, totalmente.
(Risas) Total. Es cardio puro. Este EP es para ponerle las pilas al chocho.
Has sacado el tema de los fans. ¿Crees que tienes más seguidores que detractores?
Yo creo que sí. En otras ocasiones me han preguntado cómo gestiono el hate y todo eso: a palabras necias oídos sordos. Tengo la suerte de que cuento con mucho público a mi favor y, sobre todo, un público con un interés genuino en mi propuesta y un respeto enorme por las cosas que hago. Siento que realmente prestan atención a las cosas que digo y a las cosas que hago.
Samantha, me he dado cuenta de que eres muy refranera (risas).
Soy muy refranera, muy de frases hechas, y es que al final si está ahí esa sabiduría por qué no utilizarla. Hablo mucho como una abuela. Pero también voy cambiando. A veces hablo muy con el argot de los maricones de Twitter, de pronto con léxico un poco más pedante y redicho, por momentos, incluso asqueroso, y luego, sobre todo, como una señora de 83 años.
¿Y cuál es tu refrán favorito?
A mí me gusta mucho: “Para lo que me queda en el convento, me cago dentro”. Y los que tienen la palabra ‘puta’ me hacen especial gracia, a pesar de que son bastante problemáticos (risas). Me gusta mucho, por ejemplo, el que dice: “Como puta por rastrojo”, pero ya te digo que, al ser tan problemático, no lo utilizo. Otro que me apasiona es este: “Habló Marta y respondió Justa, una puta a otra puta busca” (risas).
Regresando al EP, da la sensación de que escuchar los cuatro temas de AOVE en orden es experimentar de nuevo una noche de fiesta de las que acaban en after.
Sí, de hecho, la secuencia de las canciones está un poco en orden cronológico de una noche que sales de fiesta. Cuando oímos en Otra vez “no hay ni un puto taxi”, en principio es como volviendo del after, que es cuando más falta te hace. Pero ahora que está tan de moda y estamos viviendo un revival del poligoneo y las fiestas de los parques alejados del centro cosmopolita de la ciudad, pues también me sirve de ejemplo cuando vas a coger el taxi encaminándote a Alcorcón, a la rave, y no hay un taxi, no hay un puto taxi. Luego, Adicta al sonido y Vodka Redbull es un poco ese tonteo, el quedarte sola y perder a tus amigas, y luego ya cerramos con Es lo que hay, y como bien dice el título, es que no hay más. Se acabó.
¿Y tú de que eres más, de afters de salón o de desayunar churros de camino a casa con tus amigas?
Depende de la fiesta y depende de lo que tenga que hacer esa semana. Es decir, yo soy una esclava de mi agenda. Con lo cual, en función de lo que tenga que hacer a lo largo de esos días tomo una decisión u otra. Pero no te voy a mentir, yo soy una chica muy de afters. Muy de afters en una casa, en un club tiene que ser muy bueno o estar yo muy desesperada para meterme otra vez en una discoteca. A mí me gusta estar con las mías, hacer juegos divertidos, charlar, comentar la noche y esperar a que me dé la bajona e irme a una hora decente.
En estos afters de casas ajenas, ¿qué es lo más raro que has vivido?
Yo en mi casa no hago after nunca, porque tengo alfombra (risas). Además, soy bastante maniática de la limpieza, así que yo prefiero ir de after a casas de desconocidos, porque me divierte mucho la anécdota, la carne nueva. Entonces siempre pasan cosas raras. Pero a mí me gusta testear y probar a qué límites puede llegar la gente por la presión de grupo. Me explico: mi juego favorito es darnos bofetones. Me hace mucha gracia cuando, por ejemplo, vas en un bus y todo el mundo empieza a cantar cumpleaños feliz, o cuando alguien empieza a aplaudir y aplaude todo el mundo. Siento que es una presión social que te obliga a hacer algo que en realidad es extrañísimo. Entonces yo en los afters lo hago un montón. Lanzo juegos disparatados y me gusta jugar a que la gente se dé bofetones. En un primer momento la gente está un poco reacia, pero en cuanto una le da a otra, todo el mundo se arranca. Y yo cojo mis palomitas y disfruto del espectáculo (risas).
Qué retorcida (risas).
Sí, retorcida pero disfrutona. No es de mala, es de brujita.
Este EP es un culto total a esa contracultura rave de los 90, y también, por supuesto, a la fiesta. ¿Crees que puede haber cultura rave sin fiesta?
No lo creo. Al final la rave es un tipo de fiesta, al margen de ciertas actitudes y de ciertas dinámicas que puedan ser tóxicas, yo creo que es algo muy ritualístico, el juntarse tanta gente en una macrodiscoteca, en un descampado, en un bosque, a bailar con los bafles, que la gente ponga su música y todas a perder el control de nuestro propio cuerpo. Yo lo veo casi como un trance, y con el resurgimiento de la rave en los tiempos que corren creo que también se ha hecho una labor, a propósito o no, de ampliar los horizontes, sobre todo en las cuestiones sociales. Siento que cada vez hay más DJs queer, transgénero, que el ambiente de la rave cada vez es más abierto. Antes daba la sensación de que había mucho estigma, con toda la razón del mundo, de que la rave era una cosa ligada a mentalidades un tanto retrógradas, pero ahora, en Madrid al menos, es un lugar donde cada vez hay más fiestas donde solo van moñecas con las cejas decoloradas y, si acaso, algún heterosexual buena onda. A mí me parece algo muy positivo en estos tiempos. Yo creo que ha llegado el momento de que las chicas sean disfrutonas. Como dijo Cyndi Lauper, las chicas solo quieren divertirse, y ahora más que nunca.
¿A qué edad fuiste a tu primera rave?
Yo llegué bastante tarde. Fui por primera vez con 19 años, que es una edad temprana, pero si tenemos en cuenta que yo me crié en Magaluf, pues a ver... Saliendo de fiesta llevo desde los 13. Pero una rave como tal, yo creo que ya cuando estaba en Madrid, que además tenía que ir a cantar en una casa okupa, en La Dragona, al lado del cementerio de La Almudena, que ya la cerraron por desgracia y ese era mi escenario natural.
¿Hay rastro de la Samantha que se crió en Magaluf en AOVE?
Yo creo que siempre hay mucho de Magaluf en todo lo que hago. Al final, el haber crecido entre tiendas de souvenirs y enfermeras que repartían chupitos con una jeringa tuvo un fuerte impacto en mi idiosincrasia (risas). He sido una chica muy fiestera y un poco obsesiva por momentos, pero como digo siempre, yo lo hago todo por la anécdota, y estando en casa relajada en el sofá, pocas anécdotas encuentro. Así que como te decía antes, si la agenda me da un poco de margen, pues una dosis de microfiesta, un poco de perder el control, un volver a la una del mediodía del día siguiente, un irme de rave, lo que sea. Algo que alimente la narrativa. A ver luego si no qué voy a contar yo en las entrevistas y en las canciones. Pero este EP sí que ha sido más sobre este último año de ir a todas las fiestas que iban surgiendo en Madrid, conocer gente nueva, escuchar muchos DJs, prestarle atención a la música electrónica que tenía en mi entorno, mucho descubrimiento semanal en Spotify...
"Estoy a un paso de ser la Jesucristo de nuestra época. Una jesucrista lampiña".
Lo haces todo por la anécdota, entonces, qué experiencia crees que te ha aportado más anécdotas dignas de contar, ¿ir de raves o concursar en MasterChef?
(Risas) Las raves me han aportado más anécdotas para mayores de 18 y quizá un poco inapropiadas a la hora de contarlas al público. MasterChef sí me ha dado muchas anécdotas que quizá pueden encajar más en un medio convencional, pero como también involucran a otras personas que también participaron en el programa, yo prefiero guardarlo en la intimidad y contárselas a mis amigas en esos afters que tanto frecuento.
¿Te ves participando en algún otro reality?
De momento no. Ahora mismo estoy muy centrada en los conciertos y en mi música. Pero no descarto nada. Al final creo que también me caracteriza mucho ser una chica todoterreno y, sobre todo, omnipresente. Estoy a un paso de ser la Jesucristo de nuestra época (risas). Una Jesucrista lampiña.
Yo te veo perfectamente de Jesucrista lampiña participando en Pekín Express.
¡Total! Me encantaría, o un Grand Prix o algún programa de circuitos. Lo más. De todas formas, mi favorito fue Pasapalabra.
Este verano tienes previsto hacer unos cuantos bolos por todo el país. ¿Qué lugar se ha quedado fuera pero te encantaría ir?
Muchas partes de Andalucía que no he visitado, también Castilla y León, pero, bueno, como estoy a merced de los promotores, pues es un poco lo que hay. Si estuviera en mi mano iría por toda la Península Ibérica.
¿Qué parte te saltarías del proceso de creación de un disco?
La verdad es que no descartaría ninguna, porque disfruto mucho del proceso creativo: reunirme con las coreógrafas y pensar una idea, con los artistas visuales... Yo creo que la parte que omitiría es después de los conciertos y, sobre todo, ver luego los stories. Porque si algo he aprendido es que no tienes que hacer caso de lo que pienses a partir de las nueve de la noche. A partir de esa hora acuden a la mente pensamientos muy destructivos y nos machacamos mucho. El síndrome del impostor, ya sabes. Y yo creo que, ante todo, nos debemos respeto a nosotras mismas. En definitiva, no me puedo quejar. Hago lo que me gusta, vivo de ello y estoy muy contenta de todas las cosas que he hecho en este último año y de las que se vienen ahora.
¿De cuál de estos cuatro sencillos que componen AOVE te sientes más orgullosa?
De Adicta al sonido, creo que es una muy buena canción. La melodía la compuse yo, la letra la hice yo; luego junto con La Diega, que es la productora musical, se han ido haciendo retoques, me ha ayudado muchísimo y se trata de un trabajo conjunto. Con Adicta al sonido me siento muy realizada, es una canción que me hace sentir muy satisfecha y que me sirve de contraste a esos momentos de bajón en los que pienso que a lo mejor no soy tan buena. Entonces me pongo Adicta al sonido y se me olvida.
En Vodka Redbull confirmas que tú pones a cien. Pero, ¿quién o qué te pone a cien a ti?
A mí me pone a cien que me dejen tranquila, y creo firmemente que la mejor parte del sexo es cuando termina (risas). Espero que nadie lo tome como algo referencial, puesto que yo soy la embajadora de los traumas sexuales (riendo). Es un trabajo en proceso, algún día dejará de ser así. Me gusta mucho un guarro, un tío con ojeras, cadavérico, tiburona. De pronto una butch (risas). No tengo un gusto demasiado consolidado, a mí con que sea cute, le guste lo que hago y no haga falta tener que hablar demasiado, porque contra todo pronóstico soy una persona muy tranquila y valoro mucho la capacidad de que haya silencio y que no sea algo incómodo, ya me doy por satisfecha. Pero nunca digas de esta agua no beberé o este cura no es mi padre, porque de repente la vida da un plot twist y te lías con un tío que invierte en criptomonedas. En fin, la anécdota.
Besar una boca que sabe a vodka Redbull no sé si termina de conquistar... Mejor a ron cola, ¿no?
De eso nada. Las guapas bebemos vodka Redbull, ni ron cola, ni con Fanta, igual el gin tonic tiene un pase, pero no me parece apropiado para la edad que tengo. Si acaso, la única excepción es un Bloody Mary. Pero en la discoteca siempre vodka Redbull, o en su defecto, agua. A mí es que me gusta que la boca sepa rancia. Sabor a Marlboro, de pronto a Ducados. Ese rollo me va bastante. Yo soy una chica de gustos muy peculiares para los sabores. Mucho encurtido, mucho fermentado, mucho café solo sin azúcar.
“Las guapas bebemos vodka Redbull” es muy Antonella de Patito feo, y no sé si es casualidad o realmente haces referencia a las Divinas, precisamente, en el tema Otra vez.
Dance, dance y mucho dance / lo que pide tu corazón, your heart, your heart. Sí, sí. Pues claro. Hombre, a ver, es que Patito feo era lo más.
¿De qué team eras?
Yo era de las Divinas, pero empatizaba mucho con las Populares; aunque, la verdad, es que eran un pelmazo. Honestamente, looks cero icónicos, la actitud demasiado pésima... Las otras eran más malas, pero es que me gusta una villana. Al final, ¿quiénes hacían mejor música? Las Divinas. ¿Mejores looks? Las Divinas. ¿Mejor actitud? Las Divinas. Todo. Iconicidad. Autenticidad. Ellas eran mi todo, y todo lo que yo no era, por supuesto. Yo me debería haber sentido más identificada con Patito Feo; pero, bueno, en la vida hay que ser Delulu. Delusional total. Y así es como funcionan las cosas. Creyéndote lo que no eres hasta que la gente se dé por convencida.
En Es lo que hay, la canción que cierra el EP, dices que si toca discoteca te vistes de moñeca. Pero, ¿te vistes o te quedas moñeca? Porque hay discotecas que del panorama que hay, una se queda moñeca pero moñeca. No sé si a ti alguna vez te ha pasado esto.
Yo reconozco que hay muy pocas fiestas en las que me lo pase mal, porque al final si la gente es un muermo pues te diviertes un poco. Que si le tocas el hombro a una y luego te escondes, que si haces jueguecitos... Yo creo que con que estés con dos o tres amigas buenas, cualquier fiesta es estupenda. Pero soy más de vestirme de moñeca que de quedarme moñeca, la verdad. Un poco traspuesta de vez en cuando pues sí que se queda una, pero en ocasiones muy contadas (risas).
¿Y cómo se tiene que vestir una moñeca?
Es un concepto muy amplio. Al final te tienes que vestir con algo que te haga sentir despampanante y arrolladora. Pero no tienes por qué resaltar una feminidad o una estética bimbo, que es lo que yo hago. De repente te puedes poner butch, como decíamos antes, y sentirte moñeca porque para ti eso es ser una auténtica moñeca articulada. En mi caso, pues una minifalda coñera, un bikini, algo con tetas, una bota alta, el bolsito a juego, no suelo llevar mucho maquillaje porque sudo más que una monja en un casino, entonces al final siempre acabo hecha un estropicio, y salir como Claudia Schiffer y volver como el Guardián de la Cripta no me parece que le haga justicia a la belleza natural que poseo. Así que ahora estoy rollo Leona Lewis. En definitiva, yo creo que hay que salir cómoda y sentirte con g de guapa.
Eso dice mucho de tu relación tan estrecha con la moda. ¿De qué manera vives tú esta forma de expresión con la ropa?
Creo que está muy vinculada al género. Cuando eres una persona asignada a hombre al nacer y por desgracia te das cuenta de que la gente no te ve como tú te estás viendo, tienes que tirar de códigos sociales como, por ejemplo, la vestimenta, para que de alguna manera te traten como quieres ser tratada. Que tampoco es así, porque yo de repente me siento la más top model y para mucha gente sigo siendo un basilisco hermafrodita y espantoso, pero creo que juega un papel muy importante. Al final es una forma de expresión, incluso me atrevería a decir que un lenguaje no verbal, y para muchas personas es una vía de escape y una herramienta más para que la gente se refiera a ella con la identidad con la que se sienten conformes, eso para empezar. Y luego, que una es coqueta de profesión. Soy virgo con luna en libra, así que ya te puedes imaginar. Soy una ‘cucurruta’ empedernida.
Antes has mencionado el movimiento bimbo. Cuando se publique esta entrevista estará a punto de estrenarse Barbie, la nueva película de Greta Gerwig. ¿Irás a verla?
Hombre, por supuesto. Si no me invitan al estreno me compraré la entrada y me iré al cine, pero ir, voy.
Cómo no te van a invitar al estreno, si tú eres nuestra Barbie española.
(Risas) Total. Además, tengo las mismas medidas que ella y el empeine destrozado. Eso de quitarse el tacón y que siga teniendo el pie en punta, es que soy yo. No te haces una idea del pie deforme y abismal que tengo por usar los tacones día a día. Además, no paro de coleccionar profesiones como la Barbie, o sea que me viene como anillo al dedo. Cosas más raras se han visto.
Si te dieran la oportunidad de diseñar una muñeca Barbie, ¿cómo tendría que ser?
Bien moñeca. Moñeca con o, que es un matiz muy importante.
¿Tuviste Barbies en tu infancia?
Sí, por supuesto.
Y en esa época, ¿alguna vez fantaseaste con el éxito?
No. Yo de pequeña quería ser granjera. Me gustaban mucho los animales y las granjas, y quería tener una vaca, unos gansos. Pero luego descubrí que tenía que limpiar estiércol, y como tenía un trastorno obsesivo compulsivo con la limpieza pues se me fueron las ganas. Después quise ser dermatóloga, y de pronto me salió un brote de acné, así que descarté también esa opción. Y, bueno, la profesión de superestrella del pop no es algo que buscara directamente, pero creo que la vida muchas veces va de aprovechar las situaciones y saber cuándo es el momento oportuno, y creo que es lo que he hecho.
Escarbando en Internet he leído un par de artículos que afirman que precisamente en aquellos años pasaste por una “etapa de firme devoción hacia la iglesia católica”. Me encantaría profundizar en esto.
Sí, era muy cristiana, la verdad. No me duró mucho, me duró tres años, pero me aprendía canciones corales, oraciones, el Padre Nuestro en latín. Yo iba a religión y hacía muchos dibujos de Jesucristo.
¿Dirías que una parte de ti sigue creyendo en Dios?
No me atrevería a decir que sí, pero tampoco que no. Supongo que eso me convierte en agnóstica. Pero creo en la gente que cree, y que cree de verdad y que tiene una fe abierta y tolerante. Me gusta mi abuela Margarita, que va a la iglesia pero luego entiende perfectamente mi identidad y respeta mis decisiones, me gusta la espiritualidad y creo que la gente tiene derecho a creer en lo que le venga en gana sin necesidad de que venga alguien redicho desde la objetividad o desde la ciencia a dar por culo.
Define tu EP en una palabra.
Coño.
¿Por qué?
Porque es puro coño. Me saqué el coño haciéndolo, te sientes coño escuchándolo y ¡coño! Aquí está mi coño.
¿Y a ti misma?
Chulísima.
¿Ha habido muchas noches en las que te hayas tenido que quedar sola bailando?
Soy muy de quedarme sola, la verdad. Al final el disco habla de mí, y soy la típica que o está bailando toda la noche o si no se pierde por ahí buscando la anécdota de la que hablábamos, pero me gusta estar sola y luego reunirme en el after, como te decía, y comentar todo lo que ha sucedido. Yo soy una chica de extremos. No me gustan las medias tintas. Entonces, si bailo, bailo; si ligo, ligo; si estoy de amigas, estoy de amigas, pero el multitasking creo que es uno de los males de nuestra generación y a mí no me gusta llevármelo en el bolso cuando lo que voy a hacer es mover el esqueleto.
Te sueles definir como una virgo empedernida. ¿Cómo son las virgo empedernidas?
Pragmáticas, lógicas, controladoras, muy obsesionadas con el orden y la limpieza, algo frígidas, nada pasionales, nada sexuales, aunque yo creo que también las virgo somos ese tipo de chica que vamos de que no, pero sí. Y al final yo soy asexual, no tengo libido, pero soy una guarra.
¿Y a qué sonidos son adictas esas virgo empedernidas?
A mi sonido.