No hay dos sin tres, y eso RVFV lo sabe bien. Tras años de cantar en festivales, ahora el almeriense lanza una gira en solitario en la que presenta su nuevo álbum, El tiburón. Después de dos exitosas actuaciones, entre las que se encuentra el Wizink Center la semana pasada, donde ofreció un verdadero espectáculo junto a invitados como Lola Índigo, ahora cumple con el triplete en Barcelona. Miles de jóvenes (y no tanto) lo acompañaron el viernes pasado en su primera vez en el Sant Jordi Club. Si te quedaste sin entrada, no te preocupes, nosotros te contamos cómo fue.
Pasas una historia de Instagram, y otra, y otra. Es de esas tardes que disfrutas el no hacer nada. De repente un anuncio: RVFV en Barcelona el 11 de octubre. ¿De qué me suena este? Abres Spotify. Aaah, pero si es el de Mirándote, Mi luz y Lo que tiene. Entonces abres WhatsApp, grupo Las Demonias (cuanto más cutre el nombre del grupo, mejor). “Niñas, ¿qué hacéis este viernes? ¿Os ape un concierto de RVFV?” En menos de un minuto, respuesta. “¿Tía, quién es?” Y ya le envías un audio cantando “Ma, dime que vamo’ a hacer”, que, aunque desafinado, convence a todo el grupo bajo la frase “vamos a hacer algo diferente que siempre hacemos lo mismo”.
Y así es como se planta una un viernes por la tarde en Plaça Espanya para ver al cantante almeriense que está bastante arriba en el panorama de música urbana española. Entre guiris perdidos que suben al MNAC y guiris perdidos que beben en el Oktoberfest, llegas al Sant Jordi Club mientras piensas en lo mal comunicado que está. Y cuando crees que te has perdido, empiezas a ver grupos de gente joven apiñada en maleteros con vasos de plástico en la mano y música a todo volumen del cantante. Como en Hansel y Gretel, los Seat Ibiza, Polos Volkswagen y Dacias Sanderos marcan el camino hasta la puerta, donde hacen fila cientos de jóvenes que, sin coche pero con cubatas, esperan también.
Dentro, un DJ es el encargado de motivar al público con canciones de reggaetón y dembow. Pantallas a ambos lados del escenario como carteles de warning, dos QRs y una frase clara: Afterparty RVFV en Shoko. Si no tenías plan para después, ahora sí. Entre el humo de vapers sabor a melón y menta, la gente poco a poco se concentra en lo que parece ser ahora una pista de baile. A las nueve menos diez, el escenario queda en silencio y llama así la atención de los despistados que hacen cola en el baño o en el bar.
A las nueve, puntual como un reloj suizo, aparece entre fuegos, efectos sonoros y confeti un cantante dispuesto a reventar el Sant Jordi Club. Entre canciones como Intro o Bllako, de su nuevo disco, y Mirándote o K alegría, arranca un show que promete ser para gozar. En los interludios se muestra cercano, y lo mismo se echa unas risas con las pancartas de algunos fans que llama la atención a un grupo de chavales que se están peleando en el público. Agradece a todos los ‘tiburones’ que han venido a disfrutar con él y, durante dos horas, el Sant Jordi Club se rinde ante temazos como Mami o Mi consuelo.
Un concierto de primera necesita invitados de primera, y por eso Rafa no duda en invitar a tres artistas que también lo están petando. Edu García es el primero en aparecer. Junto a su compadre interpretan Antes, y con una base de reggaetón, raíces aflamencadas y confeti, nos roban el corazón. Poco después llega Beny Jr y el público enloquece, ya que es la primera vez que aparece en escena durante el tour de RVFV. El recinto corea a la par que los artistas temas como Dominicana. Las paredes parecen de papel cuando el artista invitado canta Luna llena por primera vez en el escenario tras su éxito en plataformas digitales.
Justo cuando parece que la multitud ya se encuentra en lo más alto, aparece uno de los artistas más queridos del panorama musical español, el niño de la calle, vecino de Barcelona y propagador del término MDLR, Morad. Gritos, lloros y de nuevo confeti inundan la sala. Con 0 confianza y Dominicana vibra el público, pero cuando por primera vez cantan Lo que tiene junto a Beny Jr, vibra Montjuïc entero. Con un “lo más importante es la lealtad y no el dinero” despide el artista a sus amigos.
El público ya está encendido y se mantiene así durante lo que queda de concierto, y es que con canciones como Que te vaya bien, Rueda o Thalia es difícil bajar el ritmo, y llega un momento en que es casi imposible seguirlo. Es solo cuando el artista pide encender los flashes durante la canción que tiene junto a Rels B, Mi luz, cuando consigue que miles de personas hagan silencio bajo lo que parece un manto de estrellas. Tras este pequeño inciso, como la calma antes de la tormenta, RVFV nos trae de vuelta con una sola pregunta. “¿Estáis prendidos?”, inquiere mientras suena la base de canciones como Hace calor, Casanova, Fake capo Rrmix y Tigini. Entre mucho fuego, mucho confeti (ya empieza a ser demasiado) y efectos de todo tipo, el cantante, muy agradecido, abandona el escenario mientras manifiesta volver dentro de poco.
El espectáculo, que nos ha transportado de vuelta a los veranos de 2018, 2019 y 2020, se ha hecho corto, y el espacio, que con las luces encendidas parece mucho más pequeño, respira tras dos horas de bailes y saltos. Y mientras esquivas las colas de gente que se amontona en los quioscos de merchandising y todavía tararea los temas, sales de allí con un muy buen sabor de boca. Y un par de trozos de confeti en el pelo.