Hay cosas que no llegan a ser, pero se sienten tan reales que te rompen igual. No hubo compromiso, no hubo nada más allá, pero te acuerdas igual que si lo hubieras vivido.Y de eso va BBY Romeo, el nuevo tema de Rusowsky y Ralphie Choo, dos artistas que han sabido hacer de lo íntimo un idioma compartido, y del dolor, algo bonito de escuchar. La ‘doble R’ lo ha vuelto a hacer.
Ambos cantantes vuelven a cruzar caminos y el resultado es justo lo que esperas de ellos: algo único, delicado y precioso. BBY Romeo tiene guitarra, ese aire Y2K que les flipa y una producción tan cuidada que parece sin esfuerzo, pero no lo es. Porque estos dos le ponen mimo, detalle y corazón a cada tema que componen.
El sonido es puro Ruso y Ralphie, esa mezcla mágica que ya es marca registrada donde destacan los efectos vocales y una melodía nostálgica que sabe exactamente cuándo hablar y cuándo callar. “No volver a mirarte me tiñó de gris”, sentencia Rusowsky.
Hay algo muy puro en cómo usan el lenguaje sencillo, sin adornos innecesarios, para contar algo complejo. Lo que no fue, lo que se rompió antes de empezar. Lo que dolió sin haber existido del todo. Porque ese “lo que nunca fuimos” es universal; todos hemos tenido a alguien que no fue, pero dejó huella. Y en este tema, esa historia se cuenta como si la estuvieras escuchando desde la otra habitación, sin que nadie sepa que estás llorando bajito.
Ralphie entra como ese amigo que te abraza sin decir nada. Rusowsky, por su parte, sigue demostrando que no necesita gritar para clavarte una frase. Juntos, se entienden sin hablar, y eso se nota, porque su amistad y conexión artística hacen que todo fluya como si lo hubieran escrito en la misma tarde en la que alguien les rompió el corazón.
BBY Romeo es para quienes han querido a alguien en silencio, para quienes extrañan lo que no fue y para los que aún creen que hay belleza en lo roto. Es un tema para llorar, para recordar sin rencor y para sanar poquito a poco. Y sobre todo, es un recordatorio de que el amor no tiene que durar para ser real, que hay historias que viven solo en canciones, y aun así, duelen bonito.